domingo, 10 de agosto de 2014

EDUARDO PALOMAR BARÓ: Hace 69 años que EE.UU. lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima


Hiroshima: Cúpula Genbaku, conmemorativo de la devastación nuclear
El 6 de agosto de 1945 fue uno de los días más sombríos y patéticos de la historia de la humanidad, al soltar el bombardero estadounidense Enola Gay, la bomba atómica a la que le pusieron el nombre de Little Boy, sobre la ciudad japonesa de Hiroshima.

La ciudad de Hiroshima  


A los 69 años de la terrible masacre, Hiroshima es la mayor ciudad del distrito de Chugoku, situado al occidente de Osaka y Kobe frente a Setonaikai al sur, y al Mar de Japón al norte, es un extenso distrito que llega hasta Kyushu. Hermosa ciudad atravesada por varios ríos entre ellos el Otagawa, y es conocida como la ciudad del verdor y del agua. Tiene lugares famosos, tales como el Castillo de Hiroshima y el Jardín Shukkei.

Mundialmente conocida por tener la tremenda historia de la bomba atómica, y por su aspiración a una paz permanente, que la convierte en la Ciudad de la Paz. El Domo conmemorativo de la bomba atómica se mantiene en el estado en que estaba en el tiempo de la contaminación, y permanece como herencia mundial.

Historia sobre la bomba atómica


A finales de la década de los treinta, la física atómica obtuvo importantes avances, y así el químico alemán Otto Hahn (Premio Nobel de Química en 1944) junto con su colaborador Fritz Strassmann, observó con sorpresa la producción de bario como consecuencia del bombardeo del uranio con neutrones. Se encontraban frente a la primera reacción de fisión nuclear conocida. El 6 de enero de 1939 publicaban sorprendidos estos resultados. Lisa Meitner, antigua colaboradora de Hahn y exiliada en Estocolmo por su origen judío, fue la primera en interpretar correctamente el alcance del descubrimiento de Hahn, junto con su sobrino Otto R. Frisch.

La aplicación de la fórmula de Einstein [E = mc², en donde “E” es energía; “m” la masa, multiplicada por el cuadrado de “c”, que es la velocidad de la luz de 300.000 kilómetros por segundo] a la fisión del uranio revelaba dicho proceso como una fuente inagotable de energía. Las bases de la bomba atómica estaban puestas. La proximidad de la II Guerra Mundial aceleró el proceso. Frisch comunicó los cálculos a Niels Bohr que se encontraba en su ciudad natal de Copenhague, antes de que partiera a Estados Unidos.

El 16 de enero de 1939, Bohr y su colaborador Leon Rosenfeld se encontraron en Nueva York con John Wheeler y Enrico Fermi, a los que comunicaron el hallazgo de Hahn y los resultados de Meitner y Frisch. Inmediatamente los físicos en Norteamérica comenzaron a explorar la posibilidad de provocar reacciones en cadena, algo que había predicho ya en 1934 Leo Szilard a raíz del descubrimiento de la radiactividad artificial por Irène Curie y Frédéric Joliot. Szilard se dirigió a Albert Einstein para que alertara al presidente de los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt

Carta de Albert Einstein al Presidente Roosevelt


El 2 de agosto de 1939, el científico judío nacionalizado norteamericano Albert Einstein, le mandó una carta al presidente Roosevelt, en la que le informaba que la división (fisión) del núcleo del átomo de uranio parecía posible, lo cual liberaría una cantidad enorme de energía, planteándole la factibilidad de construir un artefacto atómico explosivo. La misiva decía así:

Albert Einstein
Old Grove Rd.
Nassau Point
Peconic, Long Island
2 de agosto de 1939


F. Roosevelt
President of the United States
White House
Washington, D.C.

Señor:

Algunos recientes trabajos de E. Fermi y L. Szilard, quienes me han sido comunicados mediante manuscritos, me llevan a esperar, que en el futuro inmediato, el elemento uranio puede ser convertido en una nueva e importante fuente de energía. Algunos aspectos de la situación que se han producido parecen requerir mucha atención y, si fuera necesario, inmediata acción de parte de la Administración. Por ello creo que es mi deber llevar a su atención los siguientes hechos y recomendaciones.
En el curso de los últimos cuatro meses se ha hecho probable -a través del trabajo de Loiot en Francia así como también de Fermi y Szilard en Estados Unidos- que podría ser posible el iniciar una reacción nuclear en cadena en una gran masa de uranio, por medio de la cual se generarían enormes cantidades de potencia y grandes cantidades de nuevos elementos parecidos al uranio. Ahora parece casi seguro que esto podría ser logrado en el futuro inmediato.
Este nuevo fenómeno podría ser utilizado para la construcción de bombas, y es concebible -pienso que inevitable- que pueden ser construidas bombas de un nuevo tipo extremadamente poderosas. Una sola bomba de ese tipo, llevada por un barco y explotada en un puerto, podría muy bien destruir el puerto por completo, conjuntamente con el territorio que lo rodea. Sin embargo, tales bombas podrían ser demasiado pesadas para ser transportadas por aire.
Los Estados Unidos tienen muy pocas minas de uranio, con vetas de poco valor y en cantidades moderadas. Hay muy buenas vetas en Canadá y en la ex Checoslovaquia, mientras que la fuente más importante de uranio está en el Congo Belga.
En vista de esta situación usted podría considerar que es deseable tener algún tipo de contacto permanente entre la Administración y el grupo de físicos que están trabajando en reacciones en cadena en los Estados Unidos. Una forma posible de lograrlo podría ser comprometer en esta función a una persona de su entera confianza quien podría tal vez servir de manera extraoficial. Sus funciones serían las siguientes:
a) Estar en contacto con el Departamento de Gobierno, manteniéndolos informados de los próximos desarrollos, y hacer recomendaciones para las acciones de Gobierno, poniendo particular atención en los problemas de asegurar el suministro de mineral de uranio para los Estados Unidos.
b) Acelerar el trabajo experimental, que en estos momentos se efectúa con los presupuestos limitados de los laboratorios de las universidades, con el suministro de fondos. Si estos fondos fueran necesarios con contactos con personas privadas que estuvieran dispuestas a hacer contribuciones para esta causa, y tal vez obteniendo cooperación de laboratorios industriales que tuvieran el equipo necesario.
Tengo entendido que Alemania actualmente ha detenido la venta de uranio de las minas de Checoslovaquia, las cuales han sido tomadas. Puede pensarse que Alemania ha hecho tan claras acciones, porque el hijo del Sub Secretario de Estado Alemán, von Weizacker, está asignado al Instituto Kaiser Wilhelm de Berlín, donde algunos de los trabajos americanos están siendo duplicados.
Su Seguro Servidor,
A. Einstein

De momento el documento no tuvo la atención que esperaba Einstein, pero algún tiempo después retomó importancia, sin duda al conocer los avances logrados en este campo por Gran Bretaña. Al verse envueltos los británicos en la II Guerra Mundial, se vieron imposibilitados para seguir financiando estos proyectos. La única potencia capaz para seguir adelante estos estudios era los EE.UU.

‘Proyecto Manhatan’


Los experimentos realizados en la Universidad de Minnesota evidenciaron que al provocar la reacción en cadena, solamente intervenía en ella una mínima parte del mineral de uranio utilizado. El elemento activo era un isótopo del metal radiactivo, el U235, que aparecía mezclado con el resto en una proporción de 1 por cada 140 partes. En Berkeley (California) se identificó un nuevo elemento radiactivo, producido como residuo en los experimentos de desintegración nuclear, que se denominó “Plutonio”, el cual sufría una fisión similar al U235, por lo que también podía usarse como combustible en un reactor o en una bomba.

El presidente Roosevelt puso el proyecto en manos del Ejército. En junio de 1942 se formó una unidad especial con cuartel general en Nueva York, y por esta razón se le asignó el nombre clave de “Proyecto del distrito de Manhatan”, y en septiembre quedó al frente del mismo el general Leslie R. Groves y en donde participaban hombres de ciencia de las mejores universidades norteamericanas.

La prueba de Alamogordo


En una zona próxima a los Álamos, en Nuevo México, se instaló una planta de montaje de las bombas, pero no ofrecía las condiciones pertinentes para una prueba de tal magnitud, que además habría de mantenerse en secreto. A unos 260 kilómetros al sur, existía un polígono de tiro de la Fuerza Aérea, que reunía los requisitos exigidos de aislamiento, soledad y protección natural. El centro del polígono se encontraba a unos 80 kilómetros del pueblo de Alamogordo. El nombre clave asignado a este lugar fue “Trinity”. En octubre de 1944 comenzaron a construirse las instalaciones necesarias y en mayo de 1945 se disponía ya de la cantidad necesaria de plutonio para la primera bomba. El 12 de julio llegaron a Alamogordo los cinco kilogramos de plutonio y el cuerpo de la bomba y el iniciador. El conjunto fue introducido en dicho cuerpo y éste izado a una torre metálica de treinta metros de altura.

Se hallaban Oppenheimer, Bohr, Fermi, Bethe, Lawrence, Frisch, o sea toda la plana mayor de los sabios nucleares y, el general Leslie R. Groves. El día 16, a las dos de la madrugada, las personas que debían intervenir en la primera prueba estaban en sus puestos a varios kilómetros del punto cero. Se fijó la hora H para las 5 de la madrugada. Una bola de fuego verde violáceo y anaranjado, iluminó el desierto y la reacción en cadena hizo temblar la tierra y la torre de acero se esfumó. Una columna de humo se elevó hacia los cielos, ensanchándose hasta formar un hongo a unos 11 km del suelo. La onda expansiva fue observada en todo el sur de Nuevo México, en Arizona y en Tejas. El resultado fue impresionante y aterrador, que, no obstante, representaba el triunfo de las investigaciones realizadas. Según las mediciones, la explosión tuvo la energía equivalente a cien toneladas de dinamita.

Dos días antes de producirse la prueba de Alamogordo, salieron de los laboratorios de los Álamos los componentes de Little Boy, la bomba de uranio que el 16 de julio de 1945 se embarcó a bordo del crucero “Indianápolis” llegando el día 26 a Tinian, en las islas Marianas. En éste mismo día, el presidente norteamericano Harry S. Truman -que había sucedido a Roosevelt, fallecido en Warm Springs (Georgia) el 12 de abril de 1945- lanzó una proclama al pueblo japonés, que luego se conoció como la ‘Declaración de Potsdam’, pidiendo la rendición incondicional del Japón bajo pena de sufrir una devastadora destrucción, aunque sin hacer referencia a la bomba atómica. Según dicha proclama, Japón sería desposeído de sus conquistas y su soberanía quedaría reducida a las islas niponas. Además los dirigentes militares serían procesados y condenados restableciéndose la libertad de expresión, de cultos y de pensamiento. El Japón quedaba sujeto a pagar indemnizaciones, sus ejércitos serían desmantelados y el país tendría que soportar la ocupación aliada.

Conociendo la mentalidad de los japoneses, es evidente que Truman buscaba el efecto contrario al que manifestaba públicamente, ya que los nipones, humillados en su orgullo, no se rendirían, y entonces Truman podría lanzar su anhelada bomba, más como un mensaje intimidatorio para Stalin, que pensando en la derrota japonesa, que ya era casi un hecho.

El 29 de julio, el premier japonés Suzuki rechazó la propuesta del presidente norteamericano. El 3 de agosto, Truman dio la orden de arrojar las bombas atómicas en Hiroshima, Kokura, Niigata o Nagasaki. El objetivo le era indistinto y la suerte de cientos de miles de inocentes pareció no importarle demasiado.

Los reactores nucleares norteamericanos producían plutonio a gran ritmo, y de esa forma se pudo preparar una segunda bomba de características similares, recibiendo el nombre de Fat Man (Hombre gordo) por ser más voluminosa que la de uranio. La llegada de Fat Man a Tinian, por vía aérea, se produjo casi al mismo tiempo que la de Little Boy. En los primeros días del mes de agosto las dos bombas estaban listas para ser lanzadas.

Muy pocos hombres, entre las siete tripulaciones pertenecientes al Grupo 509 de la XX Fuerza Aérea, fueron informados de la verdadera naturaleza de su misión. Este Grupo estaba mandado por el coronel Paul W. Tibbets, el cual había recibido un adiestramiento específico en lanzamiento de bombas especialmente pesadas y voluminosas.

El 5 de agosto las condiciones meteorológicas sobre el sur de Japón se presentaban favorables para un lanzamiento visual sobre Hiroshima, primera de la lista de las ciudades-objetivo. El blanco de Little Boy sería, por lo tanto, esta ciudad situada al sudoeste de la isla Houshu.

El día elegido fue el 6 de agosto de 1945. En uno de los gigantescos aviones del coronel Tibbets se preparó debidamente, para recibir la mortífera carga. Mientras la bomba de cinco toneladas quedaba situada en la bodega del aparato, el pintor de la unidad inmortalizó el nombre de la madre de Tibbets sobre el morro del avión: Enola Gay.

Características de la Superfortaleza volante B-29


El avión que bautizaron con el nombre de Enola Gay, era una superfortaleza volante B-29, fabricado por Boeing, el mayor construido durante la II Guerra Mundial. Proyectado en 1939 y tras un período de prueba en el que tuvieron que superarse múltiples deficiencias técnicas, las primeras entregas a ultramar se hicieron en marzo de 1944. Intervino decisivamente en las operaciones aéreas contra Alemania y Japón.

Fue el primer gran bombardero construido en serie dotado de compartimentos presurizados. También fue el primero que dispuso de un sistema centralizado y sincronizado de tiro de las ametralladoras. Sus dimensiones eran verdaderamente gigantescas: longitud, 30 metros y envergadura, 43 metros. Iba equipado con cuatro motores Wright de 2.200 HP de potencia, que le daban una velocidad máxima de 585 kilómetros por hora a 7.600 metros de altitud. La velocidad de crucero de gran alcance era de 350 kilómetros a la hora, siendo su radio de acción de más de 8.000 kilómetros y su techo de servicio de 9.700 metros. Su tripulación estaba integrada por 12 hombres.

El día de la rendición de Japón, las fuerzas aéreas norteamericanas tenían en servicio 3.700 bombarderos del tipo B-29. En el año 1955, con la puesta en servicio de los grandes bombarderos a reacción, los B-29 fueron retirados definitivamente.

Orden de bombardeo atómico


He aquí el documento dando orden del bombardeo atómico.

Fuente: U.S. National Archives.
DECLASSIFIED
TOP SECRET
E.O. 11652, Secs 3 (E) and 5 (D) or (E)
NND 73003
Por ERC NARS

25 de Julio de 1945

Para: General Carl Spaatz
Comandante General Fuerzas Aéreas Estratégicas de Estados Unidos

1. El Grupo Mixto 509 de la 20 Fuerza Aérea lanzará la primera bomba especial, después del 3 de agosto de 1945, tan pronto como el clima permita el bombardeo visual, en uno de los siguientes blancos: Hiroshima, Kokura, Niigata y Nagasaki. Acompañarán al avión de bombardeo otros aviones que llevarán personal científico civil y militar del Departamento de Guerra, para observar y registrar los efectos de la explosión de la bomba. Los aviones de observación se mantendrán a varias millas de distancia del punto de impacto de la bomba.
2. Bombas adicionales serán lanzadas en los blancos mencionados tan pronto sean alistadas por el personal del proyecto. Serán emitidas instrucciones adicionales con blancos diferentes a los listados arriba.
3. La difusión de toda o parte de la información relacionada con el uso del arma contra Japón es reservada a la Secretaría de Guerra y al Presidente de Estados Unidos. Los comandantes no emitirán comunicados ni informes relacionados con este asunto sin previa autorización. Cualquier noticia sobre este asunto será enviada al Departamento de Guerra para su debida autorización.
4. La directriz que precede es emitida y enviada a usted por orden y con la aprobación del Secretario de Guerra y del Jefe de Estado Mayor General de Estados Unidos. Es deseable que usted entregue personalmente una copia de esta directriz al General MacArthur y una copia al Almirante Nimitz para su información. Thos T. Handy General G.S.C. Acting Chief of Staff Copia: General Groves

[N. del A.] En esta orden de bombardeo, además de Hiroshima y Nagasaki, se mencionan a las ciudades de Kokura y Niigata. Las dos primeras fueron las afectadas por los bombardeos atómicos, mientras las dos segundas se salvaron ‘gracias’ al mal tiempo.

Kokura está en el noroeste de la prefectura de Fukuoka, en la isla de Kyushu. En 1963 Kokura se fusionó en una nueva ciudad que se llamó Kitakyudhu, dejando de figurar el nombre de Kokura en los mapas. Actualmente Kitakyushu es un gran centro de comercio con más de un millón de habitantes. Así pues, hoy día nadie habla de Kokura y, sin embargo, la segunda bomba atómica, no estaba destinada a Nagasaki sino a Kokura. El avión “Bock’s Car”, con su bomba de plutonio, en vista de que las nubes bajas no desaparecían y empezaba a agotar combustible, dejó de dar vueltas sobre Kokura y enfiló hacia Nagasaki donde‘dejó’ su carga mortal.

Niigata se encuentra situada a 300 km al norte de Tokio, donde desemboca el río Shinano. Ciudad portuaria de gran prestigio por su excelente ubicación en la costa del Mar de Japón. Fue sede de los XVII Campeonatos Mundiales de Fútbol del 2002. Es un importante centro turístico ya que reúne numerosos atractivos, tales como el Santuario Hakusan-jinja, el Monumento Memorial de la Prefectura de Gobierno, la Casa Ito-tei donde se puede admirar un precioso jardín.


Explosión de la bomba atómica sobre Hiroshima (Museo Hiroshima Peace Memorial)

La hora H: 8h 15’ 17’’ del día 6 de agosto de 1945


A la 1:45 de la madrugada despegó de la isla Tinia..n, el B-29 destinado a la misión meteorológica. A las 2:45 de la madrugada del 6 de agosto de 1945, arrancó de la misma pista, con los cuatro mil kilos de la bomba “Little Boy” (‘Muchachito’), la ‘superfortaleza B-29’ “Enola Gay”. Alcanzada la cota de vuelo y con el rumbo puesto hacia el archipiélago japonés, el capitán William Parsons y su ayudante Maurice Jeppson, pusieron manos a la obra en la bodega del bombardero para activar el arma nuclear, ya que por motivos de seguridad no lo habían hecho hasta estar ya en el aire, para evitar una catástrofe, en un presunto despegue accidentado.

La tripulación estaba compuesta por los doce hombres siguientes: Coronel Paul Tibbets (piloto); Capitán Robert Lewis (copiloto); Mayor Thomas Ferebee (artillero); Capitán Theodore Van Kirk (navegante); Teniente Jacob Beser (contramedidas electrónicas); Capitán William “Deak” Parsons (encargado de lanzar la bomba); Segundo teniente Maurice Jeppson (ayudante del encargado de lanzar la bomba); Sargento Joe Stiborik (radar); Sargento George Caron (ametralladora de cola); Sargento Robert Shumard (ayudante del ingeniero de vuelo); Soldado Richard Nelson (radio) y Sargento Wayne Duzenberry (ingeniero de vuelo).

El coronel Tibbets, tras conectar el piloto automático, reunió a la tripulación para explicarles la naturaleza exacta del explosivo que llevaban a bordo. Al llegar el avión a la altura de Iwo Jima, dos aparatos de escolta esperaban, describiendo círculos, la llegada del bombardero, y una vez avistado, se pusieron a su altura para seguir el vuelo juntos. Empezaba a despuntar el nuevo día. A las 7:09 se recibió en el Enola Gay el parte meteorológico, que el comandante Eatherly desde el avión Straight Flush -que era el que les había precedido en el despegue- confirmaba que sobre Hiroshima, en medio de un anillo de nubes, aparecía un hueco de 15 kilómetros, en el que la visibilidad era perfecta. El navegante Van Kirk marcó el rumbo preciso para situarse en la vertical del objetivo. A las 8:09 se divisó el contorno de Hiroshima. El coronel Tibbets ordenó a los dos aviones de escolta que se retirasen y, por el interfono, indicó a su tripulación que se pusiera los anteojos que habían de protegerles contra el resplandor de la explosión. El apuntador Ferebee encuadró su punto de mira en el lugar elegido: un gran puente sobre el río Otagawa. A las 8 horas, 15 minutos y 17 segundos se abrieron las compuertas del pañol y, desde una altura de 10.000 metros, el ingenio atómico inició su trayectoria genocida.

El Enola Gay aligerado de un peso de más de 4.000 kilos, dio un gran brinco hacia arriba. El piloto Tibbets marcó un picado hacia estribor y a continuación hizo un viraje cerrado de 150º, a fin de alejarse al máximo del punto de explosión. Transcurridos 43 segundos, cuando el avión se encontraba a 15 kilómetros del punto del impacto, la bomba hizo explosión accionada por una espoleta automática a unos 550 metros por encima del punto de caída y a 200 metros escasos del blanco elegido.

El espacio se convirtió en una bola de fuego cuya temperatura interior era de decenas de miles de grados. Una luz brillante rasgó el cielo, deslumbrando a todo el que la observó directamente. A pesar de los lentes, quedó completamente deslumbrado George Caron, el ametrallador de cola que por su posición en el aparato, quedó encarado al punto de explosión. Una doble onda de choque sacudió fuertemente al avión, mientras abajo la inmensa bola de fuego se iba transformando en una masa de nubes purpúreas que empezó a elevarse hacia las alturas, coronándose en una nube de humo blanco densísimo que llegó a alcanzar 12 kilómetros de altura, adoptando la forma de un gigantesco hongo.

El Enola Gay viró hacia el sur y voló sobre las afueras de Hiroshima, a fin de fotografiar los resultados de aquella barbarie. Entonces la tripulación pudo contemplar la espantosa destrucción que habían sembrado. Iniciado el vuelo de regreso, a 600 kilómetros de distancia todavía era visible el fatídico hongo que daba fe de la aparición del arma que abría una nueva y dramática era en la historia de la humanidad.
 
Al coronel Paul Tibbets, piloto del Enola Gay y responsable del grupo mixto 509, se le adjudicó la frase: “My God... what have we done?” (“Dios mío... ¿qué hemos hecho?”).

La bomba Little Boy tenía una potencia equivalente a 20 kilotones, es decir, veinte veces la explosión de mil toneladas de TNT. Los efectos mortales del criminal artefacto podía proceder de tres causas distintas: 1.) La acción mecánica de la onda expansiva. 2.) La temperatura desencadenada. 3.) La radiactividad.

Cuando los japoneses supervivientes intentaban recuperarse del horror y los servicios de socorro empezaron a prodigar sus cuidados a los heridos y quemados, se produjo la caída de una lluvia viscosa, menuda y pertinaz, y es que el aire devolvía a la tierra toneladas de polvo y ceniza, todo lo que había ardido en aquel horno, personas y cosas, y que las corrientes ascendentes habían succionado hasta las nubes.

La ciudad ofrecía un cuadro dantesco: una población arrasada, sembrada de restos humanos en espantosa descomposición, entre un olor nauseabundo a carne quemada. Una zona de 12 km², en los que la densidad de población era de 13.500 habitantes por kilómetro cuadrado, había sido devastada.

Según los datos más fiables, el número de víctimas sacrificadas en Hiroshima fue de 260.000 personas, además de las que fueron pereciendo con el tiempo a causa de la radiactividad que provocó la acción de los rayos gamma, delta y alfa. Las personas, según su cercanía al punto de la caída de la bomba atómica, aparecían llagadas, llenas de terribles ampollas. Todos los supervivientes, en un radio de 1 km a partir del epicentro, murieron posteriormente a resultas de las radiaciones. Los muertos por estos insidiosos efectos lo fueron a millares y se fueron escalonando a lo largo del tiempo, según el grado de su contaminación. Veinte años después de la explosión, seguían muriendo personas a consecuencia de los efectos radiactivos.

En el orden material, 48.000 edificios fueron destruidos completamente y unas 176.000 personas quedaron sin hogar.

Truman: gran responsable del Holocausto


El presidente Harry S. Truman, escribía en su ‘Diario’, sobre el ‘descubrimiento de la bomba más terrible en la historia del mundo’, así como el experimento realizado en el desierto de Nuevo México.

Posteriormente manifestaba:

“Esa arma será usada contra el Japón entre hoy y el 10 de agosto. Le he dicho al Secretario de Guerra, Sr. Stimson, que debe usarse de forma tal que los objetivos militares, soldados y marinos sean el blanco y no mujeres y niños. Aunque los japoneses sean salvajes, crueles, inmisericordes y fanáticos, nosotros como los líderes del mundo para el bienestar común, no podemos lanzar tan terrible bomba sobre la vieja o la nueva capital. [N. del A.] Se refiere a Kioto y a Tokio.

Él y yo estamos de acuerdo. El blanco será puramente militar y emitiremos una declaración de aviso, pidiéndoles a los japoneses que se rindan y salven vidas. Estoy seguro que ellos no harán eso, pero les habremos dado la oportunidad. Es ciertamente algo muy bueno para el mundo que la gente de Hitler o de Stalin no haya descubierto la bomba atómica. Parece ser la cosa más terrible jamás descubierta, pero puede ser convertida en la más útil”.

Truman anuncia el lanzamiento de la bomba atómica sobre Hiroshima


En una transmisión radial al país, desde la Casa Blanca, el 6 de agosto de 1945 antes de la medianoche, el Presidente Truman hizo público el bombardeo de la ciudad de Hiroshima. En su disertación, mencionó a Hiroshima como “una importante base del Ejército Japonés”, lo que pareciera indicar que desconocía que Hiroshima era una ciudad, pese a que estaba muy bien documentada en los libros de geografía de la época. De no ser así, mintió a su país y al mundo sobre la naturaleza del blanco:

“Hace dieciséis horas un avión estadounidense lanzó una bomba sobre Hiroshima, una importante base del Ejército Japonés. Esa bomba tiene más poder que 20 mil toneladas de TNT. Tiene más de dos mil veces la potencia explosiva que la bomba británica “Grand Slam”, que es la mayor bomba hasta ahora usada en la historia militar.”
“Los japoneses comenzaron la guerra desde el aire en Pearl Harbor. Ellos han pagado con creces (ese ataque). Y el final no ha llegado todavía. Con esta bomba, nosotros hemos hecho un nuevo y revolucionario incremento en destrucción, para aumentar el creciente poder de nuestras fuerzas armadas. Estas bombas están siendo producidas en la forma actual, pero aún más poderosas formas están en desarrollo.”
“Es la bomba atómica. Es la utilización del poder básico del universo. La fuerza con la cual el sol toma su poder, ha sido enviada a aquellos quienes llevaron la guerra al Lejano Oriente”
“Antes de 1939, era la creencia aceptada por los científicos que era teóricamente posible liberar la energía atómica. Pero nadie sabía cuál era el método práctico para hacerlo. Sin embargo, en 1942, supimos que los alemanes estaban trabajando febrilmente para encontrar la forma de incorporar la energía atómica a la maquinaria de guerra, con las cuales esperaban esclavizar al mundo. Pero fallaron. Debemos agradecer a la Providencia que los alemanes lograron tarde las V-1 y V-2 en cantidades limitadas y debemos agradecer aún más, que no lograron hacer la bomba atómica” “Las batallas de los laboratorios implicaban un riesgo mortal para nosotros también. Pero, así como hemos ganado las batallas en el aire, en tierra y en el mar, hemos ganado ahora también la batalla en los laboratorios...”

Opiniones


Contra la creencia de muchos, Japón decidió rendirse no tanto por el efecto de las bombas atómicas sino por el ataque artero de la Unión Soviética desde Manchuria el día 8 de agosto de 1945. Cuando un millón y medio de rusos de sus fuerzas blindadas se lanzaron en el interior de Manchuria, los japoneses comprendieron que era inútil seguir resistiendo. Este hecho desmiente el típico cinismo de historiadores occidentales que aún hoy sostienen que las bombas atómicas fueron necesarias para acortar la guerra y, por ende, para “ahorrar” la vida de miles de soldados que los aliados habrían perdido en su intento por invadir el Japón. Aún si esto fuera cierto, nada justifica haberle provocado la muerte instantánea a por lo menos 260.000 civiles inocentes que no eran soldados ni formaban parte de un objetivo militar.

Las reacciones fueron diversas. Buena parte de la población de los países aliados sintió alivio y un cruel entusiasmo. Una encuesta de ‘Fortune’, realizada en diciembre de 1945, reveló que menos del 5% de norteamericanos pensaban que la bomba no tenía que haberse lanzado. Dos cantantes de Kentucky grabaron una canción titulada “Cuando cayó la bomba atómica”, en la que incluían un estribillo que calificaba la bomba de “justo castigo del infierno, enviada para atormentar a los malvados japoneses”.

Algunos americanos no estuvieron de acuerdo con esa criminal acción, y así el general Dwight D. Eisenhower se preguntó “si realmente había sido necesario atacarlos con algo tan espantoso”, y el periodista Edward R. Murrow comentó que “rara vez, o acaso nunca, ha terminado una guerra dejando a los vencedores con tal sensación de incertidumbre y de temor, conscientes de que el futuro es siniestro y que no era para congratularse pensar que una tripulación aérea norteamericana haya provocado lo que sin duda es la mayor matanza en toda la historia de la humanidad”.

Obviamente en Japón hubo grandes protestas. La radio de Tokio dijo: “Unas tácticas tan bestiales revelan lo delgada que es la capa de civilización de la que alardeaba el enemigo”.

El móvil fue sobre todo político


En realidad se buscaba la rendición total del Japón antes de que la Unión Soviética entrara de lleno a la guerra en Asia, y el país comunista fortaleciera su posición sobre esta zona.

EE.UU. sabía que si usaba la bomba atómica no sólo incidiría determinantemente sobre la guerra, con el resultado a su favor, sino que la posesión de un arma con la capacidad de exterminio de una bomba nuclear lo colocaba a la cabeza de las naciones del mundo. El uso de la bomba fue una demostración de poder tan efectiva, que sus efectos disuasivos se han prolongado hasta nuestros días.

Adenda: Muere el último tripulante de la superfortaleza volante “Enola Gay” que lanzó la bomba atómica sobre Hiroshima


El capitán Theodore Van Kirk falleció en Stone Mountain (Georgia) a la edad de 93 años, el pasado 30 de julio. El funeral tuvo lugar el 5 de agosto de 2014 en Pennsylvania.

Eduardo Palomar Baró

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