lunes, 22 de septiembre de 2014

EDUARDO PALOMAR BARÓ: Caída de mitos y mentiras: las Brigadas Internacionales

Un brigadista escocés, durante la inauguración en octubre de 2011 en la Universidad Complutense de un monumento a las Brigadas Internacionales
Las constantes y reiterativas campañas de insidias y falsedades mantenidas por gobernantes, políticos, medios de comunicación, escritores y demás tropa antifranquista, y que vienen prodigándose desde el advenimiento de esa pseudodemocracia que “nos hemos dado”, parece que empieza, aunque poco a poco y de una forma tímida, a esclarecerse algunas de esas sartas de mentiras y mitos que han estando propalando a los cuatro vientos los hijos y nietos de los vencidos en la guerra civil española, que llenos de odio, rencor y revanchismo se dedican a tergiversar, adulterar, engañar y desvirtuar nuestra historia reciente.

Una de estas falsedades históricas ha sido el trato dado a las Brigadas Internacionales

En realidad se trataba de la principal fuerza de choque que el Ejército Popular de la República utilizó durante la contienda, a las que se les ha llamado impúdicamente “voluntarios de la libertad”, llegando al colmo de concederles en 1996, por unanimidad de los parlamentarios, incluidos los del PP, la nacionalidad española, según un Real Decreto, firmado, naturalmente, por el Rey Juan Carlos I, y que decía así:

Ministerio de Justicia e Interior. Real Decreto 39/1996, de 19 de enero, sobre concesión de la nacionalidad española a los combatientes de las Brigadas Internacionales en la guerra civil española. Es de justicia reconocer la labor en pro de la libertad y de la democracia llevada a cabo por los voluntarios integrantes de las Brigadas Internacionales durante la guerra civil española de 1936 a 1939. Los supervivientes de la contienda merecen ver de un modo patente la gratitud de la Nación y para ello nada más justo que entender que se dan en ellos las circunstancias excepcionales previstas en el artículo 21 del Código Civil a los efectos de la concesión de la nacionalidad española por carta de naturaleza”. Dado en Madrid a 19 de enero de 1996. JUAN CARLOS R. El Ministro de Justicia e Interior: Juan Alberto Belloch Julbe.

Retirada una placa de homenaje a los brigadistas de la Lincoln en EE.UU.


El primer monumento levantado en E.E.U.U. a los voluntarios norteamericanos en la guerra civil española, fue erigido el 14 de octubre de 1998 en la Universidad de Washington.

En New Hampshire, estado de Nueva Inglaterra de los Estados Unidos, decidieron colocar una placa de homenaje la Brigada Lincoln [terminología errónea, ya que en realidad con ese nombre no actuó nunca, y sí con el de batallón Abraham Lincoln, que formaba parte de la Brigada XV, mandada por Robert Merriman, apodado Murderman (asesino) por sus medidas disciplinarias], siendo retirada al cabo del tiempo.

Dicha placa fue idea del diputado demócrata Burt Cohen, y exhibida en el vestíbulo de las banderas, la sala principal del Capitolio de Concord. Según dicho diputado, de los 2.800 voluntarios de la Lincoln había doce de New Hampshire, y eran “demócratas que lucharon contra el fascismo cuando no estaba de moda hacerlo”. Pero el diputado republicano Tony Soltan, no tenía la misma opinión que Cohen, manifestando que los “voluntarios internacionales de la libertad”, tal como está grabado en la placa, se equivocaron de tiempo y de lugar, porque la España Republicana era un satélite de la Unión Soviética, añadiendo que el general Franco luchó “contra el comunismo y en defensa de la civilización cristiana”.

Durante varias semanas se ha abierto un debate en New Hampshire en torno a la guerra civil española de 1936-1939, lanzando las siguientes preguntas: ¿Eran comunistas y anticatólicos los voluntarios estadounidenses que lucharon en el Ejército republicano?. ¿Cometieron crímenes de guerra, como el asesinato de miles de sacerdotes, religiosos y monjas? La placa que ha avivado la polémica, muestra un puño cerrado con la inscripción de “Voluntarios Internacionales de la libertad”. “¡Viva la Brigada Lincoln!”. Debajo, la fecha 1938 con unas hojas de laurel y en el centro una estrella de cinco puntas.

Según Peter Carroll, presidente de los archivos de la Brigada en Nueva York, los brigadistas de la Lincoln, eran casi todos comunistas. “Calculo que un 60% lo era, y tal vez más”. Recuerda Carroll que en aquella época, a mediados de los años 30, en plena depresión, el comunismo era un fiel aliado de los trabajadores pobres, y que muchos voluntarios combatieron luego en la Segunda Guerra Mundial. En los años 50, sin embargo, cayeron en desgracia y el FBI (Federal Bureau of Investigation) los investigó y fueron víctimas de la caza de brujas del McCarthysmo (corriente de intolerancia contra los elementos liberales o progresistas, abusivamente asimilados al comunismo, y que nació en EE.UU tras la II Guerra Mundial, siendo su máximo exponente el senador Joseph McCarthy, de ahí su nombre). 

Durante el apasionante debate, el veterano de la Segunda Guerra Mundial, Russell Cook, manifestó que “el único comunista bueno es el que está muerto”, y otro veterano, ese de las guerras de Corea y Vietnam, dijo que “el puño en alto es tan ofensivo como la esvástica nazi”. El diputado republicano, Bob Barker argumentó que “la placa es un insulto a los veteranos y que los brigadistas no se merecen porque combatieron violando las leyes americanas, que prohibían viajar a España”.

A raíz de esta polémica, el columnista del diario Manchester Union Leader, Jack Kenny, asegura que “no puede compararse a Franco con Hitler porque Franco salvó a decenas de miles de judíos”. En el editorial del Wall Street Journal, en la edición europea, exponía que “Franco fue un dictador autoritario pero no totalitario porque no tuvo intención de controlar las ideas de los españoles”, afirmando más adelante, que “el régimen franquista salvó la tradición española, amenazada por los ideales revolucionarios de la República, y a través del rey Juan Carlos, labró la vía a la democracia”.

Así pues, la mayoría republicana del Parlamento de New Hampshire considera que los voluntarios estadounidenses que lucharon en la guerra civil española no se merecen la placa de homenaje en honor del batallón Abraham Lincoln porque eran comunistas, mientras que los demócratas opinan que, por encima de todo, eran antifascistas...

Brigadas Internacionales llegadas a Madrid en noviembre de 1936 (Revista "Crónica": Madrid, 16-octubre-1938)

Las tendencias que movían la opinión pública mundial


En aquellos años treinta, existían tres marcadas tendencias en la opinión pública:

a). La enorme influencia comunista fomentada por la Rusia estaliniana que utilizaba el “slogan” de Revolución Universal y que se consideraba a sí misma como la “patria del proletariado”, lo que lógicamente atraía poderosamente a los desheredados de todo el mundo. La mayoría de los obreros europeos de los países no “totalitarios” creían a pie juntillas la idea del “paraíso soviético” mantenida por los “intelectuales” comunistas y sus compañeros de viaje.

b). En oposición con el comunismo existían los movimientos fascistas de Italia y Alemania –muy distintos entre sí–, fundamentalmente nacionalistas, aunque también sociales, que estaban cosechando triunfos espectaculares.

c). Las llamadas naciones democráticas, pendularmente izquierdistas o conservadoras, precisamente las más auténticamente capitalistas e imperialistas, que veían con igual temor a marxistas y a totalitarios. Pero tanto Francia como Inglaterra se sentían muy amenazadas y presentían como más próximos enemigos a Italia y Alemania.

Entonces surgió el antifascismo, que podía englobar las posturas más diversas y las ideologías más dispares, capaz de hermanar al demócrata con el comunista, al nacionalista con el anarquista y al capitalista con el desheredado. Un antifascismo que para unos era marxista y para otros una simple protección de sus imperios, de su posición y de sus áreas de influencia.

Lo que en este juego quedaba bastante impreciso era determinar si el Alzamiento del 18 de julio debía ser considerado como fascista o simplemente como antimarxista. Pero la gran mayoría de la opinión pública europea se inclinó rápidamente a encasillarlo como fascista, para lo que emplearon una propaganda hábil y bien pagada, remarcando el hecho de que fueron las potencias fascistas las primeras que lo apoyaron, en tanto que Francia e Inglaterra se inclinaron por los gubernamentales. Lo que sí estaba fuera de toda duda era que el bando gubernamental o republicano era auténticamente marxista, aunque se hicieran denodados esfuerzos por ocultarlo.

En Europa se establecieron una serie de premisas:

1º) Que Italia y Alemania eran potencias agresoras y que si otras naciones lo habían sido antes, debían seguir disfrutando de sus rapiñas y ser perdonadas y disculpadas. 

2º) Que los países fascistas representaban el despotismo y la explotación de las masas trabajadoras, sin tener en cuenta que estas masas eran mucho más explotadas en los países democráticos y en la Rusia de Stalin.

3º) Que la URSS representaba la patria de todas las libertades, el paraíso de los trabajadores y la negación del imperialismo.

4º) Que el Alzamiento español era fascista.

5º) Que el apoyo al mismo por parte de Italia y Alemania no tenía más objeto que la ocupación de los puntos estratégicos españoles (Baleares, Canarias, Marruecos) con vistas a la inminente guerra mundial que pensaban desencadenar. Estas últimas suposiciones quedaron descartadas cuando, terminada la guerra civil española, ningún soldado italiano o alemán permanecieron ni en la península, ni en las islas o en el Protectorado y que, durante la II Guerra Mundial, España guardó su neutralidad.

La existencia de este estado de opinión se debió principalmente a la llamada “intelectualidad europea”, gravemente inclinada hacia el comunismo. Este estado de cosas hizo que los republicanos se encontraran con una propaganda y una opinión pública ya hechas en Europa, lo cual favoreció enormemente la recluta de los voluntarios internacionales que se disponían venir a España convencidos de que iban a luchar contra el fascismo.

 

El reclutamiento de las Brigadas Internacionales


El Komintern, abreviatura de Kommunistícheski Internatsional, (o sea la “Internacional Comunista” conocida como la Tercera Internacional Comunista, fundada en 1919 por Lenin, como unión de los partidos comunistas de todo el mundo) estudió el 21 de julio de 1936 la posibilidad de actuar en la contienda española, ayudando económicamente al Frente Popular. En una reunión celebrada en Praga se decidió crear un fondo de mil millones de francos, aportados en un 90 por ciento por los sindicatos soviéticos y administrados por un comité controlado por el comunista Palmiro Togliatti, el francés Maurice Thorez y los españoles José Díaz y Dolores Ibárruri “La Pasionaria”, a los que se añadió el socialista Francisco Largo Caballero.

Más tarde se acordó formar una brigada de unos cinco mil hombres reclutados entre los izquierdistas de todos los países. Pero fue en septiembre de 1936 cuando Stalin tomó la decisión de crear las Brigadas Internacionales ya que se percataba de que la República no podría aguantar el empuje de los nacionales, ya que desde el comienzo del conflicto, los rojos no hacían otra cosa que retroceder ante dichas fuerzas. Stalin estaba muy interesado en utilizar la contienda para mover a la opinión pública sobre la lucha contra los “fascistas”, a la vez que con su intervención podía hacerse con las reservas de oro del Banco de España, cobrándose de esa forma el aporte de armas y el de asesores y combatientes. Así pues, comunistas fueron la idea y la inspiración de las Brigadas Internacionales, como también los centros de reclutamiento ubicados en la sede del Comité Central del PCF, en la rue Lafayette 128 de París, para los comunistas de países totalitarios, y en la rue Mathurin-Moreau nº 8, para los comunistas de países democráticos. El Comité de coordinación se encontraba en el número 38 de la rue Châteaudun. Aparte de estas oficinas de la capital del Sena, había en Francia más de cincuenta oficinas de reclutamiento.

También eran comunistas los organizadores, como Josip Broz, el futuro mariscal Tito, y los jefes de las diferentes Brigadas Internacionales, como “Kléber”, “Luckács”, “Walter”, “Zaisser”, los españoles Líster, Modesto, Castro y los italianos Longo “Gallo” y Vittorio Vidali. Y el comandante en jefe de las Brigadas era el gran “demócrata” comunista galo André Marty, responsable de numerosos crímenes y “purgas” que produjo entre los voluntarios, por lo que ellos mismos le llamaron “le boucher”, “il macellaio”, el “carnicero de Albacete”, lugar de sus hazañas bélicas en pro de la libertad de España...

Sobre el origen y el reclutamiento de las Brigadas Internacionales, unidades básicamente comunistas, hay el importantísimo testimonio de Burnett Bolloten, corresponsal de la United Press, que se encontraba en Barcelona cuando estalló la guerra civil, y que decidió quedarse reuniendo una enorme documentación que le sirvió para escribir después el más importante libro sobre la contienda titulado La revolución española. (Sus orígenes, la izquierda y la lucha por el poder durante la guerra civil 1936-1939). Ed. Grijalbo 1980. En él demuestra inequívocamente el carácter comunista de las Brigadas Internacionales, diciendo que se ha venido manteniendo que los voluntarios eran unos “idealistas”, término descartado, entre otros, por el comisario político de la XV Brigada Internacional, el cual manifestó, que vino a España “a luchar bajo la dirección del Komintern, los gigantes de la revolución, a luchar y a morir, sí, a morir si era necesario al lado de los legendarios dirigentes comunistas que habían desafiado la cárcel y la tortura consumidos por la ambición de liberar las masas de la opresión”. Otra de las mentiras y falsedades esgrimidas –añade Bolloten– es la de que vinieron a luchar por la democracia y la libertad, y así, William Herrick, combatiente de la XV Brigada Internacional dejó bien claro al decir que: 
Cuando fui a España no tenía ninguna fe en la democracia burguesa; para mí la línea del Partido Comunista sobre la democracia sólo era una táctica, una maniobra que como esperábamos todos nosotros debía llevar al poder al Partido Comunista. Todos los voluntarios americanos que yo conocía, excepto quizá uno o dos, creían como yo que el Frente Popular, el lema de la democracia, era meramente una estrategia que ayudaría al Partido Comunista a tomar el poder. Los veteranos de la Brigada Abraham Lincoln han estado mintiendo sobre esto durante casi cincuenta años. [...] No hace falta decir que a los miembros de las Brigadas Internacionales también nos movía el antifascismo. [...] Mientras estuve en Perpignan nuestro comisario político me dijo que debíamos responder que éramos antifascistas, no comunistas, cuando se nos hiciera esa pregunta en España. 
El enorme contrasentido de los brigadistas fue el que se llamaran a sí mismos “voluntarios de la libertad”, cuando la libertad jamás se dio en la causa que defendían. ¿Desconocían acaso las represiones, las “purgas”, las injusticias sociales y el hambre que por aquellas épocas reinaban en el “paraíso soviético”? El 85 por ciento de los brigadistas eran comunistas y la URSS de Stalin mantenía relaciones cordiales con la Italia fascista, llegando a firmar con la Alemania nazi el Pacto de No Intervención en 1939 para repartirse el Este de Europa. El dictador totalitario Josif Stalin, reconocido incluso por sus sucesores como el mayor criminal de la Historia, no buscaba la libertad sino la esclavitud de los pueblos a través de la penetración del marxismo-leninismo y la revolución mundial, como así quedó constatado desgraciadamente cuando se apoderó de media Europa central y oriental entre 1944 y 1948, anexionándose varias naciones como Bulgaria, Rumania, Albania, Hungría, Checoslovaquia, Polonia, Estonia, Letonia, Lituania, Alemania del Este, etc., implantando el partido único de signo comunista y borrando cualquier vestigio de democracia y de libertad.

Los brigadistas no fueron jamás voluntarios de la libertad, sino voluntarios de la Revolución, enemigos acérrimos de la libertad.

El historiador Ricardo de la Cierva, en su libro Brigadas Internacionales 1936-1939. Ed. Fénix 1997, llega a modo de resumen, a las siguientes conclusiones:

1. Las Brigadas Internacionales fueron un conjunto de unidades de choque que no se crearon por iniciativa española sino por la Internacional Comunista (Komintern), órgano creado en 1919 por Vladimir Ilich Lenin para expandir la Revolución soviética, basada en la doctrina y la praxis del marxismo-leninismo según la interpretación del sucesor de Lenin, Josif Visarionovitch Stalin, considerado hoy por el consenso de los historiadores como el dictador más sanguinario y el mayor criminal de la Historia.

2. La decisión de Stalin y la Komintern para el reclutamiento y envío de las Brigadas Internacionales se tomó ya durante el mes de julio de 1936, a las pocas jornadas de comenzar la guerra civil. Diversas modificaciones y ampliaciones concretas de esa decisión se ordenaron por la propia Komintern, con aprobación de Stalin, durante los meses de agosto y septiembre de 1936. Varios centenares de comunistas extranjeros algunos de los cuales estaban ya en España antes de empezar la guerra civil y otros fueron afluyendo por su cuenta, intervinieron de forma dispersa en varios frentes de combate a favor de la República. La recluta formal y masiva se organizó a través de la red de establecimientos y delegaciones de la Komintern –los partidos comunistas de todo el mundo que la componían-, animados por un fuerte impulso de promoción coordinado por la central soviética de propaganda para Occidente, dirigida en París por un coordinador general, Willi Muenzenberg. Las primeras expediciones organizadas de voluntarios entraron en la España republicana, por mar y por la frontera francesa, en la segunda decena de octubre de 1936 y llegaron a la base de las Brigadas Internacionales en Albacete en torno al 15 de octubre de ese año.

3. La cifra total más probable para los efectivos de las Brigadas Internacionales en España a lo largo de toda la guerra está próxima a los cien mil hombres. De ellos sólo estuvieron presentes en acciones de guerra de manera simultánea unos treinta mil.

4. Desde que el especialista norteamericano David T. Cattell acuñó la fórmula todos los historiadores y publicistas que se han ocupado de las Brigadas Internacionales las han considerado como “una fuerza soviética en España”. Al ser una fuerza soviética, cuyo jefe supremo no podía ser otro sino Stalin a través de su criminal delegado en España André Marty, considerar a las Brigadas Internacionales con el romántico nombre que se atribuyó en el siglo XIX a la Milicia Nacional del partido liberal-progresista, “los voluntarios de la libertad” es un sarcasmo. Jamás existió relación alguna entre Stalin y la libertad. Stalin era fiel discípulo de Lenin que al ser preguntado por el líder socialista español Fernando de los Ríos qué lugar quedaba para la libertad en el nuevo sistema soviético respondió con la pregunta famosa: “Libertad, ¿para qué?”. Presentar a las Brigadas Internacionales como defensoras de la democracia es otro sarcasmo.

5. Las Brigadas Internacionales fueron siete; las cinco primeras llevaron los números XI, XII, XIII, XIV y XV. Luego se crearon la 150, que duró poco, y la 129.

6. La primera idea de Stalin fue formar en la España republicana un Ejército Internacional con mando autónomo, artillería, aviación y organización propias. El Gobierno español, hubo de aceptar la presencia de las Brigadas, de los asesores soviéticos y del armamento enviado desde la URSS a cambio (más que usurario) de las reservas de oro custodiadas en el Banco de España.

7. La primera Brigada Internacional que entró en fuego fue la XI, que tras desfilar por la Gran Vía de Madrid tomó posiciones en torno a la Casa de Campo y a la Ciudad Universitaria de Madrid al atardecer del 8 de noviembre de 1936, cuando acababan de iniciarse el día anterior los asesinatos en masa, a la manera soviética, de presos enemigos encerrados en las cárceles de Madrid. La responsabilidad de estos asesinatos en masa, a partir de la mañana del 7 de noviembre de 1936, recaerá para siempre en el recién nombrado consejero de Orden Público en la Junta de Defensa de Madrid, Santiago Carrillo, que había ingresado formalmente en el Partido Comunista en la tarde anterior, 6 de noviembre.

8. Las Brigadas Internacionales, al ser una fuerza soviética en España, estaban formadas en su mayor parte por comunistas de muchas naciones. Casi todos sus jefes y comisarios eran comunistas y en sus filas se llevó a cabo una intensa labor de proselitismo comunista. El reclutamiento se había facilitado porque las masas de trabajadores de todo el mundo estaban, en 1936, profundamente afectadas por la crisis económica y social que reventó en 1929 y continuó hasta el estallido de la segunda guerra mundial.

9. Las Brigadas Internacionales, cuyos jefes eran militares comunistas, de nacionalidad soviética en algunos casos, con experiencia en la primera guerra mundial, vinieron a España como fuerza de choque y se comportaron como tal. La mejor prueba es que dejaron bajo el suelo de España diez mil muertos, un porcentaje realmente enorme.

10. ¿Cumplieron las Brigadas Internacionales el fin para el que fueron convocadas, reclutadas y enviadas a España? Creo que no; porque el fin era ganar la guerra y facilitar el ascenso de los comunistas al poder en la España republicana; pero las Brigadas y la República perdieron la guerra y los comunistas, que habían avanzado mucho hacia el poder en su zona, acabaron echados de ella y expulsados del Frente Popular cuando triunfó el 5 de marzo de 1939 el golpe de Estado de Julián Besteiro, el prestigioso líder socialista, y el coronel Casado. El comportamiento militar de las Brigadas Internacionales fue muy variable y, en general, decepcionante. [...] La batalla del Jarama, en la que entró en fuego la XV Brigada Internacional, casi la aniquiló y luego las Brigadas participaron en la victoria del Ejército Popular contra los italianos en Guadalajara, que en el fondo fue otra batalla defensiva. [...] La batalla de Brunete fue un auténtico desastre para las Brigadas Internacionales XIII y XV. Acabaron en desbandada, sobre todo la XIII, que abandonó el frente y hubo de ser reducida por la fuerza y severamente castigada. [...] Tras la primera ejecución en masa ordenada por André Marty muchos Internacionales fueron expulsados de España, encerrados en prisión, degradados y ejecutados; el tiro en la nuca, típicamente soviético, se aplicó contra ellos en casos innumerables.

11. Las Brigadas Internacionales se relacionaron con los asesores y consejeros soviéticos en España, así como con las fuerzas especiales soviéticas de artillería, carros y aviación. Algunos de sus jefes superiores eran ciudadanos soviéticos. [...] Los principales jefes de las Brigadas Internacionales que regresaron a la URSS después de la derrota fueron purgados y asesinados por Stalin, que les agradecía así los duros servicios prestados en España.

12. Y la conclusión final, la conclusión de conclusiones: sin negar las tragedias personales, los sufrimientos y los sacrificios de muchos Internacionales, me parece evidente, a la luz de la Historia, que no han merecido ni de lejos el premio supremo de la nacionalidad española que se les otorgó entre 1995 y 1996. Porque vinieron a España por orden del mayor criminal de la Historia a luchar para conseguir una España que nada tiene que ver con ésta. El abrazo entre unos y otros Internacionales al volver a España después de tantos años nada tiene que ver con la reconciliación. La reconciliación es el abrazo de dos antiguos enemigos. La reconciliación se habría reflejado en el abrazo entre combatientes extranjeros que lucharon a favor de uno y del otro bando. Pero estos homenajes enteramente infundados a las Brigadas Internacionales no fueron sido más que un acto muy hábil de la persistente propaganda histórica comunista, una trampa comunista en que han caído, a estas alturas, todos los grupos políticos parlamentarios de España. Un deseo de humillar a España que ha pretendido privarla de la memoria histórica con la complicidad absurda e inexplicable del Partido Popular y demás fuerzas moderadas. Un homenaje fundado sobre la mentira histórica. Un terrible error de Estado. Una buena lección les han dado los parlamentarios de New Hampshire a sus homólogos españoles, que propiciaron el homenaje demencial de 1996, premiando a las Brigadas Internacionales con el más alto honor que puede conceder el Estado español: el otorgamiento de la nacionalidad española.

BIBLIOGRAFÍA

Las Brigadas Internacionales. César Vidal. Ed. Espasa Brigadas Internacionales 1936-1996. Ricardo de la Cierva. Ed. Fénix
La guerra civil española. Hugh Thomas. Ed. Grijalbo
Las Brigadas internacionales. Jacques Delperrie de Bayac. Ed. Júcar 1978
Las Brigadas internacionales. Víctor Hurtado y José Luis Martín Ramos
La revolución española (Sus orígenes, la izquierda y la lucha en el poder durante la Guerra Civil 1936-1939) Burnett Bolloten. Ed. Grijalbo 1980

Eduardo Palomar Baró

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