lunes, 23 de diciembre de 2013

CARLOS CABALLERO JURADO: "Diario de Guillermo en Rusia, 1942" de Guillermo Hernanz Blanco

Diario de Guillermo, Portada

TÍTULO: Diario de Guillermo en Rusia, 1942
AUTOR: Guillermo Hernanz Blanco.
RH+ Ediciones. Madrid, 2013,
ISBN: 9788461652631
Diario íntimo de un joven oficial de artillería, recién salido de la Academia de Segovia, que describe su historia personal, llena de amor, ilusiones, ideales, nobleza, compañerismo y... desilusiones. En suma, humanidad.  El texto, a pesar de la dureza de la situación en la que vive, se lee con avidez y con una sonrisa por los constantes rasgos de buen humor de Guillermo, que no se deja vencer por la adversidad, hasta que desaparece el 10 de febrero de 1943 en una terrible batalla en Krasny Bor, un pueblo en las proximidades de San Petersburgo (entonces Leningrado) como nos describe, en una carta que se reproduce en el libro, un amigo y compañero de Guillermo (César Muro) sin que, hasta hoy, se sepa a ciencia cierta lo que pasó.
Este es el texto que aparece en la contraportada de este curioso volumen que descubrimos gracias al Foro Memoriablau. Siempre alardeamos de que el Blau División está “bien informado”, pero hay que admitirlo, de la gestación de este libro no tuvimos nunca la más mínima noticia y nos ha cogido enteramente por sorpresa.

El libro ha tenido una pequeña edición “de papel” (se pueden pedir ejemplares en rh.positivo.ediciones@gmail.com) y se puede conseguir también  en formato digital, es decir, como e-book, a través de La Casa del Libro.

El libro sorprende porque salvo una muy breve, e incompleta biografía del teniente] Guillermo Hernanz Blanco (del Regimiento de Artillería), no tiene edición alguna, y contiene exactamente lo que dice en la contraportada, o sea el diario hasta octubre de 1942, pues el último cuaderno debió desaparecer con él en Krasny Bor, y una carta de César Muro, uno de los oficiales de su Batería, escrita a la familia tras su muerte.

El hecho de que no esté editado, ni siquiera anotado, al principio sorprende. Cuando publicamos en las páginas del Blau Division algún texto inédito, como sabéis, intentamos “anotarlo” al máximo, explicando quienes son los personajes que van apareciendo, a que hechos se está refiriendo, etc. Creemos saber hacerlo, y aun así se nos escapan errores. Pero hay gente que se lanza a la misma tarea desde el más absoluto desconocimiento. Por ejemplo, el “Diario de la División Azul. Un músico en el Frente Ruso”, salió hace poco, en Valencia. "Editado" por el nieto del divisionario que escribió ese diario, un historiador con título universitario, en la "edición" de ese texto demostraba que no tenía ni la más remota idea de lo que fue la DA, ni siquiera de lo que es "la mili"; y literalmente demostraba que no sabía leer. La reseña que se publicó en el Blau Division 648-649 os permitirá recordar lo ocurrido.

De tal manera la "edición" a cargo del nieto destrozó literalmente la obra del abuelo que la hace hasta antipática.

Así que aunque lo mejor es que el texto del diario de un divisionario sea editado (notas sobre lugares, personajes, etc...) esto solo debe realizarse si lo hace alguien que entiende del tema, de lo contrario puede ser incluso contraproducente. En este caso, se ha optado por publicarlo sin la más mínima anotación, y nos parece bien. Con la salvedad de que se han colado errores en la transcripción de palabras (por ejemplo: el teniente Pou Ferrer, al que se le transcribe el apellido como Fou.) Otro ejemplo es que en el  texto publicado aparece como II batería, con números romanos, la que en realidad es la  11ª Batería.

Pese a esos pequeños errores, este es un libro que se disfruta.  Por su tremenda sinceridad. Si, el joven teniente Hernanz era un enamorado incorregible. En plena guerra, su diario dedica muchas más paginas a la evocación de su amada que a la guerra que le rodea.  A veces dice claramente que quiere volverse a España... pero es en los días en que no hay acción. Para estar aburrido en Rusia, prefiere estar junto a su amada novia. Pero el libro deja claro, clarísimo, que pese a su enamoramiento absoluto, se va a Rusia convencido de su misión y de lo que va a hacer.

Es curioso analizar los párrafos teniendo en cuenta el estado anímico. Cuando llega al Depósito de la División, le causan muy mala impresión los voluntarios que ve allí. Alguien le dice que algunos han salido incluso de campos de concentración y él parece dispuesto a creerlo. Lo que ocurre es que el joven está en esos momentos con lo que ahora llamaríamos “una depre” por haberse alejado de su novia. Y lo subrayo, porque salvo en  ese momento de pesimismo inicial, en adelante solo habla estupendamente  de sus artilleros. ¿Quien le dijo la sandez de que allí, en el Depósito,  había incluso gente sacada de los campos de concentración? Pues la misma persona (o el mismo tipo de persona), que le dijo directamente a él "¿Tan desesperado estás como para irte a Rusia?"

Si, para nuestra derechona, lo de la DA era una cosa de chalados, o de esos rojos encubiertos que eran los falangistas, con lo bien que se podía quedar uno en España haciendo algún "estraperlo". ¿Cómo iban a entender que un joven teniente, recién salido de la academia -por tanto ya con futuro asegurado- se vaya a Rusia si además está enamorado... Mucha gente no lo sabe, pero quien inventó lo de que a la DA iban indeseables fue nuestra más rancia derechona.... El joven teniente repite una y otra vez que quiere escribir un diario de guerra, y finalmente habla sobre todo de su amada. Puede resultar frustrante para quien crea que la guerra sean hazañas tras hazañas, actos heroicos tras actos heroicos... No, el diario nos da una visión muy realista de lo que es la vida en campaña: largos días de aburrimiento, mucha hambre, sensación casi claustrofóbica de vivir encerrado en un pequeño espacio. Quizás la autentica grandeza del soldado esté en aguantar tanta rutina, tanto aburrimiento, tanta incomodidad, tanto hambre... Porque a la hora de ser héroe, eso es un minuto. Y nuestro diarista igual reconoce que tiene miedo a veces que afirma en otras que no lo tiene. Real como la vida misma.

Otro detalle de extraordinario realismo: como critica a los mandos. En todo grupo jerarquizado se raja de quien está arriba, pero "en la mili"... creo que más que en ningún sitio. Como la disciplina es y debe ser total, el desahogo de “rajar”. Algunos de esos "rajes" se los dedica al mismísimo general Muñoz Grandes, idolatrado por los guripas.... pero más bien todo lo contrario por los oficiales. Naturalmente, esos "rajes" no tienen valor alguno como fuente histórica, son macutazos, etc.; su valor está en que revelan la genuina psicología del que está metido en una posición de combate. Pero repito, lo emocionante de este libro es que, pese a la “morriña” que tiene de su novia, sus “piques” con mandos, etc., se le ve con unas ganas locas de combatir. El día que pega tiros con su batería está más feliz que nadie. Y tiene muy claro porque ha ido a Rusia aunque -para entonces ya ocurría- sea consciente de que mucha gente no entiende que hacen allí. Otro detalle de extraordinario realismo, tan eficaz para que entendamos la vida diaria del soldado: la importancia que el diarista le da al Feldpost. El autor llega a decir que es más importante que la munición.  Hay aquí, claro, algo -bastante- de exageración pero es una muestra extremadamente grafica de la importancia que para el combatiente tenía el correo que recibía.

Es esta una obra de extraordinaria sinceridad. Con las limitaciones -de subjetividad- inherentes a un diario. Pero fantástica para recordar como sentían pasar los días nuestros hombres. El fortísimo sentimiento religioso del autor salta a la vista una vez y otra: una prueba más de cuan exacto ha sido el análisis que Pablo Sagarra hizo en Los Capellanes de la DA.

Un libro de amor, melancolía y guerra. Un libro muy triste a veces, pero recomendable y emocionante por ajustarse al perfil humano real de los combatientes.

Sabemos que hay muchos más diarios como este; y también muchas colecciones de cartas. ¡Ojalá sean muchos más los diarios y las colecciones postales que aparezcan!

Carlos Caballero Jurado

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