viernes, 21 de diciembre de 2012

FRANCISCO TORRES GARCÍA: Una mirada crítica sobre los que miran críticamente la historia de la División Azul



La revista Cuadernos de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense de Madrid, en su volumen 34, dedica centenar y medio de páginas a lo que pretende ser una “mirada crítica” sobre la División Azul. En realidad, el conjunto desigual de artículos incluidos, firmados por José Luis Rodríguez Jiménez, Xosé María Nuñez Seixas, Xavier Moreno Juliá, David Alegre Lorenz y Jorge Martínez Reverte, no es más que la trascripción de alguna de las ponencias presentadas a un mini-congreso universitario, de escasa trascendencia y menor resonancia, bastante huérfano de público según algún conocido de quien firma estas líneas que asistió pacientemente al mismo, realizado en la Universidad de Tarragona. Un encuentro casi “semiclandestino” que evitó así tanto el debate como la presencia contestataria de quienes tienen una visión y una perspectiva muy distante, y a tenor de lo leído mucho más científica, de lo que en realidad fue la División Azul. Un encuentro que quedó acomplejado frente a la sombra del Congreso celebrado con motivo del mismo aniversario en la Universidad San Pablo-CEU de Madrid.

Nos anuncia el historiador Joan María Thomas que, con estos trabajos, por fin recibe “la División Azul desde la historia una mirada crítica, porque la Historia si no es crítica no es”. Lástima que Thomas no haya aplicado esa misma mirada crítica a los trabajos que prologa y se entretenga en lanzar descalificaciones a esos otros encuentros en los que no se analiza críticamente, por ejemplo, la “literatura divisionaria” o que huyeron de ofrecer “reinterpretaciones de la Historia de la Azul a la luz de los más que evidentes progresos de la historiografía española y extranjera sobre el Régimen de Franco durante la Segunda Guerra Mundial, su política interior y sus relaciones exteriores –diplomáticas, militares, económicas, culturales o políticas en general–”. Lo que me lleva a preguntarme si Thomas conoce el contenido de esos encuentros. Cierto es que Nuñez Seixas y David Alegre ponen todo su empeño en presentarnos esa otra visión sobre la División Azul, mientras que Rodríguez Jiménez y Martínez Reverte se contentan con repetir lo escrito anteriormente, pero en conjunto el resultado es científicamente decepcionante, aproximándose en algún párrafo más al panfleto, envuelto un lenguaje de sociólogo y antropólogo de salón, que a la ecuanimidad del historiador realmente independiente. Todo ello, eso sí, orlado en algunos casos con sonoros títulos que acaban decepcionando y que más parecen pensados para poder dar realce al currículo que para resumir esas pretendidas nuevas aportaciones trascendentales para la historiografía. Así pues, en este marco, cuando se concluye la lectura se obtiene la imagen de una División Azul de escasa importancia bélica en el frente ruso, menos particularista de lo que se ha dicho, que, en mayor o menor medida, formó parte del proyecto nazi de Europa contribuyendo a su posible victoria, formada en parte significativa por combatientes fascistas de precario equilibrio psíquico, por hombres que en menor escala que otros también compartieron las brutalidades de aquel frente pero que han disfrutado hasta hoy de una leyenda favorable que es preciso revisar.

Excede con mucho el límite de un artículo la revisión crítica de este conjunto disjunto de artículos. Ahora bien, bastarían al lector una serie de comentarios al hilo de lo planteado por estos autores para evaluar la trascendencia de este pretendido nuevo discurso sobre la División Azul.

No me resisto a comenzar por el texto de Jorge Martínez Reverte quien, bajo el título de “Por qué fueron a Rusia”, se limita a tomar prestadas unas cuantas páginas de su lamentable, deficitario y acientífico libro, harto alejado de la historia, a las que quitar unos párrafos hasta cuadrar el número de palabras necesarias para cubrir el expediente. Y la tesis de Martínez Reverte puede ser cualquier cosa menos crítica y novedosa. En su descargo cabría argumentar que Martínez Reverte no es un historiador y que, desde luego, revisando su trabajo, difícilmente se puede afirmar que conozca esos progresos de la historiografía española y extranjera a la que alude como suprema legitimación científica de estas aportaciones Thomas.

Detengámonos ahora en la colaboración de Alegre Lorenz de la Universidad Autónoma de Barcelona y su pretencioso texto “Coser y desgarrar, conservar y arrojar. Visiones del enemigo y estrategias de supervivencia psíquica en la División Azul”. Alegre, se ha inspirado en un par de textos, los trabajos de Theweleit y Littell, para presentarnos sociológica, psicológica y antropológicamente el perfil del “combatiente fascista” que es el divisionario, que como tal muestra una “extrema brutalidad en el combate”, mantiene “políticas de ocupación marcadas por los excesos” y como fascista padece un “precario equilibrio psíquico” en el que el miedo y los sentimientos pueden llevarle a la perdición al perder así la “armadura física del fascista”. No le era necesaria a Alegre la lectura de los dos trabajos anteriormente citados, a cualquier niño que haya visto Star Wars le sonaría aquello a una reinterpretación de lo de que la “ira y el miedo conducen al reverso tenebroso de la fuerza”. No sé si es que Alegre quiere hacer honor a su apellido, pero ni es serio ni es científico que alguien, disfrazando la falta de estudio con la intertextualización de unas pocas citas teóricas, pretenda hacer un análisis sociológico o antropológico sobre los divisionarios a partir de sus textos en base al análisis parcial, desenfocado, obviando el lícito recurso literario de un relato de guerra que por fuerza contiene posiciones extremas, de las memorias de un solo divisionario, José María Sánchez Diana, ¡ Uno solo! Y, o una de dos, o David Alegre desconoce los relatos existentes -que evidentemente piensa evaluar abstrayéndose de toda coordenada de género- o, simplemente, manipula la realidad. Una pena que Thomas, cuando nos prometía la revisión crítica de las memorias de los divisionarios, que ha hecho con notorio desenfoque Nuñez Seixas, no nos advirtiera que en algún caso sería la revisión de las memorias de un único divisionario.

Abundantes son las perlas que se pueden leer esbozando una sonrisa en el texto de Alegre. Lástima, por ejemplo, que pese a su sesuda disertación sobre la identificación de Rusia con el comunismo y con el enemigo, a su peregrina teorización sobre las palabras de Serrano Suñer, ignore u olvide que, por ejemplo, las memorias de otro divisionario se titulaban, curiosamente, “Rusia no es culpable”. Su análisis sobre las estrofas del Cara al Sol o del Himno de la División Azul es de un candor admirable al ilustrarnos sobre el sentido del recurso a la palabra cielo como “necesidad primordial del fascista dirigida a recuperar el dosel sagrado”. Y así nos va desgranando sus peculiares teorías sobre la “agorafobia que el fascista siente ante lo desconocido” o sobre “la retaguardia como espacio de disolución” porque el “fascista tiene miedo de sí mismo”.



Dejando a los divisionarios caracterizados como “combatientes fascistas”, aunque en el orden de los textos este es el último cerrando así el círculo de la mirada crítica, entra en liza otro pretendido teórico, Nuñez Seixas dispuesto a poner en su sitio la “leyenda tan favorable” que han tejido los divisionarios -a ello lleva dedicados algunos artículos con notorios desenfoques-  dejando como premisa, en un texto que lleva por título “La Cruzada europea contra el bolchevismo: Mito y realidad”, que la importancia estratégica de la División Azul fue “casi irrelevante” y que estuvo dedicada a “labores defensivas en un frente estático”. Y eso lo dice alguien que debiera conocer, ya que ha sido un divulgador de las aportaciones no editadas en España sobre el conflicto germano-soviético, el valor de los combates librados en torno a Leningrado; de la pugna de carneros que entre el otoño de 1941 y los primeros meses de 1944 se libró en ese frente estático que se cobró centenares de miles de vidas en ofensivas y contraofensivas.

Dejo a un lado el mito y la realidad de la cruzada europea, porque una cosa, en lo que no entra Nuñez Seixas, es la propaganda y los objetivos del Tercer Reich y otra lo que llevó a combatir a anticomunistas de muchos países en el Frente Este y especialmente a los españoles. Me asombran las contradicciones de Nuñez Seixas que además es capaz de ponerlas por escrito, como si quisiera ponerse al mismo tiempo la herida y la venda. No es de recibo, por ejemplo, que primero nos diga que la División Azul no tuvo esa aureola de bajas que le da el tinte heroico, porque estuvieron por debajo de la media alemana (olvida que no sólo debe computar los muertos sino también los heridos y congelados que son las bajas reales) y después apunte que no es menos cierto que las bajas alemanas fueron más altas porque estuvieron combatiendo más tiempo y sobre todo porque fue a partir de 1944 cuando el Ejército Rojo causó bajas de verdad a la Wehrmacht pero los españoles ya no estaban allí. ¿En qué quedamos?

Nuñez está obsesionado, esa es mi opinión, con trasladar la particular guerra de los historiadores alemanes a España. Anda empeñado en demostrar que al igual que no existió la limpia Wehrmacht la actuación divisionaria no fue tan limpia y la unidad española, aun dentro de su singularidad, fue menos particular de lo que parece; fue menos brutal porque tuvo menos oportunidades para ello. Para Nuñez lo que de verdad preocupa para situar a la División Azul en sus justos términos es contestar a preguntas del siguiente tipo: “¿Qué ocurrió con los judíos: vieron o percibieron algo los soldados españoles del proceso de persecución que llevó a su exterminio? ¿Cuál fue el trato otorgado a la población civil? ¿En qué medida pudo la DA ser corresponsable, copartícipe o simple bystander de lo que era una guerra de exterminio diseñada y ejecutada por el Alto Mando de la Wehrmacht? ¿Cuál fue la experiencia de guerra de los divisionarios, y cuáles sus rasgos específicos, si los hubo, al respecto? ¿En qué medida la DA fue una excepción dentro del amplio panorama de las fuerzas invasoras en el frente del Este? No se trata de debatir acerca de su “honor” o de su ejecutoria bélica desde presupuestos normativos, sino de historizar en términos comparativos y necesariamente transnacionales la experiencia de la DA en su marco europeo”. Y así, de un plumazo, Nuñez se refiere a esos otros historiadores que como Negreira, Caballero, Sagarra o quien suscribe mantenemos posiciones críticas con respecto a Nuñez o Rodríguez Jiménez.

Interesa mucho a Nuñez, además de otros temas, precisar: “a) las actitudes hacia la población judía; b) la brutalización de sus condiciones de combate; c) la imagen del enemigo y su evolución, y c) el trato hacia la población civil rusa y los prisioneros del ejército soviético”. Nos dice Nuñez que los españoles no realizaron actos de protección a los judíos, pero no es ese el testimonio de los judíos de Grodno, los únicos con los que realmente tuvieron contacto; nos habla, como Reverte, de los judíos que estaban en los hospitales, pero existen decenas de testimonios de la actuación de los españoles con respecto a ellos. Y, naturalmente, busca sembrar la duda al escribir que “no hay constancia de su participación en matanzas”, pero que en todo caso “pudieron ser testigos” y prefirieron mirar para otro lado. Una muestra clara de la objetividad en el manejo de las fuentes.

En ocasiones tengo la impresión de que Nuñez no llega ni a darse cuenta de lo que escribe. Disiento de su aseveración de que la lucha guerrillera o partisana no fuera importante en el sector divisionario y en la zona de Leningrado; pero es curioso que no repare en lo que significa que los alemanes no encargaran a los españoles actividades antipartisanas porque no confiaban en ellos. Y supongo que no confiaban en su eficacia porque difícilmente utilizarían la represalia y otros medios similares. Llega el dislate y la manipulación a extremos difícilmente comprensibles -¡hasta qué punto puede la servidumbre ideológica torcer la objetividad del historiador!- cuando nos comenta que “los indicios indirectos también sugieren que la orden de los comisarios (que suponía su ejecución inmediata) fue cumplida por la DA de modo similar al conjunto de las unidades del Eje”. Como demostración de la evidencia indirecta nos refiere una instrucción del mando divisionario del verano de 1942 que en realidad contradice las órdenes alemanas  y establece un modelo de comportamiento distinto: “Se instruirá a la tropa sin pérdida de tiempo la prohibición de fusilar a los comisarios Políticos hechos prisioneros o pasados voluntariamente a nuestras filas. Estos Comisarios serán objeto del mismo trato que se da a los demás prisioneros”. ¡Asombroso!

No quiero cerrar este ya de por sí largo comentario sin una referencia a Rodríguez Jiménez para quien la División Azul, formó parte de la maquinaría del mal, por encima de cualquier otra consideración, al “dar relevo a tropas alemanas y vida al proyecto nazi de una Europa dominada por el pueblo ario”. Y se ha quedado tan contento.

Francisco Torres García





jueves, 20 de diciembre de 2012

Recensión del libro publicado por el Foro Historia en Libertad


Recensión publicada en Alfa y Omega, 807 15-XI-2012:

«Hemos tenido que soportar durante años a sujetos investidos por no se sabe quién de no se sabe qué autoridad, imponiendo una verdad oficial, cuyo principal vicio es que era mentira»: así prologa José Javier Esparza el libro Extremadura: de la República a la España de Franco, de Ediciones Barbarroja.

Se trata de un volumen coordinado por Ángel David Martín Rubio, en el que se recogen los trabajos de la Jornada, organizada por el Foro Historia en Libertad, acerca de la Política y propaganda en la retaguardia republicana en Extremadura.

No por tener un carácter local, deja de ser representativo de todos los olvidos y despistes más o menos intencionados a los que la propaganda política y mediática nos ha sometido durante años sobre la Segunda República y la España de Franco.

Circulan por sus páginas asuntos como el fracaso de la reforma agraria de la República, los asaltos de fincas rústicas en marzo del 36, la presunta matanza de Badajoz, el tren de la muerte de El Quintillo, las purgas dentro del bando rojo, las fosas comunes de las que nadie quiere acordarse... Al final, una auténtica declaración de intenciones: Historia frente a memoria. Eso, para quien quiera saber y conocer lo que pasó...

J.L.V.D-M.
Extremadura: de la República a la España de Franco (Una visión Historiográfica) Ángel David Martín Rubio (Coord.) Prólogo de José Javier Esparza
Ediciones Barbarroja, Madrid, 2012 Formato: 15 x 21 cm. Colección Memoria Histórica 332 págs.

PEDIDOS A: historiaenlibertad@hotmail.es
ENVÍOS CONTRA-REEMBOLSO: 20 €

AUTORES: Antonio Manuel Barragán Manuel Barragán-Lancharro Moisés Domínguez Núñez Manuel Martín Lobo Ángel David Martín Rubio Rafael Moreno García Luis Vicente Pelegrí Pedrosa Francisco Pilo Ortiz Pablo Sagarra Renedo

CONTENIDO
SEGUNDA REPÚBLICA
Hace 75 años… José Giral y el pucherazo del Frente Popular en Cáceres (1936)
El fracaso de la reforma agraria de la Segunda República
Revolución en Badajoz: los asaltos de fincas rústicas en la madrugada del 25 de marzo de 1936
Un discurso incendiario: Badajoz, mayo de 1936, ¿Premonición o certeza de la Guerra Civil?
GUERRA CIVIL Y REVOLUCIÓN
Violencia en la provincia de Badajoz (1931-1939): “Bajo el signo de la revolución”
19 y 20 de julio de 1936: lo realmente ocurrido en Monesterio
Jacques Berthet, “El inicio del mito”: Badajoz 27 de julio de 1936
Nombres para no olvidar: coronel Ildefonso Puigdengolas Ponce de León
La memoria de una fotografía que no fue “cazada” en Badajoz
Agosto 1936: tres oficiales asesinados en Feria
El Quintillo: un desconocido “tren de la muerte” en la Extremadura Roja
Expropiación agraria y decepción social (1931-1939)
Comunistas en la Extremadura Roja: los izquierdistas asesinados por la República en Cabeza del Buey
Miguel Hernández: un poeta en la Extremadura Roja
El bombardeo de Cáceres y la aviación en Extremadura durante el primer año de Guerra (1936-1937)
¿Memoria histórica extremeña? La verdadera “columna de la muerte”
Castillos del siglo XX. Fortificaciones de la Guerra Civil Española en Castuera (Badajoz)
LA ESPAÑA DE FRANCO
Embalses, regadíos, colonización y repoblación forestal en Extremadura: Plan Badajoz y regadíos de Cáceres
Franco no hizo absolutamente nada por Extremadura
Carlos Liñán: pastor protestante durante la República, la Guerra y el Franquismo
20 de noviembre de 1975: el impacto de la muerte de Franco en Extremadura
HISTORIA FRENTE A MEMORIA
Las fosas de Mérida
Las listas de la memoria histórica en Extremadura: ¿fraude o incompetencia?
La web de Memoria Histórica en Extremadura
Las listas de la memoria histórica en Extremadura: ¿fraude o incompetencia?
La web de Memoria Histórica en Extremadura retira su lista de presuntas victimas
Carta de un niño gitano a los titiriteros de la memoria
Una cruz profanada: unilateral memoria histórica en Castuera
El mapa de fosas: nuevo fraude de la memoria histórica en Extremadura
LIBROS
“Bajo cielos de plomo”
“República y Guerra Civil en Monesterio”
“La matanza de Badajoz”

Pulse sobre este enlace para leer la presentación del libro

viernes, 7 de diciembre de 2012

VALENTINA ORTE: Nuestra Señora de Atocha y el Rgto. de Infantería Wad-Ras nº1



Madrid, para la gente de fe, es afortunada. No tiene una patrona, tiene tres. Bajo tres advocaciones distintas la Santísima Virgen ejerce su dulce patronazgo sobre la capital. La más popular, la de la Paloma; la de la Almudena  que se venera en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena y la más desconocida en la actualidad, si bien, la más antigua, Nuestra Señora de Atocha.

Se dice que la primitiva ermita de Atocha estuvo en la vega madrileña, cerca del río Manzanares, en el lugar denominado Santiago el Verde; siendo trasladada más tarde al lugar que ocupa actualmente, por el caballero Gracián Ramírez. Consta la situación señalada por una carta que se conserva, al parecer, en la Catedral de Toledo y en la cual San Ildefonso, feligrés de Atocha indicaba a un canónigo de Zaragoza que cuando pasase por Madrid “se acordara de que en su vega, había una devota imagen de Nuestra Señora, con un Niño en el brazo izquierdo y una manzana en la mano derecha, llamada la Virgen de Atocha” y de la cual el santo dice recibió muchos consuelos. Todo esto nos manifiesta cómo ya en el siglo VII era famosa esta advocación de la Santísima Virgen. Al  llegar el siglo XI las crónicas dejan constancia de la iglesia de Atocha. Se reducía el templo de la patrona de Madrid en aquel tiempo, a una capillita de 15 pies de larga y 12 de ancha porque, como dice el padre Cepeda, “no permitían más grandiosidades los moros que vivían en su cercanía”. Durante la permanencia de los árabes en Madrid, fue estipulado en las condiciones de la capitulación que serían respetados el culto a la Virgen de Atocha y a la parroquia de Santa Cruz.

Cuando mediado el siglo XI entró Alfonso VI en Madrid, la importancia de Atocha comenzó a aumentar y ya en el siglo XVI, la ermita se convirtió en una gran iglesia y las casitas de los Canónigos Regulares en un convento de religiosos de Santo Domingo; por obra del P. Fr. Juan Hurtado de Mendoza, O.P., confesor del Emperador, al cual pidió y también al Papa Adriano VI,  la iglesia de Nuestra Señora de Atocha para los dominicos. Obtenidos los consentimientos y cumplidos los trámites reglamentarios, el día 2 de junio de 1523, se hizo la entrega solemne de las llaves de la iglesia a los citados religiosos. Todos los reyes de la Casa de Austria se esforzaron en mejorar y ampliar las instalaciones de la iglesia y convento y, posteriormente, también lo hizo la Casa de Borbón.

Y así, bajo el cuidado de los frailes de Santo Domingo ha permanecido desde entonces la Virgen de Atocha, con la salvedad de ciertos períodos que podríamos denominar del martirio del santuario cuyo primer acto se produjo el 5 de diciembre de 1808 cuando, al apoderarse las tropas francesas del convento y convertirlo en cuartel, expulsaron a los religiosos y cometieron profanaciones y robos con destrucción de la magnífica biblioteca. Al ser restaurada la situación,  los religiosos, que habían estado refugiados en el convento de Santo Tomás de la calle de Atocha, volvieron al santuario donde estuvieron hasta 1836 en que  la desamortización de Mendizábal, que consistió básicamente en el sistemático despojo patrimonial de la Iglesia y su nacionalización y posterior venta en pública subasta al mejor postor, además de  suprimir las órdenes religiosas, les obligó a exclaustrarse. Esto constituyó el “segundo acto de martirio”: la iglesia quedó convertida en un páramo de desolación y ruinas y el convento en cuartel de inválidos.

La reina Isabel II se preocupó de restablecer el culto de Atocha y de solicitar a S.S. Pío IX que fuera elevado a la dignidad de Basílica, gracia que le fue otorgada por el Papa el 12 de noviembre de 1863. A pesar de este nuevo reconocimiento, la situación de la iglesia[1] siguió deteriorándose hasta que el peligro de hundimiento y el deseo de hacer una mejor, movió a la reina regente Mª Cristina de Habsburgo a ordenar que se procediese a su derribo. La Virgen, que recibía culto en una pequeña capilla provisional, fue trasladada a la iglesia parroquial del Buen Suceso que, como Atocha, pertenecía al Patrimonio Real.

De la época de  cuartel de Inválidos  varios de sus directores fueron enterrados allí, entre ellos José de Palafox, Francisco Castaños, Manuel Gutiérrez de la Concha y Juan Prim, además del político Antonio de los Ríos Rosas. Debido a estos enterramientos ya existentes, la reina decidió que la basílica que se había de construir en sustitución de la antigua, tuviera anexo un panteón que diera acogida a estos restos. Se convocó un concurso público y en 1890 se eligió ganador el proyecto que, bajo el título Nigra sum sed formosa[2], había presentado el arquitecto Fernando Arbós y Tremanti. El conjunto, de estilo neobizantino, incluía un campanil italiano, que albergó un reloj de cuatro esferas y tres campanas, y el panteón, que tenía carácter de claustro de la basílica y se inspiraba en el camposanto del Campo dei Miracoli de la ciudad italiana de Pisa. El proyecto era muy ambicioso pues la basílica estaba destinada a ser el templo de la Corte y sede de las ceremonias religiosas reales.

En 1891 se comenzó a construir el proyecto, del que a la postre sólo se alzarían el panteón y el campanil. El panteón se erigió entre 1892 y 1899, dándose las obras por concluidas en este último año por lo elevado de su coste y  por la coincidencia  con las obras de la cripta de la catedral de la Almudena. En 1901 se trasladaron a él los restos de Palafox, Castaños, Concha, Prim y Ríos Rosas. En años posteriores recibieron sepultura en el nuevo emplazamiento los restos de los políticos Francisco Martínez de la Rosa, Diego Muñoz-Torrero, Juan Álvarez Mendizábal, José María Calatrava, Salustiano Olózaga, Agustín Argüelles, Antonio Cánovas del Castillo, Práxedes Mateo Sagasta, Eduardo Dato y José Canalejas.

A pesar de ello, la idea de mantener un Panteón de grandes personajes de la historia, se vió frustrada por segunda vez[3]. Los restos de Palafox fueron trasladados en 1958 a la Basílica del Pilar de Zaragoza y los de Castaños a la Iglesia Parroquial de la Encarnación de Bailén en 1963. Salvo los de Canalejas y los de Olózaga, los restos de los demás ya no reposan en el panteón por haber sido reclamados por diversas ciudades. Quedan, sin embargo, los magníficos mausoleos, obras de grandes escultores, dignos de ser apreciados por los amantes del arte.

En 1924, sin seguir el proyecto original de Arbós, la Orden de Predicadores emprende a sus expensas  la construcción de un convento y basílica según diseño de estilo seudobarroco de Francisco Antón. El Rey D. Alfonso XIII cedió los terrenos necesarios, encomendando a la comunidad el cuidado del campanil y del panteón. Se realizaron las obras con la mayor rapidez y el primer sábado de noviembre de 1926 se hizo el solemne traslado de la Virgen, desde la parroquia del Buen Suceso hasta su nueva iglesia, donde fue recibida por su majestad el Rey y su madre la Reina Dª María Cristina, reanudándose una nueva era en el culto a la Virgen de Atocha.

Nª Srª de Atcoha
¿Cómo es esta representación de la Virgen? Corresponde a un tipo iconográfico en el arte bizantinode la Virgen como Theotókos, en el que aparece sentada en un trono con el Niño Jesús en su regazo, mirando ambos al frente, en actitud hierática. Labrada en madera muy dura, su rostro es moreno, casi negro y su estilo, románico. Pertenece al mismo grupo que las de Torreciudad, Loreto, Montserrat, Chipiona, Guadalupe, Solsona, Peña de Francia…grupo que se extiende por toda Europa, desde Mont-Saint-Michel hasta Czestochowa por establecer unos límites conocidos. Está sentada como queriendo afirmar con esta postura su magisterio sobre la Iglesia a la muerte de su divino Hijo. Al lado izquierdo y formando parte de la misma talla, tiene un Niño pequeño al que, con la mano derecha, muestra una manzana que, según los teóricos, representa las tentaciones del mundo. El Niño no parece mirar el fruto y tiene levantada su diestra en actitud de bendecir al pueblo.

Los primeros documentos conservados titulan esta imagen Nuestra Señora de Antioquía y así la nombra el 16 de abril de 1148 el Papa Eugenio III y también se cita con este nombre en algunas escrituras de la abadía de Santa Leocadia de Toledo. La Virgen de Atocha ocupó desde el principio un lugar preeminente entre las devociones de los madrileños. Según la tradición más difundida, unos discípulos de San Pedro trajeron a España esta imagen de la Virgen y la depositaron en una ermita cerca de Madrid. Además, se creía que era una de las realizadas a partir del retrato que de la Virgen había hecho el evangelista San Lucas.[4]

Existe la creencia de la intervención de Nuestra Señora en la victoria de los cristianos sobre los moros en Madrid en los primeros años de la Reconquista. Se trata de la historia de Gracián Ramírez, caballero cristiano del siglo VIII que, ante el temor de que los moros deshonraran y mataran a su mujer y a sus dos hijas, determinó quitarles él mismo la vida y las degolló al pie del altar de la Virgen de Atocha. Los moros fueron derrotados por las tropas cristianas y cuando Gracián llegó con sus soldados a la ermita para dar gracias a la Virgen por la victoria, encontró de rodillas al pie del altar a su esposa e hijas sanas y salvas, con unos hilos encarnados en el cuello en el lugar en el que habían sufrido la herida mortal. Este hecho ocurrió hacia el 720, siendo papa Gregorio II.[5]

La devoción por esta advocación fue tan importante que las mejores plumas escribieron sobre ella como relata Rafael González Cañal en su libro “LA VIRGEN DE ATOCHA EN EL TEATRO ESPAÑOL DEL SIGLO DE ORO”.

Con la llegada de los convulsos tiempos de la II República, la ilegalidad del Gobierno del Frente Popular,  su incapacidad para ejercer sus funciones y  la inseguridad, violencia y ambiente prerrevolucionario que se vivía en las calles de España hizo que poco durara la tranquilidad. Extorsiones, expolios, asesinatos, incendios se sucedían por todas partes, de modo que el 20 de julio de 1936 se produjo el tercer martirio de la Basílica. Sin el menor respeto, ni por los valores religiosos ni por los tradicionales que representaba, fueron asaltados e incendiados el convento de los dominicos y la iglesia.

El monumento se encuentra situado en lo que podría denominarse “zona caliente” entre el cuartel del Regimiento de Infantería Wad Ras nº 1,[6]  en el actual Paseo de María Cristina y la  Maestranza y Parque de Artillería en el barrio de Pacífico, hoy avenida de la Ciudad de Barcelona. Ambos acantonamientos, más las dependencias de RENFE y del METRO repletos de trabajadores afiliados a la CNT, PSOE y UGT, tuvieron gran influencia en  la radicalidad y violencia con que se desarrollaron los acontecimientos. Además en las inmediaciones, Pacífico 37, se hallaba instalada la temible Radio 2 Comunista (cuyo dirigente era Mariano Abillon), la cual disponía de varias “sucursales” más próximas al lugar de los hechos: las checas de Julián Gayarre 6 y Fuenterrabía 2 al mando de un tal Garcilópez y la del entonces paseo de Ramón y Cajal 6, al mando de Eugenio Monreal Alastruey y Miguel Izquierdo Moreno. Esto facilitó que milicias socialistas hicieran guardia en los alrededores de los cuarteles a fin de dar noticias a las autoridades republicanas de las anormalidades que observaran para así evitar el temido levantamiento de las fuerzas militares[7].

Los acontecimientos se produjeron así:

En ambos acuartelamientos se estaba a la espera de las órdenes del general Fanjul, como Jefe del Movimiento en Madrid a través del enlace, capitán García Vinuesa. El del  Regimiento de Infantería  nº 1 (Cuartel de María Cristina), que mandaba el coronel D. Tulio López Ruiz, estaba muy bien dispuesto a favor de los nacionales, pero, quizás por sospecharlo, ya desde el advenimiento de la República, el Gobierno mandó a esta Unidad a todos los militares que le eran incondicionales los cuales desarrollaron una intensa labor de propaganda, creando dentro del cuartel una cédula comunista con apoyo del teniente coronel Mangada, los comandantes Jiménez Orge y Burillo, capitanes Álvarez y Melero (jefe luego del SIM) y los tenientes Lupión y Ávalos, entre otros.[8]Se intentó contrarrestar esta influencia con la labor del coronel D, Tulio López, y del, entonces, comandante Asensio, separando a Mangada y Jiménez Orge, completándose la labor del mejoramiento de la moral de la Unidad durante el mando interino del hoy general Yagüe”[9].Con el triunfo del Frente Popular, el Gobierno fue quitando de los puestos de responsabilidad a los muchos militares que no comulgaban con el nuevo estado de cosas y  volvió a introducir a destacados izquierdistas, especialmente los sargentos Leiva, Máximo Díaz, Guerra y el músico Calero,[10]

El 17 se acoge la orden de acuartelamiento, ̶ dada por el general Miaja[11] ̶  ,en un magnífico ambiente a pesar de no haberse cumplido lo comunicado por Hipólito Coronado de que ingresarían en el cuartel 700 hombres de Falange para los cuales ya tenían preparados los equipos[12]. El 18 se presentó el general Miaja, quien aseguró no se armaría al pueblo[13] y que él era ante todo militar y compañero. Pero no se cumplió lo prometido y las turbas merodeaban en actitud agresiva, siguiendo las órdenes dadas por González Peña, generalísimo de las milicias de la CNT: “Nada de legalismo. Acción, solamente acción. Sobran ya los discursos. Vengan los fusiles, que son los únicos que nos darán el triunfo. Es urgente prepararse y estar armados. Pues el día en que se haya de actuar pudiera estar próximo. No es cosa de que cuando las derechas armadas se lancen a la calle nos cojan desprevenidos[14] Por ello, a última hora, el coronel dispone el cuartel en estado de defensa y que se ocupen con dos pelotones las casas fronteras[15]. A la llamada del general Riquelme,  ̶ en funciones de General de la División ̶ , presionando al coronel si podía contar con él, éste trata de contestar con evasivas hasta conocer la situación en otros cuarteles. Para ello se contacta con el coronel de Juanes, jefe del Tercio de la Guardia Civil del Cuartel de Batalla del Salado quien claramente declaró estar al lado de la República, a pesar de manifestaciones anteriores.

Entre la noche del 18 y el día 19 de julio se agregaron al Regimiento nº 1 para apoyar el Movimiento el teniente coronel de infantería de marina, Villalobos; comandantes Montaner y Martín, Uhagón, Francisco Coello, Vázquez Ochando; capitanes Díaz Montero, Gonzalo Fernández de Córdoba y Ziburu, Marcelino López Sánchez, Fernández Silvestre; tenientes Alfonso Calvo, Gonzalo Serrano y Fernández de Villavicencio, Vizconde de Uzqueta; los alféreces Miguel Ángel González Escudero, Benito González Lamas y Francisco Soriano Frade; brigada de complemento Rey de las Heras; sargento de complemento Pedro Galián Menéndez; y varios falangistas, entre ellos, Jiménez Coronado, Díaz Montero y Mora, todos ellos para poder franquear la entrada tuvieron que hacerlo en grupos separados y someterse a tres cacheos por las milicias Al presentarse al coronel este dispuso que se les diera uniforme de soldado para no llamar la atención.[16]

El 19 por la mañana se envió al capitán Bermúdez de Castro y dos tenientes al frente de una compañía con dos ametralladoras para ver de apoderarse del Parque de Artillería e impedir el armamento del pueblo, pero se encontraron con que ya estaba ocupado por tres Compañías de la Guardia Civil y un grupo de Asalto que les enfilaron con cañones, produciéndose una tensa situación hasta que recibió orden del coronel del Wad Ras de volver con las tropas al cuartel de procedencia.

Desde que se recibió la orden de acuartelamiento en los cuarteles de Pacífico, todos los obreros fueron armados por orden del teniente coronel del Parque. Se permitió que el capitán Vicente Paredes, los tenientes Gumersindo Yagüe Barral, Tomás Barrios e Higinio Fernández y el alférez Carrión, los sargentos José García Rodríguez y Francisco García Iglesias y varios suboficiales con fuerzas de asalto, milicias y soldados de la escolta presidencial entraran en el acuartelamiento y sacaran camionetas con armas y municiones que luego repartían al pueblo. Llegaron al Parque muchos oficiales con la estrella de 5 puntas, entre ellos, el comandante Martínez y Díaz Varela, ayudante del Ministro de la Guerra, ̶ Casares Quiroga ̶  y expresamente mandado por éste para estar enterado del modo de llevarse a cabo el reparto de armas en el Parque, siendo los destinatarios no sólo unidades militares, sino, en su mayoría partidos políticos y sindicatos.[17]

Se presentó allí para animar la situación Dolores Ibarruri y algunos afirman que también Margarita Nelken. El armamento se venía a recoger en camiones por los sindicatos, radios comunistas y partidos republicanos con un  vale que, a veces, solo tenía el sello o la firma de “La Pasionaria” o del comandante Barceló, Jefe de la Guardia de Infantería del Ministerio de la Guerra. La salida de material fue tan masiva que obligó al comandante Alcover y al teniente Bausá a intentar cerrar las puertas del Parque  pero tropezaron con la actitud del comandante Flores quien a grandes voces, de manera desaforada dijo que los iba a fusilar inmediatamente, sometiéndoles a vigilancia continuada desde entonces.[18].

Ese mismo día a primeras horas de la tarde, llegó al cuartel de Mª Cristina, de incógnito, vestido de paisano, el general García de la Herranz que marchó a hacerse cargo del Campamento de Carabanchel en la camioneta del Regimiento que suministraba los víveres, haciéndose pasar por los controles como el carnicero. Le acompañaban los tenientes Domínguez y Ramírez  con el propósito de organizar una columna para venir sobre Madrid. El mismo día 19 el general Castelló ̶  recién nombrado ministro de la Guerra ̶ ,  pidió al coronel que formase una columna bajo su mando y saliera a combatir al general Mola que se decía venía del Norte con 40.000 hombres. El coronel Tulio López arguyó que tenía muy poca tropa, la mayoría reclutas recién incorporados y a los cuales acababan de inyectar contra el tifus y, una Compañía en Retamares[19]  y que precisamente por esa escasez no había podido mandar la guardia a Palacio como les correspondía. No obstante, los capitanes Jorreto, Romero Torres y Bermúdez de Castro declararon haber recibido órdenes  en este sentido, del coronel por medio del comandante Sr. Noé (que era quien mandaba el batallón), y que por ello se formó dos compañías, las armó y municionó, pero que no pudieron salir porque no llegaron los anunciados camiones para el traslado[20].

Mientras tanto, sobrevuelan aviones sobre el cuartel y se montan ametralladoras y dispositivos antiaéreos en previsión de un ataque; llegan noticias de la actitud dudosa y vacilante de los cuarteles del Pacífico. En esta situación, el coronel Ángel Cuadrado del Regimiento de Carros de Combate se negó terminantemente al requerimiento del coronel del Wad Ras a apoyarle, conminándole a que hiciera igual que él, esto es, apoyar la República. Al tiempo se intensifica el fuego de fusilería contra la tropa acuartelada, produciéndose la primera baja, un soldado muerto en una azotea de una casa frontera. Arreciaba el fuego de todas partes; pasaban coches a toda velocidad disparando sus ocupantes contra el cuartel a los cuales se contestaba por lo que se recogieron unos siete u ocho muertos que fueron introducidos en él. Quienes estaban de vigilancia en las ventanas altas anunciaron que había cañoneo por la parte de Getafe y Campamento llegando, a poco, noticias de que Getafe y Cuatro Vientos habían caído y también el cuartel de la Montaña.

Aparece inmediatamente, procedente de allí y del Parque de Artillería.de Pacífico[21], una turbamulta de milicianos y de mujerzuelas que, como en las jornadas de la Revolución en Francia, se precipitaban como buitres a la carroña hambrientos de sangre y de botín, decían que con el fin de combatir el alzamiento. Se apiñaron ante el santuario gritando contra la Iglesia y la religión, subieron al campanil y dispararon contra el cuartel de Wad Ras, situado casi enfrente, con tal avalancha e ímpetu que los soldados tuvieron que ser provistos de cascos de acero. Desde el edificio en construcción de la División baten de flanco todos los patios. Aumenta el fuego hasta por la parte trasera, desde el Retiro, que en esa zona es como una montaña, un cerrillo, que domina el cuartel y donde se establecieron hasta cuatro escuadrones de Asalto, teniendo que emplazar una ametralladora en la ventana del pabellón del músico mayor logrando así detener a los escuadrones, combatiendo uno de ellos, por lo menos, pie a tierra. Las milicias aseguraron que eran los frailes quienes disparaban contra las fuerzas de la República, con cuya excusa se consumó el asalto a la Basílica y su saqueo lo que fue confirmado por declaración de Manuel Orellana Tolivia[22] quien asumió su intervención en los hechos y en el asesinato de uno de los padres dominicos en las proximidades y también en el de unas treinta personas más, entre ellas dos hermanos sacerdotes D. Gregorio y D. Enrique Herreros García, que tenían su domicilio en el mismo edifico que el declarante. Participó también en los de Eliseo Gayón y su hijo José, a todos los cuales después de tenerlos detenidos en el Radio 2 del Partido Comunista los asesinaban en el Alto del Arenal, una zona del Puente de Vallecas.

Así las cosas, según declaración del entonces capitán Ayudante Mayor del coronel del Regimiento de Infantería Wad Ras nº 1, D. Rafael Maceres Maya,  el teniente coronel Perol, izquierdista y cree que masón,  fue el que abrió la puerta del cuartel a las milicias las cuales, como era de prever, se dedicaron al saqueo y pillaje, no solo de armas y municiones, sino de instrumentos técnicos de física y de precisión solo utilizable por personas técnicas y también violentando las valijas de los soldados y  cosas personales de los pabellones en que se alojaban con las familias. No fue reprimido este pillaje por ordenarlo así los jefes.[23]

Se reciben por teléfono requerimientos de rendición de la Dirección General de Seguridad primero y del Jefe de los guardias de Asalto del Cuartel de Abtao, Torres, al tiempo que el comandante de Carabineros Sr. Muñoz Vizcaíno llega con la misma embajada. Los milicianos atacan el cuartel con tal furia que el propio comandante, para poder entrar al cuartel, cercado por el fuego, tiene que emplearse a fondo. Entra y da cuenta al coronel de la total rendición de los cuarteles que se habían sublevado y le emplaza en una hora; manifestando, según declararía posteriormente el capitán Jorreto, que “el Regimiento no sería considerado como faccioso porque no había
realizado ningún acto en este sentido”.
El coronel reúne a la oficialidad y da cuenta de la situación. El comandante mayor Sr. Marzal dice :”Hemos jugado y hemos perdido, de caballeros es pagar”. Todos lo aceptan en atención a las familias que viven en los pabellones. Fueron avisados los jefes y  algunos oficiales[24] que subieran al salón de actos donde se les pidió las armas y les dijeron que quedaban en libertad, pero cuando se disponían a marcharse les ordenaron que permanecieran allí hasta nueva orden quedando bajo la custodia  de la Guardia Civil y de Asalto hasta ser conducidos a la Cárcel Modelo. También sacaron a algunas familias de las viviendas de los militares como ocurrió con la del capitán Jorreto. Una vez sucedidos estos hechos se hizo cargo del mando del Regimiento el comandante Noé.

Sin tener en cuenta que la orden de acuartelamiento llegó de su superior y amigo (Miaja) que el coronel D. Tulio López a pesar de disponer de pocos soldados, cumplió la orden de armarlos para salir al frente (orden que si no se hizo efectiva fue porque no llegaron los anunciados camiones para el transporte); a pesar de que sólo dispuso, como era su obligación, que se defendieran de las agresiones que sufría el cuartel pero no reprimió a las turbas en el saqueo y pillaje, ni se enfrentó al ejército de la República,  el  Juez del Tribunal Supremo Francisco Elola y Díaz Varela, les procesó por el delito de rebelión militar dentro de la República Española con el resultado de 5 personas condenadas a muerte y otros muchos a reclusión perpetua  ̶  los cuales fueron asesinados poco después en varias “sacas” de las cárceles ̶ , constando en las  distintas declaraciones el nexo común, aparte del militar, de estar en contra de la permisividad con que la República toleraba el caos y la destrucción dominante.

En el cuadro adjunto figuran los miembros del Regimiento nº 1 que fueron asesinados, aunque de algunos no se sepa lugar ni fecha.

NOMBRE
APELLIDOS
CARGO
CONDENA
CÁRCEL
ASESINADO EN LA   SACA DE
TULIOLÓPEZ   RUIZCORONELA   muerte19/09/1936
MARZALCOMANDANTESan   AntónNoviembre
RAFAELMACERES   MAYACAPITÁNReclusión   perpetuaSan   Antón
JOSÉJORRETO   RELIMPIOCAPITÁNA   muerte19/09/1936
ÁNGELMORENO   TORRESCAPITÁNA   muerte19/09/1936
PEDROLOZANO   LÓPEZCAPITÁNReclusión   perpetua
AGUSTÍNMARÍN   BARRANCOCAPITÁN   de CORBETACerro   de Ángeles31/07/1936
LECHUGACAPITÁNSan   AntónNoviembre
ARTUROBERMÚDEZ   de CASTROBLANCOCAPITÁNCárcel   Modelo22/08/1936
FRANCISCOCASTRO   LORENZOTENIENTEReclusión   perpetuaModelo07/11/1936
JOSÉ   LUIS deBLAS   ARANTEGUITENIENTEReclusión   perpetuaModelo05/11/1936   con 14 más
GUMERSINDOTORIBIO   MONJETENIENTEReclusión   perpetua
JOSÉPEÑA   RUIZTENIENTEReclusión   perpetua
JOSÉMOLINA   PÉREZTENIENTEReclusión   perpetua
MANUELÁLVAREZFERNÁNDEZ   VILLAMILTENIENTEReclusión   perpetua
JOSÉ   LUISVEGA   GARCÍATENIENTE   [25]
ALFONSOVILLÉN   ROLDÁNTENIENTEA   muerte19/09/1936
PÍOMARTÍNEZ   MARTÍNEZALFÉREZA   muerte19/09/1936
CRUZBERROCAL   SALAICESALFÉREZReclusión   perpetuaModelo07/11/1936
JACINTOGUZMÁN   QUINTANAALFÉREZReclusión   perpetua
RAFAELNARANJO   GUTIÉRREZALFÉREZReclusión   perpetua
FAUSTINOCUERPO   SEGADORALFÉREZReclusión   perpetua
PABLOBERROCAL   SALAICESALFÉREZReclusión   perpetuaModelo07/11/1936
EUSEBIOPÉREZ   CHAMORROALFÉREZReclusión   perpetua
JOSÉSENA   HERNANISARGENTO
JUANCARRIÓNSARGENTO
AGUSTÍNJUAN   VILARSARGENTO
LUISPÉREZ   PÉREZCABO
LUISDÍAZ   DE ARCAUTE GIMÉNEZCABO   VoluntarioCuartel   Mª CristinaVicálvaro07/11/1936
DELFÍNGALERA   PÉREZSoldadoCuartel  Mª CristinaDesaparecido
VICENTEFERNÁNDEZ   FITOSoldadoCuartel  Mª Cristina17/08/1936
NORBERTO   deDIEGO   MINGOSoldadoCuartel  Mª Cristina10/11/1936   colonia Retiro
JESÚSRECIO   GARCÍASoldado
FRANCISCOADÁN   SÁNCHEZSoldado
VICENTEMOYA   PARROMúsico[26]

Además de los militares mencionados que no fueron muertos en acto de servicio sino asesinados, como consecuencia de la refriega, a  las doce del mediodía, la Basílica estaba ardiendo. Se perdieron todas las obras de arte que la piedad de las gentes movidas por los milagros o en acción de gracias por los beneficios obtenidos por su mediación, hizo que empezaran a regalar a la imagen de la Virgen: joyas, adornos, vestidos y mantos. De estos últimos tuvo una gran colección muy valiosa; regalos todos ellos de las reinas de España que tomaron por costumbre piadosa donar a la Virgen sus galas de novia. Hoy todavía se conserva, al parecer, el manto de terciopelo rojo y armiño, cuajado de castillos y leones bordados en oro, regalo de Isabel II, que luce la imagen en las grandes solemnidades. La imagen de la Virgen  que tuvo que refugiarse, esconderse, huir de su casa, pudo salvarse gracias al amparo de una familia de feligreses valientes que supo protegerla de las furias iconoclastas. El Santo Niño se perdió en el incendio[27] y los dominicos fueron expulsados del convento y perseguidos. Algunos que no pudieron alejarse de la zona de la Basílica, fueron asesinados en las proximidades, en plena calle. He aquí la relación de mártires dominicos de Atocha:

LUIS FURONES FURONES (ARENAS)
Nació en Abraveses de Tera, (Zamora). En Salamanca concluyó sus estudios de teología. Misionero en distintas naciones de Centroamérica, regresó a España en 1935 con la idea de volver allá, pero en julio del mismo año lo eligieron prior del convento de Atocha y tuvo que quedarse; siendo un superior prudente, compasivo y afable. Cuando el 20 de julio las turbas asaltaron el convento había dejado a los religiosos en libertad para que tomaran la resolución que mejor les pareciera en aquellos momentos críticos. Los disparos realizados desde la torre de la basílica de Atocha, ajenos por completo al convento, enardeció a las masas contra los religiosos que, prudentemente, decidieron marcharse. Al salir fueron insultados y amenazados de muerte y así, al pasar por la cercana calle de Granada hirieron gravemente al P. José Tascón y asesinaron a Fr. Jacinto García. El P. Luis Furones fue gravemente herido y quedó en plena calle donde permaneció unas seis horas, hasta que murió, sin que le fueran prestados los auxilios que reclamó insistentemente tras una larga agonía entre insultos y mofas. Tenía 44 años.

ISABELINO CARMONA FERNÁNDEZ
Nació en Pajares de Laguna (Salamanca); hizo la teología en Salamanca donde fue uno de los fundadores en el estudiantado de la academia “Francisco de Vitoria”. Su primera y única asignación fue el convento de Atocha de Madrid en el que realizó una gran labor como director de la juventud de Acción Católica, que hizo pasar de un centenar, y por el gran empeño en su formación espiritual y litúrgica. Al ser asaltado el convento lo condujeron con el resto de religiosos al cuartelillo de Abtao y a los calabozos de la Dirección General de Seguridad. De allí lo trasladaron a la cárcel Modelo donde estuvo en la celda con otros tres dominicos del convento del Olivar, plenamente conformes con la voluntad de Dios. El 7 de noviembre de 1936 lo sacaron de la cárcel para ejecutarlo en Paracuellos del Jarama (Madrid). Tenía 28 años.

JOSÉ LÓPEZ TASCÓN
Nació en Aviados (León) estudió filosofía, teología y literatura en la Universidad Central de Madrid; publicó artículos en revistas científico-literarias; en la década de 1920 y enseñó en los colegios de Oviedo y Vergara (Guipúzcoa). Hacia 1930 lo asignaron a Madrid, convento de Atocha. Tras el asalto al convento, en la inmediata calle de Granada, lo hirieron gravemente en la región epigástrica con salida de bala por la región lumbar; sus palabras fueron éstas: “Dios os perdone como yo os perdono”. Herido y sangrando, acompañó al resto de religiosos que condujeron al cuartelillo de Abtao y a la Dirección General de Seguridad para encerrarlos en el calabozo; allí se desangraba y perdía el conocimiento hasta que, personal de la Cruz Roja, lo condujo al día siguiente, 21 de julio, a un hospital, situado en la calle Navas de Tolosa, donde dio muestras de resignación y aceptación del sufrimiento. Lo atendió una dominica de la Anunciata, hermana Dolores Robinat, y le administró los sacramentos el P. Nicanor Menéndez, O.P. Murió, a los 40 años de edad, el 25 de julio de 1936 ofreciendo su vida por Dios, por la paz en España y la conversión de sus perseguidores, y rezando repetidamente la Salve y la antífona O, spem miram, a Santo Domingo.

JACINTO  GARCÍA RIESCO
Nació en Calvillas, Somiedo (Asturias). Fue misionero en Perú acompañando al gran misionero P. Gerardo Fernández, hasta que  debilitado por una enfermedad, tuvo que regresar a España. En 1933 se hallaba en San Esteban de Salamanca, después lo destinaron al convento de Atocha, en Madrid; donde lo recordaban recogido y silencioso en su ambiente sobrenatural y en constante presencia de Dios.  Caritativo con los pobres, buenísimo y agradable, su quehacer estaba en la portería y cocina. El 20 de julio de 1936, en el asalto al convento, el Siervo de Dios fue detenido y ultrajado y, junto con el prior P. Luis Furones, martirizado en la calle de Granada cerca del convento. Murió a los 42 años perdonando a sus ejecutores.

FÉLIX ALONSO MUÑIZ
Nació en Oseja de Sajambre (León). Estudió teología y música. Estuvo en los colegios de Vergara (Guipúzcoa), Oviedo y, finalmente, en el convento de Atocha. Apreciado por su rectitud para con los alumnos; tuvo especial inclinación por los estudios sociales. En Madrid se especializó en filosofía para poder fundamentar mejor su apostolado social. Pretendía armonizar, como su admirado amigo el P. José Gafo, también mártir,  las soluciones de los problemas sociales con los religiosos. Desempeñó el oficio de organista. En el convento de Atocha fue consiliario de Acción Católica, gran orador, bondadoso y entregado a atraer a la clase obrera. Expulsado del cuartel, el 18 de agosto de 1936 se entregó a la Dirección General de Seguridad confiando en la protección que le darían, pero allí lo aprisionaron y llevaron a la cárcel de Porlier, donde mantuvo gran entereza de ánimo. De manera discreta pudo dar la sagrada comunión a algún compañero de prisión, rezaba con ellos y les leía algún libro piadoso que pudo retener consigo. Su estado de ánimo infundía aliento a los demás. Parece que lo incluyeron en la lista de los “puestos en libertad” por haber asistido y dado la absolución a un prisionero herido mortalmente, lo que puso de manifiesto su gran culpa de ser sacerdote. Fue martirizado en Paracuellos de Jarama el 24 de noviembre de 1936, a los 40 años de edad.

Estos cinco dominicos martirizados in odium fideien la terrible persecución de 1936 fueron beatificados el 28 de octubre de 2007. De la basílica solo quedaron sus sólidos cimientos. En ellos se acondicionó un salón para las celebraciones litúrgicas, recordando a los primeros cristianos en las catacumbas. Pero no importaba, la Santísima Virgen de Atocha volvía a presidir la asamblea de fieles desde su trono. En la Navidad de 1951 fue reinaugurada la nueva Basílica.

Desde hace años venimos padeciendo las exigencias de las izquierdas por las pérdidas sufridas en su patrimonio y en las vidas de sus correligionarios culpando exclusivamente de todo ello, al vencedor de la guerra fratricida y nunca al que puso las condiciones para el desencadenamiento de la misma. Es necesario por ello, aclarar que:

En ningún momento, ni en publicaciones periódicas o no, entrevistas, tertulias de radio o televisión, etc. hacen mención a la situación caótica a que las izquierdas habían conducido a España, más bien al contrario, hablan como si entonces se viviera en una situación idílica que fue perturbada por la acción de unos militares golpistas ebrios de poder que se negaban a admitir la “democrática” República.

Han venido reclamando insistentemente la búsqueda de los restos de sus partidarios, sin preocuparse de los muertos que ellos causaron asesinando a religiosos, seglares, mujeres ̶ hasta embarazadas ̶  y niños, a veces con la mayor crueldad, por ejemplo a los que tiraban, atadas las manos a la espalda, por precipicios y puentes a los ríos o por escolleras al mar. Tampoco se hacen la reflexión de cuántos de aquéllos ajusticiados estuvieron implicados en estas muertes o en cualquiera de las de miles que sucumbieron bajo sus manos por el simple delito de no ser personas afines.

En cuanto a la devolución de sus bienes patrimoniales, a pesar de que no podían ser muy cuantiosos por el poco tiempo que estos partidos y sindicatos llevaban creados, fueron generosísimamente compensados, mientras que las izquierdas han considerado normal el destrozo que causaron en palacios, ermitas, monasterios, santuarios, basílicas… con todo el magnífico y artístico contenido y que sin respeto a los valores religiosos artísticos, culturales y sociales que representaban, en ningún momento se han considerado obligados a compensar por ello.

Esto es Verdadera Memoria Histórica. Lo contamos con la esperanza de que el conocimiento de sufrimientos pasados sirva para evitar padecimientos futuros.


[1] La Real Basílica de Atocha estuvo por espacio de 10 años, desde 1878 al 1888, como sede de la Parroquia de Nuestra Señora de las Angustias. Como dato de interés podernos consignar que, en 1883 fue bautizado en ella el gran filósofo madrileño D. José Ortega y Gasset.
[2] Nigra sum sed formosa, «Negra soy, pero hermosa»- canto inmortalizado por tantos artistas-: Homenaje a la Virgen María mediadora que facilita al hombre el morir y resucitar mediante la luz y el conocimiento para así acercarle a Dios. A lo largo de la historia, se han atribuido interpretaciones católicas, cristianas y cabalísticas a estas palabras del Cantar de los Cantares que la Edad Media aplicó a la Virgen negra.
[3] La primera lo fue en San Francisco el Grande.
[4] Esta leyenda resultaba tan atractiva para los españoles, deseosos de atribuir antiguos orígenes a las principales imágenes de culto, que lo mismo se decía de la Virgen del Pilar o de la de Guadalupe.
[5] Lope de Vega, Obras selectas, III, pp. 328-329 y 338.
[6] Construido en 1895, entre el Paseo de Reina Cristina,  ̶ en el tiempo Pº. de Ramón y Cajal ̶ , y las calles Gutenberg, Andrés Torrejón y la actual Poeta Esteban Villegas. Fue construido con una moderna concepción de ocho pabellones aislados para tropa. Tenían  dos plantas; en la primera estaban las salas de uso común y en la segunda los dormitorios. Además contaba con un edificio en la fachada principal de cuatro plantas destinado a servicios generales.
[7] Causa General 1534 Expte 66, imagen 6/35: Manuel Orellana Tolivia afiliado a la UGT y luego comunista.
[8] Causa General 1517 Exp 8-43/372
[9] Declaración del comandante de Infantería entonces capitán, don Rafael Maceres en Causa General  1517 Exp 8-12/372.
[10] Ibidem.
[11]  Ibidem
[12] Ibidem 14/372
[13] Tomás Medina Rincón, albañil, socialista, manifiesta en la Causa General que recibió aviso telefónico y órdenes de ir por armamento al cuartel con autorización del Centro Socialista Hospital  de Inclusa.
[14] Luis E. Togores : Yagüe” “El general falangista de Franco” 
[15] La toma de las azoteas de las casas próximas, era medida que estaba incluida en el plan general de defensa del cuartel
[16] Causa General 1517  Exp 8-6 y 10/372 Declaraciones de los Comandantes Uhagón Ceballos y Villalobos
[17] Causa General 1517 exp 2-28. Sobre el Parque de Artillería nº 1 del Cuartel del Pacífico
[18] Declaración de D Francisco Alcover y García del Arenal, comandante de artillería por los sucesos ocurridos. Expediente sobre el Parque de Artillería nº 1 del Cuartel del Pacífico.
[19]...”Los polvorines de Retamares y sus acuartelamientos en 1936 eran una posición clave, ya que abastecía de explosivos, municiones de artillería, de ametralladora y de fusil a las tropas situadas en Madrid y sus cantones. La guarnición con la que contaban los polvorines en el mes de julio era de cien hombres pertenecientes al Regimiento de Infantería nº 1, y sus depósitos, en vísperas de la sublevación, estaban saturados de material. Al mando del Regimiento de Infantería nº 1, se encontraba el coronel Tulio López, amigo personal del general Miaja: MAXIMIANO GARCÍA VENERO, “Madrid julio 1936”.  
[20] Causa General 1517 Exp 8.46/372
[21] Según su propia declaración, Manuel Orellana Tolivia formó grupo con el capitán Benito asaltando el Parque de Artillería y, apoderándose de las armas que en él había, se repartieron entre los milicianos que allí acudieron y que a continuación asaltaron el cuartel de Mª Cristina. Causa General 1534 Expte 66, imagen 6/35.
[22] Causa General 1534 Expte 66, imagen 6/35
[23] Causa General 1517 Exp 8-49/372
[24] En declaración del alférez Jacinto Guzmán Quintana manifiesta su incomprensión porque se seleccionaran a unos oficiales cuando todos hicieron lo mismo: cumplir órdenes.
[25] Quizás por el maltrato recibido, se volvió loco y se suicidó. Declaración del Comandante de Infantería, D. Rafael Maceres Maya, Causa General  1517 expte 8.12
[26] Las condenas a muerte fueron ejecutadas en breve plazo. Las de reclusión perpetua en muchos casos fueron suplidas por las habituales “sacas”.
[27] Concluida la guerra, un día apareció un cuadro con la representación del Santo Niño de Atocha en un confesonario. Los religiosos decidieron  encargar de nuevo la escultura basándose en él.

Valentina Orte

GUILLERMO ROCAFORT: Las falsedades del independentismo catalán sobre los almogávares



Enigmas y misterios de los almogávares
Guillermo Rocafort
141 páginas. Encuadernación:Rústica
ISBN:978-84-15043-55-3

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* * *

El independentismo catalán se construye sobre firmes falsedades históricas y el fenómeno almogávar es quizá uno de sus mayores exponentes.

Y es que estamos ante una auténtica apropiación indebida de un patrimonio histórico que nos pertenece a todos los españoles, incluidos los catalanes.

Si su objetivo último es romper España y quedarse con la porción de nuestra historia común que más les gusta, andan listos porque no lo van a conseguir.

Estoy orgulloso de mi milenaria sangre catalana y ello me obliga más si cabe a ser coherente con mi pasado más glorioso, los almogávares, cuya desmedida ambición siempre fue supraterritorial y nunca localista o aldeanista.

Pero vayamos al origen de todo, a la génesis de la trola histórica, al “big-bang” de esa inconsistencia llamada “Nación Catalana”.

Claramente lo podemos situar en el movimiento romanticista catalán “Renaixenca” del siglo XIX, una inmersión sentimentaloide en la nada, ese periodo de búsqueda de un yo imposible y ficticio, artificial y oscuro, de una historia que nunca fue, segregada de su propia identidad, separada de la historia de los territorios que la rodean, violentado, exiliando o silenciando a los que no comulgan con sus ruedas de molino.

Pero el gigante de pies de barro que es ese mito pronto se tambaleará y yo espero a contribuir con mi Onda, territorio legado a perpetuidad por Jaime I El Conquistador a mi antepasado Guillermo Rocafort y sus descendientes, a lanzar el impacto preciso a esa cara grotesca que nuble su confuso de por sí entendimiento y provoque su caída definitiva.

Y es que han llegado al absurdo de “donar” con 100.000 euros, el antiguo gobierno catalán al Monasterio griego del Monte Athos, como indemnización por una presunta agresión que cometieron los almogávares hace la friolera de 700 años.

Hay que ser ignorante además, eso sí, muy coherentes con el victimismo tradicional que practican, para reconocer una culpa e indemnizar por ello por algo que en ningún caso hicieron sus antepasados, pues los almogávares que en Bizanco estuvieron fueron mayoritariamente valencianos.

Afirmar hasta la saciedad que en el Ducado de Atenas y de Neopatria se aplicaron los “usatges” o usos jurídicos-mercantiles barceloneses es una afirmación que no tiene ningún sustento histórico fiable. Allí se aplicó el más puro Derecho al Botín que por otra parte tiene una fuerte influencia islámica.

Falsedades, eso es lo que son, esas afirmaciones vertidas en aquel movimiento cultural sobre los almogávares surgido a base de la subvención del premio literario con una motivación política segregadora y pretenciosa tan evidente.

La práctica del “anacronismo histórico discursivo” alcanza en el movimiento romanticista catalán del siglo XIX límites paroxísticos en lo que afecta a los almogávares.

Uno de sus exponentes, Jaume Collell, llega al extremo de relatar en su obra como los almogávares bailaban una sardana con los griegos a los pies de la Acrópolis ateniense [1]

“Almogávars, terror d’aquexes terres,
los de musclám d’acer, cor de lleó,
basta ja de carnatge, prou de guerres,
plantém aquí les barres d’Aragó.
Visca Aragó!, tots enardits responen,
visca Aragó!, l’Acrópolis respon;
y ‘ls nacres y clarins alegres sonen
y ab teyes s’ilumina ‘l Parthenon.
Y penjant les ascones sanguinoses
l’endemá aquells valents, lleugers de peus,
ab les dones del Ática amoroses
ballaven la sardana als Propileus”.

Por otro lado, en la composición de Ramón Picó [2] sobre la muerte de Roger de Flor se llega a afirmar que éste en su desesperación tras la trampa en que ha caído en Adrianópolis se lleva por delante a Georgio, caudillo de los alanos, cuando se sabe por todas las fuentes históricas que fue este el que mató con sus propias manos a Roger de Flor en venganza por la muerte de su hijo a mano de los almogávares, y no como afirma Picó por una puñal traicionero de Melic, el capitán de los turcoples:

“Mes Milich, lo general
de los grechs lo pus traydor,
ne clava á Roger de Flor
per l’espatlla son punyal.
Dant est un crit d’agonía
comensa á balandrejar:
tan sols lo pogué matar,
no ‘l valor, la traydoría”.

La intención de Picó era ensalzar el valor según él del caudillo catalán, cuando es público y notorio que Roger de Flor no tenía un solo pelo de catalán, por ser su padre, Ricardo de Flor, un alemán con el oficio de halconero al servicio del Emperador Hoffestaufen y su madre una italiana de Brindisi.
Por su parte, Damás Calvet [3] pone a los almogávares como libertadores del pueblo griego …

“Est camp de gloria nostra vinguda
transforme en cércol de gladiadors:
llur sanch ne sia nostra beguda,
llurs xafats cascos, fassen de gots.
En nostras armas Grecia confia:
torném al poble sa llibertat.
¡A ells! ¡St. Jordi! ¡Santa Maria!
¡Desperta ferro! ¡Firam! ¡Firam!”.

Nos encontramos en todos los casos con poemas u obras literarias con asombrosas exageraciones y anacronismos flagrantes que han servido para crear el mito.

Sería imposible aguantarse la risa si no fuera porque hoy en Cataluña esta es la historia oficial.
Ni Roger de Flor era catalán, ni bailó una sardana con los griegos en el Partenón, ni fue asesinado por los turcoples en Adrianópolis… su vida es una sombra que se nos presenta ante nuestros incrédulos ojos y que yo he intentado retratar en la novela histórica “La Misión Secreta: Roger de Flor junto a los Almogávares y los misterios templarios” y en el ensayo histórico “Los Almogávares y la Orden del Temple”.

Es cierto que en la actual Grecia a los almogávares se les identifica como catalanes pero esto no significa nada, pues también a los españoles nos llaman en Cuba y en otros territorios hispanoamericanos gallegos. No se puede identificar con rango de verdad histórica al todo con la parte.

De los principales protagonistas activos de la Epopeya Almogávar en Bizancio apenas había catalanes: Roger de Flor era italo – alemán, Berenguer de Entenza, Berenguer de Rocafort y Jiménez de Arenós eran distinguidos caudillos almogávares vinculados al Reino de Valencia, Corbarán de Alet era navarro …

Como señala Eusebi Ayensa en su artículo “Els Catalans a Grecia en la Literatura Grega i Catalana del segle XIX: El llarg camí vers la creació d’una épica nacional” no deja de ser curioso como estos hechos de los almogávares en Bizancio, después de haber caído durante siglos en el olvido, se convirtieron en Cataluña en un referente básico de la literatura romántica de la época para a continuación afirmar que es evidente que la recuperación del tema almogávar es consecuencia directa del redescubrimiento histórico y cultural del pasado medieval en la literatura catalana.

Y es precisamente la necesidad de inventarse una gesta nacional que unifique un sentir nacional catalán entonces inexistente lo que encontraron en los almogávares los creadores de la falsedad que hoy todavía pervive.

Y así, la Renaixenca, empezó a inventarse de la nada una literatura histórico patriótica sustentada sobre una catalanidad de la epopeya almogávar en Bizancio que nunca fue así, y para ello contó con la inestimable ayuda de unos también desorientados intelectuales griegos contemporáneos suyos que andaban a la búsqueda de sus propias raíces históricas perdidas después de largos siglos bajo el poderío turco.

Por otro lado son los independentistas catalanes los que degradan constantemente en sus anacrónicos alegatos a los almogávares, reduciéndoles a la condición de vulgares mercenarios, servidores de amos ajenos, como ellos mismos, cuando la realidad es que el almogávar era el soldado idealista, que lucha por una soldada y el botín, pero con firmes espirituales, como el amor a su Religión, a sus Reyes y a su Patria. Sólo así se puede comprender algunos de sus episodios en Bizancio, como la negativa de abandonar Galípoli, tras el asesinato del italo-alemán Roger de Flor, ante el acoso imperial al que estaban sometidos y su determinación a plantar batalla en campo abierto en condiciones muy desfavorables.

Los Almogávares de Aragón inconscientemente buscaban sus Indias en los confines en el Mundo de Oriente doscientos años antes de que los Almogávares de Castilla hicieran lo propio en América. Fueron pioneros en su afán descubridor y les faltó poco para conseguirlo. Los castellanos sí que lo consiguieron, pero no es ningún desdoro para sus hermanos del Reino de Aragón que lo intentaron antes que ellos.

Es más, episodios que sucedieron en Bizancio se repitieron en América, como por ejemplo, cuando Hernán Cortés ordena barrenar sus buques a las puertas del Imperio Azteca, similar escena que tuvo como protagonista en Galipoli a Berenguer de Rocafort.

Ambos iban movidos por el mismo espíritu de conquista que se alimentaba de sus legítimas ambiciones y de su alma almogávar de capitanes idealistas y por ello descontrolados.

Los almogávares, como bien señalan los profesores Luis Suárez Fernández y Ricardo de la Cierva, fueron “un fenómeno común a todos los reinos hispánicos”, como acredito con este libro, y por lo tanto no exclusivo ni identitario de ningún territorio o región de España, ni movimiento político de carácter localista y mucho menos de un equipo de fútbol por muy campeón que sea.

El abuso del que han hecho de los almogávares los independentistas catalanes es ciertamente como decía anteriormente una apropiación indebida.

Es cierto que hubo almogávares catalanes, pero su presencia en Bizancio estuvo claramente diluida por la presencia mayoritaria de huestes almogávares provenientes de los límites del Reino de Valencia con el Reino de Granada y sus aledaños, y que allí partieron bajo el mando de Caudillos relevantes de sangre valenciana, previo paso y batallas en la Isla de Sicilia.

Y es que por otro lado reducir como han hecho los cazadores furtivos de la Historia toda la proyección histórica almogávar durante siglos en España, Africa y América a su papel en Bizancio es también un despropósito por cuanto que su presencia abarca muchísimos más escenarios geográficos y temporales, sin ir más lejos, su papel en las famosas Guerras del Vespro sicilianas, en los que durante 20 años, los almogávares de la Corona de Aragón se cubrieron de gloria frente al ocupante francés.

Personajes como por ejemplo Blasco de Alagón, de familia morellana, y su papel como Virrey de la Corona de Aragón en Sicilia, o Jiménez de Arenós, noble valenciano, mezcla de la mejor sangre cristiana y musulmana, nombrado Megaduque de Bizancio, son personajes negados por la historiografía nacional-catalanista pero que bien merecen una biografía que no descarto a medio plazo.

Por otro lado, las aportaciones del historiador Antoni Atienza son clarividentes en este sentido y aportan una serie de datos incontestables en su magnífica serie de recientes artículos titulada “Els valencians en Grecia” consultables en Internet, como por ejemplo que en Bizancio el botín se calculaba y repartía en moneda valenciana (crónica de Muntaner, cap. 204). Identifica territorios valencianos de donde partieron los contingentes almogávares (Castellón, Morella, la capital del Reino, Burriana, Gandía,…). Incluso llega a identificar los nombres de dos galeras valencianas (Sant Antonio y Santa Coloma) que desplazaron a almogávares valencianos en Constantinopla. Otros valencianos ilustres que tuvieron papeles destacados en la Grecia valenciana citados en su obra son Antoni Ballester, arzobispo de Atenas y Bernat de Ballester, gobernador de Tebas, Romeu de Bell-Arbre, gobernador de Atenas, Ramón de Vilanova …

Sabemos poco, muy poco de los almogávares y su papel en Bizancio. La lejanía, el aislamiento político que padecieron, el manto de un silencio de siglos y el múltiple acoso sufrido han hecho de ellos víctimas históricas propiciatorias de unos desaprensivos, depredadores de glorias ajenas que han encontrado en ellos como ese pasado mitológico y de una orfandad ideal para sus fines. Por ello quizá para ellos, los almogávares, su mayor drama es que hayan surgido unos oportunistas que se han autoproclamado sus continuadores en el presente sin ni siquiera conocer sus valores y sus tradiciones auténticas.

¡Que dejen en paz a los almogávares de Bizancio y a los que teniendo en nuestras venas sangre catalana desde hace más de mil años, sentimos que la Historia debe responder a la verdad de los hechos!

En cuanto a las denominaciones bajo las que aparecen los almogávares en las fuentes griegas, el trabajo más revelador a tal efecto publicado en España pertenece al prestigioso profesor de nacionalidad griega Moschos Morfakidis, de la Universidad de Granada.

Uno de los motivos principales por el que los independentistas catalanes se han apropiado indebidamente de la Epopeya Almogávar a Bizancio es porque, según ellos, los griegos se han referido a los almogávares de forma uniforme y exclusiva como “catalanes”.

Pero nada más lejos de la realidad.

Tal y como afirma Morfakidis, en su definitivo estudio “La presencia catalana en Grecia: relaciones entre griegos y catalanes según las fuentes”, publicado en la revista Erytheia (1987), habla expresamente “del amplio abanico de denominaciones bajo las que aparecen los almogávares en las fuentes griegas”.

Así, destaca el término “latinos” con el que se solía designar a los europeos occidentales y que aparece en los textos bizantinos de los principales historiadores de la presencia de los almogávares en Bizancio que son Paquimeres y Gregoras.

Por el contrario, los cronistas bizantinos no utilizan el nombre de “francos”, término que sí utilizaron los propios almogávares para referirse a sí mismos, tal y como se acredita en el famoso sello oficial de la Hueste, y con carácter puntual en la Crónica Galaxidion, escrita por el monje ortodoxo Eutimio, el cual en su obra utilizó varios términos para referirse a los almogávares.

Otros términos utilizados utilizados, por ejemplo con Teódulo, son el de “italos”, alternando con el de “los de Italia” y “los de Sicilia”.

Vemos por lo tanto que en este caso, su denominación excede el ámbito de la península ibérica, lo cual es lógico, pues entre los almogávares hubo un importante contingentes de soldados de Italia y más en particular de Sicilia, donde estuvieron los almogávares luchando durante veinte años (1282 – 1302).

Calcocondilas utiliza entre otros términos el que se suele utilizar para designar a los habitantes de la península ibérica en general. Este mismo autor emplea igualmente el de “tarraconenses” , lo que también hace Eutimio en la precitada Crónica de Galaxidion.

En definitiva, el término catalán aparece en los textos griegos, “aunque no con la frecuencia que se podría esperar”. En realidad es utilizado exclusivamente por Paquimeres y Grégoras, quienes lo alternan con los previamente citados.

No obstante, afirma Morfakidis “tampoco se puede descartar la posibilidad de que la palabra catalán sea usada con cierto matiz peyorativo, al ser utilizada precisamente en los pasajes en lo que se relata el enfrentamiento abierto entre el Imperio y la Compañía almogávar”.

Finalmente, otro apunte interesante es que Grégoras afirma que Rogor de Flor formó su ejército de almogávares con soldados procedentes de la “baja Iberia y de la parte más occidental de la Galia Trasalpina”. Obviamente Gregoras se refiere en este último caso a la Galia traspirenaica y en cuanto a la denominación de baja Iberia, lo interpreto como la parte de Iberia, toda la Iberia, que en aquella época, primeros del siglo XIV, era frontera con el Islam, lo que básicamente nos sitúa en los límites con el Reino de Granada, tanto del Reino de Castilla como de Aragón (Orihuela).

En definitiva, son varias las hipótesis sobre el particular, pero vemos que la denominación exclusiva de catalanes sobre los almogávares que estuvieron en Bizancio carece de la presunción histórica que se le atribuye sin fundamento.

Negar que hubo almogávares catalanes en Bizancio es también un ejercicio de “negacionismo” sin sentido ni fundamento, pero las fuentes griegas se nos manifiestan como un elemento de claridad sobre un asunto sobre el que apenas se ha discutido en España.

También es interesante la teoría de la calificación peyorativa, según el cual el término catalán se usa como un insulto, a partir del momento en que los almogávares dejan de ser aliados de los bizantinos para convertirse en sus más feroces enemigos.

Latinos, francos, italianos, sicilianos, íberos, galos, tarraconenses , etc… son términos que trascienden de lo catalán y nos sitúa en un plano muchos más amplio, exactamente el propio de la Antigua Corona de Aragón, en toda su extensión, que abarca Reinos tan importantes para su historia como el Reino de Valencia y el Reino de Mallorca, el primero de los cuales fue el verdadero origen de las huestes de almogávares que lucharon primero en Sicilia y después en Bizancio.
 
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[1] Collell, Jaume, Los almogavars al Parthenon, dins Jochs Florals de Barcelona, any XXXIX de llur restauració, Barcelona, Estampa La Renaixensa, 1897, pp. 91
[2] Picó y Campanar, Ramon, La mort d’en Roger de Flor, dins Jochs Florals de Barcelona en 1867,
Barcelona, Llibreria d’A. Verdaguer, 1867, pp. 178
[3] Calvet, Damàs, ¡Són ells…! Desembarch dels almogavers en Orient, dins Jochs Florals de Barcelona en 1859, Barcelona, Llibreria d’A. Verdaguer, 1859, pp. 100.