Brunete: 1937 |
A los Nacionales les sorprendió la ofensiva sobre Brunete. El Sector Nacional frente a Vallecas estaba intensamente fortificado y no cedió; pero el Sector de Brunete era muy débil y su defensa se encomendaba a posiciones aisladas: lo guarnecían escasos efectivos al mando del Teniente Coronel Abelardo Mancebo Luque, que contaba para 20 Kilómetros de frente con dos Tabores de Regulares; dos Banderas de Falange; un Batallón; dos Compañías; doce piezas anticarros; dos Baterías y dos piezas más. A uno y otro lado del Sector la tercera Brigada de la 11 división Nacional, con 1.961 hombres entre las Rozas, Majadahonda y Boadilla del Monte. Al otro lado, de Peguerinos a Brunete, la segunda Brigada de la 71 División, con 1.641 hombres. Total unos 7.000 hombres para resistir el ataque de 90.000. El 5 de julio, víspera de la gran batalla, “ilustres espectadores” de la república llegaban al frente para el espectáculo y se reunían en la finca del Canto del Pico, en Torrelodones, Cuartel General de Miaja y Rojo: el jefe del gobierno, Juan Negrín López; el ministro de Defensa, Indalecio Prieto Tuero; la comunista Dolores Ibarruri Gómez La Pasionaria; varios ministros más y los “intelectuales” del II Congreso Internacional de la Cultura, convocado por sugerencia de la propaganda soviética.
Ese
mismo día 5 de julio, se desencadenaron fuertes ataques en todos los
frentes. Fueron muy intensos los de la Cuesta de la Reina, cerca de
Aranjuez, fácilmente rechazado por los Nacionales; y el de Albarracín,
donde los rojos lograron ocupar el pueblo, excepto los reductos de la
Catedral y el Cuartel de la Guardia Civil, liberados muy pronto por la
Brigada Móvil del Teniente Coronel Alfredo Galera Paniagua, que montó
tal contraataque que obligo a salir de Brunete al coronel Rojo el 13 de
julio. A las 22 horas del día 5 de julio se pusieron en marcha la 46
división de Valentín González El Campesino y a medianoche la 11 división
de Enrique Líster. Las dos grandes unidades comunistas se infiltran por
la noche: las brigadas de Líster toman Brunete con gran resistencia de
algunos núcleos. En Brunete sólo había 60 combatientes defensores. La 11
división avanza hasta cerca de Sevilla La Nueva pero tropieza con
Patrullas Nacionales que le hacen frente y avisan a su retaguardia. La
vanguardia de Líster detiene la ofensiva y vuelve a Brunete. Parece
increíble, pero no pasará ya de allí en toda la batalla.
Mientras
tanto la división 46 de El Campesino se estrella contra la Guarnición
de Quijorna, defendida por dos Centurias de la V Bandera de Falange de
Castilla; una Compañía del Tabor Ifni-Sahara; Voluntarios de la Falange
local y un Batallón del Regimiento de Toledo. La artillería roja
bombardeó duramente la Guarnición de Villanueva de la Cañada. El
Teniente Coronel Abelardo Mancebo, Jefe del Sector, logró escapar de
Brunete y dar la alerta al Cuartel General Nacional en Villa del Prado.
El 6 de julio, el General José Enrique Varela Iglesias, se hace cargo
del Sector y dirige la 13 División del General Fernando Barrón Ortiz. El
Teniente Coronel José Álvarez Entrena, con el Batallón de la Victoria,
detiene a Líster ante Villaviciosa y Boadilla, sin dejarle cruzar el
foso de Guadarrama. Por la izquierda la primera Bandera del Tercio fija
al enemigo a 2 kilómetros de Brunete. La 11 División Nacional, guarnece
la línea de los vértices Romanillos y Mosquito, que cubre el camino a
Boadilla y será el objetivo principal del enemigo durante toda la
batalla, pero nunca logrará alcanzarlo. Las resistencias decisivas de
los Nacionales han frenado al ejército popular, como demostramos en este
artículo.
Franco paraliza la ofensiva sobre
Santander y decide el envío al Brunete de las brigadas IV y V de Navarra
y al día siguiente ordenará el traslado de la Aviación. A partir de
entonces, y hasta su final, la Batalla de Brunete se convierte en una
terrible guerra de posiciones, la típica batalla de desgaste, con miles
de hombres que mueren de sed. El 8 de julio el General Carlos Asensio
Cabanillas toma el mando del Sector derecho con la División del
Guadarrama. Contra fuerzas abrumadoramente superiores siguen resistiendo
las Guarniciones de Quijorna y Villanueva del Pardillo. Llega Franco al
borde de la Primera Línea en Sevilla La Nueva y establece su Cuartel
General en la Dehesa del Rincón de Villa del Prado. Las brigadas
internacionales XIII y XV cruzan el foso del Guadarrama pero no logran
nada. El día 9 hay ya 150 aviones Nacionales sobre el frente; la
superioridad sigue siendo de la aviación roja, pero no la saben
aprovechar.
Franco ha ganado la batalla defensiva
por su capacidad logística: ha situado ya en el frente a 44 Batallones y
24 Baterías, para asombro del coronel Rojo que no había previsto tal
rapidez de traslado. Al día siguiente llega el General Eduardo Sáenz de
Buruaga Polanco con la 150 División; el enemigo está definitivamente
contenido. El 11 de julio se producen las últimas victorias
territoriales de los rojos: sucumbe la noche del 10 al 11 la Guarnición
de Villanueva del Pardillo, como en la tarde del día 9 había caído la de
Quijorna pero, como ya hemos visto, las resistencias decisivas de los
Nacionales salvaron el frente. El día 11 el teniente coronel Segismundo
Casado López releva a Enrique Jurado Barrio, jefe del XVIII cuerpo de
ejército rojo, que abandonó por agotamiento. Por su parte, la XV brigada
internacional queda desecha perdiendo incluso a uno de sus jefes, el
anglo-irlandés George Montague Nathan, antiguo miembro de los servicios
secretos británicos. La XIII internacional cae presa del pánico, se
niega a combatir, huye del frente en rebeldía, abandona el combate e
incluso tratan de desertar: parten dirección Galapagar desde donde se
dirigen a Madrid, por Torrelodones. Son detenidos en el Monte del Pardo,
reducida por fuerzas de orden público con carros de combate. La 11 ª
División de Líster tiene que ser relevada por la División 14 ante la
posibilidad de su derrumbe. En el encarnizado combate aéreo del día 12
son derribados 13 aviones republicanos y la caza Nacional logra el
dominio del aire. Habían llegado los modernísimos aviones alemanes de
caza, Messerschmidt Bf-109, y de bombardeo Heinkel He-111, que
inclinaron definitivamente la guerra en el aire a favor de los
Nacionales.
El día 13 de julio el Caudillo ordenó
una contraofensiva en Brunete para alcanzar Galapagar y El Escorial y
derrumbar el frente enemigo. Intervinieron las dos Brigadas de Navarra
IV y V y consiguieron desgastar todavía más al ejército popular. La
batalla es durísima. La cosa parece controlada por el Ejército Nacional,
pero el día 21 un impresionante ataque enemigo sobre Villafranca del
Castillo hace que Franco retorne a Villa del El Prado. Se ha encomendado
a Santiago Apóstol y, ese mismo día 21, dicta el Decreto nº 325 por el
que se reconoce a Santiago como Patrón de España, dada “la universal
significación que en el orden histórico tiene el Apóstol”. Es
impresionante ver como de nada sirve que los “confederales” de la XIV
División anarquista de Cipriano Mera Sanz tome el relevo en Brunete,
pues la ciudad cae en poder, el 24 de julio, de la 13 División Nacional La Mano Negra,
mandada por el General Fernando Barrón Ortiz, pero las Brigadas de
Navarra apenas consiguen progresar ante la durísima resistencia de los
flancos derecho e izquierdo del enemigo. El Generalísimo sabe que la
Batalla de Brunete es decisiva ya que, como repite a su Estado Mayor:
“el vencedor de Brunete será el vencedor de la guerra”. Se instala en la
finca “El Rincón” de Villa de El Prado y allí establece su Cuartel
General de Primera Línea, desde donde sale a diario para recorrer el
frente de forma arriesgadísima, a veces hasta los límites de la misma
“tierra de nadie”, como le llega a recriminar Varela. Uno de sus lugares
de observación será un caserón al norte del cementerio de Sevilla La
Nueva.
El forcejeo, durante dos semanas, ha sido
espantoso, bajo un calor y una sed insufribles. Hay cerca de cincuenta
mil bajas entre los dos bandos. El mismo día 25, día de Santiago, las
cosas están muy mal para el Bando Nacional. Se espera el descalabro
final y la batalla ya se da por perdida. Franco se retira a orar al
apóstol Santiago durante una hora y vuelve a Primera Línea. Y es el
mismo Franco el que le cuenta al Padre Ramón Sánchez de León, durante
unos ejercicios espirituales el 22 de marzo de 1967, algo
impresionante: de pronto, todos los combatientes, Saliquet y Franco
incluidos, a eso de las doce del mediodía pueden ver, con enorme
asombro, como aparece un Soldado a caballo. Algunos creen ver que lleva
debajo del casco una boina roja y que porta la camisa azul. Con bombas
de mano va destrozando, uno a uno, todos los nidos de ametralladoras
enemigas. Nadie comprende como ese “loco” puede sobrevivir y como no le
alcanzan las balas enemigas. Franco cuenta que su acción les hizo
avanzar posiciones y se atreve a decir que les ayudó a ganar la batalla.
Cuando acabó la lucha quisieron localizar a ese bravo soldado para
condecorarlo como merecía, pero nadie lo volvió a ver ni sabían nada de
él. Fue Saliquet el que comentó si no se habían dado cuenta que estaban
en el día de Santiago: “A mí esto me recuerda a lo que se cuenta de la
Batalla de Clavijo, cuando Santiago se apareció para ayudar a los
cristianos a derrotar a los moros en la Reconquista”, dijo Saliquet.
Franco le respondió que había una duda, pues no tenían claro si el
caballo que llevaba el “valiente soldado” había sido blanco… Tras la
Cruzada, Franco acudió muchas veces a la Catedral de Santiago de
Compostela a rendir homenaje al Apóstol.
Los
grandes especialistas de la Historia Militar de nuestra Cruzada, los
generales Ramón Salas Larrazábal y Rafael Casas de la Vega, y el coronel
José Manuel Martínez Bande, coinciden en el balance. La cifra de bajas
es terrible: cerca de 20.000 para los Nacionales, 30.000 para los
republicanos. Según el General Casas de la Vega: “De cada dos hombres
que tomaron parte en la batalla, uno resulto muerto, herido, enfermo o
prisionero”. Brunete fue un desastre del ejército popular de la
república: gano una franja pelada del terreno con dos o tres pueblos sin
importancia a cambio de una clara derrota en el objetivo estratégico.
BIBLIOGRAFÍA
- José Manuel Martínez Bande: La Ofensiva sobre Segovia y la Batalla de Brunete. Librería Editorial San Martín. Madrid-1972.
- Ramón Salas Larrazábal: Historia del Ejército Popular de la República. La Esfera de los Libros. Madrid-2006.
- Rafael Casas de la Vega: Brunete. Fermín Uriarte, Editor. Madrid-1967.
- Joaquín Arrarás Iribarren, Ciriaco Pérez Bustamante y Carlos Sáenz de Tejada: Historia de la Cruzada Española. (36 tomos en 8 volúmenes). Ediciones Españolas. Madrid-1939-1944.
- María del Pilar Amparo Pérez García, Pituca: artículos Santiago Apóstol en la Batalla de Brunete;y Santiago Apóstol en Villa del Prado; colgados en distintas páginas de internet.
Para saber más: CEU - El sitio de Madrid
Publicado en: FNFF