D.José Planelles (http://aclloixa.blogspot.com.es/2011/01/calle-del-cura-planelles.html) |
Su historia ha sido de nuevo rescatada por el historiador Francisco Torres García en su monografía El último José Antonio (Ediciones Barbarroja), una de las obras más importantes que se han publicado en el último medio siglo sobre el fundador de Falange Española, tanto por el volumen de la documentación manejada como por el carácter inédito de buena parte de ella. Para muchos aspectos de la vida de José Antonio Primo de Rivera (1903-1936), es la investigación definitiva.
Un “viejecito” de 51 años
Don José había nacido en San Juan de Alicante, estudió en el seminario de San Miguel de Orihuela y fue ordenado en 1910. Le destinaron a parroquias de Pinoso, Aguas de Busot y Agost, y posteriormente fue nombrado director de una academia de enseñanza media en Alicante. Era, por consiguiente, un sacerdote conocido y apreciado en la diócesis, condiciones suficientes para su detención tras el Alzamiento. El 12 de septiembre fue arrestado en su casa alicantina de la calle Cádiz por orden del Comité Popular, y encarcelado en la prisión de Benalúa.
Allí continuó desempeñando entre los detenidos, comunes y políticos, su labor pastoral, y en condiciones de gran dureza. Francisco Torres cuenta cómo sus hermanas le enviaron una colchoneta para paliar sus graves problemas de espalda, pero no le fue entregada por las autoridades carcelarias. A pesar de su juventud (51 años), el estado de salud de Don José no era bueno y aparentaba una edad muy superior. Tanto es así, que José Antonio, en una de sus últimas cartas, le describe como “un sacerdote viejecito y simpático”.
“Todos los días he hecho oración y rezado el rosario” (José Antonio durante su estancia en la prisión por orden del gobierno del Frente Popular) |
Primera libertad frustrada
Tras pasar dos meses en prisión, las cosas parecían arreglarse milagrosamente para ese “viejecito”. Como realmente no había ningún cargo contra él, explica Torres, el Tribunal de Desafectos presidido por Juan Francés le absolvió, ordenando su libertad.
El 18 de noviembre su familia acudió a recogerle, pero... él se negó a salir. Justo ese día se había confirmado la sentencia de muerte contra el fundador de Falange Española, quien había pedido un sacerdote para confesarse antes de ser fusilado. Hubo que pedir autorización al Comité Popular Provincial de Defensa de Alicante, que lo otorgó, proponiendo para la misión a su compañero de cárcel, mosén Planelles.
Éste pudo elegir la libertad que le aguardaba al otro lado de las rejas, pero le esperaba un alma. Decidió retardar la excarcelación (en unos tiempos en los que las oportunidades no se presentaban dos veces) y acudió a la celda de José Antonio.
Durante cuarenta y cinco minutos, rodilla en tierra, Primo de Rivera confesó y obtuvo la absiolución. “Al terminar ambos se abrazaron. El director de la prisión vigiló desde la puerta”, cuenta Torres. El sacerdote le regaló al joven unos Evangelios. Justo después escribió José Antonio su célebre testamento: “Ojalá fuera la mía la última sangre española que se vertiese en discordias civiles”, reclamó en él, recién confortado por el sacramento. El día 20 fue ejecutado.
Tumba de D.José Planelles. Foto Alfredo Campello (http://aclloixa.blogspot.com.es/2011/01/calle-del-cura-planelles.html) |
La segunda libertad... y la verdadera liberación
Don José no pudo conseguir su libertad aquel día 18. Y luego las cosas se complicaron. La aviación nacional bombardeó objetivos militares en Alicante, y las autoridades frentepopulistas decidieron represalias: esto es, una saca de presos como las que estaban teniendo lugar en esas mismas fechas en Madrid, rumbo a Paracuellos del Jarama.
Pidió permiso a los milicianos para acompañarles, y se lo concedieron. No había en ese momento intención de matarle. Pero al llegar al siniestro punto de destino, un miliciano le reconoció: “¡Es el cura que confesó a José Antonio!”. Lo cual le convertía en pieza codiciada ante la orgía de sangre que iba a desatarse.
Le mataron junto a los demás, mártir de la confesión sacramental, y por esa razón está incoado su proceso de beatificación. Al menos 52 víctimas lo firmarían gustosas.
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Carmelo López-Arias Montenegro |
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