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Tupolev SB-2 Katiuska, modelo de bombardero soviético que actuó sobre Mérida |
Debido
a que la “guerra de la propaganda” fue la única que ganó el Frente
Popular, uno de los aspectos menos conocidos, pero no por ello menos
importantes, en el estudio del conflicto fraticida en Extremadura es el
bombardeo de poblaciones civiles en la retaguardia extremeña nacional.
Estas acciones indiscriminadas han pasado casi desapercibidas y
ocultadas por los ríos de tinta que se han escrito sobre la represión en
Extremadura del bando ganador de la Guerra Civil.
Hoy nos
proponemos dar a conocer algunos de los bombardeos que causaron más
víctimas civiles durante la Guerra Civil en Extremadura y que demuestra
la criminal actuación de la aviación gubernamental en estas tierras.
Porque esta actuación no se produjo un día concreto y de forma
esporádica y casual sino que fue constante y causó un goteo interminable
de muertes y heridos. Como muy bien expresa el profesor Stanley
G.Payne:
El bombardeo de ciudades había sido una
práctica normal de los republicanos en las primeras semana de la guerra
civil, que en varias ocasiones, a comienzos del conflicto, se jactaron
del daño causado a las ciudades controladas por los nacionales[1].
Una
base principal de este trabajo se basa en los testimonios y las
vivencias propias recogidas por periodistas que visitaron la ciudad y
que fueron notarios excepcionales de estas criminales acciones
bélicas aéreas.
Bombardeos en Mérida: el testimonio de los periodistas
Mérida
era un importe nudo de comunicaciones férreas, telefónicas y eléctricas
y desde que fue tomada por los rebeldes el 11 de Agosto de 1936 estuvo
en el punto de mira de la aviación frentepopulista durante los años 1936
y 1937.
El 12 de Agosto de 1936 la 1ª escuadrilla del Grupo de
Reconocimiento Nº21 compuesta por Breguet XIX al mando del Capitán Juan
Quintana Ladrón de Guevara, ante la carencia de defensas antiaérea,
agotará en el ataque a Mérida todas las bombas existente en el aeródromo
de Don Benito. De hecho el Capitán Quintana solicitará a Madrid el
envío urgente de bombas y munición ametralladora.
El 13 de Agosto va a ser uno de los días en que con más virulencia atacó la aviación
leal a
Emerita Augusta. Decenas de muertos por las calles que no son
retirados, heridos terriblemente mutilados andando como zombis por una
ciudad desierta en busca de asistencia sanitaria y escenas pavorosas de
destrucción y muerte serán relatadas por los corresponsales que
sufrieron en primera persona este bombardeo en el que, como dijo un
periodista portugués: “
Quási dez mil quilos de metralla foram lançados pelos aeroplanos de Madrid”.
El corresponsal portugués del Diario de Lisboa Leopoldo Nunes nos deja una visión dantesca de la ciudad:
El avión, volando muy alto, dejó caer cincuenta bombas.
Como eran de cinco kilos, no tenían gran eficacia, pero destruyeron
algunos tejados y provocaron incendios. Hubo muchos heridos.
Juro que es la emoción más intensa que se puede sentir la
que se experimenta de un bombardeo aéreo. No se puede
huir. No hay defensas. Tenemos que esperar, en una angustia
brutal, a que pase la ola de metralla. Tres cuartos de hora duró
esta terrible situación […]
A las ocho en punto, nueva alarma, en un clamor
indescriptible. ¡¡¡Los aviones!!!
No era uno solo, eran tres. Las bombas debían de ser de
un peso superior a treinta kilos. No se me olvidará nunca ese largo
momento de angustia. Hombres, mujeres y niños desgreñados, solas o con
los hijos al cuello. Las mujeres lloraban y pedían amparo a la Virgen.
Se oía llorar en todas partes.
Explotaba una bomba. El edificio se derruía. Se levantaba
una nube de humo. Se saltaban las puertas y ventanas. Los
cristales se rompían con fragor. Y todo esto aumentaba el
pánico indescriptible de la población. Los padres no sabían
de sus hijos. Las mujeres gritaban por los maridos. Los niños
se agarraban a las personas mayores en un ansia enloquecedora.
¿Quién protegería a esos inocentes niños?
También, alucinado, fui a dar en una calle estrecha donde
había un restaurant cerca del mercado. Precisamente en ese
momento cayó una bomba en la casa de al lado. Pedazos de
madera y de piedras fueron a caer en nuestro refugio. Huí de
allí. Otra bomba cayó más cerca todavía. No valía la pena
huir. Me quedé quieto en el hueco de una puerta, en el estado
que es fácil calcular. Decididamente, cuesta mucho hacer
periódicos... A las nueve terminó el bombardeo. La población pasó en
ese día, y los que le siguieron, horas terribles de luto y de
sangre”[2].
No menos expresivo es el
jornalista del
Diario de Noticias José Augusto Dos Santos que en su crónica del día 13 de Agosto nos deja este relato estremecedor de los hechos:
“Me siento fuertemente desconcertado en cuanto me gritan a los oídos:
¡Los aviones!, ¡Los aviones!
Me
sobresalto, me estremezco, inconsciente aun, salto de la cama. Oigo, lo
que me parece, el roncar de un motor de avión. En poco tiempo un
silbido agudo, seguido de una explosión lejana. Después el martilleo de
una ametralladora. Veo el reloj. Son las seis horas cinco minutos.
La
visita de los aviones del gobierno de Madrid no se hace esperar .De su
base en Don Benito a 60 Kilómetros de Mérida, alcanzan fácilmente la
ciudad. Yagüe aseguraba en la víspera que seriamos bombardeados. Su
predicción me dio plena confianza. Resolví vivir el bombardeo como un
espectáculo nuevo-una emoción inédita-.
Durante poco más
de media hora se repitió el ruido del motor, el silbido de la bomba, la
explosión y la repuesta de la ametralladora.
Espero, en
cada momento, ver aparecer por los aires un avión rebelde para dar caza
al aparato que osa bombardear la base las fuerzas del sur. Solo después
sabré que aquí no hay aviación defensiva, ni siquiera piezas
anti-aéreas.
Mérida esta, pues, completamente a merced de los aparatos enemigos.
De
momento esto no me preocupa. Entretanto decenas de bombas caen sobre la
ciudad. Aquí y allí se elevan columnas de humo. Ciertamente hay
incendios y personas heridas. Realmente, el objetivo del ataque no es
atacar a la columna de millares de hombres que habían llegado en la
víspera, pues éstos habían aprovechado la oscuridad de la noche para
partir hacia Badajoz.
El avión de Madrid bombardea, pues,
una población civil, y una pequeña guarnición. Nada más. Cuando el
aparato desaparece decido ir a ver los destrozos. Para mi es un
espectáculo nuevo recorrer una ciudad bombardeada pocos minutos antes.
Vamos a la calle.
Recorro
las calles y plazas. Por todos lados escombros, basuras y vidrios
rotos. Hay muros medio derruidos, tejados caídos, casas
semi-destrozadas. La ciudad, después de haber sufrido el ataque del
ejército, sufre la represalia de la aviación gubernamental.
Pobre gente de Mérida, ¡cómo han sufrido!
En
una plaza se monta una ametralladora. Los soldados andan de calle en
calle, con panecillos. En las puertas de las panaderías hay filas de
civiles que esperan la venta del pan. No hay agua ni leche. Se bebe
aguardiente y anís.
Desciendo por una calle estrecha, que
da a la plaza del Ayuntamiento, cuando oigo de nuevo, el roncar del
avión. Ahora, el ruido del motor es más fuerte y surge de varios puntos.
¡No es un solo avión son tres bombarderos que visitan de nuevo la
ciudad indefensa!
El pánico se apodera de la multitud. En
un momento, las calles se quedan desiertas. Todos procuran un abrigo,
una puerta, una escalera, cualquier cosa.
¡Los aviones del Gobierno!
Un
voluntario de artillería que me acompaña sigue con sus ojos el
movimiento de los aparatos. Me hace una señal. Oigo un silbido y hay una
explosión formidable que parece que tumba la casa donde estoy, el
barrio, la ciudad. Son las 8 de la mañana, dos horas después del primer
“raid”. Ahora, las explosiones ya no son como las de hace poco. Estas
deben ser bombas de 50 kilo o más.
Se viven minutos de
angustia. Es claro que los aviadores toman puntos de referencia para
bombardear con más intensidad. Comienzo tomando notas, en un frenesí que
no se explicar. ¡Es estúpido preocuparme de los apuntes, cuando todo
esto no se olvida!
Los minutos de angustia son más lentos.
Es la impresión más violenta, más horripilante, más dolorosa, ésta que se siente cuando sobre nosotros sobrevuela la muerte.
¿Donde
caerán las bombas? ¿Aquí cerca de nosotros, sobre esta casa? ¿En este
Barrio? ¿Cuánto tiempo durara esto? Tengo ganas de gritar ¿Por qué
esperan? Que comience el bombardeo para que la gente se oriente.
Acuden al espíritu, contradictoriamente, todas estas reflexiones.
Me siento horriblemente lucido.
Pasan
tal vez tres minutos. El roncar de los motores es ahora más fuerte y se
oyen muchos silbidos de bombas. Parece que la ciudad va a saltar por
los aires. Reventaron tres proyectiles casi al mismo tiempo.
Desgraciadamente, estoy en el centro de la ciudad, a unos 60 metros del
Ayuntamiento. En poco tiempo otro silbido y una explosión, ahora más
cerca de nosotros. Mi compañero me avisa que el Ayuntamiento esta siendo
el blanco (del ataque). No tengo tiempo de reaccionar. Una explosión
formidable me deja inconsciente en el suelo. Los otros están a salvo.
Un periodista francés que me acompaña[3]
saltó al balcón y está escondido en un rincón. La bomba de 50 kilos de
metralla reventó en la casa de enfrente. A través de los cristales rotos
que la honda expansiva rompió, se ve la pared medio destruida y una
columna de humo gris, que sale del interior. Se apodera de todos un
terror inexplicable. Estoy estúpidamente anonadado. No reacciono.
Mecánicamente actuó como un autómata, tomo notas.
Otra
explosión en la misma calle – un poco más arriba. Revientan bombas en
otros puntos de la ciudad. Es una sinfonía macabra, esta de las
explosiones. Las ametralladoras permanecen en silencio.
Aislado,
oigo un tiro de mosquetón. (Se después que es un soldado alocado que no
se contiene y que dispara pretendiendo alcanzar a los aviones que
vuelan a 2000 metros).
Los tres aparatos continúan en su
tarea de destrucción y de muerte. Se ve que cumplen, escrupulosamente,
su misión: Matar gente indefensa, destruir una ciudad, encanto y orgullo
de Extremadura.
Ya pasó más de media hora. La casa en la que estoy es demasiado peligrosa para continuar allí.
Resuelvo
salir, a pesar del peligro que se corre. Yo, el periodista francés, el
chofer y un voluntario salimos pegados a las paredes, a lo largo de las
calles.
Ni una puerta abierta. En un egoísmo absurdo
todas se cerraron. Uno de los aviones esta ahora mismo encima de
nosotros. Siento nítidamente el peligro que corremos. Entonces, al ver
una puerta abierta, atravesé la plaza desierta. Detrás de mí, corriendo,
los otros, a excepción del chofer que se refugió en un mercado
cubierto.
Poco después, una bomba explotó a tan solo 50
metros de nosotros. Sin control, indiferentes al peligro, atravesamos
las calles y plazas desiertas, en el camino del hotel donde hay refugios
seguros.
Es cuando jadeantes, lo alcanzamos, en
cuclillas en un rincón el chofer esta libido. La metralla de una bomba
había caído sobre el tejado de zinc del mercado donde él se refugiaba.
El
hotel, por ser el cuartel general, era uno de los puntos mas atacados.
Nuestras maletas en el piso superior están allí retenidas.
Los
aviones comienzan a relajar su furia. Son las 9 horas. Después de 60
minutos de bombardeo seguían impunemente rumbo a Don Benito.
Corremos a nuestras habitaciones a buscar las maletas.
Partimos.
El automóvil rueda veloz por las calles aun desiertas. Atravesamos el
puente y del otro lado del puente vimos la ciudad descendiendo hasta la
ribera del río. Densas columnas de humo se yerguen en una muestra triste
de desgracias de la ciudad indefensa.
Y se pierden de la
vista, en dirección hacia Madrid. Los tres aparatos son ya pequeños
puntos que se pierden en el azul inmenso del infinito”[4].
Por no extendernos y en la misma línea que los anteriores
jornalistas el corresponsal luso del Diario de Lisboa Félix Correira en su libro
Quem vem lá? (Lisboa, 1940) dedica un capitulo al “
Bombardeo aéreo de Mérida” del 13 de Agosto expresando que habían llovido más de 200 bombas y dando la “
impressao de verdadeira guerra”[5].
En
el contraataque gubernamental del día 14 de Agosto de 1936 tres
biplanos Breguet iban y venían entre Don Benito y Mérida, dejando caer
metralla sin cesar.
El 15 de Agosto de 1936 el corresponsal del
Daily Mail Harold Cardozo nos da una impresión de la ciudad que está siendo nuevamente bombardeada:
“En el momento en que llegamos a Mérida comenzó el bombardeo aéreo diario.
Desconocía
la ciudad, yo necesitaba encontrar un refugio inmediato, ya que los dos
aviones enemigos estaban lanzando bombas no sólo de 30 libras ,si no
también de 100 libras, lo que podía provocar grandes daños.
El
viejo acueducto romano - una maravillosa ruina-fue lo primero que vi y
estuve allí hasta que pude llegar a través de un enlace que me llevó al
comandante de la columna del Coronel Helli R. Tella.
Me
dijo que durante los últimos tres días cerca de 500 bombas habían sido
arrojadas pero que era más el daño material que otra cosa.
Pude
ver que los dos aviones estaban tratando de alcanzar los apeaderos del
ferrocarril y también el patio cuadrado encalado donde se almacenan los
contenedores de gasolina.
Los objetivos eran importantes,
pero los dos aeroplanos volaban muy alto y lanzaron sus bombas por toda
la ciudad, sin embargo nunca alcanzaron el blanco. Las razones de esta
cautela era que un avión Rojo había sido derribado por fuego de
ametralladora durante la tarde anterior.
Esquivando las
bombas y la lluvia de azulejos y cascotes llegué a la sede de Coronel
Tella y le pedí que me informara de la noche anterior”[6].
El periodista estadounidense John Elliot del
Herald Tribune de Nueva York que acompañaba al anterior corresponsal nos deja este otro testimonio:
“El
viaje a Mérida se reanudó esta mañana (15/08/1936) con un convoy de
tres camiones que transportaban tropas y provisiones a los rebeldes en
la guarnición de Mérida. El viaje fue tranquilo, cuando por primera vez
paramos en un amplio valle con cima de la Montaña en el Hornachos al
fondo.
Sin embargo justo cuando el coche del
corresponsal alcanzaba el puente sobre el río Guadiana en Mérida se dio
la alarma ya que se iniciaba un ataque aéreo. Con un grupo de soldados
el escritor se apresuro a cobijarse debajo de los arcos en ruinas de un
antiguo acueducto romano que nunca soñó que un día el trabajo de sus
constructores que un día su trabajo se utilizará para proteger a los
soldados contra un ataque desde el cielo.
Mérida ha
estado esperando el bombardeo de los aviones leales. Había dos aviones
en el grupo de ataque y volaron hacia adelante y hacia atrás sobre la
ciudad, dejando caer bombas pesadas. Mérida ha sufrido mucho más
severamente la guerra que Badajoz”[7].
Otros bombardeos y sus víctimas
En estos bombardeos indiscriminados de la
GLORIOSA[8] hubo muchas víctimas inocentes de mujeres y niños que nada tenían que ver con una Guerra que estaba asolando el solar patrio.
Como
ejemplo anotamos que el 18 de Septiembre de 1936 de los cinco paisanos
que fallecen debido a las bombas de la aviación frente populista uno
será el niño de 14 años Manuel Nieto Pascual
[9]. Sorprendentemente el Historiador extremeño Francisco Espinosa en su libro
La Columna de la Muerte lo contabiliza como víctima de la represión nacional y expresa: "
Por increíble que parezca, la persona inscrita (en 1951) había nacido en 1929 y en profesión consta la de jornalero" (pág. 520, nota 677).
Aunque, efectivamente, en su partida de defunción expresa, como causa de la muerte "
relacionadas con la Guerra Civil" como hemos dicho esta muerte se debió a las heridas producidas por una bomba de la Aviación “GUBERNAMENTAL
[10]. ¡Curiosa manera de contabilizar “
represaliados”!
El
16 de Agosto visitan la ciudad los reporteros galos René Brut y Jean
D´Esme. Este último deja constancia de los continuos bombardeos:
Mérida-30.000
habitantes base del avance sobre Madrid de las tropas de Franco, sufre
regularmente el bombardeo de los aviones del Frente popular, cuya
aeródromo se encuentra en Don Benito, a unos 60 kilómetros”[11].
El
periodista pro-nacional Manuel Sánchez del Arco en su visita a Mérida
en los días posteriores a la toma de la ciudad dedica unos párrafos a
los bombardeos por parte de
la Aviación Roja:
“ …No
han cesado los aviones marxistas de bombardear Mérida. En sus calles
quedan bien visibles aun las huellas de la metralla… todo en Mérida
lleva la huella de la metralla marxista. También -¿Cómo no? la ermita de
Sta.Eulalia Patrona de Mérida fue bombardeada por los rojos, pero las
bombas, como en el Pilar, no hicieron daño...”[12].
Mérida
no dejo de ser un objetivo para la aviación gubernamental y el 19 de
diciembre de 1936, se produce otro ataque aéreo. En concreto el
parte oficial del Ministerio de Marina y Aire expresaba “...
En
las afueras de Badajoz han sido bombardeadas a primera hora de la tarde
algunas posiciones enemigas. También fue bombardeado la Estación y el
puente de Mérida. Las bombas cayeron sobre varios depósitos y un tren
que había detenido en la Estación”
[13].
El Diario
Labor del 21 de Diciembre de 1936 recoge las muertes ocasionadas a consecuencia del bombardeo del día anterior:
“La
aviación roja bombardeó Mérida (el 20/12/1936) habiendo causado la
muerte de cinco paisanos sin conseguir herir a ni un solo soldado
.Después fueron a Badajoz donde no hicieron más baja que la de un mulo”[14].
Como víctimas del bombardeo del 20 de diciembre habría un niño de nueve
meses, otro de un año, otro de 2 años... desde luego estas víctimas
inocentes eran unos “fascistas muy peligrosos”.
Al día siguiente prosigue el bombardeo y así lo recoge el parte oficial de Guerra: “
Otra escuadrilla leal bombardea las estaciones de ferrocarril de Badajoz y Mérida”
[15].
23 de diciembre: uno de los raids más criminales
Cuatro días después del primer bombardeo del mes de Diciembre se va a llevar acabo uno de los
raids más criminales sobre la ciudad de Mérida. En este bombardeo participaran los bimotores soviéticos
Tupolev SB-2 conocido popularmente como
Katiuskas
encuadrados en el Grupo 12 de la aviación gubernamental y cuyos campos
de aviación estaban en San Clemente y Sisante ambas poblaciones sitas en
la provincia de Cuenca. Fue uno de los bombarderos más rápidos y
versátiles utilizados durante el conflicto. Durante el otoño e invierno
de 1936 se emplearon a fondo por tierras de Salamanca, Extremadura y
Andalucía atacando objetivos civiles.
El 23 de Diciembre de 1936
desde Guareña comunican que a las 12 horas 17 minutos han pasado por su
cielo 3 trimotores (sic) en dirección a Mérida. En Mérida son avistados a
eso de las 12 y 20 minutos e inmediatamente comienza el bombardeo
[16].
Aunque el parte oficial de Guerra del bando republico expresa:
“A
mediodía de hoy fue bombardeada la estación férrea de Mérida, sobre la
cual arrojaron nuestro aparatos doce bombas de cien kilos y seis de
cincuenta, causando en las instalaciones grandes daños”
[17]
la realidad es bien distinta pues las bombas caerán dentro de la villa
causando grandes destrozos y lo que es aun peor: habrá víctimas
mortales y numerosos heridos entre la población civil.
Los historiadores Jesús Salas Larrazábal y Rafael de Madariaga nos expresan:
Las
escuadrillas (Tupolev SB-2) se emplearon en la segunda quincena del mes
contra Salamanca, Extremadura y el Sur, son de destacar el bombardeo de
la estación ferroviaria de Mérida el 23 (de Diciembre) sobre la que se
lanzaron tonelada y media de bombas (doce de 100 kg y seis de 50)”[18].
Lamentablemente no aclara si fue la 1ª escuadrilla de
Tupolev SB-2 (con base en San Clemente ) o la 2ª escuadrilla de
Tupolev SB-2 (en Sisante )
Los
daños en los edificios de la ciudad son cuantiosos. Así en el acta del
26 de Enero de 1937 del Liceo de Mérida se hace mención a los destrozos
provocados por las bombas: “Se
acuerda proceder al arreglo de todos los desperfectos, dejando en suspenso el cielo raso del cine”
[19].
Pero
si cuantiosas son las perdidas materiales mayores serán aun las
humanas. El parte oficial de Guerra del Bando Nacional no deja lugar a
dudas:
Una incursión de unos aparatos enemigos
sobre las poblaciones civiles de Badajoz y Mérida ha causado la muerte
de una vaca en la primera población y, en la de Mérida víctimas
inocentes no militares, 25 muertos y 48 heridos entre mujeres, niños y
paisanos de clases modestas y trabajadoras casi en su totalidad, y un
solo soldado herido leve cuando transitaba por la calle.
Esta población se encuentra a cuarenta kilómetros de las líneas de combate y tiene su carácter completamente civil[20].
Entre los muertos se encuentra José Gutiérrez. Su nieto relata: “
salió de casa a comprar y fue victima del bombardeo que se produjo en la Rambla[21].
Como
consecuencia del ataque aéreo sufrió graves heridas que le ocasionaron
la muerte, como así recoge un certificado de defunción del Registro
Civil de Mérida fechado el 9 de Enero de 1937”
[22].
Sin
embargo, los casos más sangrantes serán las muertes de las niñas
Candela Sudón Suárez (hija de Juan Sudón propietario de la zapatería
Sudón), Ascensión Gijón La Osa (Chonita) y Antonia Valverde López
(Antoñita" o "la morenita" como la llamaban cariñosamente sus amigas).
Esta última victima era la hija pequeña del Médico Andrés Valverde
Grimaldi, toda una institución en la ciudad:
“Estaba operando ese día (en el Hospital de San Juan de Dios) cuando una Bomba cayó en la Puerta de la Villa (en el mismo centro de la población) causando varias víctimas, entre las que se encontraba su hija pequeña[23] .
Realmente, según una testigo presencial amiga de las difuntas, los hechos ocurrieron de la siguiente manera:
“Salimos
del Colegio de Las Josefinas (próximo al Arco de Trajano) a las 12h.,
nos dirigíamos a nuestras casas, pero antes teníamos la costumbre de
entrar en la Zapatería Sudón propiedad de Juan Sudón padre de una de mis
amigas, a conversar. (A escasos metros de la casa de D. Andrés Valverde
Grimaldi).
A las 12,30 la explosión de una de las bombas mató a mis tres mejores amigas.
Enrique
Murillo Rojo se encontraba en la barbería Vélez para afeitarse y la
misma bomba que mató a las niñas, mató a esta persona.Todo esto
fue casi en la misma Puerta de la Villa donde estaban, la barbería
Vélez, la zapatería Sudón y la casa de Andrés Valverde (el médico).
La
bomba cayó en la misma puerta de entrada de la barbería. Dañó todos los
cimientos de la casa, casi destruyéndola, junto con la casa de la
Singer. Tuvieron que tirar estas casas.
Lo que buscaban
lo republicanos, eran destruir las comunicaciones (vías férreas,
puentes, etc.), pero como eran muy malos tirando las bombas, estos, no
acertaban y caían sobre la población. [24]
El Diario Hoy de 24 de Diciembre de 1936 recoge la noticia en sus páginas interiores:
El
Bombardeo produjo más de ochenta bajas. Inmediatamente de tener
conocimiento de este salvaje bombardeo se traslado a Mérida el
comandante militar señor Cañizares[25], que visitó el lugar en que cayeron las bombas y los heridos.
Entre
las víctimas figura una hija del catorce años de edad del médico de
Mérida don Andrés Valverde, que al llegar al Hospital pocos minutos
después del bombardeo para asistir a los heridos que llegaban a él, se
encontró con el cadáver de su hija, a pesar de lo cual y de los
requerimientos que se le hicieron para que se retirase a su casa,
continuó operando hasta que a las ocho de la noche se terminó de asistir
a todos los heridos.
A requerimiento del comandante
militar llegó a Mérida para operar a algunos de los heridos, el doctor
de Badajoz don Augusto Vázquez”[26].
Según
los testigos presénciales el doctor permaneció impasible ante la
noticia de la muerte de hija, atendiendo estoicamente a los múltiples
heridos:
“Preguntó si realmente estaba muerta. Se
lo confirmaron y dijo a sus ayudantes ¿Cuántos enfermos quedan por
operar? 25, contesto uno de ellos. Pues sigamos, llevad a mi hija a
casa, acostarla en su camita y ahora iré a darle el último beso”[27].
Por este acto tan noble y heroico recibiría la Medalla de la Cruz al Mérito Militar.
La
prensa internacional también recogió ampliamente este salvaje
bombardeo. Por no extendernos recogemos esta noticia publicada en un
periodo norteamericano
“Loyalist Bomb Towns: Avila
, Dec.25 An insurgent communique states that Governament planes bombed
Merida and Badajoz ,25 being killed and 48 wounted”[28].
Nuevos bombardeos
No por estos acontecimientos tan graves dejará Mérida de seguir recibiendo la visita de los bombardeos gubernamentales.
A mediados de Febrero de 1937 el
ABC (Sevilla) daba la noticia de un nuevo bombardeo: “
En Mérida ha habido varias víctimas, tres militares, cuatro mujeres y cuatro niños”
[29]. El 17 de Febrero de 1937 se produce otra masacre de parecidas dimensiones. Así lo recogía el Diario
Hoy: “
Sobre Mérida ocho explosivos. Una de las bombas cayó en el manicomio y produjo 19 víctimas”
[30].
El 8 de Mayo de 1937, el
ABC recogía el parte oficial de Guerra del bando republicano: “
Valencia
8 , 2 de la Madrugada… esta tarde( 07/05/1936) ha sido bombardeada la
estación de Mérida y algunas otras instalaciones ferroviarias en el
sector del Oeste con gran eficacia”
[31].
Aunque la propaganda marxista publica el 13 de Mayo de 1937 que el día anterior hay un nuevo “
bombardeo sobre la estación ferroviaria de Mérida”
[32],
cayendo las bombas en algunos pabellones y varios trenes formados, los
objetivos vuelven a ser civiles. A las siete y media de la mañana del 12
de Mayo de 1937 el enésimo
raid ha provocado ocho víctimas: tres niños y una mujer heridos y cuatro fallecidos (dos hombres y dos mujeres
[33]). Entre los muertos se encuentra el ferroviario cordobés José Gallardo Medina, que fue posteriormente enterrado en Córdoba.
El
23 de Julio de 1937 a las 10 de la mañana vuelve hacer acto de
presencia la aviación gubernamental sobre los cielos de Mérida dejando
caer varias bombas
[34] sobre la estación, así como edificaciones próximas, produciendo grandes destrozos
[35].
A partir de esa fecha se mejoraron las defensas anti-aéreas y las fuerzas aéreas del Frente Popular dejarán de
visitar Mérida.
Como
anécdota final expongo una historia sin más trascendencia pero que
ayuda a comprender la angustia constante de una familia emeritense en
aquellos terribles días:
“Mi casa era una gran
casa (se vendió hace años) palaciega. Disponía de sótano en donde, en
esos días, se refugiaban mi familia y algunos vecinos, de los
bombardeos.
Tenían un perrito. Pues bien, este perrito,
distinguía perfectamente los aviones republicanos de los nacionales.
Cuando oía los motores de los aviones republicanos que eran los que
bombardeaban, comenzaba a ladrar y a tirar de los pantalones y faldas de
mi familia para llevarlos al sótano. Cuando eran los nacionales, tan
solo se quedaba atento con las orejas y se volvía a dormir como si nada.
Distinguía perfectamente, sería por el ruido de los motores, los
aviones republicanos de los nacionales”[36].
Como hemos visto los bombardeos en la retaguardia extremeña por parte de la
Gloriosa fueron totalmente indiscriminados y buscando objetivos civiles. Sólo en Mérida la
Angelical
aviación frentepopulista realizó unos cuarenta y cinco bombardeos que
ocasionaron más de 230 víctimas inocentes, unos 80 muertos y más de 150
heridos según los papeles del General Cuesta
[37].
Víctimas
que no aparecen en listado alguno ni son recordadas por algunas de las
asociaciones de la Memoria Histórica extremeñas. Espero con este trabajo
haber honrado su MEMORIA.
[1] Stanley G. PAYNE, Franco, Perfil de la Historia, Barcelona: Planeta de Agostini, 1995, 58.
[2] Leopoldo Nunes,
La guerra en España. Dos meses de reportajes en los frentes de Extremadura y Andalucía, Granada: Librería Prieto, 1938, 202-203.
[3] Se trata del corresponsal de
Le Matin, Guillaume de Brassy, pseudónimo de Henri Marie Bonneville de Marssangy.
[4] Jose Augusto DOS SANTOS,
Jornal de um correpondente da Guerra em Espamha .Empresa Nacional de Publicidade, 1936, 35-39 .
[5] También al respecto se puede ver sendos articulos escrirtos por este periodista en:
Diario de Lisboa (13 de agosto de 1936), 1 y (19 de agosto), 10.
[6] Daily Mail (17 de agosto de 1936), 12.
[7] The New York Herald Tribune (17 de agosto de 1936), 1 y 2.
[8] Era la forma popular con la que se conocía a la Fuerza Aérea Frente-populista.
[9] Partida defunción Folio 29 pagina 37 de 29 de Enero de 1951 .
[10] Hoy (23 de septiembre de 1936), 3
[11] L´Intransigeant (26 de agosto de 1936), 1 y 4
[12] ABC (Sevilla) (25 de agosto de 1936 ), 4
[13] La Vanguardia (Barcelona) ( 22 de diciembre de 1936), 7;
El Sol (Madrid) (21 de diciembre de 1936)
[14] La Labor (21 de diciembre de 1936), 1.
[15] El bien público (22 de diciembre de 1936).
[16] Archivo Histórico del Ejército del Aire, Signatura A. 12259/128.
[17] La Voz (24 de diciembre de 1936).
[18]
Jesús Salas Larrazábal y Rafael de Madariaga, El bimotor de bombardeo
rápido Tupolev SB-2. Su actuación en España, Madrid: Ministerio de
Defensa, 2007, 26.
[19] Fernando Delgado Rodríguez,
Historia del Liceo de Mérida, 2001, 95.
[20] ABC (Sevilla) (24 de diciembre de 1936), 1.
[21]
La Rambla está situada entre el inicio de la Puerta de la Villa y los
parques y el antiguo cuartel de artillería. Es decir, Plaza de España,
calle Santa Eulalia y Puerta de la Villa.
[22] Hoy (27 de enero de 2006).
[24] Testimonio de Emilía Sánchez de la Montaña entonces una niña de apenas 14 años que vivía en Mérida
[25] Se trata del Coronel Eduardo Cañizares Navarro
[26] Hoy (24 de diciembre de 1936).
[28] Western Aarhus (29 de diciembre de 1936), 23.
[29] ABC (Sevilla) (17 de febrero de 1937).
[30] Hoy (17 de febrero de 1937)
[31] ABC (Madrid) (8 de mayo de 1937).
[32] La Libertad (13 de mayo de 1937).
[33] ABC (Sevilla) (13 de mayo de 1937) y
Pensamiento Alavés (ibid.)
[34] La Libertad (24 de julio de 1937)
[35] El Luchador (24 de julio de 1937)
[36] Informante anónimo A.T.C. que vivió los bombardeos republicanos sobre Mérida.
[37] Archivo General Militar de Ávila Legajo 35, Carpeta 17, Armario 18, folio 7 y 8