viernes, 19 de marzo de 2010

miércoles, 17 de marzo de 2010

Suplemento n.16(19-marzo-2010): "Guerra i Repressió al Vallès Oriental" de César Alcalá

"Guerra i Repressió al Vallès Oriental" de César Alcalá


PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.16(19-marzo-2010): Una conversación con Monseñor Guerra Campos

Una conversación con Monseñor Guerra Campos
por Armando Marchante

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.15(12-marzo-2010): Catedral de Jerez

La Catedral de Jerez
por Francisco Javier Lorente Páramo



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.15(12-marzo-2010): Donoso Cortés, contemporáneo nuestro

Donoso Cortés, contemporáneo nuestro
por Domingo González y Arnaud Imatz



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.15(12-marzo-2010): Manuel Godoy. Otra víctima de la "memoria histórica"

Manuel Godoy. Otra víctima de la "memoria histórica"
por ALBERTO GONZÁLEZ RODRÍGUEZ



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.14(5-marzo-2010): Miguel Barceló o la metáfora en el Arte

Miguel Barceló o la metáfora en el Arte
por José Peña González


PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.14(5-marzo-2010): El absurdo e irracional éxodo de los cuadros del Museo del Prado

El absurdo e irracional éxodo de los cuadros del Museo del Prado
por Juan Ramón Lozano

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.14(5-marzo-2010): Falange y violencia en la Guerra Civil

Falange y violencia en la Guerra Civil
por Ángel David Martín Rubio

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.13(26-febrero-2010): Jornadas de estudio: Batalla del Jarama

Jornadas de estudio: Batalla del Jarama
Por Javier Sanz



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.13(26-febrero-2010): ¿Extirparán también las raíces cristianas de la Universidad?

¿Extirparán también las raíces cristianas de la Universidad?
Por Miguel Ángel García Olmo



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.13(26-febrero-2010): Así fue incendiada la Iglesia de San Luis en Madrid. Un recuerdo infantil

Así fue incendiada la Iglesia de San Luis en Madrid. Un recuerdo infantil
por Armando Marchante Gil



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.12(19-febrero-2010): Argumentos esgrimidos para conservar la integridad de los espacios litúrgicos

Argumentos esgrimidos para conservar la integridad de los espacios litúrgicos
Por Francisco Javier Lorente Páramo



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.12(19-febrero-2010): "Las Razones de la Inquisición" de Miguel Angel García Olmo

"Las Razones de la Inquisición" de Miguel Angel García Olmo
Por Angel David Martín Rubio



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.12(19-febrero-2010): El apoyo social al Bando Nacional durante la Guerra Civil

El apoyo social al Bando Nacional durante la Guerra Civil
Por José Luis Orella Martínez



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.10(5-febrero-2010): D.Ricardo Marín: sacerdote y mártir de Los Yébenes (Toledo)

D.Ricardo Marín: sacerdote y mártir de Los Yébenes (Toledo)
Por Carmen Marín García-Donas



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.11(12-febrero-2010): Otro Expolio: Lo que queda del antiguo Museo del Ejército

Otro Expolio: Lo que queda del antiguo Museo del Ejército
Por Juan Ramón Lozano


PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.11(12-febrero-2010): Sucedió en el asedio de Belchite

Sucedió en el asedio de Belchite
Por Julio Martín Blasco



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.10(5-febrero-2010): Mayo-1937: Cáceres bajo las bombas del Frente Popular

Mayo-1937: Cáceres bajo las bombas del Frente Popular
Por Ángel David Martín Rubio


PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.10(5-febrero-2010): El Impresionismo como nuevo Renacimiento

El Impresionismo como nuevo Renacimiento
Por José Peña González


PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.9(29-enero-2010): Crónica de una Beatificación en Mataró

Crónica de una Beatificación en Mataró
Por César Alcalá



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.9(29-enero-2010): El expolio del Museo del Ejército: Cómo se liquida un Museo bicentenario



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO
El expolio del Museo del Ejército: Cómo se liquida un Museo bicentenario


Por Armando Marchante Gil

Suplemento n.8(22-enero-2010): "Cabrera 1936. El paraíso roto" de Juan Negreira

"Cabrera 1936. El paraíso roto" de Juan Negreira
Por Historia en Libertad

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.8(22-enero-2010): “El Pobrecito Hablador” vuelve a Madrid

“El Pobrecito Hablador” vuelve a Madrid
Por José Peña González



PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.8(22-enero-2010): Mosén Josep Samsó Elías, mártir de la persecución religiosa (1936)

Mosén Josep Samsó Elías, mártir de la persecución religiosa (1936)
Por César Alcalá


PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.7 (15-enero-2010): Holandeses en el Prado

Holandeses en el Prado
Por José Peña González

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.7 (15-enero-2010): "Destrucción del patrimonio religioso en la II Republica" de José Ramón Hernández Figueiredo

"Destrucción del patrimonio religioso en la II Republica" de José Ramón Hernández Figueiredo
Por Ángel David Martín Rubio

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.7 (15-enero-2010): Escorza del Val

Escorza del Val
Por César Alcalá

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.6 (8-enero-2010): "Bajo cielos de plomo" de Amparo Cabeza de Vaca

"Bajo cielos de plomo" de Amparo Cabeza de Vaca
Por Historia en Libertad

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.6 (8-enero-2010): El «salvamento» de las obras del Museo del Prado

El "salvamento" de las obras del Museo del Prado
por Armando Marchante Gil

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.6 (8-enero-2010): De la Quinta a la Sexta Columna: El enfrentamiento interno en el bando republicano

De la Quinta a la Sexta Columna: El enfrentamiento interno en el bando republicano
Por Manuel Aguilera Povedano

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.5 (25-diciembre-2009): "Rabí Jesús" de Francisco Varo

Suplemento n.5 (25-diciembre-2009): Diálogo con la historia en busca de Jesucristo

Diálogo con la historia en busca de Jesucristo
Por Ángel David Martín Rubio

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.4 (18-diciembre-2009): "España turbulenta (Alteraciones, violencia y sangre durante la II República" de Juan Blázquez Miguel

"España turbulenta (Alteraciones, violencia y sangre durante la II República" de Juan Blázquez Miguel
Por Ángel David Martín Rubio

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.4 (18-diciembre-2009): "Las caracolas del poeta"

Las caracolas del poeta
Por José Peña González

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.4 (18-diciembre-2009): ¿Un episodio más de destrucción del patrimonio histórico e industrial?

¿Un episodio más de destrucción del patrimonio histórico e industrial?
Por José María Manrique

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.3 (11-diciembre-2010): "Juicio a un conquistador. Pedro de Alvarado"

"Juicio a un conquistador. Pedro de Alvarado"
Por Historia en Libertad

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.3 (11-diciembre-2010): Pedro de Valdivia y la conquista de Chile

Pedro de Valdivia y la conquista de Chile
Por Ángel David Martín Rubio

PULSE SOBRE LA IMAGEN PARA LEER ARTÍCULO

Suplemento n.3 (11-diciembre-2010): "Don Pedro Cortés, Obispo de Guatemala en la era del regalismo borbónico" por Julio Martín Blasco



Don Pedro Cortés y Larraz nació en Belchite (Zaragoza) el 6 de julio de 1712. Sus padres, infanzones, fueron don Pedro Cortés y doña Ana Espinosa Larraz. Estudió en la Universidad de Zaragoza en la que obtuvo el doctorado en Teología el 31 de agosto de 1741. Ordenado sacerdote, fue capellán del Hospital de Nuestra Señora de Gracia de Zaragoza y, a continuación, párroco de Ejulbe (1743), Ráfales (1746) e Híjar. Obtuvo por oposición en 1754 un beneficio  penitenciario en la catedral de La Seo de Zaragoza y, más adelante, fue también profesor de su Universidad.

En 1766 fue propuesto para el arzobispado de Guatemala. En julio de 1767 llegó al puerto de Veracruz (México). Recibió la consagración episcopal de manos de don Francisco Fabián y Fuero, obispo de Puebla de los Ángeles, el 24 de agosto del mismo año. Obligado a permanecer en esta ciudad a causa de las lluvias y del mal estado de los caminos, hasta el 21 de febrero de 1768 no llegó a Santiago de Guatemala.

El 3 de noviembre de 1768, inició la primera parte de la visita pastoral regresando a la capital el 1 de julio de 1769. De tal manera venía impresionado por el estado lamentable en que había encontrado a sus diocesanos que escribió al rey Carlos III, en 31 de agosto, presentándole la renuncia de su diócesis. El 5 de julio de 1770 el monarca le contestó que no la aceptaba. El 29 de agosto de 1770 terminó la visita pastoral y envió  a Madrid un amplio y detallado informe que se conserva en el Archivo de Indias.

El 29 de julio de 1773 Santiago de Guatemala fue destruida por un terremoto. Las autoridades decidieron trasladar la capital a un lugar más seguro, decisión que fue rechazada por una parte de la población. El capitán general, don Martín de Mayorga, acusó al arzobispo de oponerse al traslado y pidió al rey que lo removiera de su sede. Don José de Gálvez, secretario de Estado, comunicó a don Pedro Cortés, en 25 de septiembre de 1777, que le era aceptada la renuncia que había presentado en 1769 y que entonces había sido rechazada. El interesado reclamó y en Madrid reconocieron que le asistía la razón. Pero mientras tanto se había nombrado un sucesor y éste se disponía a viajar a Guatemala, después de varias dudas.

Como solución, se nombró a don Pedro Cortés, desde su condición de arzobispo de Guatemala, para la diócesis de Tortosa. Como no se tomó otra medida en relación con el nombramiento del sucesor, éste se presentó en Guatemala con un documento del Papa en el que se decía que la vacante de Guatemala se había producido por la libre renuncia del titular hecha en sus manos («per liberam renuntiationem factam in manibus nostris»). Así se crearon dos situaciones contrarias.

La Audiencia aceptó el nombramiento del sucesor y ateniéndose al mismo sostenía que la diócesis estaba vacante por renuncia de su titular. Éste afirmaba, y demostraba con documentos, que tal renuncia había sido rechazada por el rey; que él había sido nombrado para Tortosa como arzobispo de Guatemala y, hasta la firma de su nombramiento por el Papa, no quedaría vacante la sede de Guatemala. Por lo tanto, el sucesor debía esperar. La Audiencia no atendió estas razones y, actuando interesadamente, obligó al que era legítimo titular de aquella diócesis a abandonarla utilizando amenazas y otros medios de coacción.

Pío VI  firmó el nombramiento de don Pedro Cortés para Tortosa el 13 de diciembre de 1779 y Carlos III reconoció en cédula real que había sido titular de Guatemala hasta esa fecha. Para normalizar la situación solicitó de Roma la concesión de un Breve sanatorio que se obtuvo en 28 de diciembre de 1780, pero no fue publicado en Guatemala, por orden expresa de Madrid, hasta el 2 de abril de 1784.

Encontrándose don Pedro Cortés en Tortosa recibió, sin conocer la procedencia, el documento pontificio junto con una carta pastoral de su sucesor don Cayetano Francos y Monroy. Considerando que no era tratado con la consideración que merecía, solicitó permiso para escribir en su defensa. Desde Zaragoza donde residía en 1786, después de renunciar a Tortosa, envió al rey un extenso documento de 99 puntos en el que defendía su actuación como arzobispo de Guatemala: «Esta es [la gloria de Dios] la que apetezco y me ha alentado a tomar este trabajo inoportuno, según las circunstancias en que me veo, postrado en una cama y esperando la última hora…Zaragoza a 15 de junio de 1786. Pedro Arzobispo Obispo de Tortosa». Don Pedro Cortés falleció el 7 de julio de 1786 y fue sepultado en el panteón del templo del Pilar.

Es necesario advertir que el mismo Breve fue la prueba más palpable de las irregularidades que sucedieron en Guatemala. El documento empieza así: «…Como se nos haya ciertamente informado, que las Bulas Apostólicas, por la que fuisteis instituido Arzobispo de Guatemala [se refiere al sucesor] fueron aquí despachadas por nosotros en tiempo en que consta haber faltado el consentimiento de dimisión o renuncia de el Arzobispado de vuestro antecesor Pedro, que como fundamento de esta Apostólica gracia era enteramente necesario para que las mismas Bulas tuviesen valor y efecto».  Y sigue el texto afirmando que todo había sucedido sin dolo de persona alguna, por error puramente inculpable y de buena fe, y que el sucesor había sido recibido con buena fe, como su legítimo prelado. Pero no sucedió así en la realidad, como se  demuestra por los documentos que se conservan.

Lecturas recomendadas

  • Julio MARTÍN BLASCO — Jesús María GARCÍA AÑOVEROS: El Arzobispo de Guatemala don Pedro Cortés y Larraz. Excmo. Ayuntamiento de Belchite, 1992. 
  • Pedro CORTÉS Y LARRAZ: Descripción Geográfico-Moral de la Diócesis de Goathemala, 1768-1770, Edición de Julio Martín Blasco y Jesús María García Añoveros, Corpus Hispanorum de Pace, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, 2001

Suplemento n.2 (4-diciembre-2009): "Los campos de trabajo en zona republicana: el SIM" por César Alcalá

Los campos de trabajo que hubo en Cataluña durante la guerra civil eran apéndices de las checas y estaban controladas por el SIM. Poco se ha hablado de ellos. Pues bien, hagámoslo.
Carta de un recluso del campo nº3 a un familiar
¿Cuántos campos de trabajo hubo en Catalunya? En total seis que se distribuyeron así: campo de trabajo nº 1, situado en el Pueblo Español de Montjuïch; campo de trabajo nº 2, situado en el Hospitalet de l’Infant. Este tenía un campo accesorio en Tivissa; campo de trabajo nº 3, situado en Omells de Na Gaia; campo de trabajo nº 4, situado en Concabella; campo de trabajo nº 5, situado en Ogern; campo de trabajo nº 6, situado en Falset. Este tuvo campos accesorios en Cabassers, Gratallops, la Figuera y Porrera.

¿Qué eran los campos de trabajo?


En realidad reproducían los “gulags” soviéticos, o dicho de otra manera, eran campos de trabajos forzados donde las condiciones eran inhumanas para los presos, tanto por el trato cruel como por los asesinatos. Eran lugares donde se buscaba la rentabilidad y el desprecio por la vida era constante. Los “gulags” soviéticos y los campos de trabajo catalanes tenían en común: la ubicación, el alojamiento de los internos, la identificación numérica, y el régimen de trabajo.
Hay un hecho sustancial. La gente condenada a ir a los campos de trabajo cumplía íntegramente la pena. No había reducciones de pena por trabajo o buena conducta. Lo que tampoco se podía asegurar es que, una vez finalizada la condena, saliera del campo. El SIM (Servicio de Información Militar) decidía quién salía y quién se quedaba.  

Estructura e internados en los campos

La estructura no era muy numerosa: director, y a veces un subdirector; el jefe de destacamento; el jefe de servicio interior; el jefe de servicio exterior; y los vigilantes. Por encima de ellos estaba el inspector general de los campos de trabajo.
¿Quiénes fueron a los campos de trabajo? La verdad es que cualquier ciudadano tenía todos los números para ir a parar a uno de los seis campos de trabajo. Menos los miembros del SIM nadie se salvaba. Ahora bien, para ser algo más concretos los presos se pueden clasificar de la siguiente manera: personas detenidas por los servicios policiales sin ninguna actuación judicial; personas detenidas sobre las que se había iniciado alguna actuación judicial; personas ya enjuiciadas y que esperaban cumplir la sentencia; personas enjuiciadas con sentencia absolutoria o sobreseimiento de la causa; activistas contrarios a la República; desafectos a la República; militares, guardias civiles y guardias de asalto desafectos a la República; personas que habían intentado salir de la zona republicana; clérigos, curas y sacerdotes; activistas y militantes del POUM; militantes, activistas o simpatizantes de la CNT, FAI y Juventudes Libertarias; oficiales y prisioneros de guerra; personas civiles de zonas ocupadas; prófugos del ejército republicano; miembros de las Brigadas Internacionales; infractores normas sobre abastecimientos; infractores normas sobre transferencias de capitales; delincuentes comunes.
Como vemos todos podían ir a los campos de trabajo. No había exclusión. Esta afirmación no es del todo cierta. Las personas mayores de 50 años no iban. Ahora bien, desde esta edad hacia abajo, cualquiera era “bien recibido” en ellos. 
¿En qué trabajaban los presos? Cavaban zanjas que no servían para nada. Las jornadas eran muy largas e iban más allá de las ocho horas que marcaba el reglamento. El ritmo de trabajo era variado desde la apertura y la profundización de trincheras, la construcción de nidos de ametralladoras, de minas, de carreteras, o la tala y transporte a mano de troncos de árboles.
No todos los presos hicieron las mismas tareas. Los arquitectos, ingenieros o delineantes trazaban las obras; los médicos cuidaban de la salud de sus compañeros; pocos eran escogidos para trabajar en las oficinas del campo.
¿Qué rutina llevaban en el campo? Se levantaban muy pronto, aún de noche. Acto seguido se pasaba lista para saber si, durante la noche, se había producido alguna fuga. Almorzaban un café y un panecillo. Acto seguido se marchaban a trabajar. Sólo paraban para comer. Volvían al trabajo. Al atardecer regresaban al campo. De nuevo pasaban lista, cenaban y a dormir. Este ritmo monótono se repetía cada día.
La incomunicación del prisionero era total. Desconocía por completo lo que pasaba fuera del campo y, desde luego, no podían recibir visitas. No podían hablar con nadie de fuera del campo y los vigilantes tenían prohibido dar cualquier tipo de información. Escribe Pere Ursòl Ferré: «Recuerdo haber pasado dos años con sensación continua de hambre, sucios, sin el menor asomo de privacidad, siendo tratados de manera barriobajera y a golpes de garrote, viendo como la gente perdía los valores morales, incluso vi a un sacerdote que robaba el pan de otro preso. Fueron días muy angustiosos. Parecía no acabarse nunca». 

Liberación y fin de los campos

A manera de epílogo podemos decir que, a medida que avanzaba el ejército nacional, primero por Lérida y después por Tarragona, los campos de trabajo se fueron desmantelando. El último fue el del Pueblo Español de Montjuïch. Muchos de los condenados regresaron a la prisión Modelo de Barcelona o a otras instaladas en los lugares aún no conquistados. Muchos de los prisioneros sirvieron de escudo humano cuando el ejército republicano avanzaba hacia el norte, destino a Francia. Los campos de trabajo han sido un tema olvidado dentro del que se denomina hoy en día memoria histórica. Se hicieron en ellos auténticas atrocidades. Como dejó escrito Diego Abad de Santillán: «la alcahueta de la guerra servía por esconder todas las infamias, todas las complicidades o todas las cobardías».

Suplemento n.2 (4-diciembre-2009): "Españoles que no pudieron serlo" de José Antonio Ullate




Perder el 60% de los habitantes de un imperio en un arco de quince años –que en realidad fueron sólo unos diez– es una conmoción que no puede ventilarse con cuatro líneas en un manual de historia. Eso fue lo que le sucedió a España de 1810 a 1825 (o de 1813 a 1821): más de la mitad de los españoles de entonces «no pudieron serlo» y ese drama personal y político se ha visto sepultado durante doscientos años bajo los escombros de frívolas explicaciones que nada explican y que adrede dejan entre tinieblas sean los auténticos problemas de aquel momento, sean las verdaderas razones de aquel cisma político y psicológico.
El libro de Ullate Fabo, «Españoles que no pudieron serlo», aborda aquellos episodios en los que, mientras Napoleón tenía en cautividad tanto al rey Fernando VII como al Papa Pío VII, una serie de revoluciones desembocó en el desmembramiento del imperio español en América y en el nacimiento de las actuales repúblicas americanas. En palabras de Ullate, «estando ausente el padre (el rey) y la madre (la Iglesia encarnada en el Papa)».

Es sorprendente que a estas alturas de la historia, doscientos años más tarde, todavía pueda haber un enfoque original, no explorado, sobre aquellos hechos. Más sorprendente todavía es que este punto de vista no se hubiera adoptado por ninguno de los españoles de ambos lados del océano: el de preguntarse no tanto por unas supuestas causas de la independencia sino por su legitimidad o no, a la luz del derecho público y de la historia. La conclusión del autor es que no sólo las independencias de América no tuvieron legitimidad ninguna, sino que la vergonzante reacción posterior de los españoles que dejaron de serlo en América y los que siguieron denominándose así en la península, se convirtió en una especie de pecado original que sigue lastrando la comprensión de nuestra identidad y de nuestra historia. Se trata, por lo tanto, de conocer la verdadera historia de la independencia, pero sobre todo de comprendernos mejor como españoles. Se trata de una provocación intelectual.

Foro H en L

Suplemento n.2 (4-diciembre-2009): "La expulsión de los moriscos" por Ángel David Martín Rubio

El PSOE de Granada propone el reconocimiento de "la injusticia cometida con los moriscos expulsados en 1609". Coincidiendo con el IV centenario de la efeméride, el diputado socialista José Antonio Pérez Tapias ha defendido en un comunicado que esas actuaciones vayan acompañadas «del reconocimiento institucional de la injusticia que en su día se cometió con los moriscos expulsados de España»




La existencia de un problema morisco en la España de los siglos XVI y XVII no radica en el proceso reconquistador que acaba admitiendo en casi todas las capitulaciones la coexistencia legal de cristianos y mudéjares en condiciones más o menos amplias dependiendo de diversas circunstancias particulares. A diferencia de lo ocurrido con los judíos, la convivencia con los mudéjares no resultó especialmente conflictiva en el tránsito a la Edad Moderna.

De mudéjares a moriscos

Sería con posterioridad a la conquista de Granada cuando, agravado el problema de la diversidad socio-religiosa, los Reyes Católicos decidieron afrontar a fondo la unificación también en este terreno. La labor de captación promovida por Cisneros provocó el descontento y, al tiempo que la población conquistada estimó que se estaba faltando a los pactos de rendición promovían revueltas como la de Sierra Bermeja que costó la vida a Alonso de Aguilar, hermano del Gran Capitán (1501). Los Reyes Católicos aprovecharon esta ocasión, que venía a desatarles las manos, sujetas por la capitulación, y pusieron a los vencidos moriscos en la alternativa de emigrar o recibir el bautismo; disposición que se aplicó también a los mudéjares de Castilla y León en 20 de febrero de 1502. Aunque teóricamente fueron expulsados todos los no convertidos, muchos siguieron en España practicando de manera más o menos oculta la religión islámica. Desde entonces, los mudéjares se convierten en “moriscos”.
La mayoría de ellos habitaba en zona rurales y vivían dedicados a la agricultura por lo que su importancia socio-económica no era grande y en los años siguiente se practicó con ellos la tolerancia —con lamentables excepciones como la de los agermanados valencianos, celosos de la fidelidad de los moriscos a sus señores— y se reiteraron infructuosamente los intentos de asimilación como los promovido por Santo Tomás de Villanueva y San Juan de Ribera desde el Arzobispado de Valencia.

La rebelión morisca de las Alpujarras

El resultado de tan largo proceso ya secular, fue la existencia de una población de falsos cristianos que sin cesar conspiraban contra el sosiego del reino y promovían levantamientos y rebeliones o tratos con el turco y con los piratas bereberes. La sublevación que tuvo por escenario la comarca granadina de las Alpujarras durante el reinado de Felipe II  (1568-1571) sofocada por las tropas a las órdenes de Don Juan de Austria volvió a plantear el problema en toda su crudeza. Los rebeldes moriscos proclamaron a un rey y masacraron a la población cristiana:
«Lo primero que hicieron —relata el historiador contemporáneo de los sucesos Luis de Mármol— fue apellidar el nombre y secta de Mahoma, declarando ser moros ajenos de la santa fe católica que profesaron ellos y sus abuelos. Y a un mismo tiempo, sin respetar cosa divina ni humana, como enemigos de toda religión y caridad, llenos de rabia cruel y diabólica ira, robaron, quemaron y destruyeron las iglesias, despedazaron las venerables imágenes, deshicieron los altares, y poniendo manos violentas en los sacerdotes de Cristo, que les enseñaban las cosas de la fe y administraban los Sacramentos, los llevaron por las calles y plazas desnudos y descalzos, en público escarnio y afrenta».
A pesar de todo, y en años sucesivos, lejos de promover de manera indiscriminada la liquidación del problema, la opinión se dividía entre aquellos que, como los nobles valencianos seguían apoyando a sus vasallos como principal fundamento de su preeminencia y aquellos otros que favorecían la expulsión convencidos de la inutilidad de los arbitrios para lograr la asimilación y del peligro que suponían las iniciativas promovidas por los moriscos que unas veces se entendían hasta con los hugonotes del Bearne y otras mandaban embajadores al gran Sultán, ofreciéndole miles de guerreros si quería apoderarse de España y sacarlos de servidumbre. El problema no era racial y solo en cierta medida religioso: era un problema de política interior y de política exterior, en lenguaje actual, de geo-estrategia en la que los moriscos venían a ser la “quintacolumna” del Imperio Turco y de la piratería argelina.
Francisco DOMINGO MARQUÉS: El Beato Juan de Ribera en la expulsión de los moriscos, Óleo sobre lienzo; Museo de Bellas Artes de Valencia

Expulsión y valoraciones historiográficas

Fue en el reinado de Felipe III cuando se optó definitivamente por la expulsión. En un proceso escalonado que duró de 1609 a 1616 se calcula que abandonaron España unos 300.000 moriscos de un total estimado en medio millón, aunque estas cifras son meramente estimativas.

Hoy predomina la interpretación maniquea de la medida, al socaire de una lectura de la historia orquestada desde los intereses políticos y anclada en esquemas simplistas de “buenos” y “malos”; en este caso, la minoría oprimida y marginada por quienes eran, para colmo, además de intolerantes, cristianos y españoles. Nada de esto es cierto ni resiste el más somero análisis. El historiador inglés John Elliot concluye:
«Resulta plausible la creencia de que la expulsión era la única solución posible. Fundamentalmente la cuestión morisca era la de una minoría racial no asimilada —y posiblemente no asimilable— que había ocasionado trastornos constantes desde la conquista de Granada. La dispersión de los moriscos por toda Castilla, después de la represión de la segunda rebelión de las Alpujarras, en 1570, sólo había complicado el problema extendiéndolo a áreas hasta entonces libres de población morisca. A partir de 1570 el problema morisco fue un problema tan castellano como valenciano o aragonés, aunque sus características variasen de una región a otra».
Menéndez Pelayo afirma:
«No vacilo en declarar que la tengo por cumplimiento forzoso de una ley histórica, y sólo es de lamentar lo que tardó en hacerse […]En resumen, y hecho el balance de las ventajas y de los inconvenientes, siempre juzgaremos la gran medida de la expulsión con el mismo entusiasmo con que la celebraron Lope de Vega, Cervantes y toda la España del siglo XVII: como triunfo de la unidad de raza, de la unidad de religión, de lengua y de costumbres».
Y para Gregorio Marañón:
«El estudio imparcial de lo sucedido durante los ciento diecisiete años que duró el problema morisco da la impresión contraria: la impresión de un exceso de tolerancia, de generosidad, de celo evangélico, que se estrelló ante el espíritu de independencia del pueblo mahometano, excitado desde fuera con fines políticos por los países adversos a España. Con todos sus inevitables males y dolores, este pleito de los moriscos debe fallarse a favor del Estado español».
Creo que a nadie se le oculta que todas estas opiniones son de mucho más peso que las de los voceros del Gobierno.

Lecturas recomendadas:

Suplemento n.1 (27-noviembre-2009): "Sangre en La Alcarria: Guerra en Sigüenza 1936-39" de José María Manrique


Quien haya visitado esa bella ciudad, se habrá sentido transportado a una que conserva gran parte de su glorioso pasado medieval y renacentista, y a un paisaje lleno de sorpresas y belleza, habrá tenido ocasión de aproximarse a su rica historia. Y, dentro de ella, quizás haya captado retazos de lo que supusieron para la ciudad las guerras de que fue testigo y parte, especialmente la Revolucionaria de 1936-39. Sin duda, los ecos de esta última puede que sean los que primero lleguen al asombrado visitante, cuando, a la primera aproximación al Castillo-Parador y la Santa Iglesia Catedral, se haya percatado de las cicatrices que aun conservan de esa época. Porque por Sigüenza pasó la Guerra con especial intensidad. Y lo acaecido tuvo capital trascendencia en su momento.        
 
Además de una cruenta persecución, fundamentalmente religiosa (el primer obispo martirizado lo fue allí, acompañado de 20 religiosos y 13 laicos incluidos en la causa de beatificación, de un total de unas 65 personas -casi una por día de ocupación-), en el ámbito meramente militar la guerra se enseñoreó durante dos duros meses de la ciudad y sus alrededores, para luego ser invitada bastante asidua durante casi dos años más. El combate en población, los bombardeos y ametrallamientos aéreos (por parte de los dos bandos, incluso con derribos de aparatos, algunos por artillería antiaérea), el empleo de camiones protegidos, carros de combate y trenes blindados, fue habitual en su entorno e incluso en su interior.
 
Pero, sin duda, el aspecto más característico fue la expugnación de la Catedral, cuyos defensores quisieron emular en ella la gesta del Alcázar de Toledo. Es de resaltar que en las operaciones de la zona seguntina intervinieron numerosos voluntarios, incluidos falangistas, y las unidades de requetés que luego se transformaron en los Tercios del Rey, Dª María de las Nieves, María de Molina, Valvanera y Burgos-Sangüesa, y que se concedieron 9 Medallas Militares Individuales.
 
 FICHA TÉCNICA
Título: Sangre en La Alcarria: Guerra en Sigüenza 1936-39
Autor: José María Manrique García
Editorial: Gallandbooks (Valladolid), 2009
Páginas/PVP: 96, con ilustraciones en color y blanco y negro/ 16€