sábado, 5 de abril de 2014

SIGFREDO HILLERS DE LUQUE: Lutero y los judíos

Hugo Vogel: Martín Lutero predicando en el Castillo de Wartburg
Hugo Vogel: Martín Lutero predicando en el Castillo de Wartburg

A título de curiosidad histórico-religiosa


Apuntes comparativos con la España de la Inquisición… Hace algún tiempo localicé un libro escrito por varios autores judíos sobre los siglos de historia de los judíos en Alemania, en cuyo texto  figuraba la portada de un libro escrito por Martin Lutero en 1543: “Von den Juden und jren Lügen” (“De los judíos y sus mentiras”). N.B. Para quienes conozcan algo de Alemán otra “curiosidad ortográfica” el actual “ihren” (sus), se escribía “jren”.

No es la edición original de 1543 sino una reedición del s.XVII. La ilustración de contraportada: otra “curiosidad” añadida. Un grabado de 1642 (¡todavía no existía la fotografía, claro!) de los motines y saqueos (“pogrom”) en una ciudad alemana en 1614 contra la población judía. Así pues, casi un siglo después del libro de Lutero.

Recordemos que esos “sucesos” (matanzas; saqueos contra los judíos) no se producen en España desde el Edicto de los Reyes Católicos de 1492 (antes, sí).

Intenté adquirir alguna reedición del libro de Lutero. Imposible. Parece ser que los luteranos no están muy orgullosos de su fundador y prefieren no reeditarlo; no airear sus ideas y “soluciones” respecto a los judíos.

Buscando y rebuscando he tenido la suerte de localizar la obra de un erudito profesor alemán de la Universidad Humboldt de Berlin[1]. Su largo nombre: Peter von der Osten-Sacken: “Martin Luther und die Juden” (“Martin Lutero y los judíos”), donde recoge no sólo pasajes literales del libro de Lutero, sino que además lo “adorna” con las abundantes “clases prácticas” de Lutero sobre este tema, en sus años posteriores al libro. Ya de entrada un pequeño detalle o dato anecdótico del autor: Cuando se refiere a Lutero, en señal de respeto, casi siempre le denomina “el Reformador” (der Reformator).
No voy a transcribir ni a resumir este interesante libro, que todavía no he terminado. Me limitaré a presentar aspectos que suponen verdaderas “novedades” o “sorprendentes hallazgos” –al menos para mí.

De entrada, es necesario matizar a la hora de hacer comparaciones entre la España de los Reyes Católicos-Carlos V-Felipe II y la Alemania de Lutero y siglo posterior. Sobre la pretendida “persecución de los judíos en España” y los pretendidos “horrores de la Inquisición”. Es curioso (a pesar de la “leyenda negra”) señalar que el Edicto de los Reyes Católicos de 1492 planteaba una disyuntiva forzosa a los judíos residentes en España: o bautizarse como católico o salir de España. No existen datos estadísticos. Por lo general, se afirma que fue mayor el número de los judíos que prefirieron abjurar de su religión y quedarse en España, a los que prefirieron marcharse con todos sus inconvenientes…

N.B. Todavía recuerdo una “carta al Director” (ABC) hace unos 40 años del falangista Rafael Luna Gijón, recientemente fallecido, (que había investigado el origen de sus apellidos), declarándose descendiente de judíos conversos y manteniendo la afirmación de que el número de judíos “conversos” fue superior al de los judíos “expulsados” por su propia voluntad.

Otro dato histórico irrefutable: la familia de Sta. Teresa de Ávila (Cepeda y Ahumada: curiosamente recuerdo a mi antiguo Jefe de la Centuria de Montañeros de la G. de F., Manuel Cepeda, recientemente fallecido también, que presumía de que Sta. Teresa era “prima” suya). Los padres de Sta. Teresa –lo cuenta ella misma- eran judíos conversos, de sólida espiritualidad católica, muy en especial su madre, pero también, en buena parte, su padre. El padre, de rancia familia judía en Toledo, decide trasladarse a Ávila precisamente por ese motivo, i.e. para romper sus “lazos familiares” con el judaísmo.

La Inquisición española desde 1492, no actúa contra los judíos, sino contra los falsos “conversos”, i.e. contra los judíos bautizados en el Cristianismo, pero que seguían practicando secretamente la religión judía. En cuanto a las “terribles torturas” de las cárceles de la Inquisición, que se “conocen” en el extranjero a través de los truculentos e imaginados relatos del novelista norteamericano Edgar Allan Poe, baste señalar que cuando un acusado en los tribunales civiles era condenado a pena de cárcel, solía pronunciar a voz en cuello una sarta de blasfemias para que el presidente del tribunal ordenase que –como blasfemo anti-cristiano- cumpliese su condena en una cárcel de la Inquisición. Esa era la treta del reo condenado, ya que el trato en las cárceles de la Inquisición era mucho más benévolo.

El caso de Lutero, por el contrario, en la Alemania del s. XVI, no es una animadversión total contra los “conversos” o cripto-judíos, sino directamente contra los judíos practicantes de la religión judía, empezando por los rabinos.

Lutero no toca “de oídas”, aunque su fuente principal es un libro de Anton Margaritha (1530), un judío converso, hijo de un rabino prominente de la importante ciudad alemana de Ratisbona (Regensburg, donde nació Juan de Austria, hijo de Carlos V y Bárbara Blomberg, como sabéis. Los alemanes le han erigido una gran estatua, con un gran pedestal, en una céntrica calle de esa ciudad). Según algunos historiadores Antonius Margaritha era de origen sefardí, i.e. judíos hispanos.
Se registran varios encuentros suyos, más bien confrontaciones dialécticas públicas, con rabinos y eruditos del judaísmo en diversas localidades alemanas. Antes (como fraile agustino) y después de la Bula Papal de excomunión del 3.1.1521 de León X. Inicialmente Lutero creía que era posible la conversión o cristianización de los judíos. Posteriormente llega a la conclusión de que era imposible… y se pregunta ¿Qué quieren que hagamos nosotros los cristianos con este pueblo maldito y réprobo? Lutero está convencido de que Dios N.S. en su justa ira, los ha entregado al demonio, por su dureza de corazón, castigándoles con una ceguera (Blindheit) total y desquiciándoles (Wahnsinn). Lutero concluye que los judíos, con sus blasfemias y su malvado comportamiento “se han merecido la ira de Dios (Gottes Zorn) y se han condenado”.

Y añade en otro pasaje: “Este pueblo dejado ya de la mano de Dios… está poseído por el demonio… y por su legión de ángeles caídos…   de forma que ya no saben hacer otra cosa que mentir, difamar, blasfemar y comportarse de mala fe (böswillig sein)

Como buen alemán, Lutero en su libro de 1543, no se limita a una crítica global contra los judíos sino que “desmenuza” o analiza por separado su “pliego de cargos”. Así p.e. en el apartado “Sus mentiras contra las personas” especifica Lutero a modo de subtítulo: “…lo que mienten de la persona de nuestro Señor, ítem, de su querida Madre y de nosotros y de todos los Cristianos”.

N.B. Un leve comentario. Como quiera que en Alemán, todos los sustantivos se escriben con inicial mayúscula, cuando Lutero escribe “de nuestro Señor” (…unsers HErrn”) lo escribe siempre con doble inicial mayúscula.

También es interesante destacar la defensa de la Stma. Virgen por parte de Lutero frente a los judíos. No es ningún “lapsus”. Hasta tal punto que algunos rabinos y eruditos del judaísmo, analizando los planteamientos doctrinales de Lutero “detectan” en ellos un enfoque no solo “cristológico” sino también “mariológico”. Aunque bien pudiera ser que tal “acusación” la hacían con evidente “animus injuriandi”.

En otro epígrafe de su libro, cuando Lutero hace hincapié en el grave delito de los judíos de blasfemia, destaca que es habitual en los escritos de los rabinos alemanes el calificar a la Stma. Virgen de “prostituta” (literalmente y sin entrecomillado) y a su divino Hijo, Jesús, de “bastardo” e incluso –literalmente y sin entrecomillado- de “Hurenkind” (hijo de p.). En efecto, así de claro y rotundo, porque al no admitir a Jesús como Dios, ni su nacimiento obra del Espíritu Santo, afirman que es fruto del adulterio (sic) de una mujer judía (María), desposada con un hombre judío (José), jactándose de saberlo ellos mejor que los cristianos al ser ellos mismos también judíos.

Con tales “antecedentes” no es de extrañar que en determinados momentos se desate la furia de Lutero contra los judíos y aparte de calificarlos de “blasfemos” y “embusteros”, en otros pasajes de su libro los calificará de “gusanos”; “sucios cerdos”, “perros” y “groseros asnos”… si bien nuestro erudito profesor de largo apellido (“O-S” digamos para abreviar) cita en Latin y a pié de página estos epítetos de Lutero (v.gr. “canes”; “crassi asini”).

N.B. En cuanto a la forma de denominar Lutero a la Stma. Virgen, siempre lo hace uniéndolo al nombre de Jesús; N.S., i.e. “su amada Madre” (liebe Mutter), en tanto que nuestro erudito historiador (O-S) también a veces la denomina “Virgen Maria” (Jungfrau Maria), sin anteponer nunca, por supuesto, el adjetivo de “Santísima”.

Lutero dedica en su libro otro epígrafe a las “blasfemias” de los judíos contra la Fe cristiana. Acusa a los judíos de su “tozudez doctrinal” al negarse a reconocer la divinidad de Jesucristo, N.S.; y a querer reconocer que Él era el Mesías anunciado en el Antiguo Testamento, etc.

Sin embargo, con este libro y sucesivos escritos, ciclos de conferencias y predicaciones desde el púlpito en sus iglesias “reformadas”, Lutero no se limita a denunciar las mentiras, las blasfemias de los judíos contra “Dios nuestro Señor”; “su querida Madre” y los Cristianos, amén del  envenenamiento que realizan a diario contra nuestra “Fe cristiana”. Dirigiéndose a la “Superioridad” (Obrigkeit) i.e. a la autoridad civil, ya que Lutero desde 1521 ya no reconoce ninguna autoridad eclesiástica (ni al Papa ni a sus Obispos), Lutero exige que se ponga remedio a esta situación. Veamos en síntesis cuáles son las medidas o “soluciones” que propugna Lutero. Antes de leerlas, el amable lector hará el favor de hacer un repaso mental de las medidas adoptadas por los Reyes Católicos en 1492 en España respecto a los judíos y posteriormente por la Inquisición española bajo los reinados de Carlos V y Felipe II.

- Quema (Verbrennung) de todas las sinagogas.
- Destrucción (Zerstörung) de las casas de los judíos.
- Internar (albergar) a todos los judíos “bajo un solo techo o en un establo”, “como a los gitanos”, añade Lutero
- Incautación de sus libros de oraciones, incluso el Talmud.
- Prohibición de celebrar en público sus ceremonias religiosas
- Prohibición de pronunciar el nombre de Dios delante de fieles cristianos
- Prohibición de la enseñanza a los rabinos
- Prohibición a los judíos de realizar préstamos con interés.
- Expropiación de todos sus bienes.
- Trabajo manual obligatorio para las jóvenes judías (en otro pasaje añade: “y también para los jóvenes judíos”).

Y como consecuencia de todas estas medidas, Lutero concluye que es necesario separar a los judíos de los cristianos y, por lo tanto, “han de ser expulsados de nuestro país” (“und sie aus unserem Lande vertrieben werden”). Con lo cual sobrarían muchas de las medidas exigidas por Lutero contra los judíos, añadiríamos nosotros.

Todas estas medidas o “soluciones” exigidas por Lutero contra los judíos residentes en la región alemana donde él vivía, no es fruto de un “arrebato de cólera” sino algo muy pensado y meditado hasta el punto de que añade como colofón: “…Y si no bastasen todas estas drásticas o despiadadas medidas, habrá que cazarlos como a perros rabiosos”  (“… so seien sie wie die tollen Hunde zu verjagen”). En otro de sus escritos, Lutero concluye su planteamiento: “Drum immer weg mit ihnen”  (“Así pues, fuera con ellos”).

Sorprendentemente la única “ayuda” o “vía de escape” para los judíos que a Lutero se le ocurre y ofrece,  es la conversión a la fecristiana (sic). Curiosamente  la solución que 50 años antes, en 1492, se les había “ocurrido” a los Reyes Católicos. Ni que decir tiene que a nuestro erudito profesor ya citado (“O-S”) ni se le pasa por la imaginación mencionar tal precedente en las 350 páginas de su libro de  apretado texto.
Emilio Sala: "Expulsión de los judíos"
Emilio Sala: "Expulsión de los judíos"
 
Algunos leves comentarios
Huelga señalar que a la muerte de Lutero, en Alemania se ha debatido muy ampliamente, a lo largo de los años, las drásticas medidas propugnadas o exigidas a la “Superioridad” (Obrigkeit) por Lutero, para ser aplicadas de inmediato a la población judía. Me limitaré a citar dos casos concretos que recoge en su libro el mencionado erudito profesor de largo apellido (O-S).

1) La matización o sutil disquisición que hacen los  “defensores” de Lutero, echándole un oportuno “capote” para que no le pille el toro del “anti-semitismo”, entre ellos nuestro mencionado erudito profesor (O-S), subrayando que en ningún momento Lutero convocó o animó a sus fieles seguidores a realizar “Pogroms” contra los judíos, si bien admitiendo que Lutero desde el púlpito predicó la extirpación o erradicación del Judaísmo (i.e. de las ideas, de la doctrina, y no de las personas)
Sin embargo, “O-S” silencia cómo esas “predicaciones” de Lutero eran entendidas y traducidas en actos/actuaciones por parte de sus fieles seguidores.Siguiendo el conocido dicho de que una imagen vale por mil palabras, lo vemos traducido o reflejado claramente en el acierto del editor del libro de Lutero “De los judíos y sus mentiras” (1543), un siglo después, colocando en la contraportada el grabado de un “progrom” en una ciudad alemana ocurrido en 1614 e históricamente probado. Sencillamente porque el ciudadano medio alemán de aquella época entendía e interpretaba que el objetivo de Lutero era la expulsión (Vertreibung) o la destrucción (Vernichtung), aniquilación de los judíos.

Aunque bien mirado mucho más lógico fue el Edicto de los Reyes Católicos de 1492, ya que la “expulsión” (o mejor dicho, el optar por marcharse de España) evitaba el mal mayor, i.e. la muerte/aniquilación de los judíos por parte de la población cristiana o “cristiana” si se quiere o  población o “populacho”, si también se quiere.

No obstante, a este respecto, debemos recordar la auto-crítica de ilustres historiadores españoles, incluso decididos partidarios y admiradores de Isabel la Católica, que consideran un “grave error” el Edicto de 1492, con la denostada “expulsión de los judíos” de España. Se silencia, sin embargo, que antes de 1492, en los diferentes Reinos de España, de forma periódica y con diversas “excusas” tenían lugar devastadores “pogroms” contra las comunidades judías. A título de referencia y no con carácter exhaustivo: 1066 judería de Granada; 1196 judería de León; 1230 en diversas juderías del Reino de León; 1328 judería de Tudela; 1348 en diversas juderías españolas –fruto de la ignorancia y del rencor “almacenado”- al atribuírsele injustamente a los judíos la devastadora “peste negra”; 1392 – “pogrom” de Sevilla (el más sangriento). Y que después de 1492 ya no hubo “pogroms” ni persecución alguna de los judíos, al haberse convertido al Cristianismo –y bautizado- los judíos que optaron por aceptar la disyuntiva ofrecida por los Reyes Católicos en 1492, dejando los numerosos casos de falsos neo-conversos o cripto-judios a juicio de la Inquisición. Hasta llegar a 1968 –bajo el Régimen de Franco, no se olvide- en que se autoriza la construcción de la Sinagoga de la c/ Balmes en Madrid, equivalente a decir, el restablecimiento de la práctica de la religión judía en España.
Después de la muerte de Lutero en 1546 (18 feb.), en contra de sus recomendaciones o exigencia a la Superioridad (Obrigkeit), no se adoptan las drásticas medidas exigidas por él contra los judíos ni tampoco, por supuesto, su expulsión de Alemania (o específicamente de Sajonia dentro del Sacro Imperio Romano-Germánico).

En los siglos XVI, XVII, etc. se siguen produciendo distintos y periódicos “pogroms”  contra los judíos, si bien no tan numerosos como en la Rusia zarista, hasta llegar a la Alemania del Régimen de Hitler (1933) con sus famosas leyes anti-judías, que se recrudecen durante el transcurso de la II Guerra Mundial. (Me remito al vol. II de mi obra “Derecho-Estado-Sociedad”… ¡y disculpen la auto-propaganda!)

2) Otra sutil matización es la relativa a la exigencia de Lutero, que siempre coloca en primer lugar en la lista de medidas a aplicar a los judíos, “la quema de las sinagogas” (Verbrennung der Synagogen).
Los ardientes defensores de Lutero afirman tajantemente que Lutero “se limitó” a exigir la quema de las Sinagogas, i.e. de los edificios, pero no con los rabinos dentro… ni siquiera habló de la quema de las casas de los judíos, sino de su destrucción o demolición ( Zerstörung). Sutil diferencia o matización.

N.B. Aquí nuestro erudito “O-S” utiliza la palabra latinizada o derivada del idioma inglés de “Differenzierung” en lugar de la palabra alemana más contundente de  “Unterschied”. Una forma de “disimular”.

Lo sorprendente del caso es que aquí, en esta controversia entre los estudiosos alemanes del judaísmo y luteranismo, nuestro erudito profesor (O-S) rebate a los “bien-pensantes” en favor de Lutero y cita frases literales de Lutero donde unifica la quema de Sinagogas con la quema de las casas particulares de los judíos alemanes. En una palabra, en este caso puede más en nuestro erudito profesor el prurito de la defensa de su erudición frente a sus colegas alemanes que la defensa del “Reformador” como él generalmente denomina a Lutero, o si se prefiere puede más en él, en este caso, la objetividad intelectual.

Un dato interesante que nos aporta nuestro erudito profesor de referencia, es la animadversión “natural” de la esposa de Lutero (del “Reformador”, casado como sabemos en 1525 con Catalina de Bora, una antigua monja exclaustrada). “O-S” nos transcribe el texto literal de una carta que Lutero escribe a su esposa en lo que luego sería su último viaje a la ciudad alemana de Eisleben, de donde él era natural, y donde tenía previsto pronunciar un ciclo de conferencias/predicaciones, y le relata que había sufrido una ligera indisposición; un fuerte resfriado antes de llegar a su destino. “Fue culpa mía (es war meine Schuld), dice Lutero, aunque de haber estado tú aquí seguro que hubieras echado la culpa a los judíos o a su Dios Jehová… porque en el pueblo anterior a Eisleben, me dicen que habita un gran número de judíos y quizás debieron soplar un fuerte viento gélido contra mí que me dejó el cogote helado”. “En la propia ciudad de  Eisleben ahora mismo tenemos 50 judíos viviendo en una misma casa, sobrepasando los 400 el número de habitantes”, concluye Lutero.

Finalmente Lutero pudo pronunciar las cuatro predicaciones programadas, que como subraya “O-S” fueron en realidad “predicaciones anti-judias” 2(Judenpredigten).  En la última de sus predicaciones, (15 feb. 1546, i.e. 3 días antes de su muerte), Lutero compara el caso de los judíos con la parábola evangélica del trigo y la cizaña, pero añadiendo: “Si los judíos no se corrigen, tampoco nosotros (los cristianos) tenemos porqué aguantarlos ni  soportarlos”.

Vamos a poner aquí punto y final al interesante –al menos para mí- relato sobre Lutero y su planteamiento respecto a los judíos. Ya digo anteriormente que me falta todavía casi medio libro de “O-S” por leer. Para hacernos idea del interés que tiene para el público alemán el “tema” de Lutero, indicar que me llega un catálogo actualizado (enero 2014) de una editorial/distribuidora holandesa (sic) titulado “Lutherana” con 185 obras hoy a la venta, de autores de diferentes nacionalidades (principalmente alemanes, claro está…), dedicadas monográficamente a Lutero.


[1] Destrozada casi totalmente en los bombardeos de la II GM Geográficamente, en el reparto de zonas militares, correspondió a los soviéticos. Reconstruida exteriormente en 1945-46 e “interiormente” después de la caída del “muro”, etc. Me gusta recordar que cuando todavía pertenecía al Sector Soviético, sede del Gobierno comunista (la Alemania “democrática” o DDR) tuve la inmensa suerte (mas que “el honor”) de poder pronunciar dos conferencias (en alemán), con coloquio incluido, una para profesores y otra para alumnos (seleccionados por las propias autoridades universitarias), etc

Sigfredo Hillers de Luque

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