sábado, 2 de febrero de 2013

JORGE GARRIDO SAN ROMÁN: El cine falangista de Nieves Conde



El caso de José Antonio Nieves Conde es sin duda especial. Este genial director falangista estuvo, según parece, en los sucesos de Salamanca que precedieron al Decreto de Unificación del lado del segundo Jefe Nacional de FE-JONS, Manuel Hedilla, lo que le distanció del régimen sin por ello renegar de unos ideales que reflejó en su cine siempre que le dejaron.

Muy conocido por haber dirigido Balarrasa en 1950, al año siguiente rodó una obra maestra del cine español –y sin duda alguna la mejor de las falangistas-, unánimemente reconocida como una de las diez mejores: Surcos.

Ya los censores criticaron unánimemente una película tan realista sobre la problemática social de la época, pero lo incomprensible fue la condena del censor eclesiástico: “gravemente inmoral y sin arreglo posible...” Cualquiera que haya visto la película puede creer que faltó a la verdad, ya que lo más “grave” que se ve es un castísimo beso en semipenumbra, pero es rigurosamente cierto. La intervención del entonces Director General de Cinematografía, José María García Escudero, la salvó de la hoguera, pero al precio de un absurdo corte para satisfacer a los censores. Para ello no dudó en declararla “de interés nacional” y favorecer su exhibición en el Festival de Cannes, donde tuvo una extraordinaria acogida, pese a que en España el Sindicato sólo le concedió el tercer premio. Eso sí, José María García Escudero pagó con la pérdida de su cargo la osadía, aunque nunca se arrepintió de haber pagado ese alto precio por salvar esta joya del cine.

Surcos contó con la colaboración de otros destacados falangistas de la época, como Eugenio Montes o Gonzalo Torrente Ballester, y trata sobre el traslado de una familia campesina a Madrid, donde sufren las consecuencias del sistema capitalista: pobreza, hacinamiento, desarraigo, hambre, paro, estraperlo, pérdida de la práctica religiosa, degradación moral... La estructura familiar comienza a resquebrajarse al tiempo que se empieza a cuestionar la autoridad paterna, y cuando ya todo parece perdido el padre se hace imponer y obliga a la familia que le queda –el hijo mayor muere en un oscuro asunto de estraperlo- a volver al campo y así salvar lo que aún sea posible.

Esta película marcó un antes y un después, pues introdujo novedades en los rodajes como la utilización de cámaras ocultas -¡hasta algunos policías son reales e ignoraban que estaban actuando en una película!- y micrófonos camuflados para captar el sonido ambiente en directo. En ella los diálogos son naturales y se utiliza un lenguaje normal, el que se hablaba entonces, no el literario que caracterizaba el cine anterior. Por cierto, resulta muy curioso ver a la Majurita Díaz de 1951 actuar en ella en un minúsculo pero lucido papel como cantante en el famoso festival de la época “Fiesta en el barrio”, que se celebraba en el Teatro La Latina.

La escena final era similar a la del comienzo de la película, sólo que la familia coge el tren en vez de bajarse. Al tiempo otra familia se apea con las mismas intenciones que ellos trajeron al principio y la hija pequeña decide no volverse al pueblo, huye del tren y a la pregunta de “¿de qué vas a vivir?”, responde con un “ya me buscaré la vida” que la censura no estaba dispuesta a tolerar de ninguna manera, por lo que el final tuvo que ser cambiado.



Otra obra maestra: El inquilino


Nieves Conde rodó otras películas muy interesantes, como la anticomunista La legión del silencio (1955) que codirigió con José María Forqué (padre de la actriz Verónica Forqué y que al año siguiente rodaría Embajadores en el infierno, donde narra las peripecias de los prisioneros españoles de la División Azul en los campos de concentración soviéticos).

Posteriormente dirigió otra gran película con un profundo mensaje social y humanista, Todos somos necesarios (1956) y la que acaso fue su mejor película: El inquilino (1957).

El inquilino es otra muestra del cine social falangista de este director, y muestra los problemas de una familia para encontrar una vivienda, ya que la suya la van a demoler. Según va pasando el tiempo sin encontrar un hogar digno la demolición se va produciendo, obligándoles a ir descendiendo de piso sucesivamente y terminando por encontrarse en la calle con todas sus pertenencias en lo que es una fantástica forma de plasmar, con ciertos toques de comedia, el progresivo deterioro de su situación.

En esta película Nieves Conde se lanzó, convencido de la calidad de su obra, incluso a poner su propio dinero para producirla, pero la reacción fulminante del Ministerio de la Vivienda logra que sea prohibida, obligando a un recorte salvaje y a rodar un final distinto, pese a lo cual el calvario continuó durante seis años más hasta que se permitió estrenar una versión muy alejada de la original y carente de la fuerza de aquélla.

Para Nieves Conde, que arriesgó su propio dinero, supuso un golpe tan duro –y no sólo en lo económico- que no volvió a rodar este tipo de cine, resignándose a hacer películas de encargo, la mayoría de ellas comedietas insustanciales a las que, sin embargo, siempre que le dejaban trataba de dar su personal toque falangista.

El inquilino se creyó perdida definitivamente en su versión original, pues fue destruida, pero hace poco apareció una copia de aquélla (de forma similar a lo ocurrido con Rojo y negro) que ha supuesto un auténtico regalo tanto para su director como para todos aquellos que amamos este cine. Ojalá pronto pueda ser proyectada al público.



Otras películas falangistas


Nieves Conde rodó casi al final de su carrera, en 1974, otra película sobre un falangista que vive en una casa familiar en la que sus antepasados siempre han acabado muriendo violentamente. El protagonista de Casa manchada termina muriendo después de ser secuestrado por los “maquis” en el intento de rescate que hace la Guardia Civil. En esta película –como en otras dos de la misma época- Nieves Conde dio el papel protagonista a Stephen Boyd, muy conocido por su interpretación en La caída del Imperio Romano.

Jorge Garrido San Román

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