miércoles, 10 de octubre de 2012

JESÚS RUIZ VIDONDO: Los Héroes del Regimiento de Caballería “Cazadores de Alcántara” nº 14

Carga del Rgto. Alcántara nº 14 por Ferrer Dalmau

Introducción

Durante los últimos años se han escrito cientos, por no decir miles, de artículos sobre la Revolución de los Asuntos Militares, asociada a los avances tecnológicos. Aunque como afirma Víctor David Hanson, no hay tantas revoluciones militares como parece, porque en el fondo la guerra no ha variado tanto en los últimos siglos con respecto a la guerra en la Antigüedad: los sentimientos de los combatientes, sus temores, su valentía, y, en definitiva, toda una serie de sentimientos y motivaciones no han variado desde Alejandro Magno. Sí ha cambiado el armamento, el tipo de guerra, la estrategia, pero no esto.

Resulta indudable que existe un gran espíritu de sacrificio y de valentía en muchos de los combatientes que están, muchas veces, muy cerca del heroísmo: esto no ha cambiado desde el comienzo de los tiempos. Éste es el caso del Regimiento de Caballería “Cazadores de Alcántara”, un ejemplo de la valentía y el arrojo que recuerda que eso no ha cambiado a lo largo de los siglos.

Así, entre el 22 de julio y el 9 de agosto de 1921, el Regimiento de Caballería “Cazadores de Alcántara” realizó una serie de acciones que hoy serán por fin premiadas con la Laureada Colectiva de San Fernando. El primero de junio pasado el Consejo de Ministros proponía a S.M. el Rey la firma del Real Decreto 905/2012, por el que se concedía la más alta condecoración militar española al Regimiento de Caballería Acorazado Alcántara 10 por los hechos protagonizados por el Regimiento de “Cazadores de Alcántara, 14 de Caballería”.

Han pasado ya casi 91 años desde que el Regimiento Alcántara escribió una de las más grandes gestas de heroísmo de nuestra historia, al sacrificarse sus hombres para salvar miles de vidas, protegiendo el repliegue español desde las posiciones de Annual hasta Monte Arruit.

Tras los hechos, el juicio fue iniciado el 1 de julio de 1929. El 8 de febrero de 1933 el instructor emitió su escrito de conclusiones, pero el expediente administrativo se paralizó inopinadamente durante 1934. Quedó en un limbo hasta que el Coronel del Regimiento Alcántara 10, en el año 2005, solicitó por fin la finalización del proceso para la concesión de la Laureada Colectiva de San Fernando.

Esta condecoración tiene dos excepcionalidades importantes: por un lado es una distinción que no se otorgaba desde 1943 a título colectivo, y desde 1973 individualmente; y por otro lado a ellos se le une el largo tiempo que ha transcurrido desde que tuvieron lugar los hechos, casi 91 años después de producirse. La Laureada Colectiva reconoce, al fin, el valor heroico y la ejemplar disciplina de los componentes del entonces Regimiento de Cazadores de Alcántara, 14 de Caballería, en las numerosas cargas y acciones que se realizaron entre los días 22 de julio y 9 de agosto de 1921 para proteger, a costa de su vida, a las tropas españolas que, salvo honrosas excepciones, huían desorganizadamente tras el «desastre de Annual».

Las diferentes fuentes señalan diferente número de bajas, pero se puede considerar que en torno al 80% de los casi 700 hombres que componían la unidad murieron. La unidad estuvo en acción "mientras hubo un caballo y un jinete vivo" como dice Ramón J. Sender en su novela Iman. Un 12% de la unidad fue hecho prisionero.

Historia breve de la unidad


El Regimiento Alcántara tiene su origen en 1656, cuando fue creado en los Países Bajos como «Trozo de Nestién», por deformación del nombre de su maestre de campo Jean François d”Ennetìeres. Durante el reinado de Felipe IV, ante la necesidad de unidades montadas en las Diecisiete Provincias, se encomendó la creación de una de ellas al maestre de campo Juan Francisco Nestién. El conocido como Trozo de Nestién, creado el 19 de Febrero de 1656, con base en Bruselas y formado por ocho compañías.

El lema de la unidad era: "HOEC NUBILA TOLLUNT OBSTANTIA SICUT SOL": “Cabalga como el Sol, disipa las nubes a su paso”.

Sus estandartes de damasco carmesí con sus Cruces de Alcántara ondearon orgullos por los campos de batalla europeos, americanos y africanos. Bajo las órdenes de Juan de Austria, en 1657 socorrió a la sitiada Valenciennes. Participó en las batallas de las Dunas (1658), Lille (1667), Seneffe (1674), Saint-Denis (1687) y Fleurus (1690). En la Guerra de Sucesión, en el bando Borbónico, fue desplazado a Italia donde combatió en Luzzara frente a los austríacos. En 1710 regresa a España actuando en Zaragoza, Igualada y Portugal.

Tiene un dilatado historial de campañas en Flandes, Italia, España, Portugal y Cuba. En 1718, dentro de la reorganización militar de Felipe V, pasó a denominarse Regimiento de “Alcántara”, 7º de Caballería, nombre que ha mantenido hasta la actualidad. Tras su participación en la Guerra de Independencia, fue disuelto en 1823.

En 1844 reaparece como Regimiento de Lanceros de Alcántara, 16º de Caballería, acuartelado en
Alcalá de Henares. Tras varios cambios de guarnición, en 1859, fue reorganizado como Regimiento de Cazadores de Alcántara, 16º de Caballería, acantonado en Ciudad Real, con un destacamento en Almagro.

En época de Alfonso XII, tras la reorganización del ejército, queda como Regimiento de Cazadores de Alcántara, 14º de Caballería, con guarniciones consecutivas en Reus, Lérida y Barcelona. En 1895 embarcó hacia Cuba donde combatió hasta el final de la guerra.

Tras la derrota del 98 fue desplazado a Valencia, donde permaneció hasta el 8 de septiembre de 1911, en que se dispuso su traslado a Melilla, donde aún permanece como Regimiento de Caballería Acorazado nº 10. Por fin, En 1911 llegó como regimiento expedicionario a Marruecos. Estuvo acantonado en Melilla desde 1912.

Contexto histórico e internacional


El siglo XX comienza en el norte de África para España con la campaña en el Rif. España tenía tres posibilidades en esos territorios: reducir el territorio ocupado, ocupar toda la zona, o abandonarla. En esta tesitura, el desastre en el Barranco del Lobo es una de las primeras grandes derrotas de nuestras tropas. En este desastre, causado por una imprudencia temeraria del general Pintos que le llevaría a su muerte, cayeron cinco tenientes coroneles, quince oficiales y unos setecientos soldados entre heridos y muertos.

En las acciones que tuvieron lugar en 1909 tuvo España unas pérdidas de 3.000 hombres, aproximadamente, para ocupar unos 300 km². Muchos historiadores han considerado la guerra de Marruecos como la más compleja de toda África. para España, el Barranco del Lobo y la Retirada de Kert mostraron que no había mandos, ni tropas militares preparadas para aquel tipo de guerra. Así que hubo que recurrir a la Policía Indígena en 1909, Regulares en 1912 y la Legión en 1919.

En los acuerdos hispano-franceses de 1912, se había establecido el llamado Protectorado español sobre parte del territorio marroquí pero, desde el primer momento, varias kabilas no estaban dispuestas a tolerar la injerencia extranjera en sus territorios. Se sucedieron numerosos ataques por parte de los rebeldes rifeños que acabaron por desasosegar a toda la población española. En 1919 se dictan una serie de medidas para someter todo el Protectorado a la autoridad española.

En 1920, el general Silvestre comienza una campaña para la pacificación de los territorios y kabilas hostiles. Pero por la excesiva dispersión de sus unidades dado lo extenso del terreno a dominar, las tropas españolas se encontraban en una peligrosa situación, demasiado expuestas.

Entre mayo de 1920 y junio de 1921 Fernández Silvestre avanza rápidamente, en profundidad y sin apenas bajas por la zona. Ocupa Tafersit, adelanta el frente hasta el río Amekrán, logra la sumisión de varias cabilas y en España se cree que el problema se ha solucionado. En ese momento, la penetración española había alcanzado los 130 kilómetros hasta Buy Meyan y Annual.

Pero Fernández Silvestre no ha desarmado a las cabilas dominadas, y ha alargado muchísimo sus líneas de abastecimiento. Ha creado muchos blocaos en posiciones aisladas, generalmente altas, sin agua, y con condiciones de vida difíciles. Las diferentes compañías están alejadas a muchos kilómetros de distancia unas de otras, lo que lleva a no tener al frente a sus jefes responsables: cuando algunas veces están de permiso oficial en la Península o en Melilla, el aislamiento es mayor. Cuando se produce el Desastre de Annual las pequeñas posiciones quedan perdidas al quedarse incomunicadas entre ellas y ser rodeadas por los nativos, sin posibilidad de ser socorridas y muchas veces sin acceso al agua y comida.

Los rifeños, comandados por Abd El Krim, empiezan pronto a darse cuenta de que su momento ha llegado. Éste es el inicio de un año dramático para el ejército español en el norte de África, el de 1921. En mayo de este año, las fuerzas principales están en la localidad de Annual. Silvestre espera, desde este lugar, avanzar hacia Alhucemas. Pero en junio la guarnición de Abarrán es aniquilada. Y tras esa victoria de las tropas de Abd el-Krim y hasta el 9 de agosto en Monte Arruit, morirán más de 8.000 españoles.

Durante los meses de julio y agosto nuestras tropas sufren uno de los mayores desastres que se recuerdan, quedando en la memoria colectiva de todo el pueblo español como "El Desastre de Annual". Tras la victoria de Abarrán, Abd el-Krim dirige sus tropas contra la posición costera de Sidi Dris, aunque allí fracasará gracias al apoyo de la marina. Sin embargo, la victoria de Abarrán le demuestra la vulnerabilidad española, y el apoyo de las harkas aumentaría pasando de 3.000 a 11.000 hombres.

El 17 de julio Abd el-Krim ataca todas las líneas españolas con las harkas y partidas de guerreros. Comienza aquí el Desastre: Igueriben es sitiada y cae el 21-22 de julio. Según las fuentes, de 350 hombres u 800 hombres (no está claro en las fuentes el número exacto), solamente sobreviven 25: de ellos 16 morirían más tarde de agotamiento, e incluso por el shock que muchos sufrirán al beber de golpe gran cantidad de agua.

Así llegamos al 22 de julio. Ese día se concentran alrededor del campamento de Annual una gran cantidad de fuerzas enemigas. Los 5.000 españoles recibirán en las siguientes horas el ataque de 18.000 rifeños al mando de Abd el-Krim. El anuncio de la posible llegada de tres columnas rifeñas, precipita la decisión del general Silvestre de evacuar, y anuncia su intención de replegarse a los fuertes de Ben Tieb y Dar Drius. A tal fin se preparan dos convoyes, que son atacados constantemente. La retirada no tarda en convertirse en una desbandada general bajo el fuego constante de los rifeños. Los oficiales y las unidades que mantienen la calma pueden poner a salvo a un gran número de soldados, pero son los menos. Buena parte de las posiciones van cayendo.

Las fuerzas que salen vivas de Annual con el general Navarro (segundo jefe de la Comandancia de Melilla) retroceden hasta Dar Drius. No tienen intención de resistir y van retrasándose también hasta Barbel y Tistuín. En la marcha, al llegar al río Igan, se produce una huida de oficiales, y la estampida de las tropas. Es aquí donde aparece el Regimiento de Caballería Alcántara, mandado por el teniente coronel Fernando Primo de Rivera (hermano del futuro dictador) que en 1920 había sido nombrado segundo jefe del Regimiento Alcántara. Primo de Rivera trata de proteger la retirada enfrentándose a las oleadas de indígenas, primero con sus ametralladoras y luego con cargas de caballería. El resultado, tremendo: de 691 jinetes que lo componen, 471 mueren. Pero gracias a esta acción muchos soldados logran ponerse a salvo. Algunas fuentes afirman que de 695 efectivos del regimiento, sólo quedaron 70 heridos y 5 prisioneros.

La intervención del Regimiento Alcántara


¿Como se llega ahí? Ante el acoso a las Fuerzas españolas por los ataques masivos de los rifeños a partir del 19 de julio, el Regimiento Alcántara, saldrá de Melilla para proteger y ordenar el repliegue de las posiciones que ya huían en desbandada. El 20 de julio, ante la gravedad de la situación, el Regimiento Alcántara se concentra en el campamento de Drius. Desde ahí trata de socorrer a la posición de Igueriben del ataque el 21 de julio, pero fracasa: la guarnición sale a la desesperada hacia Annual, y es masacrada a las mismas puertas de la posición.

El 22 de julio es hostigada la posición de Annual. El Regimiento Alcántara está varios kilómetros a retaguardia, protegiendo la construcción de una posición. A las 11 de la mañana ve aparecer un tropel procedente de Annual que huye despavorido. La desorganización es total, el pánico se ha adueñado de la situación. En medio del caos, el Regimiento trata de poner orden en la desbandada con pocos medios, cubriendo los flancos y la retaguardia de la columna, protegiendo a las tropas del fuego de los rebeldes rifeños, para conseguir la llegada de, cuantos más mejor, a Dar Drius.

El día 22 de julio de 1921 el teniente coronel Primo de Rivera tiene desplegados los cinco escuadrones del Regimiento, cuatro de sables y uno de ametralladoras, (461 hombres, 22 oficiales y 439 de tropa) detrás de Izumar. El Regimiento se convierte en el escudo que cubre a los demás para su salvación. La protección se realiza de diferentes maneras: maniobrando a distancia de la columna para disuadir a los rifeños de disparar contra ella; haciendo fuego de carabina; iniciando cargas a sable; o, cargando hasta chocar físicamente contra el enemigo. En esta acción colaborarán jinetes de Regulares, infantes del Regimiento Ceriñola y otras facciones que conservaban la disciplina al mando de la circunscripción desde hacía tres días. El Regimiento Alcántara da seguridad durante toda la jornada, incluso cuando jinetes y caballos están cansados de un día completo de acción militar.

Desde la madrugada del día 23, los escuadrones del Alcántara van saliendo de Dar Drius para proteger los repliegues de las guarniciones de la comarca: Cheif (a 20 kilómetros), Ababda, Ain Kert, Karra Midar, Tafersit, y Azib de Midar. El 23 de julio, una vez llegados a Dar Drius, el general Navarro ordena la evacuación de la posición hacia la de El Batel. La retirada debe ser total, por lo que el citado general ordena al teniente coronel Primo de Rivera apoyar también el abandono de otras posiciones. Una vez recibida la orden, el teniente coronel Primo de Rivera se reúne con sus oficiales y les dice: "La situación, como ustedes verán, es crítica. Ha llegado el momento de sacrificarse por la Patria, cumpliendo la sagradísima misión de nuestra Arma. Que cada uno ocupe su puesto y cumpla con su deber".

Primo de Rivera, en cumplimiento de la órdenes recibidas y al frente de su 2° escuadrón, dos secciones del 4° y uno del 1° del Regimiento de Alcántara, con un total de 192 jinetes, protege la retirada de Chaif, hacia Dar Drius. Sale al encuentro de las fuerzas enemigas que persiguen a los españoles, y sin medir lo numeroso del enemigo -que al mismo tiempo trataba de envolver la columna en retirada- ataca. También con gran brío la fuerza de auxilio se lanza sobre ellos, y combate con la fuerza a sus órdenes al arma blanca y cuerpo a cuerpo diferentes veces, logrando atravesar la línea enemiga, dar la vuelta y atacar por la espalda a los rifeños.

El resultado es bueno: con ello consigue salvar la columna y su impedimenta, que entra en orden de todas las fuerzas en Dar Drius. Durante todo el día -23 de julio, pero también el 21, tomando posiciones y el 22, actuando a la carga para abrir brecha en el enemigo y proteger al resto de las unidades en marcha-, los escuadrones de Alcántara, con marchas inverosímiles de rapidez y de obstáculos, apoyan los repliegues de todas las posiciones avanzadas de Drius; mantienen los flanqueos fuera de camino, combatiendo en despliegue y en cargas, batiéndose a pie los desmontados; y apenas pudiéndose reorganizar, vuelven a la retaguardia para cubrir los últimos restos de la columna en desorden, y hacen alto para aguantar las postreras acometidas de la harka.

Conforme pasan las horas, están ya los escuadrones más que mermados. Pero aún han de completar la hazaña, porque los contingentes enemigos han cortado el camino de Batel. Y allá va el maltrecho Regimiento de Alcántara, dejando en la acción un reguero de caballos muertos, repitiendo una y otra vez las cargas, con denuedo inaudito, manteniendo la lucha cuerpo a cuerpo, entregándose para saciar la fiereza del enemigo, hasta lograr que a sus espaldas pase toda la columna procedente de Drius.
A las cuatro de la tarde, en el cruce del río Igán, la columna se arriesga a quedar cercada. Los rifeños ocupan todas las posiciones altas, y es el Regimiento Alcántara el que debe abrir paso a la columna en retirada. Primo de Rivera, sabiendo a lo que se enfrenta y buscando la forma de animar a sus hombres ante el panorama sombrío, arenga a sus jinetes con estas palabras: "¡Soldados! Ha llegado la hora del sacrificio. Que cada cual cumpla con su deber. Si no lo hacéis, vuestras madres, vuestras novias, todas las mujeres españolas dirán que somos unos cobardes. Vamos a demostrar que no lo somos". Y no lo serán.

Los jinetes del Alcántara realizan una primera carga al galope contra la fuerte concentración enemiga. El cauce está seco y en torno a él se atrincheran miles de rifeños que hacen fuego graneado desde lo alto. Al producirse los primeros disparos, el general Navarro ordena a Primo de Rivera que cargue con sus escuadrones sobre el flanco izquierdo, para conseguir que la columna vadee el río y se ponga a salvo.

Los jinetes del Alcántara cargan repetidas veces contra el enemigo atrincherado, mientras el resto de la columna atraviesa el río. La lucha y el esfuerzo español son titánicos: ocho veces carga el Alcántara monte arriba y sable en mano, reagrupándose tras cada carga, con cada vez menos hombres y más heridos. Exhaustos y sedientos jinetes y caballos cargan una y otra vez, bajo la granizada de balas enemigas, entre las zarzas y parapetos rifeños. Son tan diezmados y están tan agotados al final que una última carga final, la octava del día, la dan con los caballos al paso, incapaces ya de trotar; y aún después de dejar a éstos exhaustos, cargan los jinetes ladera arriba a pie, combatiendo al arma blanca.

Las bajas son tan terribles que a los soldados en las cargas acaba uniéndose el joven trompeta de quince años que lleva el cornetín de órdenes. Y cuando a la quinta o sexta carga ya no hay hombres suficientes para cerrar las filas, cargan también -aunque nadie los obliga a ello- los tres alféreces veterinarios, el teniente médico, y hasta el capellán, que va adelante con la tropa. Al final, cuando ya no queda nadie a quien recurrir, cargan también los catorce maestros herradores, y tras ellos los trece chiquillos de catorce y quince años de la banda de música del regimiento. Como el joven corneta de órdenes, mueren todos en los alrededores del cauce.

Con todos los hombres cargando, oficiales, soldados, veterinarios y músicos, los insurrectos abandonan sus posiciones, pese a su enorme superioridad. El camino queda por fin expedito, y se restablece el paso a Batel. Allí llega la columna, que ha sido hostilizada constantemente, sin poder recoger tantas bajas causadas por el intenso fuego enemigo. Pero ante la falta de condiciones para la defensa, continua hacia Tistutin.

Los supervivientes del Regimiento Alcántara consiguen llegar al anochecer a la posición de El Batel, con su jefe avanzando sin caballo, agotados, heridos, caminando entre las sombras con sus extenuados caballos cogidos de la brida. De los 691 hombres del Regimiento sólo quedan 67. Sin duda han cumplido con su teniente coronel. A ellos, ninguna madre, mujer o novia los llamaría jamás cobardes.

El Regimiento se reúne en Tistutín, donde el teniente coronel ordena que parte de su Unidad marchara sobre Zeluan. El resto permanece en esta posición con la Columna Navarro, hostilizados con fuego tan intenso y continuo que impide a las fuerzas salir de sus posiciones. Las bajas son terribles: de los 40 jinetes del quinto escuadrón que repitieron la salida de Tieb, no queda ninguno.

Pero queda algo que vale más: queda el alma militar, personificada en el gran soldado que mandaba aquella tropa gloriosa, el teniente coronel Fernando Primo de Rivera; y la fortaleza de esa alma preside la cruenta y extraordinaria resistencia de Monte Arruit, referida la fecha al 29 de julio, con antecedentes de acción desde el 23 en Ishafen, Segangan, Zoco el Telatza, Batel, Tistutín.

Pero no acaban las penalidades en Tistutín. Aquí se organiza la defensa de la posición, destinando a los restos del Regimiento Cazadores de Alcántara a un lugar próximo a la yesería. La posición es dura y constantemente hostilizada. El día 28 se realiza el repliegue sobre Monte Arruit, y es tal el estado del Regimiento de Caballería, sin personal ni caballerías, que actúa ya como una unidad de Infantería: tan sólo la forman el teniente coronel Primo de Rivera, dos comandantes, algunos oficiales y 67 de tropa.

Así es como se distribuyen las tropas en sectores para la defensa, que se prolonga hasta el día 9 de agosto. En esta posición se confía los soldados del Regimiento Alcántara la defensa del Arco, sitio en el que por su vulnerabilidad -está enfilado por posiciones ocupadas por el enemigo- las bajas son continuas, con los soldados disponibles presentándose voluntarios para cubrir los puestos que van dejando los muertos. El día 4 de agosto el enemigo se aproxima a la posición e intenta penetrar en ella. Y de nuevo las pocas docenas de soldados del Regimiento, con su actuación, vuelven a escribir otra página brillante en su historia.

Para culminar la tragedia, la falta de material quirúrgico siega la vida de Fernando Primo de Rivera, tras soportar estoico, sin posibilidad de anestesia, una horrorosa amputación. Había caído herido el día 30 de julio, falleciendo el día 8 de agosto.

El 9 de agosto, agotados todos los medios de defensa, extenuadas las fuerzas y después de recibir cuatro heliogramas autorizándolo el Alto Mando, se capitula en las condiciones ordenadas. A pesar de ello, es asesinada la casi totalidad de la guarnición por el enemigo que, en número aproximado de cuatro mil, rodea la posición. Parte de fuerzas del Regimiento están aún contribuyendo también a la defensa de Zeluán y su aeródromo hasta la rendición y saqueo de estas posiciones.

Al finalizar esta jornada, el Regimiento Alcántara deja de existir como Unidad.

Fue un clamor público y muy especialmente entre los residentes en la Plaza de Melilla -que sufrieron y vivieron aquellos días de angustia- la actuación heroica de esta Unidad, considerándose en la actualidad la existencia de un débito histórico y moral para con ella. Pocos años después el coronel Francisco Franco recuperará la posición, encontrando los cadáveres de los militares españoles. Esto es lo que escribe en su libro Diario de una Bandera: “Rebasado Monte Arruit detenemos nuestra marcha y concentrada la columna nos dirigimos al poblado. Renuncio a describir el horrendo cuadro que se presenta a nuestra vista. La mayoría de los cadáveres han sido profanados o bárbaramente mutilados. Los hermanos de la Doctrina Cristiana recogen en parihuelas los momificados y esqueléticos cuerpos y en camiones son trasladados a la enorme fosa. Algunos cadáveres parecen ser identificados, pero solo el deseo de los deudos acepta muchas veces el piadoso engaño, ¡es tan difícil identificar estos cuerpos desnudos, con las cabezas machacadas!”.

La batalla legal


Aunque Primo de Rivera recibió la Laureada de San Fernando en 1923, no sería hasta julio de 1929 cuando se inició el juicio contradictorio para la concesión de la condecoración colectiva a su unidad.

En febrero de 1933 el Instructor emitía sus conclusiones. El Instructor del Juicio Contradictorio, en su escrito de conclusiones, de fecha 8 de febrero de 1933, formuló propuesta favorable a la concesión, alegando en apoyo a su pretensión lo siguiente: “En virtud de estas actuaciones donde resplandece de forma brillante la conducta de ese Regimiento de la que el clamor público y muy especialmente de los residentes en esta Plaza que vivieron y sufrieron aquellos días de angustia a que son los más fieles juzgadores de la actuación de este Cuerpo hizo ya sus galas juzgándolas sin pasiones como heroicas y definitivas en aquellos sucesos pasándola así a la historia para enaltecer y perdurar las glorias de España, su Ejército y el Arma de Caballería; el Juez que tiene el honor de informar es de parecer que en casos como el presente está tan claro el derecho a tan apreciada recompensa como el del Regimiento de Alcántara comprendido en el art. 55 del vigente reglamento”.

Pero el expediente administrativo se paralizó inopinadamente en 1.934. Se disuelve la unidad dos años después por la Ley Azaña. En 1944 renace la unidad en Melilla. En 1974 pasaba a ser el Regimiento de Caballería Acorazado Alcántara 10, que participaría en la misión del Líbano.

En el año 2005, el empeño del entonces coronel de la unidad, Manuel Lobón, hace que el expediente sea exhumado de los archivos. Con sorpresa se descubre que el proceso administrativo nunca había sido concluido; seguía oficialmente abierto. Así que en 2010 la Orden de San Fernando eleva al Ministerio de Defensa la propuesta favorable de concesión, que no fue presentada en el Consejo de Ministros.

Las acciones, hechos y servicios anteriormente señalados, llevados a cabo por el Regimiento de Caballería “Cazadores de Alcántara”, tienen la consideración de excepcionales e implican un valor heroico, entendido éste como virtud sublime que, con relevante esfuerzo de la voluntad, induce a acometer excepcionales acciones, hechos y servicios militares, en este caso, colectivos, con inminente riesgo de la propia vida y siempre en servicio y beneficio de la Patria, tal y como lo define el Art. 13.1 del Reglamento de la Real y Militar Orden de San Fernando.

Conclusiones


Tras la retirada de las tropas rifeñas, de los 691 hombres que formaban el regimiento la mañana del 23 de julio, 541 habían muerto en combate, 5 heridos de gravedad (las tropas rifeñas remataron a muchos de los heridos en la batalla de una manera que es mejor no contar) y 78 fueron hechos prisioneros, total 624 bajas (un 90,30%). Solamente 67 hombres lograron llegar a la posición de El Batel.

Las cifras son diferentes según las fuentes que tratamos. Lo que todas las fuentes señalan es que las bajas de la unidad llegaron a ser mayores de un 80%. El Coronel jefe del Regimiento de Caballería Alcántara nº 10 señala los siguientes datos: “El estadillo final de los participantes del Regimiento en las operaciones habla por si (sic) solo: De 4 jefes, 3 resultaron muertos y uno herido: de 30 oficiales, 21 muertos, 4 heridos y 4 prisioneros; de 6 suboficiales, 5 muertos, y uno prisionero; de 20 sargentos, 18 heridos y uno prisionero; de 14 herradores, 11 muertos y 2 prisioneros; de 63 cabos, 53 muertos y 6 prisioneros; de 13 trompetas, 13 muertos; de 17 soldados de primera, 14 muertos y 2 heridos y de 524 soldados de segunda, 403 muertos y 53 prisioneros”.

Gracias al sacrificio de los hombres del Alcántara, la “columna Navarro” consiguió llegar a su destino y el Regimiento Alcántara, prácticamente extinguido, escribió una de las páginas más gloriosas del ejército español y sobre todo del arma de Caballería.

El Real Decreto 905/2012 señala “donde dicha unidad combatió heroicamente protegiendo el repliegue de las tropas españolas, desde las posiciones en Annual a Monte Arruit, hasta el punto de que las bajas sufridas fueron de 28 jefes y oficiales de un total de 32 y de 523 de clases de tropa de un total de 685 en filas, y de acuerdo con lo indicado en el artículo 21.4. b) de este último reglamento y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día 1 de junio de 2012.

Vengo en conceder la Cruz Laureada de San Fernando, como Laureada Colectiva, al Regimiento de «Cazadores de Alcántara, 14 de Caballería»

En la corbata de la referida condecoración deberá figurar la siguiente leyenda: «Regimiento de Cazadores de Alcántara, 14 de Caballería», «Annual», «1921»”.

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