A las 6,27 de la mañana tres bombarderos pesados Tupolev Sb-2 Katiuska
despegan de su base murciana de Cuevas del Reíllo con la misión de
bombardear el centro de la ciudad (según se verifica en el parte de
operaciones de la fecha). Llevan en sus bodegas seis bombas de 250 kg
y12 de 15 kg. Toman rumbo Iznalloz y penetran en el espacio aéreo
enemigo hasta alcanzar la ciudad de Cabra a las 7,30. En el centro
urbano dejan caer su mortífera carga, alcanzando de lleno el mercado de
abastos, repleto de gente, donde mueren en el acto 38 personas, todos
civiles. Podría haber sido aún peor la masacre, de no ser porque se
había cancelado el reparto de patatas ese día y la afluencia había
disminuido. Días después, de resultas de las graves heridas, fallecen 26 personas más que habían sido alcanzadas en el mercado.
En
formación en ala, los Katiuskas van soltando de las bodegas las bombas
en tres salvas. El siguiente escenario de la tragedia es la Plaza Vieja,
donde explotan dos bombas de 250 kg, destruyendo también una manzana
entera de edificios de una calle colindante. La matanza es brutal, pero
sus efectos habrían sido mayores si las clases en el destruido
parvulario de las Escolapias hubieran comenzado unos minutos antes. En
el barrio obrero de la Villa las modestas viviendas apenas han resistido
los impactos. Afortunadamente, una bomba de cuarto de tonelada no hizo
explosión (fue hallada casualmente en unas obras hace cinco años). Los
tres aviones salen rumbo a Lucena después de haber realizado el
bombardeo a placer. No en vano, la ciudad de Cabra había sido objeto de
tres minuciosos reconocimientos aéreos en menos de una semana.
Las
ciudades de Guernica y Cabra quedan hermanadas en el dolor por haber
sufrido los dos bombardeos más emblemáticos de la Guerra Civil. Y ello
no sólo por lo similar de la cifra de muertos, sino porque ambas
operaciones fueron usadas en su momento por los medios de propaganda de
ambos bandos para denunciar las tropelías de un enemigo que bombardeaba
criminalmente a la población civil. Sin embargo, la suerte de las
denuncias fue dispar. Mientras el bombardeo de Guernica y su destrucción
parcial como consecuencia de los incendios fue esgrimido en los
Parlamentos británico y francés como prueba de los desmanes del ejército
de Franco, el bando nacional no supo sacar partido propagandístico del
de Cabra, en un momento crucial para su posición internacional ante las
grandes presiones diplomáticas franco-británicas. Y ello a pesar de los
múltiples intentos por darle difusión internacional (gestiones en el
Vaticano, prensa internacional, Cruz Roja Internacional, Sociedad de
Naciones). Transcurrido un mes del bombardeo, ni la prensa afín le
dedicaba ya unas líneas.
Las
conexiones entre ambos bombardeos van más allá, pues los argumentos
esgrimidos por la República para denunciar lo abominable de la acción
sobre Guernica, son precisamente los que podían argüirse en el caso de
Cabra. Se dijo que Guernica no era objetivo militar, mientras que Cabra
sí lo era. Esto es rotundamente falso. Cabra no tenía interés alguno.
Otra cosa es que, en el contexto de las postrimerías de la Batalla del
Ebro y los prolegómenos de la Campaña de Cataluña, el ejército de la
República necesitase imperiosamente obligar a la aviación franqiuista a
detraer medios aéreos para guarnecer las poblaciones del sur. Téngase en
cuenta que en los días previos al ataque a Cabra, se bombardean otras
poblaciones del sur cordobés con un elevado balance de víctimas, lo cual
excluye que el bombardeo a Cabra sea un hecho aislado, sino que hay que
enmarcarlo en un amplio operativo estratégico de distracción . Por
tanto, a diferencia del de Guernica, el bombardeo de Cabra no es de
carácter táctico, pues el interés militar de la ciudad cordobesa es
nulo, sino más bien estratégico. En Cabra no había concentraciones de
tropas, ni instalaciones o infraestructuras militares. Sólo era una
ciudad de la retaguardia lejana a la que le cupo el triste honor de
convertirse en el "Guernica de la Subbética".
El Bombardeo de Cabra, el Guernica de la Subbética