viernes, 19 de abril de 2013

Felix G.Sturrup: Un corresponsal de “The Universe” en Badajoz 1936: “Los extremos se tocan”

Programa editado por Sturrup que contenía veintiséis puntos para organizar el futuro de España bajo las directrices de Falange Española
 
 

En mi viaje hacia el descubrimiento de aquellos “soldados de papel” que entraron en Badajoz en aquel caluroso verano de 1936 me he encontrado con personajes fascinantes, sorprendentes, y exaltados.

En la parada que hoy realizo me ocuparé de uno de esos corresponsales apasionados que más que periodistas eran propagandistas de la causa que ellos querían defender. En verdad pensaba que sería imposible encontrar en el otro lado del espejo personajes que igualaran en  “entusiasmo ideológico “a los pro-frentepopulistas Jay Allen o Jacques Berthet pero como dice el dicho “los extremos se tocan”.

El 18 de  Julio de 1936 llegaban a Badajoz procedentes de Madrid tres británicos con su conductor, realmente dos de ellos eran australianos[1].En el camino que iba de Badajoz hasta el puesto fronterizo de Caya fueron interceptados por los milicianos. Aunque ellos les enseñaron sus pasaportes británicos no fue óbice para que fueran retenidos y llevados de vuelta a Badajoz hasta que se aclarara su situación.

Y es en este momento en el que entra en juego uno de esos visitantes. Se trata de Félix Georges Sturrup (Londres 1880-1946), un hombre de negocios que llevaba viviendo en España[2] más de 25 años y que era un asiduo colaborador del periódico conservador “The Universe”. Sturrup ideológicamente estaba muy próximo a los esquemas defendidos por la British Union of Fascists, dirigida por Oswald Mosley. Por lo que aprovechara esta primera estancia en Badajoz para dejar volar su imaginación con la finalidad de apoyar, eso creía él, la causa nacional.

Llegó a Londres a mediados de agosto  de 1936 y en una entrevista que salió publicada el 28 de Agosto de 1936 para su periódico “The Universe” se explaya a gusto .Veamos qué dijo:
Briton Imprisoned by the reds saw 2 crucified priests
In Badajoz I saw two priests who had been crucified by the reds. Their bodies, hanging on the crosses, were exhibited in a public square. They had been knifed to death .Their eyes had been cut out.
That is but one of the atrocities described to the Universe by Mr.F. G. Sturrup , an English businessman resident in Spain for 25 years, who arrived in London towards the end of last week after escaping from a Red prison
Lying near the two crucified priests was another priest .He, too, had been stashed to death and his eyes cut out .
In Badajoz, also, before the city had been captured by the anti-reds. Mr. Sturrup counted about 100 men in the streets who had only one ear. They were men suspected of anti-red sympathies .The Reds cut off their right ears so that if they tried to escape from the city they would he immediately identified.
When their eras had been out off they were pushed into the streets without any sort of medical attention; they had to stop the blood as best they could.
When Mr. Sturrup had related these incidents, the UNIVERSE interviewer remarked that some English periodicals say that the atrocities have been exaggerated.
In reply Mr. Sturrup told of outrages in the town of Burriana which no newspaper would publish- out rages against the persons of nuns. The Universe has felt bound to report instances of the stripping and beating of nuns. At Burriana the Reds went far beyond this and committed a crime which made the nuns subsequent death a merciful release.
After the revolution had broken out ,Mr. Sturrup spent several days in Madrid. Every night during his stay there some 200 prisoners were murdered by the Reds.
Those Reds acted without any sort of official authority and eared nothing about their lack of it .That is a poin, said Mr. Sturrup, which is rarely appreciated in England. It is true that no Communist is a member of the Government, but the Government is controlled by Communist; it exists merely at their pleasure .If the Government objects to the Reds atrocities – well , it objects , and that ends the matter .
Mr.Sturrup pointed out that this male of affairs exists wherever the Reds are established, and on this account he described as rebels fighting against lawfully-constituted authority; they are fighting against Red outiars
Nor, he said can the anti-Red forces as a whole, he described as Fascists.
General Franco, their principal leader, is a Monarchist, General Mola, leader of the northern forces, is a Republican. The Fascists are only one of several groups none of them allied politically ,in the anti-red forces.
They are banded together by their Catholic faith .All the Spanish anti-red troops he saw were wearing on their breasts a medal of the Sacred Heart and a scapular or Our Lady.
Where the anti-red forces are established Catholic fervour has returned .In Tolosa, for example , Catholics held a religious procession for the first time since the Republic was set up .And when a few days ago, General Franco visited Burgos, headquarters of the anti Red forces, his coming was celebrated with a special Mass in the Cathedral. The Cathedral was packed with troops and the general public.
In Madrid, MR. Sturrup said, about 15 churches have been destroyed. The other are being used as hospitals or have been requisitioned by the Government for other purposes.
Wherever he went Mr. Sturrup found the same reports concerning priests or nuns. When found all were killed , Esther at once or after mutilation of outrage .In most cases the Reds refused to waste ammunition on them: They are slashed to death with knives .
Mr.Sturrup with three companions was captured by reds when travelling by road from Badajoz to the Portuguese frontie.
He showed them his British passport, but apparently they did not understand it, at any rate, the four were taken back to Badajoz and imprisoned in a School. Their captors told them they would have to wait some days until a Red tribunal would try them.
They escaped on the second day with case because their Red gaolers had drunk themselves into helplessness.
The four refugees found their way across the frontier, and MR. Sturrup went to Lisbon. There for 12 days he brodeast from the Radio Club giving Spain news brought from towns inside the Spanish border.
One other thing. In Burgos Mr. Sturrup saw the wreckage of two  aeroplanes brought down by the patriots. The identification papers showed the pilots were Russians
Observamos que el relato está lleno de algunas medias verdades, inexactitudes y falsedades. Antes de llegar a Londres Sturrup había pasado dos semanas en Lisboa hablando por Radio Club Portugués y a buen seguro llenó la maleta con información sobre las crueldades llevadas a cabo por las milicias del Frente popular en España. En la entrevista declaró haber visto dos curas crucificados en una plaza de Badajoz, es posible  que se refiera a la muerte del marista Pedro Ortigosa Oraá y del presbítero José Jaime Valentín Cuadrillero pero evidentemente ni él fue testigo de estos asesinatos ni estos pobres sacerdotes fueron crucificados ni les fueron arrancados los ojos de las órbitas[3] como él expresa.
De igual manera y emulando a su compatriota Harold Pemberton, corresponsal del Daily Express, relata una historia fantástica de orejas cortadas .Pemberton relató que estando en Mérida unos legionarios les ofrecieron a él y su fotógrafo P.H.F.Tovey “orejas de comunistas como recuerdo[4]. Lo curioso es haya historiadores que den pábulo a lo que contó Pemberton y sin embargo la historia de Sturrup de “100 hombres que andaban por las calles de Badajoz con una sola oreja”, con toda razón, haya que tomársela a chanza.

De las verdades que expresa el corresponsal de Universe hay que destacar estas dos:

Es cierto que ningún comunista es miembro del Gobierno, pero el Gobierno está controlado por los comunistas. Estos excesos –se refiere a la quema de iglesias[5], asesinatos de monjas y sacerdotes- porque son consentidos. Si el Gobierno se opusiera a las atrocidades de los Rojos se acabaría con todo esto –
Tampoco, se pueden denominar al conjunto de las fuerzas “anti-rojas[6] como fascistas:
El General Franco, su principal líder, es un monárquico, el General Mola, jefe de las fuerzas del norte, es un republicano. Los fascistas son solo uno más de los varios grupos… de las fuerzas “anti-rojas”.

Para adornar su estancia en Badajoz con un acto de heroísmo, llega a inventarse una fuga rocambolesca de una cárcel de Badajoz en la que nunca llegó a estar, pues tanto él como los australianos Basil Gee y Bill Seppelt  estuvieron alojados, realmente, mientras se solucionaba su situación, en el Hotel Majestic.

El entrevistador recoge las palabras de Sturrup y expresa que “se escaparon al segundo día aprovechando un descuido debido a que sus carceleros habían bebido”. Sin comentarios. El fotógrafo René Brut tampoco dejaba en muy bien lugar a nuestros compatriotas .El día que filmó en el cementerio de Badajoz expreso que “como todos los españoles su vigilante también se levantó tarde[7].

Para acabar de rematar la faena Sturrup nos expresa que en Burgos  vio los restos de dos aviones abatidos y que  los documentos de los pilotos eran rusos. Como vemos noticias sin mayor credibilidad dirigidas a propaganda dura y pura.

Después de su breve estancia en Badajoz recaló en Lisboa la tarde del día 23 de Julio, allí fue entrevistado expresando que “las tropas del General Mola ocupan la cima de Guadarrama… que el Gobierno de Madrid ha mandado retirar los aparatos de radio de las casas particulares, a fin de que no se puedan tener noticias de cómo se desarrolla el movimiento[8] .” Como hemos expresado estuvo 12 días en Portugal haciendo causa a favor del Movimiento Nacional a través de Radio Club. Posteriormente embarca en el puerto de Lisboa y pone rumbo a Londres donde llegará hacia mediados de Agosto de 1936.

A partir de este momento, su actividad a favor de los rebeldes, solo se puede considerar frenética pues no paró de organizar mítines, contactar con los medios de prensa, impulsar actividades falangistas en Gran Bretaña e Irlanda  llegando a ser nombrado delegado de Falange Española en Gran Bretaña[9] .

A principios de Octubre de 1936 volvería a visitar Badajoz con motivo de un convoy que organizó el periodo The Universe para socorrer a los heridos y enfermos del ejército nacional. Sturrup viajo junto a Ignacio de Muguiro, cónsul que fue de España en Liverpool, llevando medicamentos e instrumental quirúrgico desde Lisboa a Burgos y llegó a Badajoz el 4 de Octubre de 1936[10]. En una carta que remitió al escritor pro-nacional comandante Geoffrey McNeill-Moss expresó:

Que yo estuve en Badajoz dos semanas después de su captura. Allí no hubo masacres. Sin embargo la lucha en las calles fue terrible. Badajoz fue una de las primeras ciudades donde (los rojos) cometieron mayor número de asesinatos .Franco creó tribunales y fusilaron a muchos comunistas, siempre después de juicio justo. Los corresponsales extranjeros, que a menudo no sabían hablar español, fueron testigo de algunos de estos fusilamientos, pero no saben que los fusilados habían sido juzgados y condenados por los delitos cometidos[11].
Como vemos su fervor a favor del bando nacional sigue estando presente en estas últimas palabras.

Moisés Domínguez Núñez



[1]Para ampliar información consultar: Moisés Domínguez Núñez: “Dos australianos, testigos de los sucesos de Badajoz ( Agosto 1936)”, en Extremadura de la Republica a la España de Franco, Una visión historiográfica .Madrid: Ediciones Barbarroja, 2012, pp 103-117. Edición digital del artículo.
[2] Había residido varios años en Bilbao.
[3] The Cessnock Eagle, 27/11/1936, pág 2. Es posible que cogiera prestada la historia pues el párroco de Alaquás, Valencia murió de la misma manera “Cortáronle luego las orejas y sujetándolo a los mayores tormentos, públicamente en la plaza mayor del pueblo. Damián-Alberto González: “Resultados de la búsqueda, El Franquismo y la Transición en España: Desmitificación”, Madrid: 2008, pág. 45.
[4] Daily Express, 28/08/1936.
[5] En el periódico Observer de fecha 03/09/1936 Sturrup llegó a manifestar que en un solo día había visto arder 15 iglesias.
[6] Se está refiriendo a los nacionales.
[7] Revista Cinemonde Nº413.17/09/1936
[8] Gaceta de Tenerife 24/07/1936, pag.8
[9] Un estudio en más profundidad de la actividad de este falangista se puede ver en: Antonio César Moreno Cantano: “Espionaje, Neutralidad y Propaganda franquista en Gran Bretaña durante la Segunda Guerra Mundial” y Francisco Blanco: “Actividad falangista en el Reino Unido durante la Guerra Civil española”
[10] La Guinea Española 22/11/1936, pag.5.
[11], Geoffrey Moss: “The epic of the Alcazar: a history of the siege of the Toledo Alcazar, 1936”, Publisher, Rich & Cowan, ltd., 1937, pág 132.

sábado, 13 de abril de 2013

Ángel David MARTÍN RUBIO: Aniversario de la II República: nada que celebrar

Como consecuencia de su turbulenta historia durante el siglo XIX, España entra en el siglo XX en una situación muy deficiente. Su estructura económica no está a la altura de las necesidades. Su estructura social es particularmente propicia al choque revolucionario: grupos proletarios grandes y con pocas posibilidades de mejora, campesinos sin tierra, clase dirigente egoísta e ineficiente, intelectuales resentidos… todo ello es en buena medida consecuencia de las deficiencias políticas.
En poco más de un siglo hubo muchas situaciones políticas, cada una con su Constitución que era un programa; pero ninguno de estos regímenes se consolidó ni puso en marcha instituciones aceptadas, respetadas y cumplidas. Ríos Rosas, Presidente de la Cámara del Congreso de los Diputados durante varias Legislaturas durante el siglo XIX, lo confesó en el Parlamento: “Es preciso decir la verdad al país; es preciso decirle que todos, vosotros y nosotros, hemos sido dictadores; que todo ha sido mentira y farsa”.
Fracasado el intento del general Primo de Rivera de poner orden administrativo y económico sin nuevas ideas políticas, la oligarquía desplazada se pone de acuerdo para deshacer lo existente sin mucho que ofrecer a cambio. En medio de la crisis económica de los años 1930 y 1931, no se puede ni volver al turno pacífico de los partidos, ni encontrar figuras para un Gobierno Nacional, ni volver a ensayar un Dictador. La Monarquía, casi sin defensores, fue desechada primero y eliminada después por una coalición de viejos políticos, intelectuales, masas socializantes, separatistas y sectarios.
14 de abril de 1931: lámina de Sáenz de Tejada
Caída de la Monarquia e implantación de la República
La República se estableció como resultado de la actuación de una minoría audaz que se adueñó del Estado con el pretexto de unas elecciones municipales que no ganó y que, por sí mismas, no permitían ese fin.
Decisiva resultó la presión del Comité revolucionario que venía actuando desde meses atrás y que el 13 de abril dirigía un manifiesto al país acompañado de manifestaciones y alborotos en la calle.
En la entrevista del Conde de Romanones con el presidente de dicho Comité, Alcalá Zamora, éste se negó a aceptar ningún acuerdo y solo se avino a conceder un plazo para que el rey saliera de Madrid, transcurrido el cual no respondía de lo que ocurriera. Alfonso XIII se dio por enterado de la amenaza, renunció a defender el Estado de que era cabeza y abandonó España. La monarquía liberal implantada en España por la fuerzas de las armas un siglo atrás caía ahora víctima de sus propias contradicciones.
Más tarde, José Antonio Primo de Rivera describe, en sus discursos y escritos, que muchos creyeron ver en la fecha inaugural de la República una ocasión jubilosa para la devolución de un espíritu nacional colectivo y la implantación de una base material humana de convivencia entre los españoles. A mi juicio, estuvo más avisado Ramiro Ledesma al detectar que toda la propaganda del movimiento antimonárquico se hizo sobre la oferta de un régimen burgués-parlamentario, sin apelación ninguna a un sentido nacional ambicioso y patriótico, y sin perspectiva alguna tampoco de trasmutación económica, de modificaciones esenciales que respondieran al deseo de una economía española más eficaz y más justa. En realidad, la parte mayoritaria y más sana del pueblo español se alejó paulatinamente del nuevo Régimen al comprobar cómo la Constitución y la práctica política de los años siguientes daban paso a una política sectaria, arbitraria y ajena a sus más profundas convicciones.
La Constitución de 1931
Decir que la Segunda República fue un fracaso es casi una tautología pero, desde luego, dicho fracaso no se debió a ninguna negra conspiración de presuntas fuerzas reaccionarias opuestas al progreso que el nuevo régimen habría propiciado sino al planteamiento que éste siguió desde el principio.
En efecto, la República de 1931 no se concibió simplemente como una forma de Gobierno en la que el Presidente era designado por sufragio universal porque quienes la implantaron la dotaron de un contenido político que nació lastrado por la hipoteca que suponía el pacto previo con el Partido Socialista y los separatistas.
Como eran conocedores del verdadero estado de la opinión pública, sorprendida por el audaz éxito de los golpistas, ninguno de los que trajeron la República estaba dispuesto a admitir unas elecciones democráticas. Desde luego, no se puede dar la consideración de democrático al plebiscito que sirvió para formar las Cortes Constituyentes pues el proceso estuvo controlado en todos sus pasos por el auto-proclamado Gobierno Provisional. No existía oposición porque la coalición republicano-socialista era la única de las fuerzas en presencia que tenía una organización interna ya previamente establecida mientras que las derechas venían siendo aterrorizadas con episodios como los incendios y saqueos de conventos, iglesias, bibliotecas… llevados a cabo en numerosos lugares de España poco antes de las elecciones y carecieron de tiempo y de unas circunstancias que permitieran articular los nuevos partidos. Además, las izquierdas —según el más viejo estilo caciquil— contaron con todo el apoyo del Ministerio de la Gobernación.
Años más tarde el propio el propio Alcalá Zamora reconocerá que aquellas Cortes “adolecían de un grave defecto, el mayor sin duda para una Asamblea representativa: que no lo eran, como cabal ni aproximada coincidencia de la estable, verdadera y permanente opinión española”. En consecuencia: “La Constitución se dictó, efectivamente, o se planeó, sin mirar a esa realidad nacional [...] Se procuró legislar obedeciendo a teorías, sentimientos e intereses de partido, sin pensar en esa realidad de convivencia patria, sin cuidarse apenas de que se legislaba para España”. Y con toda la trascendencia que da a sus palabras su condición de Presidente del Gobierno Provisional formula esta acusación sobre el nuevo estatuto jurídico: “se hizo una Constitución que invitaba a la guerra civil”.
El balance del primer bienio, llamado republicano-socialista por el color político del Gobierno presidido por Azaña no puede ser más deplorable: numerosos incendios de iglesias además de los ya citados; la permanente situación de anormalidad constitucional por el mantenimiento en vigor de leyes como la citada o la llamada de Vagos y Maleantes que preveía la creación de campos de trabajo; eliminación de la educación de iniciativa religiosa con grave perjuicio directo para cientos de miles de estudiantes; concesión del derecho de autonomía a Cataluña que empezó a ser utilizado inmediatamente para socavar la legalidad y, más tarde, sublevarse contra ella; frustración de las expectativas de una reforma agraria, deterioro de las condiciones de vida reflejada en el aumento de las muertes por hambre, que volvieron a cifras de principios de siglo; brutalidad policial de la que los sucesos de Casas Viejas son únicamente un ejemplo; aumento espectacular de la delincuencia y deterioro del orden público con huelgas, incendios, saqueos, atentados, explosiones, intentonas revolucionarias… en dos años la República provocó un número mucho mayor de muertes de obreros que las que habían tenido lugar durante todo el período histórico anterior.

La sublevación de 1934
Pero fue el Partido Socialista quien finalmente destruyó aquella República de la que estaba llamado a gestionar su agonía sometido a los dictados de Moscú.
El predominio del Partido fundado por Pablo Iglesias se debió a la falta de una base social en la que sustentar el régimen naciente. A la vista del resultado electoral, Azaña descartó a los republicanos radicales de Lerroux y dio entrada en su Gobierno a un partido marxista cada vez mas escorado hacia la ruptura revolucionaria con las instituciones democráticas. Ya en 1931, el socialista Largo Caballero, Ministro de Trabajo, advirtió con toda claridad del papel que aguardaba a los republicanos al amenazar con la guerra civil si las Cortes Constituyentes eran disueltas cuando terminaron de cumplir su misión:
“ese intento sólo sería la señal para que el Partido Socialista y la Unión General de Trabajadores lo considerase como una nueva provocación y se lanzasen incluso a un nuevo movimiento revolucionario. No puedo aceptar tal posibilidad que sería un reto al partido y nos obligaría a ir a una guerra civil” (Informaciones, Madrid, 23-noviembre-1931).
Y en 1933 se decía:
“Vamos legalmente hacia la evolución de la sociedad. Pero si no queréis, haremos la revolución violentamente. Esto, dirán los enemigos, es excitar a la guerra civil. Pongámonos en la realidad. Hay una guerra civil. ¿Qué es si no la lucha que se desarrolla todos los días entre patronos y obreros? Estamos en plena guerra civil. No nos ceguemos, camaradas. Lo que pasa es que esta guerra no ha tomado aún los caracteres cruentos que, por fortuna o desgracia, tendrá inexorablemente que tomar” (El Socialista, Madrid, 9-noviembre-1933).
Las amenazas se convirtieron en realidad en Octubre de 1934 y a partir de la ocupación del poder por el Frente Popular en febrero de 1936.
La reacción del país determinó el acceso al Parlamento, en noviembre de 1933, de una mayoría de derechas y centro. Pero la respuesta a esta decisión democrática la dio el Partido Socialista, de definido carácter marxista y subversivo, preparando y llevando a cabo una sublevación armada.
La revolución se desencadena en octubre del mismo año 1934 con el pretexto de que un partido político la CEDA, triunfante en las recientes elecciones, obtuviera en el Gobierno una parti­cipación no desproporcionada ni abusiva, sino modesta e incluso inferior a su importancia numérica en el Parlamento.
La llamada Revolución de Octubre fue, en realidad, un fracasado golpe de estado protagonizado por una amplia coalición de izquierdas y separatistas. Sólo en Asturias, las bajas causadas por la revolución fueron 4.336, de las cuales 1.375 muertos y 2.945 heridos; fueron incendia­dos o deteriorados 63 edificios particulares, 58 Iglesias, 26 fá­bricas, 58 puentes y 730 edificios públicos.
Salvador de Mada­riaga ha reconocido que “con la revolución de 1934, la izquierda española perdió hasta la sombra de autoridad moral para condenar la rebelión de 1936”. Y es que estos sucesos son la prueba de que, para Azaña y los socialistas, no se admitía que la República fuese una forma de Estado en la que cupiesen tendencias políticas diferentes sino que en la práctica se la consideraba un régimen que negaba el derecho a la existencia a quienes no comulgasen con sus postulados.
Sofocada la revuelta con las armas quedó de manifiesto la incapacidad de los más altos poderes para responder al atentado sufrido y, mientras la propaganda izquierdista convertía a los delincuentes en mártires y al Gobierno en verdugo, los mismos organizadores de la Revolución se preparaban para un segundo y definitivo asalto al poder que tendría lugar después de las elecciones del 16 de febrero de 1936.
En un artículo vetado por la censura, José Antonio habló de “victoria sin alas” para referirse a la del 19 de noviembre de 1933, cuando las elecciones dieron paso a una sucesión de gobiernos en los que la CEDA apoyaría en el parlamento al Partido Radical. Más tarde, con una timorata presencia en el banco azul, Gil Robles eligió un camino que significaba el suicidio y la definitiva bancarrota de su partido: estrechar vínculos con los desprestigiados radicales de Lerroux arrastrando en su fracaso las banderas que no había sabido defender. El “bienio estúpido” —como lo calificó el propio José Antonio en varias ocasiones— se liquidaba como fruto de una maniobra calculada por Alcalá Zamora sin que la CEDA hubiera cumplido su programa electoral y sin haber aprovechado la ocasión que se abría después de haber neutralizado la ofensiva socialista y separatista de Octubre de 1934:
“Ni reforma agraria, ni transformación económica, ni remedio al paro obrero, ni aliento nacional en la política. Chapuzas para remediar algún estrago del bienio anterior y pereza. Pereza mortal para dejar que los problemas se corrompan a fuerza de días, hasta que llegue otro problema y los quite de delante” (“España estancada”, Arriba, 21-marzo-1935).
Calvo Sotelo, sacado de su casa por fuerzas a las órdenes del Frente Popular y asesinado el 13 julio de 1936
De las elecciones de febrero de 1936 a la Guerra Civil
La inmensa mayoría de políticos izquierdistas que integraron el Frente Popular con vistas a dichas elecciones preconizaba la acción directa y enarbolaban la misma bandera de la revolución de Asturias; por ello, nada tiene de extraño el hecho de que, con ocasión de la convocatoria, se concertaran para utilizar los cauces democrá­ticos del sufragio universal y al propio tiempo actuar con métodos radicales que habían de provocar un ambiente de violencia que retrajera de las urnas a numerosas personas.
En definitiva, lo que se trataba era de asaltar el Poder utilizando todos los medios para lograr con el fraude, la violencia y el amaño, la mayoría que, como era previsible, el cuerpo electoral había de negarles.
El proceso que llevó al Frente Popular desde un ajustado resultado electoral a redondear una mayoría en las Cámaras tuvo su culminación con la ilegal destitución del Presidente de la República y su sustitución por Manuel Azaña. Durante los meses que transcurren entre febrero y julio de 1936 se asiste al desmantelamiento del Estado de Derecho con manifestaciones como la amnistía otorgada por decreto-ley, la obligación de readmitir a los despedidos por su participación en actos de violencia político-social, el restablecimiento al frente de la Generalidad de Cataluña de los que habían protagonizado el golpe de 1934, las expropiaciones anticonstitucionales, el retorno a las arbitrariedades de los jurados mixtos, las coacciones al poder judicial... Al tiempo, actuaban con toda impunidad los activistas del Frente Popular protagonizando hechos que, una y otra vez, fueron denunciados en el Parlamento sin recibir otra respuesta que amenazas como las proferidas contra Calvo Sotelo, sacado de su domicilio asesinado poco después por un piquete compuesto por miembros de las fuerzas de orden público y elementos civiles vinculados al Partido Socialista.
Ángel Ossorio y Gallardo, un colaborador ilustre del Frente Popular definía en el estado de cosas vigente en los siguientes términos:
“A estas horas ―hablemos claro, aunque nos duela―, ni el Gobierno, ni el Parlamento, ni el Frente Popular significan en España nada. No mandan ellos. Mandan los inspiradores de las huelgas inconcebibles; los asesinos a sueldo y los que pagan el sueldo a los asesinos; los mozallones que saquean los automóviles en las carreteras; los que tienen la pistola como razonamiento… ¿hay alguien contento, o siquiera conforme, con tal estado de cosas? Nadie. Ninguno sabe lo que va a pasar aquí, ni presume quién sacará el fruto de la anárquica siembra” (La Vanguardia, Barcelona, 19-junio-1936).
Y los socialistas pedían desde Claridad:
“Si el estado de alarma no puede someter a las derechas, venga, cuanto antes, la dictadura del Frente Popular. Es la consecuencia lógica e histórica del discurso de Gil Robles. Dictadura por dictadura, la de las izquierdas ¿No quiere el Gobierno? Pues sustitúyale un Gobierno dictatorial de izquierdas [...] ¿No quiere la paz civil? Pues sea la guerra civil a fondo [...] Todo menos el retorno de las derechas. Octubre fue su última carta y no la volveremos a jugar más”.
La dictadura del Frente Popular y la Guerra Civil. Faltaban apenas unos meses para que los españoles pudieran comprobar que las amenazas del Partido Socialista Obrero Español no eran en vano.
En conclusión, lejos de entender lo ocurrido desde el 16 de febrero de 1936 como la consecuencia de una victoria electoral de las izquierdas, hay que hablar de un proceso de ocupación del poder por parte del Frente Popular. A partir del Alzamiento Nacional de julio de 1936, la “completa implosión política de un sistema” significó la liquidación de los restos de legalidad que sobrevivían a la ofensiva revolucionaria iniciada en febrero.

En realidad, lo ocurrido en la retaguardia frentepopulista a partir del comienzo de la guerra se había incoado en los meses anteriores, la diferencia radica en que, desde el 18 de julio, se entra en un momento distinto del proceso al sacudirse las organizaciones revolucionarias la relativa tutela que el Gobierno republicano venía ejerciendo.

La táctica utilizada hasta entonces pretendía desembocar en la nueva situación a partir de un deterioro progresivo de las condiciones socio-políticas que se estaba logrando mediante la actividad violenta; ahora los revolucionarios pueden actuar sin traba alguna, es decir sin las escasas limitaciones que les imponía su colaboración con un Gobierno que dependía de ellos para sostenerse en el poder.

Ángel David Martín Rubio