viernes, 17 de agosto de 2012

JESÚS MARÍA RUIZ VIDONDO: La batalla del Ebro

Brigada mixta republicana cruza el Ebro: Miravet, julio 1938

1- La importancia de una batalla

La historia de la guerra ha tenido siempre batallas consideradas decisivas y batallas indecisas. El tratadista militar Fuller escribió un libro fundamental dedicado a las primeras llamado Las batallas decisivas de la Historia Universival. Incluso Liddell Hart las trató en su primer estudio sobre la estrategia de aproximación indirecta en 1929, en un libro titulado The Decisive Wars of History. La trascendencia de una batalla está vinculada al hecho de que se la pueda calificar o no de decisiva respecto al conjunto. De hecho, todas las guerras, desde la antigüedad hasta hoy, tienen una batalla decisiva. Esto no significa que esa batalla tenga siempre un genio militar que brille especialmente, ni que se den necesariamente grandes maniobras estratégicas o tácticas. Pero marca el destino de la contienda.

El próximo año se celebrará el 75 aniversario de la batalla del Ebro, que es la batalla decisiva de la guerra civil de España: decisiva porque al final de ella quedó históricamente decidido el fin de la contienda. Y puede ser considerada también como decisiva porque tanto el Estado Mayor Central del Ejército Popular de la II República como el Cuartel General del Generalísimo del Ejército Nacional habían comprendido que esta batalla se libraría hasta agotarse en ella todas las fuerzas de los bandos.
En verdad, la batalla vino precedida de toda una serie de operaciones militares que ya comenzaban a decantar la victoria hacia el bando nacional. Como dice Alonso Baquer en su excelente libro sobre la batalla del Ebro “lo que decide una gran batalla es el resultado militar de un ciclo de operaciones que, a su vez, tiene entidad para calificar el signo favorable o desfavorable de una campaña. Decidir toda una guerra no está al alcance de batalla alguna. La victoria o la derrota en una guerra es siempre un fenómeno más político o civil que militar o guerrero”.



2- Los planes enfrentados

Para el Ejército Popular, el objetivo estratégico de la ofensiva del Ebro era atraer a las fuerzas nacionales que intentaban atacar Valencia en el frente del centro-sur. También se ha afirmado que fue un intento de unir las dos zonas republicanas que estaban separadas por los nacionales. Además, el gobierno republicano tenía otro interés: que la guerra en España se mantuviese hasta que comenzase la inevitable guerra en Europa. Los republicanos consideraban que esto favorecería a su causa.
Para los republicanos era una buena ocasión para asestar un duro golpe a las comunicaciones de los nacionales en Cataluña, en especial en la importante villa de Gandesa, centro de varias redes de comunicaciones. Para ello, la República iba a poner en juego una gran cantidad de medios y soldados. Allí tendría lugar, la que posiblemente haya sido, la mayor batalla que jamás ha ocurrido en territorio español. Cerca de 200.000 soldados se iban a enfrentar en una terrible batalla de desgaste, que contaba con las mejores divisiones de los dos ejércitos.

Los planteamientos de la batalla dentro del bando nacional siempre han sido motivo de discusión. Casi todos los historiadores consideran que Franco permitió deliberadamente que los republicanos avanzasen para luego aislarlos: el bando nacional fue reaccionando a lo que iba sucediendo, pero no intentó influir en sus resultados. Sea como fuese, el cruce del río y el avance del Ejército del Ebro se produjeron en un período de seis días, al final de los cuales las fuerzas republicanas estaban a las puertas de Gandesa. Y los nacionales necesitaron tres meses y medio de duras ofensivas para recuperar el territorio perdido.

Al respecto, existían informes -sobre todo de las fuerzas italianas- que hablaban de una concentración de tropas republicanas y avisaban de un posible ataque. Al respecto, hay dos posturas entre los historiadores sobre por qué no se produjo una reacción a tiempo. Una serie de historiadores señalan que simplemente fue un error; otros historiadores afirman que Franco no quería incomodar a los franceses con la concentración de tropas cerca de la frontera.

3- La batalla

Como es sabido, la batalla del Ebro tiene lugar entre el 25 de julio y el 16 de noviembre de 1938 en el tramo del valle del Ebro comprendido entre Amposta y Mequinenza. En total, unos 60 kilómetros de frente.

La noche del 24 al 25 de julio fue oscura, por lo que la luna no iluminó los movimientos de avance de las unidades republicanas. El ataque comenzó a las 00:15 horas. Las órdenes oficiales hacían hincapié en la necesidad de actuar por sorpresa, deprisa y con determinación. La intención era avanzar sin enfrentarse con los puntos fuertes defensivos de los nacionales, y lograr una cabeza de puente.

La ofensiva la iba a realizar el Ejército del Ebro, evolución del famoso Quinto Regimiento comunista. Su jefe, Modesto, era comunista, lo mismo que sus jefes de cuerpo Lister y Tagüeña, sus jefes de división y brigada, y la mayoría de sus mandos y tropa.

Centenares de botes de maderas e hinchables fueron lanzados al agua, y las tropas cruzaron remando en silencio hasta la otra orilla. Al mismo tiempo se colocaron ligeras pasarelas de madera sobre flotadores de corcho que permitieran el paso de soldados en fila india hasta el otro lado del río. En el sector del XV Cuerpo, en Ribarroja, la compañía de ametralladoras del 121.ᵒ Batallón fue la primera en comenzar el cruce. En la misma zona, la 226. ͣ Brigada Mixta estaba en posición, y más al norte, la 227. ͣ Brigada y elementos de la 59. ͣ estaban preparados para llevar a cabo la maniobra secundaria hacia el interior de la bolsa Fayón-Mequinenza. El ataque se inició con unos 100.000 efectivos del Ejército Popular desde la orilla norte del rio contra 90.000 efectivos del ejército nacional.

El frente tenía una longitud enorme y Yagüe era consciente de que no disponía de fuerzas suficientes para repeler el envite cerca en la misma orilla del rio. Estaba dispuesto a retroceder y neutralizar el posible ataque a una distancia prudencial. Pero necesitaría tiempo para la maniobra de sus reservas y llevarlas a los puntos requeridos por el ataque republicano.

La 35ª División del V Cuerpo de Ejército de Manuel Tagüeña ocupó el margen izquierdo del rio desde Mequinenza hasta Ginestar, unos 65 km., dejando a sus divisiones 3ª y 42ª en reserva. En este tramo el rio tiene una anchura entre 100 y 150 m y una profundidad de hasta 5 metros. En el resto de la orilla izquierda, desde Ginestar hasta el Mediterráneo, estaba desplegada en un primer escalón, la 45ª División. Del V Cuerpo de Ejército de Lister y permanecían las divisiones 11ª y 46ª en la reserva.
Los nacionales estaban desplegados a lo largo del margen derecho del Ebro. Parte integrante del Ejército del Norte, el Cuerpo de Ejército Marroquí, era el responsable de mantener la posición desde la confluencia del rio Segre con el Noguera Ribagorzana y la costa. El general Yagüe dividió el inmenso territorio en tres sectores: sector del Segre, Sector de Gandesa y el sector del Bajo Ebro. En el Cuerpo de Ejército Marroquí, Franco había incluido cuatro divisiones, la 13ª, la 40ª, la 50ª y la 105º División. Las 50ª y 105ª División, se había incorporado recientemente al ejército de Yagüe. La 13ª División estaba desplegada en la zona del Segre. Y en éste sector del Segre, a la 40ª le correspondía la franja norte del Ebro. Gandesa estaba protegida por la 50ª División. Y la 105ª División, estaba encargada del sector del Bajo Ebro. Tanto Gandesa como el bajo Ebro, fueron las zonas de paso del ejército popular.

Además, Yagüe, había organizado sus tropas en subsectores desde Mequinenza hasta Amposta. Por ejemplo, el sector de Gandesa, estaba dividido en cuatro subsectores: Mequinenza-Fayón , Fayón-Ascó, Ascó - Miravet, y Miravet – Cherta. El sector del bajo Ebro, lo dividió en el Subsector de Tortosa y el de Amposta.
Reconstrucción del paso del Ebro

Yagüe logró contener el ataque inicial gracias a la división 13 de Barrón, dando tiempo a la llegada de refuerzo desde otros sectores. Los dos ataques de diversión, al norte y al sur, fueron fácilmente neutralizados; pero no así el ataque principal.

El plan de Vicente Rojo implicaba a los dos Grupos e Ejércitos, pero solamente intervino el Grupo de Ejércitos de la Región Oriental (GERO). Consistía en una acción principal y dos secundarias de distracción. La acción principal, consistía en cruzar el rio y establecer, en una primera fase, una cabeza de puente en la orilla occidental del Ebro. Los objetivos principales eran conquistar los pueblos de Fayón , Batea , Benifallet y la sierra de Padols. Durante esta primera etapa, el objetivo era el traslado del mayor número de soldados a la otra orilla mediante embarcaciones ligeras. El avance de las tropas se haría en dirección Fatarella, Venta de Camposines, Gandesa y Pinell.

Durante la segunda fase de la acción principal, se realizaría el avance hasta la línea Villalba de los Arcos-Gandesa-Sierra de Padolls; para continuar avanzado, en la tercera fase de la ofensiva, hasta la línea Maella-Valdetormo-Moroyo-Catí, donde se produciría el encuentro con el CERC.

Las acciones secundarías, simultáneas a la principal, tenían como principal objetivo desviar fuerzas del enemigo; una se desarrolló al norte, y otra al sur. Además de lo anterior, Rojo también planificó otra ofensiva previa: el Ejército del Este atacaría Sort unos días antes de la operación principal
Frente a Mequinenza, cruzaron tres batallones de la 226 brigada de la 42ª División. Consiguieron tomar una batería con todos sus recursos humanos y materiales; pero Fayón no terminó de caer en manos republicanas.

En cualquier caso, el objetivo principal de la operación era la localidad de Gandesa, donde se tenía previsto desplegar una sólida cabeza de puente. La 35ª División del XV Cuerpo de Ejército de Tagüeña, fue la elegida para llevar a cabo dicha misión. Sus movimientos se iniciaron cerca de las 3 de la madrugada. Cruzó el rio por cuatro puntos. La 31ª Brigada por Ribarroja, ocupando el pueblo y tomando prisionera a la guarnición. Progresaron en dirección a la Fatarella. La 33ª Brigada pasó por Flix, tomando el pueblo y la guarnición. Entre Flix y Ascó, cruzó la 11ª brigada de la 35ª División, tendiendo una pasarela para que pudiera pasar la 15ª División. Ambas divisiones tomaron Ascó con apoyo artillero. Por último, la 13ª brigada de la 35ª División cruzó el Ebro al sur de Ascó, dirigiéndose rápidamente hacia Camposines. Corbera cayó por la tarde, continuando el avance durante todo el día hacia Gandesa. Al anochecer llegaron las tropas populares de la República a las inmediaciones de esta localidad.

El V Cuerpo de Ejército, cruzó el rio al sur del XV. Por Illetas cruzaron las brigadas 1ª (para envolver Mora del Ebro), 9ª y 100ª (atacarían los dos Miravet) del la 11ª División. La 10ª brigada de la 46ª División, pasó por Benifallet, encargándose de construir un puente, por donde pasaron las brigadas 37ª y 101ª. Las unidades de la 46ª avanzaron por la sierra de Pandols y las de la 11ª División, ocuparon Pinell ascendieron pos la sierra de Caballs. La 14ª brigada internacional de la 45ª División cruzó el rio frente al sector de la 105ª División de los nacionales. Los nacionales terminaron rápidamente con el intento, lo que provocó la retirada de lo que quedaba de la 14ª brigada, que huyeron al otro lado del rio, cruzándolo a nado.

El día 26 comenzaron los nacionales a bombardear los principales pasos del Ebro. Estas acciones causaron muchas bajas y retrasaron mucho el paso de más fuerzas republicanas. También abrieron las compuertas de los embalses que controlaban, terminando con las pasarelas y puentes tendidos al comienzo de la ofensiva. Al anochecer, el Ejército del Ebro, había alcanzado los objetivos previstos en la “primera fase”, pero la situación se estabilizaría ahí y ya no se progresaría más.

El ejército de Franco reaccionó desplegando las reservas del Cuerpo de Ejército Marroquí la noche del 25 y mañana del 26. El objetivo era impedir que los republicanos tomaran Gandesa y con este objetivo, la 16ª Bandera de Legión, alcanzó Gandesa en mismo día 25. Una vez utilizadas todas las reservas disponibles en la contención de la ofensiva republicana, el Cuartel General del Generalísimo ordenó el deslazamiento de más unidades, desde el Levante al campo de operaciones de la Batalla del Ebro.

Estas últimas unidades estaban luchando en la ofensiva de Levante, lo que estaba escrito en el guión inicial de Vicente Rojo: parecía que los hechos comenzaban a seguir el plan ideado por el Jefe de Estado Mayor del Ejército de la República.

Durante los siguientes días, los nacionales fueron acumulando más recursos y los republicanos tuvieron que contentarse con lo logrado el primer día de la ofensiva. El 3 de agosto, el Ejército del Ebro pasó a la defensiva.

Los republicanos tenían a su favor la posesión de todas las alturas que dominaban el escenario de la batalla, que los nacionales se habían dejado arrebatar en un solo día, y que tardarían 4 meses en recuperar.

Franco decidió que Ejército del Ebro embolsado al oeste del rio retrocediera siguiendo el recorrido de vuelta al otro lado del Ebro y que continuara su retirada hasta Cataluña. La primera acción estuvo asignada a la 82ª división., y tenía como objetivo batir en la cabeza de puente Mequinenza-Fayón a la 42ª División, que se encontraba aislada de la acción principal tras fracasar y no alcanzar sus objetivos. Esta acción comenzó el 6 de agosto y terminó al día siguiente con gran éxito para los nacionales.

La ofensiva sobre la sierra de Pandols quedó neutralizada por los republicanos. El control de las cresta de la sierra de Pandols quedaba de momento distribuidas entre los dos bandos.
Una vez vista la dificultad, y que el Ejército del Ebro estaba bien fijado, sin intención de retroceder, Franco decidió que el Cuerpo de Ejército Marroquí, atacara sobre el sector de Villalba con todos sus efectivos. Se iba a preparar la acción con la utilización de intensos medios artilleros, blindados y aéreos. El vértice de Gaeta cayó el día 22. Las fuerzas nacionales continuaron en su avance, pero poco a poco se fueron agotando, lo mismo que las fuerzas republicanas.

Ataques y contraataque se sucedieron día tras día, desarrollandose una terrible guerra de desgaste para ambos bandos. Los avances de las tropas de Franco por el norte habían quedado detenidos, au que les quedaba el Centro para seguir avanzado, con dos cuerpos de Ejército: el del Norte y el del Maestrazgo.

El ejército del Ebro mantenía sus posiciones y estaba clavado al suelo. La imposición de una disciplina durísima por sus mandos comunistas, Modesto, Tagüeña y Líster, estaba dando sus frutos en posiciones defensivas muy bien cubiertas. Frente a ellos, Franco siguió con su plan de conquista palmo a palmo el terreno ocupado por el enemigo, costase lo que costase. Ambos bandos hacían rotar las fuerzas. El desgaste fue brutal, pero las consecuencias terminarían Antes con los últimos recursos militares de la República.

La responsabilidad directa de la ofensiva final sobre la sierra de Caballs la tuvo García Valiño con el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo. Contó con la 4ª División ( Cuerpo de Ejército Marroquí) de Alonso Vega, 82ª División (Cuerpo de Ejército Marroquí) de Delgado Serrano, la Primera División de Navarra de Mohamed ben Mizzian, la 74ª División de Arias Fernández, con la 84ª y 13ª de Reservas.

El 30 de octubre, tras una contundente preparación del terreno, el Cuerpo de Ejército del Maestrazgo de García Valiño, atacó el sector defendido por el V Cuerpo de Ejército de Líster. La lluvia de proyectiles, obuses y bombas que cayó durante tres horas, obligaba a los hombres de la 130ª brigada de la 43ª División a permanecer a cubierto sin poder hacer frente a lo que se les venía encima, que era la Primera de Navarra al mando del coronel Mohamed ben Mizzian. Al finalizar el día , la 1ª de Navarra dominaba gran parte de la sierra de Caballs.

Durante la noche del 1 al 2 de noviembre, el coronel Galera, oficial que al estallar la guerra era comandante de Regulares, asaltó las alturas de Pándols, la única cota de terreno que quedaba en manos de la República. Y el día 2 de noviembre, todas las alturas de la sierra de Caballs quedaban libres de fuerzas republicanas.

El 3 de noviembre, los nacionales continuaron avanzando a través del Pinell, llegando al Ebro. El flanco derecho del ejército de Franco terminaba así de alcanzar sus objetivos. Mientras, enfrente el V Cuerpo de Ejército de Líster había sido completamente derrotado y dividido sus restos; y el XV Cuerpo de Ejército de Tagüeña aún resistía y protegía a la división de Líster en su huída al atravesar del Ebro.

El día 7 caía Mora la Nueva, situada en el margen izquierdo del Ebro. Un ataque masivo sobre el monte Picosa hizo que caer este sector completo, quedando para los republicanos claro que la batalla estaba ya perdida.

El 10 de noviembre, en plena retirada, quedaban sólo seis baterías republicanas al oeste del rio Ebro. Fueron abandonadas debido a la atropellada huída del Ejército del Ebro. El 11 de noviembre, los nacionales toman el cruce de Camposines. Y el día 14 cae en manos de las fuerzas del general Yagüe el pueblo de la Fatarella, situado en la loma de un monte. Durante la noche del 15 al 16, los últimos contingentes republicanos repasan el rio Ebro por los puentes de Flix y Ribarroja.

En la mañana del 17 todas las localidades al sur del Ebro están en manos de Franco, y el día 18 Yagüe entra en Ribarroja, última cabeza de puente del ejército republicano. Con un enorme desgaste y con las tropas exhaustas, los nacionales habían conseguido sus objetivos.
El Tercio de Montserrat en Villalba de los Arcos

4- Consecuencias

Los republicanos fracasaron finalmente en su ofensiva, y decidieron retirarse allí por donde había iniciado la ofensiva. La batalla del Ebro fue mucho más que una simple ofensiva del Ejército del Ebro sobre el Cuerpo de Ejército Marroquí del general Yagüe. Cuando las tropas de Lister abandonaron la orilla derecha del Ebro, la imagen es dantesca y definitiva: no se perdía la batalla, sino que era ya evidente que se perdía la Guerra Civil y la propia II República.

Los recursos que perdieron los republicanos en la batalla nunca volverían a tenerlos. Después del Ebro, los republicanos retrocederían irremediablemente ante las tropas nacionales hasta su rendición final, y ya nunca más volverían a tomar la iniciativa. Con excepción de Negrín, muchos miembros del gobierno vieron inútil continuar con el horror de la guerra civil.

El número de bajas, unas 100.000, la mitad de cada ejército. Sobre el terreno quedaron 15.000 muertos, en unas imágenes sobrecogedoras, aviones derribados, tanques destruidos. La batalla del Ebro, pasará a la historia como la mayor y más sangrienta batalla de la Historia de España.

Bilbliografía 

  • ALONSO BAQUER, Miguel, El Ebro. La batalla decisiva de los cien días, La esfera de los libros, Madrid, 2003.
  • CASAS DE LA VEGA, Rafael, Franco, militar, Fénix, Toledo (1995).
  • DÍAZ DE VILLEGAS, José, Guerra de Liberación, Editorial AHR, Barcelona, 1957.
  • GARCÍA- VALIÑO, Rafael, Guerra de liberación española. Campañas de Aragón y Maestrazgo, Madrid, 1949.
  • HENRY, Chris, La batalla del Ebro, Osprey- RBA, Barcelona, 2011.
  • LOJENDIO, Luis María de, Operaciones militares de la Guerra de España, Montaner y Simón, Barcelona, 1940.
  • MARTÍNEZ BANDE, José Manuel, La batalla del Ebro, Monografía nº 13 de la guerra de España, Librería Editorial San Martín, Madrid, 1978.
  • SALAS LARRAZÁBAL, Ramón, Historia del Ejército Popular de la República, Editora Nacional, Madrid, 1973.
  • SUÁREZ FERNÁNDEZ, Luis, Francisco Franco y su tiempo, Fundación Nacional Francisco Franco, Madrid, 1984.