domingo, 26 de enero de 2014

JOSÉ MANUEL LLEDÓ: Más estudios regionales sobre la División Azul

Falange en Andalucía

CÓRDOBA


Un buen amigo y suscriptor del BLAU [*] nos puso sobre la pista del libro titulado “La Falange Republicana en Andalucía, Guerra Civil, Movimiento y División Azul” hace ya bastante tiempo; pero nos ha costado lo suyo hacernos con un ejemplar. El autor es Francisco López Villatoro, y la edición corrió a cargo de la Asociación Cultural Cantamora (Córdoba, 2012). Gracias a tener el libro en nuestras manos nos enteramos que el autor ya ha editado antes un texto sobre Falange (“Los inicios del franquismo en Córdoba: FET de las JONS”, Córdoba, 2003).

En este volumen que ahora comento se analiza la creación y crecimiento de FE en Córdoba (y en general un poco por toda Andalucía), su papel en la preparación del Alzamiento, la creación de sus milicias durante la Guerra Civil… Hacia 1941 el entusiasmo falangista empezaba a decaer, pero reverdecería con la creación de la División Azul.

El estudio se centra fundamentalmente en analizar el “personal político”: quienes eran los falangistas, cuántos eran, donde estaban organizados y donde no, sus perfiles sociológicos, etc. Muy rico, por tanto, en datos biográficos.

Nos gustaría poder decir que López Villatoro ha estudiado con profundidad la División Azul en el caso de Córdoba, pero no es esa la realidad. Al tema le dedica el capitulo 6º. Lo deja bien esbozado, pero se queda muy corto, pues se extiende tan solo desde la página 277 a 294. También se le dedica a la DA el Apéndice 7º (pág. 321; Relación de oficiales y suboficiales cordobeses en la División Azul), y el mucho más amplio Apéndice 11º: “Relación de voluntarios cordobeses en la División Azul” (págs. 326 a 342).

En resumen, que nos ha sabido a poco, y esto es más triste porque, por otra parte, el autor aparece libre de prejuicios y tópicos y su breve texto es sin embargo más que bueno, de notable diríamos…


Tal vez el día

ARAGON


Justo lo contrario a lo que decíamos al hablar del libro de López Villatoro es lo que cabe decir del de Luis Antonio Palacio Pilacés, “Tal vez el día. Aragoneses en la URSS (1937-1977) El Exilio y la División Azul”, un mamotreto de dos volúmenes y un total de 1.263 páginas, editado por Comuniter Editorial (Zaragoza 2013), pero con demasiados tópicos y prejuicios.

La primera, en la frente. Hay que ser bastante poco objetivo para calificar a todas horas y en todas las paginas a Franco como un “déspota”, mientras que de Stalin se dice en 1937 era “férreo (…) pero todavía no se había generalizado la política de terror”. En una perspectiva comparada, Franco es una Hermanita de la Caridad comparado con Stalin, pero este incomodo hecho es soslayado por Palacio. Dicho en dos palabras: el autor es marcadamente simpatizante con la izquierda, lo cual a nosotros, “ni fu ni fa”: es su problema; salvo cuando le nubla la vista, que es muy a menudo. Como se lee en el mismo título, el libro no trata tan solo de los divisionarios, sino de todos los aragoneses que fueron a parar a la URSS, lo que incluye a los exiliados, a aquellos a los que el fin de la Guerra Civil pilló allí y no pudieron salir (pilotos,) y a los “niños de la guerra”. Para ser exactos, son seis los “colectivos” analizados: los pilotos republicanos (aunque fueron solo ocho aragoneses), los niños de la guerra (una docena); los aragoneses de la División Azul (de los que ha encontrado a más de 1.750); los de la Escuadrilla Azul; los exiliados, militantes del Partido Comunista; y los aragoneses que marcharon a trabajar en Alemania (no sabemos muy bien porque mete este grupo...) Como vemos, el grupo realmente extenso es el de los divisionarios… Siendo así que en definitiva son los divisionarios son y con mucho el grupo más extensamente representado, sorprende que en la bibliografía que dice haber utilizado el volumen de obras dedicado a la División Azul sea muy corto, así como que haya autores (Caballero, Negreira, Sagarra, y Torres) a los que ni cita. Es muy posible que los haya leído, así se deduce de ciertos párrafos, pero sabe que políticamente no es correcto citarlos, así que ni los nombra. Toda una declaración de principios por parte del autor.

También en cómo trata el tema de los grupos “no divisionarios” el autor está muy lastrado por su ideología. Pasa de puntillas por el hecho, que es absolutamente escandaloso, de que muchísimos de los que habían ido voluntariamente a la URSS a formarse militarmente durante la Guerra Civil acabaran en el GULAG (¿os imagináis que pondría si una parte de los divisionarios hubiese sido metida por Hitler en los campos de concentración nazis?) Que el stalinismo metiera entre rejas incluso a quienes habían ido a la URSS para aprender… ¡dice muchísimo sobre su naturaleza! Da una visión bastante idílica de la suerte corrida por los niños de la guerra, que en realidad fue una tragedia de grandes proporciones, empezando porque fue un secuestro en masa de miles de niños que debían haber sido devueltos a sus familias, así de sencillo. Por ahí anda gente –les vemos a menudo en los telediarios- que busca con razón a sus padres, ya que ha descubierto que cuando nació fue “robado” en un hospital y entregado a otros padres. Comprensiblemente, piden que se busque y castigue a los culpables. Pero nadie parece estar dispuesto a pedir que se busque y castigue a quienes secuestraron a miles de niños a otras tantas familias españolas. Finalmente, también trata de los españoles que sirvieron en el Ejército Rojo durante la II Guerra Mundial. Al respecto dice “La respuesta del exilio español al ataque alemán contra la U.R.S.S. parece haber sido unánimemente entusiasta y abundan los testimonios que, de modo invariable, nos hablan de las peticiones voluntarias de alistamiento”….

No es este nuestro tema y no vamos a polemizar con él, pero el Sr. Palacio Pilacés quizás debiera leer a Enrique Castro, Jesús Hernández o a Tagüeña, que en sus memorias sobre su exilio en la URSS nos dan una versión mucho menos unánimemente entusiasta. Lo que vienen a decir, de todas a todas los dos primeros, y matizadamente el tercero, es que los alistamientos fueron por hambre, ya que en la URSS la situación alimentaria era espantosa. Tampoco merece de él mayor comentario el hecho de que estos españoles no sirvieran propiamente en el Ejército Rojo, sino en unidades de la NKVD. Y lo digo porque si los divisionarios españoles, en vez de servir en el Ejército alemán, lo hubieran hecho en una unidad de la Policía Política alemana (que también las hubo en Rusia…) ¡la que se habría montado!; no pararían de repetírnoslo cada día. Pero, repito, no es ese nuestro tema. Lo que a nosotros nos compete es valorar si el libro es aceptable como fuente de documentación sobre la División Azul, y por tanto, podemos recomendároslo, o si se da el caso contrario.

Sorprende, para empezar, que aun se persista en topicazos como el de que los alistados en 1941, en su inmensa mayoría fueron de forma voluntaria., mientras que en los años siguientes lo eran mayoritariamente de forma forzosa… Habrá, es cierto, un cambio en el perfil sociológico y hasta ideológico de los voluntarios, pero no en su carácter de voluntarios. La cosa tiene sus bemoles, porque el autor entre los testigos que llega a citar está el de un voluntario que se fue porque quiso, pero que en su casa, para que sus padres no le “regañaran”, lo que dijo es que le habían mandado “a la fuerza”.

El Sr. Palacio tiene el suficiente sentido común y la honradez como para no aceptar ciertas teorías que tratan de lanzar algunos presuntos historiadores, haciéndose eco –por cierto- de lo que en su día fue pura propaganda de guerra enemiga (británica, para mas detalles) y así escribe expresamente que los casos de delincuentes que se “colaron” entre lo alistados, fueron expulsados inmediatamente que se detectó su existencia: “El hecho cierto y comprobable de la fulminante expulsión de esos hombres de las filas divisionarias desmentiría por sí sola la afirmación de la BBC británica en el sentido de que tanto en Zaragoza como en Pamplona o San Sebastián algunos presos comunes habrían sido sacados de las cárceles para ser enviados a Rusia, bulo propagandístico inglés que curiosamente ha sido dado por bueno sin la menor prueba por algunos autores españoles”.

El Sr. Palacio también se cuestiona ese otro bulo sistemáticamente difundido por algunos de que se mandaba a la DA a los “rojos”, grotesca afirmación difundida por algún profesor universitario español. Demostrando poseer sentido de la lógica y saber leer documentos, Palacio escribe: “En contra de lo que algunos trabajos han pretendido dar a entender, la actitud del Estado, de la Falange, de los propios mandos de la DEV no sería en absoluto complaciente hacia los voluntarios cuyos antepasados policiales parecían dudosos. El Gobierno y la Falange estaban muy interesados en evitar que los soldados españoles ofreciesen una mala imagen del país y en un primer momento cuidaron mucho la composición de las filas divisionarias.”

Como veis, sabemos apreciar en este autor sus opiniones sencillamente lógicas y no disparatadas, propias de otros autores españoles, que a la hora de escribir sobre la División Azul parecen entrar directamente en estado de locura y pretenden hacernos creer que se la llenó de reclutas a la fuerza y antiguos “rojos”…

Pero por desgracia, aún así, al autor su ideología le pone muchas trampas a la hora de captar el sentido histórico real de la DA. Por ejemplo, los motivos para alistarse. Si bien es cierto que da bastantes ejemplos de gente que se alistó porque bajo el dominio del Frente Popular hubo experiencia horrorosas en su familia (casos de hasta cinco asesinados), en seguida pasa a hablar de los casos de los de van “por mejorar su carrera profesional”, por la paga y el sueldo, por espíritu de aventura, Ya sabemos que estas afirmaciones son bastante absurdas. Militares que van por su carrera: ¿es que no eran oficiales del Ejército que acababa de derrotar al marxismo en España? ¿Qué ideas cree que profesaban? El autor no puede dejar de citar eso de los que debían “lavar su pasado”, aunque reconoce que esto es un tema complejo y cita casos curiosos: gente de la que se mandan informes de que han sido “rojos”, antes de la guerra, sin decirse sin embargo en esos informes que en la Guerra Civil esas mismas personas han combatido en el Ejercito Nacional, en algunos casos habiendo sufrido hasta con 4 heridas de guerra y tener 5 condecoraciones en su haber… Por la misma, el autor que ahora nos ocupa echa por tierra algunas inverosímiles tonterías que otros han escrito. En el bochornoso libro que escribieron sobre los divisionarios extremeños dos aprendices de brujo, se decía sin que les temblara el pulso, que la prueba de que muchos de los que fueron a Rusia marcharon a la fuerza es que tenían familiares de izquierda. Palacio, en cambio, mucho mejor documentado, demuestra que entre los divisionarios de Aragón ha encontrado bastantes casos de familias que ya en la Guerra Civil habían tenido a un hermano en un bando, y a otro en el opuesto. Quizás eso fue lo más trágico de la Guerra Civil: que partiera en dos hasta a las familias. Pero de ahí al decir que iban a Rusia “forzados” porque había “rojos” en la familia, el delirante paso que dieron los citados autores, hay un abismo.

No todo son aciertos, sin embargo. Palacio sigue, dale que te pego con la idea de que los que se alistan en Cuarteles no son falangistas. Hombre, todos no lo serían, pero un alto porcentaje sí. Y es que es lo más normal. Para ir a la guerra la gente apropiada es la que está en los cuarteles. Y en esos años, en los cuarteles estaba toda la juventud española, incluyendo la proporción correspondiente de falangistas que había en la calle, que entonces era muy elevada. Por la misma razón, Palacio recoge varios testimonios sobre recluta obligatoria en cuarteles: cita testimonios… de gente que, como el mismo recoge en sus datos… ¡no estuvo en la DA! Dicen esos “testigos” que vieron esos casos en los cuarteles… pero son gente que no marchó a Rusia. En realidad, y eso debía haberlo captado el Sr. Palacio, se trata de lo que llamamos a día de hoy, “una leyenda urbana”. U otro ejemplo, reproduce sin comentario alguno, el testimonio de un veterano que dice que “De un batallón que vino a relevar, que vinieron 800, se pasaron 400”. ¡¡¡Dios mío!!!, cuatrocientos desertores de un batallón de marcha… ¡no hubo tantos prisioneros y desertores juntos en TODA LA HISTORIA DE LA DIVISIÓN AZUL! ¿No sabe discernir entre lo que no son más que macutazos o leyendas y la realidad? Lo grave en realidad es que habiendo entrevistado a tan solo 8 veteranos de la DA y a unos 50 familiares, amigos o personas que cumplían por aquellas fechas su servicio militar se atreva a hacer afirmaciones sin fundamento. Gente que ha realizado centenares de entrevistas, ha consultado decenas de diarios y memorias inéditas, etc., es mucho más prudente que él. Pero es que nos tememos que Palacio ya iba con una idea preconcebida, preconcebidísima, y se ha limitado a recoger aquello que a su juicio la refrenda. De ahí que de pábulo a las absurdas ideas de enrolados a la fuerza, alistados para desertar, etc.,

Sorprende que a un señor que dice haber dedicado muchos meses, años, a investigar, se le cuelen cosas de lo más tonto, como creer lo que dicen algunos familiares sobre los motivos de sus antepasados para ir a Rusia (siempre fue por hambre, etc.) y hasta como algunos de los poquísimos divisionarios que ha podido entrevistar (eso no es culpa suya, claro está) den una visión “light” de sus motivos. Cita un caso, llamativo, de un divisionario, que llegó a entrevistar, y que pese a tener su expediente y constarle que lo había sido, el citado divisionario se lo negó enfáticamente. No sabemos porque lo hizo (deseo de no tener más líos, desconfianza hacia el autor del trabajo, lo que sea); pero el caso es que el hecho debía haberle puesto sobre aviso de que los testimonios orales (especialmente los de muchos familiares, pero también los de algún divisionario) son una fuente altamente dudosa; y sin embargo, él les da mucho pábulo. Siempre que le interesan de cara a sus objetivos, claro.

En cambio, hay hipótesis que el autor ni maneja. Como la más simple: el alistamiento por patriotismo, por idealismo. Si, a día de hoy, eso es casi inconcebible. Pero entonces había una infinidad de idealistas, de patriotas (que en muchos, muchos, muchos casos, eran además falangistas). Gente que no necesitaba tener muertos por el Frente Popular en su familia, ni haber decidido ser militar de carrera, ni nada similar, para ser consciente de que el comunismo era una ideología abominable y que valía la pena luchar para erradicarla.

Leyendo el libro hemos encontrado datos que ignorábamos por completo, como que también en Teruel hubo manifestación pidiendo el envío de voluntarios, junto a las sandeces más habituales, como esa de que las divisiones españolas eran de cuatro regimientos, y por eso de España la DA salió con cuatro regimientos. Otras metidas de pata son “específicas” del autor, que literalmente tiene una empanada mental fenomenal en temas de organización militar, porque decir de un guripa que sirvió en el Grupo de Cañones de Exploración, y de otro que lo hizo en el Tren de Víveres del Regimiento 105… No cuesta imaginar que debe referirse al Grupo de Escuadrones de Exploración (también conocido como Grupo de Caballería o Grupo Ciclista), en el primero de los casos, y al Tren de Víveres de alguno de los Grupos de Artillería equipados con piezas de 105. Pero el autor comete tan garrafales errores… porque a él, en definitiva, esos detalles le son irrelevantes. No le interesa la historia militar, sino que busca otros objetivos. Por las mismas, da por buenos algunos macutazos absurdos. De alguno de los mandos llega a decir autenticas locuras, como que Vierna era tan déspota que castigaba con ejecución sumarísima toda insubordinación. ¡¡¡Como su un coronel pudiera decidir sobre la vida y la muerte de sus hombres!!! ¡¡¡Como si no existiesen los Códigos y Tribunales Militares!!!

Ese desconocimiento hasta de los extremos más básicos de lo militar llega a veces a ser divertido, y así el autor nos habla –y no me invento nada- del FELDBEER, y del ERSATZBEER. Si, literal. En vez del Feldheer y el Ersatzheer. La cosa tiene su gracia, que habréis captado muchos ya, puesto que si aceptamos lo que escribe, la DA dependió primero del Sustituto de Cerveza (ERSATZBEER) y más tarde se encuadró en la cerveza de campaña (FELDBEER). No, no son simples erratas, es que el autor no sabe nada de muchas de las cosas sobre la que sin embargo se atreve a escribir.

Entonces, ¿vale la pena el libro? Tratando de valorarlo con el máximo de objetividad, hemos analizado –y digo hemos porque lo hemos hecho entre varios- sus extensos listados de voluntarios aragoneses. En un elevadísimo número de casos pone: No se encontró expediente. Se refiere a que no los encontró en el Archivo de Ávila, Y lo que llama la atención es que muchos sean militares profesionales, que en realidad son fáciles de identificar y cuya biografía anterior y posterior a la campaña es fácil de concretar. ¿Cómo es posible que no diga nada sobre Juan de Dios Salas Íñigo? Entre otras cosas, era famosísimo en Zaragoza por una academia que tuvo y por ser autor de libro divisionario “Aquella Rusia”. Hay otros muchos casos, de divisionarios que fueron militares, policías, etc., y de los que Palacio se limita a decir No se encontró expediente. Aún más llamativo, el autor tuvo acceso al listado de miembros de la Hermandad de la División Azul de Zaragoza, que le prestó un investigador de temas divisionarios. Pues bien, de unos 70 personajes se limita a decir que pertenecían a la Hermandad, pero No se encontró expediente. Y aun mas (en este caso son más de un centenar), divisionarios de los que en su día –durante la existencia de la DA- se habló en el periódico falangista aragonés AMANECER, pero de los que dice también No se encontró expediente. ¡¡¡Que mala suerte tiene el Sr.Palacio!!!

Sin embargo, es “curioso”: de cada uno que estuvo sujeto a algún tipo de “procedimiento judicial”, su expediente aparece con mucho detalle. Y los casos más escabrosos, reciben un tratamiento más detallado aún, como el de un sargento acusado de homosexual, del cual cita todos los hombres con los que se relacionaba y que fueron juzgados con él… Vaya, pues el Sr. Palacio sí encuentra unos expedientes (los que le interesan, todos aquellos donde cree que va a poder encontrar algo a usar contra la DA) y otros no (aquellos en los que no debió poner empeño alguno por saber de antemano que tipo de personas eran: los que más orgullosos estaban de su paso por la DA).

Saber cuanto de verosimilitud haya en estos datos que Palacio ofrece es dificilísimo de evaluar. Habría que conocer con pelos y señales todos los divisionarios de los que habla. Quiso la casualidad que cuando analizábamos este libro, recibiéramos de Juan Manuel Poyato copia de un trabajo suyo de investigación sobre médicos de la DA. Lo cotejamos con el listado de divisionarios del libro de Palacio. Seis oficiales médicos aragoneses aparecían debidamente reflejados, sin errores apreciables. Había errores muy gordos en otros cinco casos de médicos aragoneses (que llegaban incluso a no identificarlos ni como oficiales médicos) y, aun más chocante, atribuía el carácter de oficiales médicos divisionarios a dos que NO lo fueron. La “tasa de acierto” no alcanzaba al 50 %... Es realmente curioso. De Saturnino Mozota Sagardia, por poner un ejemplo concreto, se dice tan solo que pertenecía a la Hermandad de la División Azul en los años 70, ignorando que fue oficial médico en la DA, que llegó a general médico, y que era un destacadísimo urólogo… Un caso aun más elocuente: de los 12 aragoneses que sirvieron en la DA como capellanes, el Sr. Palacio solo cita a cinco, ni siquiera la mitad, de nuevo un porcentaje de acierto inferior al 50 %. ¡¡¡Y eso que para cuando salió su libro ya estaba publicada la magnífica obra de Sagarra sobre los capellanes, que sus prejuicios o su desconocimiento le llevaron a no consultar!!!

Este es quizás el gran problema de este libro. Allá donde las inclinaciones ideológicas del autor le ciegan, podemos obviarlo, por ser muy evidente. Alguien que lea el Blau está suficientemente “entrenado” para eso. Lo realmente malo es la cantidad de datos erróneos que ofrece como ciertos. Así por ejemplo, un dato muy interesante es que informa de que el zapador maño Miguel Paris Plou recibió la preciadísima condecoración “Distintivo de Destrucción Individual de carros”, rarísima, un detalle por completo cierto y apenas conocido; pero a la vez nos encontramos con que atribuye ni más ni menos que la Medalla Militar Individual a un divisionario llamado Alfredo Lamorena González. Aquí está el “peligro” del libro, que ofrece muchos datos sobre divisionarios que deben ser ciertos, o pueden serlo, pero otros tantos que son falsos, y ahí es donde nos puede inducir a un sinfín de errores.

Es un libro que deja un sabor muy agridulce. Para alguien tan manifiestamente a la izquierda como él, hay que reconocerle el mérito de escribir cosas como esta: “El aspecto más destacado de la campaña del Este lo constituiría no solo la extraordinaria dureza de los combates, sino también las matanzas llevadas a cabo por los alemanes y sus aliados rumanos (…) la ausencia de toda responsabilidad de los soldados españoles en dichos crímenes está fuera de cuestión: en abril de 1950, el Operativni Dielo, la comisión soviética encargada de investigar los crímenes de las fuerzas del Eje contra la población soviética haría públicas sus conclusiones, según las cuales, las tropas españolas siempre se habían comportado correctamente en el trato hacia la población civil de su zona de influencia. El mayor Makarov en persona desmentiría toda acusación en ese sentido contra las tropas divisionarias, descalificando implícitamente los ataques vertidos sobre los hombres de la DEV por el PCE y por figuras como el escritor Ilya Ehrenburg”. Para ninguno de quienes leen el Blau tiene este párrafo un mérito especial: ya lo sabíamos, desde siempre. Pero que lo escriba alguien como Palacio, que el único lugar donde sabemos que ha presentado el libro es en un Acto convocado por la Coordinadora Antifascista de Aragón, en un ciclo titulado cómicamente como “Ama la Cultura, Odia al fascismo” en un acto cuyo título era “la División Azul, ¿crimen franquista?”, pues hay que reconocerlo, que tiene su mérito.

Fue divertido leer la crónica de esa conferencia, firmada por un separatista aragonés, que por lo tanto firmaba como Enrike (no iba a usar la palabra Enrique, odiosamente española), y distribuida por una Achencia (¡¡sic!!) de Noticias d´Aragón el 29 mayo, 2013 ya que en ella se leía: “la División Azul, lejos de ser un cuerpo de soldados fascistas anticomunistas, que los hubo, fue una vía de escape para cientos de republicanos. La derrota en la Guerra Civil supuso el asesinato de decenas de miles de antifascistas y el encarcelamiento en campos de concentración y cárceles de otras tantas decenas de miles de ellos. Los que se salvaron de la cárcel o de las cunetas tuvieron que vivir con el estigma de ser un “rojo”, lo que le imposibilitaba encontrar trabajo o acceder a ayudas, la única manera de librarse de ese estigma y poder sacar a sus familias adelante fue la de alistarse en la División Azul y luchar con los nazis. Otros muchos republicanos se alistaron para huir de la represión e intentar pasar a territorio soviético”. La verdad es que Palacios no llega a tamaño nivel de estupidez en sus afirmaciones, ya lo venimos señalando, pero esa es la lectura que muchos van a sacar de su obra, por no haber tenido el coraje de oponerse a tantos mitos como repite, más o menos matizadamente. Por cierto, habida cuenta de lo que opina Enrike y difunde la Achencia d’Aragon, hay que concluir que Stalin tenía una mala leche que te cagas, porque mira que atacar en Krasny Bor con la saña que se empleó a una unidad compuesta por tanto antifascista; podía haber ordenado haber atacar a una “de malos de verdad”, ¿no?

Podríamos perdonarle al Sr. Palacio sus valoraciones erróneas, y debemos agradecerle su esfuerzo de objetividad en algunos casos: no es un demagogo, ni un mentiroso compulsivo, como hay tantos otros, sino alguien que se equivoca. En parte por desconocimiento de datos básicos. En parte porque el ámbito que se ha fijado (¡todo Aragón!) quizás sea demasiado amplio, demasiado extenso, para el tiempo que le ha dedicado (dice haber dedicado dos años y medio a la investigación; muy posiblemente fuera “a tiempo casi completo”, ya que estamos hablando de un autor que gozó de financiación a cargo de la malhadada “memoria Histórica”, pero en cualquier caso es poquísimo tiempo para un objeto tan ambicioso). En parte, también, porque no ha sabido sacudirse prejuicios. Pero el caso es que no podemos ni debemos recomendaros un libro muy, muy caro, donde hay tantísimos errores. Salvo que por motivos concretos estéis muy interesados en historia de los guripas aragoneses y esperéis encontrar ahí información. Existe, es cierto, en algún caso muy valiosa, pero siempre salpicada de errores, de gruesos errores. Por motivos obvios, en el estudio se habla a menudo del III Batallón del 263º Regimiento, ya que, en el contingente inicial, en él se concentraba la mayoría de los maños (“Batallón de los Maños” le llega a llamar el autor). Y cuando se habla de la batalla de Krasny Bor se dice que ocupaba el extremo izquierdo del despliegue español… ¡¡¡confundiéndolo con el III Batallón del 262º, que era el allí desplegado!!! Esta es la pena de este libro: el autor se confunde mucho, demasiado, y por tanto puede confundir mucho al lector. No podemos recomendároslo, sino todo lo contrario. Una lástima…
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[*] Artículo publicado en Blau Division, Nº 652 – Noviembre 2013

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