martes, 28 de enero de 2014

MOISÉS DOMÍNGUEZ NÚÑEZ: Raymond Lacoste, Albert Thierry y Charles D´Ydewalle. Un viaje a la “Brecha de la muerte” en Badajoz: 19-agosto-1936

Hoy nos vamos a parar a descubrir el apasionante viaje que hicieron tres periodistas por tierras de Extremadura y particularmente a la ciudad de Badajoz en agosto de 1936.

Para ello hemos tenido que consultar las  Hemerotecas de las Bibliotecas Nacionales de Francia, Bélgica y Reino Unido. Ha sido una labor complicada pero creo que ha valido la pena. La consulta de las fuentes primarias es esencial en este tipo de trabajos pues era imprescindible confrontar lo que cada uno vio y escribió de ese viaje por separado.

Los tres tienen un común denominador ya que eran periodistas adscritos a periódicos con una clara línea editorial favorable a los alzados. Quien mejor relató ese viaje fue Raymond Lacoste y en sus crónicas basaremos nuestro trabajo.

El parisino Raymond Lacoste trabajaba para varios periódicos: London Observer ,London Tablet , Daily Telegraph y Echo de Paris. Posteriormente a la Guerra Civil trabajaría para la Agencia Havas. Albert Thierry era el corresponsal desplazado a España por el diario La Liberté y la revista Actual-Cinema y también trabajaría para el Paris Soir durante la II Guerra Mundial. Por ultimo, Charles D´Ydewalle cubría la Guerra Civil para La Nation Belge. Como dato anecdótico apuntamos que D´Ydewalle, aunque era un rexista convencido, sería arrestado en España en el año 1941 cuando se dirigía a Lisboa para unirse a la resistencia Belga contra los nazis .Estuvo internado en la Cárcel Modelo de Barcelona y en el Campo de trabajo de Miranda de Ebro.
La "Brecha de la muerte" en la época de los sucesos
La "Brecha de la muerte" en la época de los sucesos

Inicio del viaje


El 4 de Agosto de 1936 llega a Hendaya Raymond Lacoste. El 6 de Agosto penetró en territorio español por el paso de  Dancharinea, no muy lejos de San Juan de Luz. Entró acompañado de dos jóvenes voluntarios, uno era un Diputado monárquico a Cortes y el otro el hijo de una famosa familia catalana (quizás se trate del noble José Luis de Vilallonga). Tan pronto como pusieron el pie en suelo español se dirigieron en coche hacia Pamplona. Allí comprendió que estaba presente ante “Una nueva cruzada contra las influencias destructivas de Moscú”. En todos los balcones lucían las banderas rojigualda, la falangista y la de los requetés con la cruz de San Andrés. En la capital navarra, el Carlismo impregnaba todo el ambiente. Esa noche cenó en la Fonda de las Nueve Hermanas y, una vez dada cuenta de la cena, salió inmediatamente hacia Burgos.

Pasó por Vitoria, Miranda de Ebro y entró en Burgos detrás del coche del general Miguel Cabanellas, presidente de la Junta de Defensa Nacional, que acababa de regresar del frente. Antes de acostarse, dio un paseo por los alrededores de la Catedral junto con el Comandante Sainz que en un perfecto francés le indicará: “Para los lideres rojos no habrá piedad. En cuanto a los hombres que están luchando valientemente contra nosotros no están tan lejos de nosotros como pudieran pensar, pues han sido engañados por una falsa propaganda .Yo lo prefiero, porque saben luchar y morir por un ideal aun erróneo. Hoy están unidos los carlistas, monárquicos y falangistas pero no para favorecer al capitalismo sino para construir una nueva, feliz y gran España tan pronto como el comunismo haya sido derrotado”. Curiosamente, el general Juan Yagüe pronunciaría en esta misma ciudad similares palabras el 19 de Abril de 1938 “Vengo a pedir perdón para los que sufren a tratar de sembrar amor y a restañar heridas.

Días más tarde, R.Lacoste entrevista al general Mola que le expresa: “Queremos reconstruir nuestro país sobre bases nuevas, con el fin de garantizar la armonía de todas las clases sociales, sin ese sentimiento de odio ,que es el veneno de la doctrina marxista …esencialmente queremos mejorar la posición social de los trabajadores y campesinos … no creemos en castas privilegiadas. Si así fuera ¿cómo podríamos haber atraído a un gran número de seguidores?

Lacoste pasa unos días en Burgos. Acompaña a las tropas del teniente coronel Pablo Cayuela que entran en Tolosa el día 11 de agosto de 1936. El 16 de Agosto viajará de Burgos a Salamanca con sus dos compañeros de profesión: Albert Thierry y Charles D´Ydewalle. Antes paran en  Valladolid. En la ciudad del Pisuerga, Lacoste hace una anotación muy interesante y acertada con respecto al Tercio: “La legión española, a diferencia de la francesa, está compuesta en un 85 % de españoles es resto son mayoritariamente sudamericanos, franceses, italianos o portugueses”.

Durante la noche del 16 de agosto viajan a Salamanca donde pernoctan. La mañana del 17 de agosto la dedica Monsieur Lacoste a entrevistar a Don Miguel de Unamuno, el Rector de la Universidad se despacha a gusto con el régimen  del Frente Popular: “Estamos ante una lucha entre la civilización y la anarquía. Madrid no representa realmente la Democracia … Es la anarquía en su forma más perversa, es un movimiento tremendo nacido de la vieja disputa entre Bakounine y Marx. El viejo nihilismo ruso no está muerto. Simplemente ha emigrado a España. ¿Cuántas veces vi en las paredes de los  pueblos tomadas al enemigo la estúpida inscripción: “¡Viva la Muerte! ,¡ Viva la dinamita!, ¡Viva la muerte en directo!. Azaña es un hombre perdido…”. Pocos días antes se  expresara con similares palabras con el corresponsal norteamericano H.R. Knickerbocker de la agencia INSS. Es importante anotar como el leitmotiv “¡Viva la Muerte! no fue un copyright  exclusivo del general Millán Astray durante la Guerra Civil.
Charles d'Ydewalle en 1937
Charles d'Ydewalle en 1937
 

A las 10 horas del día 18 de Agosto de 1936, desde Salamanca iniciaron un viaje relámpago por tierra de Extremadura. Se encuentran en el camino con un grupo de civiles militarizados que les exigen sus salvoconductos. La ceremonia es siempre la misma. Los hombres saludan brazo en alto, revisan la documentación y les despiden con un: ¡Con Dios! y un ¡Viva a España! El primer pueblo de importancia donde aterrizan es Plasencia donde quedan impresionados al contemplar la hermosa catedral renacentista. En la Plaza Mayor descansan durante media hora y se cobijan bajo los soportales de los más 40 grados que abrasan la plaza. Almuerzan con un buen vino de pitarra, chorizo y un pedazo de pan de la tierra. Los curiosos se arremolinan y un señor llamado Marco (natural de Argentat, Francia) se acerca y comenta, en un perfecto francés, con los periodistas los hechos que han ocurrido en el pueblo durante los días anteriores: los bombardeos de la aviación republicana que han causado 7 muertos y 20 heridos; cómo pusieron en fuga a los comunistas, como el farmacéutico, líder de la resistencia plasentina, está encerrado en la prisión (Se trata de Joaquín Rosado Álvarez de Sotomayor que sería  fusilado el día 19 de Agosto de 1936 en la finca El Almendral de Oliva de Plasencia ). Marco manifiesta a sus compatriotas sus anhelos de regresar a su país de nacimiento.

Dijeron adiós a la buena gente de Plasencia y encaminaron sus pasos hacia Cáceres. A la salida del pueblo, un avión sobrevoló el cielo. Por precaución pararon el coche hasta que el aeroplano se perdió por el horizonte. Hacia las siete de la tarde del 18 de Agosto llegaron a Cáceres. A la entrada de la ciudad se tropiezan con un Tabor de Regulares que llama la atención de los periodistas. Todas las fondas y casas para huéspedes habían sido requisadas por los oficiales de la II Bandera de la Legión y los voluntarios de Falange. Esa misma noche se esperaba la llegada a Cáceres del teniente coronel Yagüe, así que decidieron pasar la noche al raso, cerca del coche. Hicieron un breve recorrido por la hermosa ciudad visitando sus palacios y casas señoriales. Entraron en la casa del Marques de Torreades (sic) donde resaltaba un fresco patio con palmeras. El mayordomo les dijo que el dueño del palacete había sido fusilado en Madrid. Comprobaron cómo la población estaba libre de cualquier sensación de peligro aunque se oían el rugir de los cañones y los aviones de la “gloriosa” visitaban asiduamente la ciudad. Se tropezaron con unos veinte falangistas que cantaban el Cara al sol y gritaron a su paso ¡Arriba España! y vivas a España. Los hombres bebían anís en la Plaza Mayor junto a los cañones de 155 mm, las mujeres hablaban animadamente y los niños correteaban por la calle. D´Ydewalle y sus compañeros entran en el mejor restaurante de la ciudad donde deciden cenar y se enteran de las intenciones del general Yagüe de marchar sobre Guadalupe. Al alba del 19 de agosto marcharon a Mérida.

En la vieja Emerita Augusta, por fin, encontraron la verdadera guerra. Casas destrozadas por los bombardeos de la aviación republicana, muros acribillados a balazos, barricadas, soldados corriendo de aquí para allá para ocupar sus posiciones. En las ventanas colgaban aún las sábanas blancas y en las puertas todavía se podían leer inscripciones sorprendentes: “Aquí solo viven personas de orden”. La novena ciudad del imperio romano ha perdido su antiguo esplendor aun así en la entrada de la ciudad existe un pequeño templo dedicado al dios de la guerra (Se trata del hornito de la Basílica de Santa Eulalia) con una inscripción que es toda una declaración de intenciones: “MARTI SACRUM VETELLA PACELLI”.

Deciden proseguir el viaje hacia Badajoz: es la mañana del 19 de agosto. Sobre la ruta hay numerosos vehículos, en ambas cunetas, acribillados a balazos. La ciudad que sufrió los asedios durante las Guerras Napoleónicas ha repetido su cruel destino. Pasan por la Brecha de la Trinidad. En Badajoz se tropiezan con su suboficial de la Legión de origen francés que tiene un marcado acento de la región de Carcassonne. Él, no obstante, se declara español y les expresa que lleva siete años en la Legión y que estuvo en Verdún ( Se refiere a la batalla de la I Guerra Mundial). Él relata los últimos combates: “Palabra de hombre, cuando los milicianos nos ven venir, se cagan en los pantalones”. Este legionario está indignado con los cabecillas “rojos” pues engañaron a sus hombres al decirles que los legionarios eran sacerdotes disfrazados. El sargento de la Legión, irónicamente les preguntó a los periodistas: “¿Nosotros tenemos pinta de Sacerdotes?”, a la vez que agitaba con sus brazos tatuados una espada toledana arrebatada a un líder “comunista”.

Aquí nos detenemos un momento. Raymond Lacoste, que como hemos dicho escribió para varios periódicos, va a dar varias versiones de su turné por Badajoz. Expondremos todas para que el lector vea lo importante que es contrastar las fuentes primarias para alcanzar un resultado que se acerque a la realidad de lo acontecido.

El 30 de agosto de 1936, sale publicada en el Echo de París la siguiente noticia:
El asalto del otro día dejó 600 muertos. Cruzamos la brecha por donde lo hicieron las tropas del Coronel (sic) Yagüe y el Mayor (sic) Castejón, fortificaciones Vauban en forma de media luna que a pesar de los siglos se conservan magníficamente.
El espectáculo es impresionante, casas destrozadas, largas filas de coches carbonizados, sacos de arena que bloquean las calles y las fachadas de las casas con inscripciones victoriosas: ¡Viva España!,¡ Viva Cristo Rey! Escritas encimas de las que glorificaban el comunismo .El orden se restituye .El castigo tenía que ser despiadado. Los líderes comunistas huyeron “de forma valiente” a Portugal cerca de la ciudad”.
El 3 de octubre de 1936, el mismo autor escribe:
Decidimos visitar Badajoz, caído solo unas pocas horas antes (realmente fue tomada el 14/08/1936 cinco días antes que este corresponsal visitara la ciudad) cuatro  mil personas murieron durante el asedio (hay que anotar que la noticia de los 4000 muertos de Badajoz ya había sido propagada por el inefable periodista norteamericano Jay Allen). Cuando pasamos por la brecha abierta en las paredes por las tropas del comandante Castejón y el coronel Yagüe, la escena era impresionante. Algunos cadáveres todavía estaban esperando para ser enterrados (el 19/08/1936 no había cadáveres en ese sector de la ciudad) y tres docenas de casas fueran arrasadas (se refiere al Barrio de San Andrés) pero el centro de la ciudad se ha preservado bastante bien. En las paredes se leen nuevas inscripciones: ¡Viva España!,¡Viva Cristo Rey! encima de las que glorificaban el comunismo. El orden se ha restablecido. Todos los líderes comunistas habían huido “valientemente” a Portugal a solo cinco kilómetros de distancia”.
El 23 de agosto de 1936, Lacoste refleja este aspecto de la ciudad en el London Observer: “La carretera de Mérida a Badajoz, bajo un sol tórrido, está jalonada a ambos lados de camiones y coches carbonizados. Badajoz presenta un aspecto impresionante. Atravesamos una brecha enorme en la antigua muralla fortificada construida en el siglo XVIII al estilo Vauban que aun hoy se conserva”.

Como observamos los muertos aumentan exponencialmente. Así, en un artículo escribe 600 muertos, cifra en la que coinciden varios periodistas (Edmon Taylor y John Elliot entre muchos otros ) y en otro artículo escribe que han sido 4.000 los muertos. Donde no ve un solo muerto, después se despacha con que ve algunos cadáveres que aún no han recibido sepultura cerca de la Brecha de la Trinidad. Vemos que desde el 23 de agosto al 3 de octubre un periodista da dos versiones distintas de lo que ha visto en la ciudad de Badajoz: ¿Cuál creer? Desde luego la que escribió en el Echo de Paris se acerca a la verdad de lo acontecido en la ciudad. Quizás por llegar tarde a Badajoz quiso variar su primera versión para darle más dramatismo a un viaje ayuno de emociones fuertes. Por eso insistimos lo importante que es poner en contradicción las fuentes primarias.

Charles D´Ydewalle va un paso más allá y en un artículo publicado en La Nation Belga el 28 de agosto de 1936 expresa unas cifras a todas luces exageradas : “El último fin de semana hubo 11.000 muertos en Mérida y Badajoz. En Badajoz el 17 de Agosto fueron fusilados 1.018 comunistas que solo pudieron defenderse con fusiles”. Vemos que también confunde la fecha en que fue tomada la ciudad pues no fue el 17 sino el 14 de agosto. Cree, por error, que han llegado “pocas horas después de que la ciudad fuese tomada”.
La "Brecha de la muerte": 17-agosto-2013
La "Brecha de la muerte": 17-agosto-2013

Sus ultimos pasos por tierras de Extremadura


Tenían decido llegar a Sevilla la noche del 19 de agosto. A eso de las 18 horas salen de Badajoz. Como aún hay pueblos de la ruta de la nacional 630 en poder de los milicianos del Frente Popular desandan lo andado y regresan a Sevilla pasando por el puente romano de Mérida. Esa misma tarde ganan Almendralejo. Allí les expresan que los “rojos” han cometido atrocidades indescriptibles crucificando en un patio a los derechistas. También les comunican que un pequeño grupo de 250 comunistas procedentes de Rio Tinto acababa de cortar la carretera hacía unas pocas de horas, tratando de unirse a las fuerzas del Frente Popular establecidas en Castuera. Efectivamente sobre el 18 o 19 de agosto por Salvaleón (Badajoz) pasó una columna de mineros de Río Tinto que intentó matar a los presos políticos que estaban en la ermita. Este grupo de milicianos fueron los que hicieron las últimas matanzas de Burguillos. Mataron a Francisco Alba Moreno, Alférez de la Guardia Civil del Cuartel de Cumbres Mayores (pueblo de la sierra de Huelva), que estaba allí preso.

Después de una breve conversación los tres periodistas (Thierry, D´Ydewalle y Lacoste) decidieron probar suerte. No sin antes considerar la posibilidad de quedarse en Almendralejo pues portaban las cartas de presentación para el general Franco y si eran descubiertos por los milicianos con estos documentos comprometedores serían seguramente fusilados sobre la marcha. Al final, llegaron sin mayor problema a las afueras de El Ronquillo, ya en la provincia de Sevilla, donde tuvieron que parar en un puente que había sido volado por los “rojos”. Lacoste describe que: “un camión, se estrelló, estaba colgado en un enorme agujero .Se restauró con tablones improvisados”. Un Peón caminero les expresó que todos los ocupantes del camión habían muerto y que un viajero había sufrido una emboscada a pocos metros de allí. El desdichado murió de un disparo en la cabeza. La última parada antes de llegar a Sevilla fue en el Garrobo a unos veinte kilómetros de Sevilla. Tres cuartos de hora más tarde estaban en la capital andaluza cansados y muertos de sed pero satisfechos. Fueron los primeros periodistas en hacer un viaje en automóvil de Burgos a Sevilla sin tomar el camino portugués.

Posteriormente entrevistaron al general Queipo de Llano y recorrieron el frente Cordobés, pero eso ya es otra historia …

Fuentes consultadas 


La Nation Belge 21, 28 ,29 de agosto de 1936
Artículo publicado en La Liberte bajo el título “A travers L´Espagne Conquise de notre envoyé spécial Albert Thierry
London Observer 23 de Agosto de 1936
L´Echo de Paris 29, 30 de Agosto de 1936, 7 de Septiembre de 1936
The London Tablet de 19, 26 de Septiembre de 1936 y 3 de Octubre de 1936
Luis Arias GONZALEZ, Gonzalo de Aguilera Munro XI Conde de Alba de Yeltes (1886-1965), Vidas y radicalismo de un hidalgo Heterodoxo, Ediciones Universidad de Salamanca, Marzo de 2013.

Moisés Domínguez Núñez

domingo, 26 de enero de 2014

JOSÉ MANUEL LLEDÓ: Más estudios regionales sobre la División Azul

Falange en Andalucía

CÓRDOBA


Un buen amigo y suscriptor del BLAU [*] nos puso sobre la pista del libro titulado “La Falange Republicana en Andalucía, Guerra Civil, Movimiento y División Azul” hace ya bastante tiempo; pero nos ha costado lo suyo hacernos con un ejemplar. El autor es Francisco López Villatoro, y la edición corrió a cargo de la Asociación Cultural Cantamora (Córdoba, 2012). Gracias a tener el libro en nuestras manos nos enteramos que el autor ya ha editado antes un texto sobre Falange (“Los inicios del franquismo en Córdoba: FET de las JONS”, Córdoba, 2003).

En este volumen que ahora comento se analiza la creación y crecimiento de FE en Córdoba (y en general un poco por toda Andalucía), su papel en la preparación del Alzamiento, la creación de sus milicias durante la Guerra Civil… Hacia 1941 el entusiasmo falangista empezaba a decaer, pero reverdecería con la creación de la División Azul.

El estudio se centra fundamentalmente en analizar el “personal político”: quienes eran los falangistas, cuántos eran, donde estaban organizados y donde no, sus perfiles sociológicos, etc. Muy rico, por tanto, en datos biográficos.

Nos gustaría poder decir que López Villatoro ha estudiado con profundidad la División Azul en el caso de Córdoba, pero no es esa la realidad. Al tema le dedica el capitulo 6º. Lo deja bien esbozado, pero se queda muy corto, pues se extiende tan solo desde la página 277 a 294. También se le dedica a la DA el Apéndice 7º (pág. 321; Relación de oficiales y suboficiales cordobeses en la División Azul), y el mucho más amplio Apéndice 11º: “Relación de voluntarios cordobeses en la División Azul” (págs. 326 a 342).

En resumen, que nos ha sabido a poco, y esto es más triste porque, por otra parte, el autor aparece libre de prejuicios y tópicos y su breve texto es sin embargo más que bueno, de notable diríamos…


Tal vez el día

ARAGON


Justo lo contrario a lo que decíamos al hablar del libro de López Villatoro es lo que cabe decir del de Luis Antonio Palacio Pilacés, “Tal vez el día. Aragoneses en la URSS (1937-1977) El Exilio y la División Azul”, un mamotreto de dos volúmenes y un total de 1.263 páginas, editado por Comuniter Editorial (Zaragoza 2013), pero con demasiados tópicos y prejuicios.

La primera, en la frente. Hay que ser bastante poco objetivo para calificar a todas horas y en todas las paginas a Franco como un “déspota”, mientras que de Stalin se dice en 1937 era “férreo (…) pero todavía no se había generalizado la política de terror”. En una perspectiva comparada, Franco es una Hermanita de la Caridad comparado con Stalin, pero este incomodo hecho es soslayado por Palacio. Dicho en dos palabras: el autor es marcadamente simpatizante con la izquierda, lo cual a nosotros, “ni fu ni fa”: es su problema; salvo cuando le nubla la vista, que es muy a menudo. Como se lee en el mismo título, el libro no trata tan solo de los divisionarios, sino de todos los aragoneses que fueron a parar a la URSS, lo que incluye a los exiliados, a aquellos a los que el fin de la Guerra Civil pilló allí y no pudieron salir (pilotos,) y a los “niños de la guerra”. Para ser exactos, son seis los “colectivos” analizados: los pilotos republicanos (aunque fueron solo ocho aragoneses), los niños de la guerra (una docena); los aragoneses de la División Azul (de los que ha encontrado a más de 1.750); los de la Escuadrilla Azul; los exiliados, militantes del Partido Comunista; y los aragoneses que marcharon a trabajar en Alemania (no sabemos muy bien porque mete este grupo...) Como vemos, el grupo realmente extenso es el de los divisionarios… Siendo así que en definitiva son los divisionarios son y con mucho el grupo más extensamente representado, sorprende que en la bibliografía que dice haber utilizado el volumen de obras dedicado a la División Azul sea muy corto, así como que haya autores (Caballero, Negreira, Sagarra, y Torres) a los que ni cita. Es muy posible que los haya leído, así se deduce de ciertos párrafos, pero sabe que políticamente no es correcto citarlos, así que ni los nombra. Toda una declaración de principios por parte del autor.

También en cómo trata el tema de los grupos “no divisionarios” el autor está muy lastrado por su ideología. Pasa de puntillas por el hecho, que es absolutamente escandaloso, de que muchísimos de los que habían ido voluntariamente a la URSS a formarse militarmente durante la Guerra Civil acabaran en el GULAG (¿os imagináis que pondría si una parte de los divisionarios hubiese sido metida por Hitler en los campos de concentración nazis?) Que el stalinismo metiera entre rejas incluso a quienes habían ido a la URSS para aprender… ¡dice muchísimo sobre su naturaleza! Da una visión bastante idílica de la suerte corrida por los niños de la guerra, que en realidad fue una tragedia de grandes proporciones, empezando porque fue un secuestro en masa de miles de niños que debían haber sido devueltos a sus familias, así de sencillo. Por ahí anda gente –les vemos a menudo en los telediarios- que busca con razón a sus padres, ya que ha descubierto que cuando nació fue “robado” en un hospital y entregado a otros padres. Comprensiblemente, piden que se busque y castigue a los culpables. Pero nadie parece estar dispuesto a pedir que se busque y castigue a quienes secuestraron a miles de niños a otras tantas familias españolas. Finalmente, también trata de los españoles que sirvieron en el Ejército Rojo durante la II Guerra Mundial. Al respecto dice “La respuesta del exilio español al ataque alemán contra la U.R.S.S. parece haber sido unánimemente entusiasta y abundan los testimonios que, de modo invariable, nos hablan de las peticiones voluntarias de alistamiento”….

No es este nuestro tema y no vamos a polemizar con él, pero el Sr. Palacio Pilacés quizás debiera leer a Enrique Castro, Jesús Hernández o a Tagüeña, que en sus memorias sobre su exilio en la URSS nos dan una versión mucho menos unánimemente entusiasta. Lo que vienen a decir, de todas a todas los dos primeros, y matizadamente el tercero, es que los alistamientos fueron por hambre, ya que en la URSS la situación alimentaria era espantosa. Tampoco merece de él mayor comentario el hecho de que estos españoles no sirvieran propiamente en el Ejército Rojo, sino en unidades de la NKVD. Y lo digo porque si los divisionarios españoles, en vez de servir en el Ejército alemán, lo hubieran hecho en una unidad de la Policía Política alemana (que también las hubo en Rusia…) ¡la que se habría montado!; no pararían de repetírnoslo cada día. Pero, repito, no es ese nuestro tema. Lo que a nosotros nos compete es valorar si el libro es aceptable como fuente de documentación sobre la División Azul, y por tanto, podemos recomendároslo, o si se da el caso contrario.

Sorprende, para empezar, que aun se persista en topicazos como el de que los alistados en 1941, en su inmensa mayoría fueron de forma voluntaria., mientras que en los años siguientes lo eran mayoritariamente de forma forzosa… Habrá, es cierto, un cambio en el perfil sociológico y hasta ideológico de los voluntarios, pero no en su carácter de voluntarios. La cosa tiene sus bemoles, porque el autor entre los testigos que llega a citar está el de un voluntario que se fue porque quiso, pero que en su casa, para que sus padres no le “regañaran”, lo que dijo es que le habían mandado “a la fuerza”.

El Sr. Palacio tiene el suficiente sentido común y la honradez como para no aceptar ciertas teorías que tratan de lanzar algunos presuntos historiadores, haciéndose eco –por cierto- de lo que en su día fue pura propaganda de guerra enemiga (británica, para mas detalles) y así escribe expresamente que los casos de delincuentes que se “colaron” entre lo alistados, fueron expulsados inmediatamente que se detectó su existencia: “El hecho cierto y comprobable de la fulminante expulsión de esos hombres de las filas divisionarias desmentiría por sí sola la afirmación de la BBC británica en el sentido de que tanto en Zaragoza como en Pamplona o San Sebastián algunos presos comunes habrían sido sacados de las cárceles para ser enviados a Rusia, bulo propagandístico inglés que curiosamente ha sido dado por bueno sin la menor prueba por algunos autores españoles”.

El Sr. Palacio también se cuestiona ese otro bulo sistemáticamente difundido por algunos de que se mandaba a la DA a los “rojos”, grotesca afirmación difundida por algún profesor universitario español. Demostrando poseer sentido de la lógica y saber leer documentos, Palacio escribe: “En contra de lo que algunos trabajos han pretendido dar a entender, la actitud del Estado, de la Falange, de los propios mandos de la DEV no sería en absoluto complaciente hacia los voluntarios cuyos antepasados policiales parecían dudosos. El Gobierno y la Falange estaban muy interesados en evitar que los soldados españoles ofreciesen una mala imagen del país y en un primer momento cuidaron mucho la composición de las filas divisionarias.”

Como veis, sabemos apreciar en este autor sus opiniones sencillamente lógicas y no disparatadas, propias de otros autores españoles, que a la hora de escribir sobre la División Azul parecen entrar directamente en estado de locura y pretenden hacernos creer que se la llenó de reclutas a la fuerza y antiguos “rojos”…

Pero por desgracia, aún así, al autor su ideología le pone muchas trampas a la hora de captar el sentido histórico real de la DA. Por ejemplo, los motivos para alistarse. Si bien es cierto que da bastantes ejemplos de gente que se alistó porque bajo el dominio del Frente Popular hubo experiencia horrorosas en su familia (casos de hasta cinco asesinados), en seguida pasa a hablar de los casos de los de van “por mejorar su carrera profesional”, por la paga y el sueldo, por espíritu de aventura, Ya sabemos que estas afirmaciones son bastante absurdas. Militares que van por su carrera: ¿es que no eran oficiales del Ejército que acababa de derrotar al marxismo en España? ¿Qué ideas cree que profesaban? El autor no puede dejar de citar eso de los que debían “lavar su pasado”, aunque reconoce que esto es un tema complejo y cita casos curiosos: gente de la que se mandan informes de que han sido “rojos”, antes de la guerra, sin decirse sin embargo en esos informes que en la Guerra Civil esas mismas personas han combatido en el Ejercito Nacional, en algunos casos habiendo sufrido hasta con 4 heridas de guerra y tener 5 condecoraciones en su haber… Por la misma, el autor que ahora nos ocupa echa por tierra algunas inverosímiles tonterías que otros han escrito. En el bochornoso libro que escribieron sobre los divisionarios extremeños dos aprendices de brujo, se decía sin que les temblara el pulso, que la prueba de que muchos de los que fueron a Rusia marcharon a la fuerza es que tenían familiares de izquierda. Palacio, en cambio, mucho mejor documentado, demuestra que entre los divisionarios de Aragón ha encontrado bastantes casos de familias que ya en la Guerra Civil habían tenido a un hermano en un bando, y a otro en el opuesto. Quizás eso fue lo más trágico de la Guerra Civil: que partiera en dos hasta a las familias. Pero de ahí al decir que iban a Rusia “forzados” porque había “rojos” en la familia, el delirante paso que dieron los citados autores, hay un abismo.

No todo son aciertos, sin embargo. Palacio sigue, dale que te pego con la idea de que los que se alistan en Cuarteles no son falangistas. Hombre, todos no lo serían, pero un alto porcentaje sí. Y es que es lo más normal. Para ir a la guerra la gente apropiada es la que está en los cuarteles. Y en esos años, en los cuarteles estaba toda la juventud española, incluyendo la proporción correspondiente de falangistas que había en la calle, que entonces era muy elevada. Por la misma razón, Palacio recoge varios testimonios sobre recluta obligatoria en cuarteles: cita testimonios… de gente que, como el mismo recoge en sus datos… ¡no estuvo en la DA! Dicen esos “testigos” que vieron esos casos en los cuarteles… pero son gente que no marchó a Rusia. En realidad, y eso debía haberlo captado el Sr. Palacio, se trata de lo que llamamos a día de hoy, “una leyenda urbana”. U otro ejemplo, reproduce sin comentario alguno, el testimonio de un veterano que dice que “De un batallón que vino a relevar, que vinieron 800, se pasaron 400”. ¡¡¡Dios mío!!!, cuatrocientos desertores de un batallón de marcha… ¡no hubo tantos prisioneros y desertores juntos en TODA LA HISTORIA DE LA DIVISIÓN AZUL! ¿No sabe discernir entre lo que no son más que macutazos o leyendas y la realidad? Lo grave en realidad es que habiendo entrevistado a tan solo 8 veteranos de la DA y a unos 50 familiares, amigos o personas que cumplían por aquellas fechas su servicio militar se atreva a hacer afirmaciones sin fundamento. Gente que ha realizado centenares de entrevistas, ha consultado decenas de diarios y memorias inéditas, etc., es mucho más prudente que él. Pero es que nos tememos que Palacio ya iba con una idea preconcebida, preconcebidísima, y se ha limitado a recoger aquello que a su juicio la refrenda. De ahí que de pábulo a las absurdas ideas de enrolados a la fuerza, alistados para desertar, etc.,

Sorprende que a un señor que dice haber dedicado muchos meses, años, a investigar, se le cuelen cosas de lo más tonto, como creer lo que dicen algunos familiares sobre los motivos de sus antepasados para ir a Rusia (siempre fue por hambre, etc.) y hasta como algunos de los poquísimos divisionarios que ha podido entrevistar (eso no es culpa suya, claro está) den una visión “light” de sus motivos. Cita un caso, llamativo, de un divisionario, que llegó a entrevistar, y que pese a tener su expediente y constarle que lo había sido, el citado divisionario se lo negó enfáticamente. No sabemos porque lo hizo (deseo de no tener más líos, desconfianza hacia el autor del trabajo, lo que sea); pero el caso es que el hecho debía haberle puesto sobre aviso de que los testimonios orales (especialmente los de muchos familiares, pero también los de algún divisionario) son una fuente altamente dudosa; y sin embargo, él les da mucho pábulo. Siempre que le interesan de cara a sus objetivos, claro.

En cambio, hay hipótesis que el autor ni maneja. Como la más simple: el alistamiento por patriotismo, por idealismo. Si, a día de hoy, eso es casi inconcebible. Pero entonces había una infinidad de idealistas, de patriotas (que en muchos, muchos, muchos casos, eran además falangistas). Gente que no necesitaba tener muertos por el Frente Popular en su familia, ni haber decidido ser militar de carrera, ni nada similar, para ser consciente de que el comunismo era una ideología abominable y que valía la pena luchar para erradicarla.

Leyendo el libro hemos encontrado datos que ignorábamos por completo, como que también en Teruel hubo manifestación pidiendo el envío de voluntarios, junto a las sandeces más habituales, como esa de que las divisiones españolas eran de cuatro regimientos, y por eso de España la DA salió con cuatro regimientos. Otras metidas de pata son “específicas” del autor, que literalmente tiene una empanada mental fenomenal en temas de organización militar, porque decir de un guripa que sirvió en el Grupo de Cañones de Exploración, y de otro que lo hizo en el Tren de Víveres del Regimiento 105… No cuesta imaginar que debe referirse al Grupo de Escuadrones de Exploración (también conocido como Grupo de Caballería o Grupo Ciclista), en el primero de los casos, y al Tren de Víveres de alguno de los Grupos de Artillería equipados con piezas de 105. Pero el autor comete tan garrafales errores… porque a él, en definitiva, esos detalles le son irrelevantes. No le interesa la historia militar, sino que busca otros objetivos. Por las mismas, da por buenos algunos macutazos absurdos. De alguno de los mandos llega a decir autenticas locuras, como que Vierna era tan déspota que castigaba con ejecución sumarísima toda insubordinación. ¡¡¡Como su un coronel pudiera decidir sobre la vida y la muerte de sus hombres!!! ¡¡¡Como si no existiesen los Códigos y Tribunales Militares!!!

Ese desconocimiento hasta de los extremos más básicos de lo militar llega a veces a ser divertido, y así el autor nos habla –y no me invento nada- del FELDBEER, y del ERSATZBEER. Si, literal. En vez del Feldheer y el Ersatzheer. La cosa tiene su gracia, que habréis captado muchos ya, puesto que si aceptamos lo que escribe, la DA dependió primero del Sustituto de Cerveza (ERSATZBEER) y más tarde se encuadró en la cerveza de campaña (FELDBEER). No, no son simples erratas, es que el autor no sabe nada de muchas de las cosas sobre la que sin embargo se atreve a escribir.

Entonces, ¿vale la pena el libro? Tratando de valorarlo con el máximo de objetividad, hemos analizado –y digo hemos porque lo hemos hecho entre varios- sus extensos listados de voluntarios aragoneses. En un elevadísimo número de casos pone: No se encontró expediente. Se refiere a que no los encontró en el Archivo de Ávila, Y lo que llama la atención es que muchos sean militares profesionales, que en realidad son fáciles de identificar y cuya biografía anterior y posterior a la campaña es fácil de concretar. ¿Cómo es posible que no diga nada sobre Juan de Dios Salas Íñigo? Entre otras cosas, era famosísimo en Zaragoza por una academia que tuvo y por ser autor de libro divisionario “Aquella Rusia”. Hay otros muchos casos, de divisionarios que fueron militares, policías, etc., y de los que Palacio se limita a decir No se encontró expediente. Aún más llamativo, el autor tuvo acceso al listado de miembros de la Hermandad de la División Azul de Zaragoza, que le prestó un investigador de temas divisionarios. Pues bien, de unos 70 personajes se limita a decir que pertenecían a la Hermandad, pero No se encontró expediente. Y aun mas (en este caso son más de un centenar), divisionarios de los que en su día –durante la existencia de la DA- se habló en el periódico falangista aragonés AMANECER, pero de los que dice también No se encontró expediente. ¡¡¡Que mala suerte tiene el Sr.Palacio!!!

Sin embargo, es “curioso”: de cada uno que estuvo sujeto a algún tipo de “procedimiento judicial”, su expediente aparece con mucho detalle. Y los casos más escabrosos, reciben un tratamiento más detallado aún, como el de un sargento acusado de homosexual, del cual cita todos los hombres con los que se relacionaba y que fueron juzgados con él… Vaya, pues el Sr. Palacio sí encuentra unos expedientes (los que le interesan, todos aquellos donde cree que va a poder encontrar algo a usar contra la DA) y otros no (aquellos en los que no debió poner empeño alguno por saber de antemano que tipo de personas eran: los que más orgullosos estaban de su paso por la DA).

Saber cuanto de verosimilitud haya en estos datos que Palacio ofrece es dificilísimo de evaluar. Habría que conocer con pelos y señales todos los divisionarios de los que habla. Quiso la casualidad que cuando analizábamos este libro, recibiéramos de Juan Manuel Poyato copia de un trabajo suyo de investigación sobre médicos de la DA. Lo cotejamos con el listado de divisionarios del libro de Palacio. Seis oficiales médicos aragoneses aparecían debidamente reflejados, sin errores apreciables. Había errores muy gordos en otros cinco casos de médicos aragoneses (que llegaban incluso a no identificarlos ni como oficiales médicos) y, aun más chocante, atribuía el carácter de oficiales médicos divisionarios a dos que NO lo fueron. La “tasa de acierto” no alcanzaba al 50 %... Es realmente curioso. De Saturnino Mozota Sagardia, por poner un ejemplo concreto, se dice tan solo que pertenecía a la Hermandad de la División Azul en los años 70, ignorando que fue oficial médico en la DA, que llegó a general médico, y que era un destacadísimo urólogo… Un caso aun más elocuente: de los 12 aragoneses que sirvieron en la DA como capellanes, el Sr. Palacio solo cita a cinco, ni siquiera la mitad, de nuevo un porcentaje de acierto inferior al 50 %. ¡¡¡Y eso que para cuando salió su libro ya estaba publicada la magnífica obra de Sagarra sobre los capellanes, que sus prejuicios o su desconocimiento le llevaron a no consultar!!!

Este es quizás el gran problema de este libro. Allá donde las inclinaciones ideológicas del autor le ciegan, podemos obviarlo, por ser muy evidente. Alguien que lea el Blau está suficientemente “entrenado” para eso. Lo realmente malo es la cantidad de datos erróneos que ofrece como ciertos. Así por ejemplo, un dato muy interesante es que informa de que el zapador maño Miguel Paris Plou recibió la preciadísima condecoración “Distintivo de Destrucción Individual de carros”, rarísima, un detalle por completo cierto y apenas conocido; pero a la vez nos encontramos con que atribuye ni más ni menos que la Medalla Militar Individual a un divisionario llamado Alfredo Lamorena González. Aquí está el “peligro” del libro, que ofrece muchos datos sobre divisionarios que deben ser ciertos, o pueden serlo, pero otros tantos que son falsos, y ahí es donde nos puede inducir a un sinfín de errores.

Es un libro que deja un sabor muy agridulce. Para alguien tan manifiestamente a la izquierda como él, hay que reconocerle el mérito de escribir cosas como esta: “El aspecto más destacado de la campaña del Este lo constituiría no solo la extraordinaria dureza de los combates, sino también las matanzas llevadas a cabo por los alemanes y sus aliados rumanos (…) la ausencia de toda responsabilidad de los soldados españoles en dichos crímenes está fuera de cuestión: en abril de 1950, el Operativni Dielo, la comisión soviética encargada de investigar los crímenes de las fuerzas del Eje contra la población soviética haría públicas sus conclusiones, según las cuales, las tropas españolas siempre se habían comportado correctamente en el trato hacia la población civil de su zona de influencia. El mayor Makarov en persona desmentiría toda acusación en ese sentido contra las tropas divisionarias, descalificando implícitamente los ataques vertidos sobre los hombres de la DEV por el PCE y por figuras como el escritor Ilya Ehrenburg”. Para ninguno de quienes leen el Blau tiene este párrafo un mérito especial: ya lo sabíamos, desde siempre. Pero que lo escriba alguien como Palacio, que el único lugar donde sabemos que ha presentado el libro es en un Acto convocado por la Coordinadora Antifascista de Aragón, en un ciclo titulado cómicamente como “Ama la Cultura, Odia al fascismo” en un acto cuyo título era “la División Azul, ¿crimen franquista?”, pues hay que reconocerlo, que tiene su mérito.

Fue divertido leer la crónica de esa conferencia, firmada por un separatista aragonés, que por lo tanto firmaba como Enrike (no iba a usar la palabra Enrique, odiosamente española), y distribuida por una Achencia (¡¡sic!!) de Noticias d´Aragón el 29 mayo, 2013 ya que en ella se leía: “la División Azul, lejos de ser un cuerpo de soldados fascistas anticomunistas, que los hubo, fue una vía de escape para cientos de republicanos. La derrota en la Guerra Civil supuso el asesinato de decenas de miles de antifascistas y el encarcelamiento en campos de concentración y cárceles de otras tantas decenas de miles de ellos. Los que se salvaron de la cárcel o de las cunetas tuvieron que vivir con el estigma de ser un “rojo”, lo que le imposibilitaba encontrar trabajo o acceder a ayudas, la única manera de librarse de ese estigma y poder sacar a sus familias adelante fue la de alistarse en la División Azul y luchar con los nazis. Otros muchos republicanos se alistaron para huir de la represión e intentar pasar a territorio soviético”. La verdad es que Palacios no llega a tamaño nivel de estupidez en sus afirmaciones, ya lo venimos señalando, pero esa es la lectura que muchos van a sacar de su obra, por no haber tenido el coraje de oponerse a tantos mitos como repite, más o menos matizadamente. Por cierto, habida cuenta de lo que opina Enrike y difunde la Achencia d’Aragon, hay que concluir que Stalin tenía una mala leche que te cagas, porque mira que atacar en Krasny Bor con la saña que se empleó a una unidad compuesta por tanto antifascista; podía haber ordenado haber atacar a una “de malos de verdad”, ¿no?

Podríamos perdonarle al Sr. Palacio sus valoraciones erróneas, y debemos agradecerle su esfuerzo de objetividad en algunos casos: no es un demagogo, ni un mentiroso compulsivo, como hay tantos otros, sino alguien que se equivoca. En parte por desconocimiento de datos básicos. En parte porque el ámbito que se ha fijado (¡todo Aragón!) quizás sea demasiado amplio, demasiado extenso, para el tiempo que le ha dedicado (dice haber dedicado dos años y medio a la investigación; muy posiblemente fuera “a tiempo casi completo”, ya que estamos hablando de un autor que gozó de financiación a cargo de la malhadada “memoria Histórica”, pero en cualquier caso es poquísimo tiempo para un objeto tan ambicioso). En parte, también, porque no ha sabido sacudirse prejuicios. Pero el caso es que no podemos ni debemos recomendaros un libro muy, muy caro, donde hay tantísimos errores. Salvo que por motivos concretos estéis muy interesados en historia de los guripas aragoneses y esperéis encontrar ahí información. Existe, es cierto, en algún caso muy valiosa, pero siempre salpicada de errores, de gruesos errores. Por motivos obvios, en el estudio se habla a menudo del III Batallón del 263º Regimiento, ya que, en el contingente inicial, en él se concentraba la mayoría de los maños (“Batallón de los Maños” le llega a llamar el autor). Y cuando se habla de la batalla de Krasny Bor se dice que ocupaba el extremo izquierdo del despliegue español… ¡¡¡confundiéndolo con el III Batallón del 262º, que era el allí desplegado!!! Esta es la pena de este libro: el autor se confunde mucho, demasiado, y por tanto puede confundir mucho al lector. No podemos recomendároslo, sino todo lo contrario. Una lástima…
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[*] Artículo publicado en Blau Division, Nº 652 – Noviembre 2013

jueves, 16 de enero de 2014

EDUARDO PALOMAR BARÓ: Heroico defensor de la posición de Abarrán (Marruecos): Capitán Juan Salafranca Barrio

mapa marruecos

Juan Salafranca Barrio nació en Madrid el 21 de septiembre de 1889, hijo de juan Salafranca Butigieg, contador de navío y de Consuelo Barrio Ruiz-Vidal.

Ingresó a los 17 años en la Academia de Infantería de Toledo el 30 de agosto de 1907 en la que fue la XIV promoción, luego famosa por ser la de Francisco Franco, de la que salió promovido a Segundo Teniente en 1911 siendo destinado al Regimiento de Ceuta.

En el año 1912 ganó la Medalla de Melilla y sus dos primeras Cruces de 1ª clase del Mérito Militar con distintivo rojo, por varios hechos de armas tanto en la zona de Ceuta como en la de Melilla.
En 1913 los territorios que pertenecían a España en el Norte de África, quedaron incluidos administrativamente como Protectorado español de Marruecos. Salafranca ascendido en este año a primer teniente, estuvo en las tropas del General Felipe Alfau Mendoza, realizando la ocupación pacífica de Tetuán en febrero de 1913, estableciendo allí la capital del recién formalizado Protectorado español.

En 1916 fue destinado al Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla, incorporándose al 2ª Tabor en Tetuán (antiguo 3º del GFRI de Tetuán nº 1) coincidiendo con su compañero de promoción de la Academia de Infantería, Francisco Franco. Ambos se habían forjado una brillante hoja de servicios desde su salida de la Academia, plena de reconocimientos por sus brillantes acciones de guerra en los mismos escenarios del Protectorado.

El 24 de mayo de 1916 ambos oficiales salieron del campamento en Tetuán, con el Tabor de Regulares de Melilla mandado por el Comandante Jefe Enrique Muñoz Gui para incorporarse a la Columna al mando del General. Ataulfo Ayala y dirigirse a la posición de Laucien, cercana a Tetuán, para cubrir el paso del Alto Comisario General, Francisco Gómez Jordana, que llevaba a cabo la importante misión de la apertura del camino entre Tánger y Tetuán. Parte de las fuerzas quedaron de reserva en Laucien, continuando Salafranca y el resto de la Columna Ayala con el General en Jefe hacia el Fondak, para culminar la misión. A su término, el oficial Salafranca en unión de las demás fuerzas, fue felicitado en el Orden del Día por el General en Jefe por el apoyo prestado. Igualmente, el Gobierno del conde de Romanones y el rey Alfonso XIII mandaron telegramas de felicitación para todos los oficiales involucrados en la misión.

Un mes más tarde, el 29 de Junio de 1916, a las 3 de la madrugada, el IIº Tabor de Regulares Indígenas de Melilla mandado por el Comandante Jefe Muñoz Gui, salió desde el Llano de Los Castillejos formando parte de la Columna mandada por el Coronel de Cazadores Juan Génova, hacia la posición de Kudia-Federico, en las afueras de Ceuta. Ese día llevaron a cabo el asalto al poblado del Biutz, muy cercano a Ceuta, por orden del General en Jefe de Operaciones en África y Alto Comisario General Francisco Gómez Jordana, que consideró muy importante recuperar ese asentamiento, para asegurar las comunicaciones desde Ceuta.

El poblado del Biutz era un asentamiento grande de la cabila de Anyera y estaba bien defendido por las colinas de La Loma de la Trincheras, la colina roja de Hafa-el-Hamra, la de Seriya y detrás de ellas la de Ain-Yir, que constituía la última defensa antes del poblado. A pesar de estar los cabileños fuertemente atrincherados en lo alto de la cima, se decidió el asalto con 3 Columnas; La Columna del Coronel Juan Génova atacaría por el centro para asaltar la Loma de las Trincheras, mientras una segunda Columna, al mando del General Martínez Anido, lo haría por la izquierda, con el objetivo de tomar las colinas de Hafa-el-Hamra y Seriya. La tercera, mandada por el General Sánchez Manjón, atacaría por la derecha la loma de Ain-Yir.

El IIº Tabor de Regulares de Melilla al mando del Comandante Enrique Muñoz Gui, se encargó del asalto a la Loma de las Trincheras. El Teniente Salafranca iba en la Compañía del Capitán Fernando Lías Pequeño, la 1ª Compañía la mandaba el Capitán Palacios y la 3ª Compañía el Capitán Franco.

El asalto a La Loma de las Trincheras fue muy duro, ya que los defensores apuntaban y disparaban a placer a los asaltantes desde su privilegiada posición defensiva en lo alto de la loma. Comenzó el asalto cargando la Caballería de Regulares de Ceuta, que enseguida quedó deshecha bajo el nutrido fuego. Mandó entonces el Comandante Jefe Muñoz Gui que atacara en vanguardia la Compañía del Capitán Palacios, pero apenas conseguían avanzar por igual motivo. El número de bajas era enorme y también cayó el Capitán Palacios herido gravemente. A pesar de todo prosiguió el asalto el resto del Tabor al mando del Comandante Jefe y se consiguió coronar la Loma de las Trincheras, aunque los defensores sólo habían retrocedido un poco más allá de la cima y les esperaban en una segunda línea defensiva para acribillarles de nuevo. Cayeron masivamente, otra vez, los asaltantes y sus oficiales, empezando por el Jefe del Tabor el Comandante Muñoz Gui, muerto de un balazo. Prosiguió el asalto el Capitán Franco, uno de los pocos oficiales supervivientes en la cima. Llegó la hora en que ya se encaraba al enemigo y en el tiroteo cercano, previo al cuerpo a cuerpo, Franco cayó herido de un balazo en el vientre y hubo que evacuarle inmediatamente, sin conocimiento y aparentemente moribundo. Mientras, ambas fuerzas chocaban en el cuerpo a cuerpo definitivo. El Teniente Salafranca estaba herido en cuello y pierna, pero prosiguió al frente de las fuerzas hasta concluir victoriosamente el asalto. Finalizado el combate, replegó a su tropa y se unió al resto del Tabor, que quedó al mando del Capitán Jefe accidental Fernando Lías Pequeño, tras la muerte del Comandante Jefe Muñoz Gui y con el que se dirigieron a la cercana posición de Kudía-Federico. En Kudía-Federico se mejoraron las primeras curas a los heridos, trasladando después a los más graves, como Salafranca, al Hospital militar de Ceuta.

En la Hoja de Servicios de Juan Salafranca respecto a este combate, disponía: “asistiendo ese día a la operación que dio por resultado la toma y recuperación del Biutz (Ceuta) en la que sostuvo duro combate con el enemigo que se hallaba fuertemente atrincherado en las lomas de las Trincheras, resultando dos veces herido una en la pierna y otra en el cuello, continuando al mando de sus fuerzas a pesar de sus heridas, ordenándole el Capitán Jefe accidental del Tabor Fernando Lías Pequeño, saliese a llevar un parte al Jefe de la Columna, Coronel Génova, lo que cumplimentó, siendo muerto el caballo que montaba al regresar de transmitir dicho parte, permaneciendo al frente de sus fuerzas hasta que ordenó el repliegue…”.

En el parte de la operación que el Jefe del Tabor entregó al Jefe de la Columna Coronel Génova, figura Salafranca como ‘Muy Distinguido’ por su insuperable valor, dotes de mando y energía desplegada en altísimo grado en dicho combate.

De los 12 oficiales que ingresaron heridos en la enfermería de Kudía-Federico, sólo sobrevivieron 5 y fueron trasladados en cuanto se pudo al Hospital en Ceuta. Allí fueron llevados, el Teniente Salafranca, el Capitán Palacios, el Capitán Valentín Muñoz Gui y el Capitán Franco, al que se le pospuso el traslado unos días, debido a que su delicado estado no aconsejaba el viaje hasta Ceuta. También llegó con vida al Hospital de Ceuta el Cabo de la 2ª Compañía de Regulares de Melilla nº 1 Mariano Fernández Cendejas, que seguía vivo a pesar de estar acribillado a balazos incluso en las dos manos. Su jefe, el Capitán Valentín Muñoz Gui, también herido y hermano del Comandante Jefe muerto en la Loma de las Trincheras, fue a visitarlo para que firmase la instancia que él había promovido, para que al Cabo de su Compañía Mariano Fernández Cendejas, le fuera concedida la condecoración de mayor valor en el ejército: La Cruz Laureada de San Fernando. Cendejas no pudo firmarla por tener las dos manos vendadas y además murió por las múltiples heridas dos días después, pero le acabaría siendo concedida la Laureada a título póstumo.

El 30 de junio de 1916, el Ministro de la Guerra transmitió por telegrama al General en Jefe Gómez Jordana, las felicitaciones a Salafranca en unión de las demás fuerzas, por parte del Gobierno, el Rey y ambas Cámaras, por la importante operación realizada en El Biutz. El 15 de julio figuró Juan Salafranca en el orden del día como ‘Distinguido’ por su comportamiento en el combate del 29 de junio y por ello anotado en el libro del Cuerpo.

Estuvo hospitalizado en Ceuta hasta el 19 de julio de 1916, que continuó su recuperación con licencia para ir a su casa en Madrid.

Coincidiendo con su salida del Hospital Militar de Ceuta, se publicó en la orden general del Ejército de España en África que por disposición del General en Jefe, se le instruía al Oficial Juan Salafranca Barrio de las fuerzas Regulares Indígenas de Melilla nº 2, proceso por los méritos que contrajo en el combate del día 29 de junio en la ocupación del Biutz y el Hafa el Hamra y por el que fue propuesto para la concesión de la Cruz Laureada de San Fernando.

También fueron propuestos para la Cruz Laureada, por aquella batalla, el Teniente Diego Pacheco Barona de Caballería de Regulares, que murió en el combate; el Cabo Fernández Cendejas de los Regulares de Melilla nº 1 y el oficial médico Ricardo Bertoloty de los Regulares de Tetuán.
Además, el 2 de agosto de 1916, fueron propuestos también, el fallecido Comandante Jefe del Tabor Enrique Muñoz Gui, el Capitán Francisco Palacios y el Capitán Francisco Franco; a propuesta del Capitán Jefe accidental del tabor Fernando Lías Pequeño, que también sería recompensado por los méritos de aquel día, con el ascenso a Comandante en enero de 1917.

Sin embargo nadie propuso para el ascenso al capitán Franco, probablemente porque ya había sido ascendido a Capitán muy recientemente por méritos en otra acción anterior.

El 20 de septiembre de 1916 Juan Salafranca Barrio fue ascendido a Capitán por los méritos en aquel asalto del 29 de junio, al igual que algunos otros oficiales de las fuerzas de Regulares que estuvieron en aquella sangrienta operación, como el Capitán Valentín Muñoz Gui, el Capitán Sanz de Lavín y el Teniente Enrique Segura.

El Capitán Palacios no fue ascendido, pero fue distinguido con la Cruz de María Cristina, al igual que el Capitán Franco. La prestigiosa Cruz de María Cristina era un importante reconocimiento a una casi mortal herida, pero no satisfizo a Franco. No era un ascenso y le cerraba la puerta a la obtención de la Laureada. Franco, que en aquel momento se hallaba recuperándose de permiso en su casa de Ferrol, no estaba satisfecho con su recompensa, por lo que elevó una instancia al rey Alfonso XIII, poniendo de manifiesto el agravio comparativo con sus compañeros ascendidos y la injusticia de atribuir todos los méritos del asalto a la Loma de las Trincheras al Teniente Salafranca, al que se había propuesto para la Cruz Laureada de San Fernando, por haber seguido al mando de las fuerzas hasta el fin de la acción, a pesar de sus heridas. Pero Franco aseguraba que como oficial de mayor graduación de aquella acción, siempre estuvo al mando de ella y que fue él y no Salafranca, quien había seguido dirigiendo el combate, incluso después de resultar herido. El Rey le apoyó en sus demandas y Franco consiguió cambiar la cruz de María Cristina por el ascenso a Comandante el 28 de febrero de 1917 y además anteponer su juicio contradictorio para la concesión de la Cruz Laureada al del Teniente Salafranca, por tener Franco más graduación. En el juicio, que se falló el 29 de marzo de 1918, testificó, entre otros, el soldado Mohamed Ducally, de la Compañía de Franco, que fue quien lo llevó al puesto de socorro tras ser herido y declaró que el Capitán Franco había sido el primero de su Compañía en caer, que le evacuó inmediatamente y que sufrió un colapso y quedó inconsciente cuando le recogió, por lo que no pudo continuar al mando de las fuerzas, lo que contradijo la versión dada por Franco y por tanto la Laureada le fue negada.

Previamente, a este juicio ya se habían concedido 2 Laureadas por los hechos de aquel día. El 9 de noviembre de 1917 le fue concedida la Laureada al Teniente de Caballería de Regulares Diego Pacheco Barona, que murió aquel 29 de junio de 1916 en el ataque a la loma de Ain-Yir, y el 3 de diciembre de 1917, se le concedió la Laureada al Cabo de Regulares de Tetuán Mariano Fernández Cendejas que falleció unos días después del combate por las heridas recibidas en él. El 20 de Julio de 1918, se resolvió favorablemente el del oficial médico Ricardo Bertoloty.

El juicio en favor de la Laureada para el capitán Salafranca quedó en el aire tras el celebrado en favor de su concesión para Francisco Franco, ya que el testimonio del capitán Franco era obligado en el juicio de Salafranca, por ser Franco el oficial superviviente de más graduación en aquel asalto a la Loma de las Trincheras e imprescindible que reconociera en él, que no había podido ejercer el mando tras ser herido. Sabida la imposibilidad del capitán Franco de testificar favorablemente en el juicio de Salafranca, el Rey encontró conveniente que el de Salafranca ya no se celebrara y así se le comunicó a éste oficial, ya en el año 1919. En su hoja de servicios, dice al respecto: “Por Real Orden de 15 de Marzo de 1919, se desestima la petición del juicio contradictorio para la Cruz Laureada de San Fernando, que a instancia del Jefe Accidental del 2º Tabor de Infantería de Regulares le fue instruida al oficial Juan Salafranca, por el mérito que contrajo el 29 de Junio de 1916, con motivo de la ocupación del Biutz, Ain-Yir y Hafa el Hamra, … siendo la voluntad de Su Alteza que dicho juicio no debió formarse a instancia del Jefe accidental sino a propuesta del mismo.”

Fue un duro revés para el Capitán Salafranca que ampliamente felicitado desde un primer momento, por todo el estamento militar y por el propio Rey, llegó a pensar que en efecto lograría la concesión de la preciada condecoración castrense.

Tanto Salafranca como Franco consiguieron la preciada Laureada, en 1921 el primero y en 1939 el segundo.

Restablecidos ambos de sus heridas, en enero de 1917, el Capitán Salafranca volvió a ser destinado a las Fuerzas Regulares Indígenas de Melilla nº 2 y al Capitán Franco se le trasladó inicialmente a los Regulares de Tetuán nº 1, aunque la novedad de su ascenso a Comandante de la mano del Rey, a finales de febrero, llevó a Franco destinado a Oviedo el 1 de marzo de 1917 por falta de plaza en África, donde ya no volvería hasta hacerse legionario en 1920.

Debido a las bajas sufridas en el Biutz de junio de 1916, se procedió a una reorganización, a la vez que se reforzaba el Tabor con una Compañía de Ametralladoras formada con personal peninsular. En esta remodelación se le asignó al Capitán Salafranca el mando de la 1ª Compañía del IIº Tabor de los Regulares Indígenas de Melilla nº 2 que tuvo su base en Segangan hasta el año 1919. Dese el 23 de octubre de 1919 estuvo en la Columna del Coronel Silverio Araujo, con la que el 28 de octubre fueron revistados por el nuevo Alto Comisario Dámaso Berenguer.

El 12 de febrero de 1920 el General Manuel Fernández Silvestre fue nombrado Comisario General de Melilla y siguió una política de ansiosa ocupación de territorio, estirando temerariamente las escasas fuerzas, con el objetivo de llegar cuanto antes a la bahía de Alhucemas que confirmaría el control sobre su territorio.

El Capitán Salafranca tuvo una gran actividad bélica en este campo de operaciones y fue nombrado en varios partes como distinguido o destacado en el combate, como en el de la acción del 7 de mayo, en vanguardia de la Columna del Coronel de Policía Gabriel Morales y Mendigutia, con la que participó en la ocupación, fortificación y posterior defensa de una nueva posición. Días más tarde intervino en otra acción similar incorporado al Tabor del Comandante Manuel Llamas. También figuró destacado en el parte que realizó el Teniente Coronel Alfredo Coronel, por su actuación en otra ocupación llevada a cabo el 24 de junio. Así mismo fue mencionado por el Teniente Coronel Jefe Miguel Núñez de Prado, en cuya Columna estuvo en vanguardia en varias operaciones.

Terminó el año participando en el desfile que hubo en Melilla el 18 de diciembre de 1920, integrado en la guarnición del General 2º Jefe de la Comandancia de Melilla, Felipe Navarro, Barón de Casa Davalillo.

El año 1921 comenzó para el Capitán Salafranca en la vanguardia de la Columna del Coronel Gabriel Morales, con la que participó el 15 de enero en la ocupación de Annual, al mando de 3 Compañías.
En febrero fue recompensado en el orden del día como ‘Distinguido’, por su actuación global de todo el año anterior.

En marzo volvió a la Columna del Teniente Coronel Jefe Nuñez de Prado con quien participó en la ocupación de Sidi-Dris y con la Columna del Comandante Francisco Romero volvió a Annual el 27 de mayo.

En esas fechas le fue propuesto al General Silvestre por tribus amigas del harka de Tensaman, colaboración para que establecieran una posición en el monte Abarrán, al otro lado del río Amekran, por el temor que había allí a los rebeldes beniurriagueles de Abd-el-Krim, de unos 3.000 hombres a pie y a caballo. Significaba otro paso hacia la bahía de Alhucemas, así que la idea conectaba con las de Silvestre, que con su ayudante el Coronel Morales ya habían hablado en abril de esta posible acción; así que le pareció un oportuno golpe de efecto y por no estropear la ventaja del efecto sorpresa, dio orden inmediata al comandante de Policía Jesús Villar para organizar la ocupación del monte Abarrán desde Annual, sin esperar a consultar con el Alto Comisario Berenguer.

posicion abarran

Abarrán


Lo lógico en este caso hubiera sido suspender la operación hasta hacer un reconocimiento profundo de la zona antes de iniciar la ofensiva, sin embargo el mando hizo caso omiso a los avisos y mantuvo los preparativos para realizar una ocupación por sorpresa. Sin embargo, la táctica hispana resultó un tremendo fracaso puesto que a las 23:00 horas las elevaciones frente a Annual se llenaron de hogueras encendidas por los rifeños que avisaban sobre lo que los españoles estaban maquinando.

El 1 de junio el Comandante Villar parte desde Annual, al frente de 1.461 hombres con la orden de tomar la cota de Abarrán (525 metros de altitud), lo hace de una forma pacífica, sin disparar un solo tiro. Abd-el-Krim no da señales de vida y finalmente, tras la ocupación, se deja una guarnición de unos 300 hombres que comienzan de inmediato a fortificar la posición. El terreno por su configuración no ayudaba para la construcción de un parapeto que ofreciera garantías. El caíd El Hach Haddur Boaxa, que acompañaba a la columna española, aconsejó al Comandante Villar no instalarse en la posición y que regresara toda la columna a Annual, sin embargo el consejo del caíd es desoído por el Comandante Villar.

Los españoles comenzaron a levantar los parapetos sobre Abarrán, parapetos que se demuestran como inservibles desde el primer momento (como ejemplo señalar que la posición que se le había otorgado a los cañones los hacía prácticamente inoperantes). Mientras esto ocurría las lomas que rodeaban Abarrán comenzaban a llenarse de rifeños que observaban interesados la construcción de las fortificaciones.

La posición quedó ocupando un recinto de 12 por 65 metros y en su interior quedaron 13 tiendas de campaña. Cuando el Comandante Villar consideró finalizados los trabajos de defensa comenzó a repartir entre los “rifeños amigos” el material militar prometido. (Silvestre se había comprometido a distribuir armas y munición a las tribus leales).

Tras el reparto comenzaron inmediatamente los preparativos para el regreso del grueso de la columna. A las 11:00 horas se emprendió el regreso a Annual, no por el camino que habían traído de madrugada, sino por otro que se dirigía directamente a Annual pasando por la posición de Dar Buimeyan.

Los soldados que regresaban hacia la posición de Annual lo hacen deprisa, casi corriendo, temerosos y presintiendo la emboscada. Sin caminos que pudieran auxiliar la posición en caso de ataque, con pocos víveres y municiones, sin un plan de antemano que previera el rescate de los defensores en caso de ataque rifeño, la nueva posición era una invitación abierta para ser atacada por los moros. La noticia de la toma de la posición de Abarrán sin efectuar un solo disparo complació enormemente a Silvestre, que se encontraba en ese momento en Annual, y que calificó la operación como “un rotundo éxito”. El propio Silvestre, antes de partir hacia Melilla, se puso en comunicación con Berenguer para trasladarle la feliz noticia, a la vez que le comunicaba sus futuros proyectos, proyectos que pasaban por la toma de Beni-Melul, Cudia Afelún y Tizi-Terresich.

Al mando de la posición de Abarrán queda el Capitán Salafranca,  cuyas fuerzas consistían en la harka amiga de Tensamán que había acompañado a la columna del Comandante Villar, unos 200 policías indígenas y unos 50 soldados españoles:

•Dos mías de policía, al mando del Capitán Ramón Huelva Pallarés.
•Una batería de cuatro cañones de 75 mm, con 28 artilleros al mando del Teniente Diego Flomesta Moya, con 360 cargas de metralla y granadas rompedoras.
•Una sección de Regulares.
•Una estación óptica servida por tres soldados de ingenieros.
•40 cajas de munición para Máuser.
•4 cajas de munición para Remington.

Cuando la columna española no había llegado ni siquiera a su destino comenzó el sitio de la posición de Abarrán, atacada por los hombres de Abd-el-Krim.

En un primer momento las fuerzas indígenas se mostraron fieles y acudieron prestamente a los parapetos para defender el puesto. El heliógrafo se puso inmediatamente en contacto con Annual: “Nos atacan por todos lados, imposible sostener la posición”, en ese momento los antiguos aliados indígenas que hasta ese momento se habían mantenido leales se vuelven contra la guarnición española, inmediatamente aparecieron en su apoyo fuerzas de Beni-Urriaguel a las que se unieron en el combate la policía nativa del cuerpo de regulares del ejército español, que se levantaron contra sus oficiales. La posición es arrasada después de tres horas y media de combate y la mayoría de sus defensores muertos, tan solo algunos pocos pueden llegar hasta Annual y Sidi Dris.

“No oímos ya nada –comunica el telégrafo desde Annual a Melilla–, sólo vemos algo de humo, deben de haber perecido”. Comenzaba a demostrarse la inoperancia del contingente expedicionario español, y muy en particular de sus jefes, que habían sido incapaces de poder auxiliar a la posición asediada sencillamente porque a nadie se le había ocurrido hacer un plan al respecto ya que no consideraron que eso fuera necesario o posible. A partir de este punto se irán fraguando un auténtico cúmulo de despropósitos que culminarán con los hechos de Annual y los posteriores de Monte Arruit.

La harka amiga de Tensamán intentó repeler el ataque rifeño, pero viendo el ímpetu de éste sus miembros decidieron unirse a los benirriagueles y comenzaron a disparar sobre la posición.

Al principio los policías indígenas resistieron el ataque y mantuvieron la posición, pero al ver el gran número de rifeños que se les venían encima (unos 3.000 hombres), muchos de ellos decidieron unirse a los atacantes. Para ello mataron al capitán Huelva de un tiro en la cabeza, y bien saltaron el parapeto para unirse a los atacantes, bien se quedaron dentro de la posición para disparar a bocajarro contra los defensores y a los oficiales. Este fue el momento en el que se quebró la defensa.

Uno de los últimos en caer fue el Capitán Salafranca, que a pesar de sus heridas dirigió la defensa en todo momento con valor y entereza, hasta que fue alcanzado de muerte.

Las piezas de artillería disparaban con la espoleta a cero y pronto acabaron todas sus municiones. El Teniente Flomesta, herido en la cabeza y en un brazo, consiguió inutilizar tres de las cuatro piezas. No quiso ser atendido en sus heridas, y por ser el único oficial superviviente se hizo cargo de la defensa, armando a sus artilleros e imponiéndose a los policías que se resistían a cooperar. Permaneció en su puesto disparando con un fusil hasta que la posición fue tomada por los rifeños y herido nuevamente.

Número de bajas


Las tropas españolas sufrieron 141 bajas:

•25 muertos o desaparecidos (6 oficiales, 18 soldados españoles y 1 soldado indígena).
•59 heridos (24 soldados españoles y 35 soldados indígenas).
•76 desertores o desaparecidos indígenas.
•1 prisionero (Teniente Flomesta).

Todos los oficiales menos uno (teniente Flomesta, que fue hecho prisionero), cayeron muertos. La relación de los 24 muertos y desaparecidos españoles es la siguiente:

•Capitán D. Juan Salafranca Barrio, que recibió la Laureada por RO. de 10 de mayo de 1924.
•Capitán D. Ramón Huelva Pallarés, de la Policía Indígena.
•Teniente D. Vicente Camino López, de Regulares.
•Teniente D. Antonio Reyes Martín, de Regulares.
•Alférez D. Luis Fernández Martínez, de Policía Indígena.
•Caid Mohamed Ben Haida Susi, de Regulares
•Sargento Fidel Vidal Zubianz, de Regulares (desaparecido).
•Cabo Manuel Jaen Reche, de Regulares (desaparecido).
•Cabo Plácido Funes Caia, de Regulares (desaparecido).
•Soldado Casimiro Pérez Balboa, de Regulares (desaparecido).
•Soldado Juan Pérez Balboa, de Regulares (desaparecido).
•Soldado Juan Fernández García, de Regulares (desaparecido).
•Cabo Daniel Zárate, del mixto de Artillería (muerto).
•Cabo Manuel González Iglesias, del mixto de Artillería (muerto posteriormente a resultas de las heridas).
•Soldado Enrique Ramírez, del mixto de Artillería (desaparecido).
•Soldado Julián Gil, del mixto de Artillería (desaparecido).
•Soldado Domingo Gómez, del mixto de Artillería (desaparecido).
•Soldado Ramón Grin, del mixto de Artillería (desaparecido).
•Soldado Daniel Álvarez, del mixto de Artillería (desaparecido).
•Soldado Eulogio Delgado, del mixto de Artillería (desaparecido).
•Soldado Emilio González, del mixto de Artillería (desaparecido).
•Soldado Agapito Jiménez, del mixto de Artillería (desaparecido).
•Soldado José Barragán, del mixto de Artillería (desaparecido).
•Soldado Enrique Durán, de Telégrafos de campaña (desaparecido).

El Teniente Diego Flomesta Moya fue hecho prisionero para que arreglase los cañones y enseñase a los rifeños a usarlos. Se negó a ello y a ser curado de sus heridas y se negó a comer y se dejó morir de hambre. Falleció en cautividad el 30 de junio. Se le concedió la Laureada por RO. de 23 de junio de 1923.

Los supervivientes huyeron sin oficiales que les guiaran hacia las posiciones de Annual y Dar Buimeyan.

Abd-el-Krim vuelve a mover ficha y lanza un ataque generalizado sobre Sidi Dris, posición que había establecido Silvestre en la costa con el fin de poder apoyar Annual y que se encontraba mandada por el comandante Benítez. Afortunadamente para la posición, resistió gracias al apoyo marítimo (desembarco de tropas del cañonero “Laya”). Después de veintiséis horas las tropas de Abd-el-Krim se repliegan definitivamente

Al conocer lo ocurrido en Abarrán, el general Berenguer se desplaza inmediatamente a aguas de Sidi Dris, allí se reúne con Silvestre el 5 de junio de 1921, después de la entrevista Berenguer telegrafía desde Tetuán al Ministerio de la Guerra: “Estimo puede considerarse la situación casi restablecida, y que actualmente nada ofrece que pueda ocasionar mayor alarma ni inquietud”.

Sin embargo las cosas eran muy diferentes de lo que los dos generales españoles pensaban, la línea del frente del ejército español mostraba una absoluta fragilidad y el mantenimiento de las mismas se convertía en un riesgo añadido, las fortificaciones, si así podían llamarse, estaban muy alejadas entre sí y pésimamente abastecidas (especialmente de agua, lo más importante en aquellos sofocantes días del verano marroquí). Silvestre había conseguido una gran cantidad de nuevos territorios en su avance por el Rif sin recibir una cantidad de refuerzos que aseguraran lo conquistado. Lo acontecido en Abarrán no le había enseñado nada, muy al contrario no dejaba de ser para Silvestre algo meramente anecdótico, sin embargo no todos pensaban igual las palabras del conde de Jordana, jefe del Estado Mayor de Berenguer describen precisamente todo lo contrario: “Aquel hecho de Abarrán, aparentemente casual, fue la cristalización de errores de conducta y de claudicaciones de autoridad, que no supieron corregirse tampoco a tiempo; porque después de aquel hecho fatal, no debió seguir al frente de la Comandancia General de Melilla un día más el General Silvestre, caballero, militar valeroso y ejemplar, a quien debe España los primeros triunfos de Marruecos; pero que en esta etapa y en las sucesivas –embriagado, sin duda, por sus anteriores éxitos y no midiendo bien la enorme fortaleza del enemigo, tan distinto al que hasta entonces tuvo enfrente– incurrió en el grave error de sobrepasar el límite de elasticidad de sus fuerzas, y en el imperdonable de realizar su osado plan a hurtadillas de su general en jefe, que él entendía era demasiado absorbente, achacándome a mí, como jefe de Estado Mayor, cuanto fuese indicio de autoridad sobre él” .

Después del fracaso rifeño sobre el puesto portuario de Sidi Dris el jefe rifeño Abd-el-Krim retira sus tropas de la zona y reconsidera su situación en el mapa, es el momento en que vuelve sus ojos sobre la posición española de Igueriben, situada en un lugar muy difícil de defender y donde sus hombres pueden interceptar la aguada si obran con la astucia que les ha faltado a los españoles –cosa que comienza a ser preocupantemente la norma de la campaña hispana en Marruecos–. Abd-el-Krim considera que ese golpe, si es certero y bien planificado, puede ser decisivo antes de atacar el campamento de Annual, tanto para elevar la moral de sus tropas como para reivindicarse a nivel mundial (una de las pretensiones secretas de Abd-el-Krim es la de construir una “República Rifeña” y que esta sea reconocida por otros países). De esta forma el día 19 de julio los rifeños lanzaron un ataque a Igueriben (lugar donde los españoles estaban construyendo una fortaleza)

En palabras del historiador Abraham Reolid: “Los trágicos sucesos acontecidos en Abarrán no dejaron de ser una demostración palpable de la incompetencia de Silvestre para comandar las fuerzas españolas del Rif. Cualquier otro militar hubiera destinado sus máximos esfuerzos a consolidar férreamente las posiciones conquistadas al enemigo antes de aventurarse en pleno territorio hostil, solamente a un necio se le podía ocurrir continuar su ofensiva sin haber afianzado debidamente su retaguardia. Con esta acción Silvestre se lo jugaba todo a una carta, convirtiéndose en imposible realizar un repliegue en caso necesario, entre Igueriben/Annual y Melilla no había otra cosa más que desierto”.

Y continua diciendo: “Abd-el-Krim, con menos formación castrense demostró ser más militar que Silvestre [...] él sí que supo sacar el máximo partido a sus posibilidades –aún siendo estas tanto en hombres como en material infinitamente menores–.  [...] Conocía perfectamente a los españoles y al enemigo que se enfrentaba [se refiere a Silvestre] y, sin dejar de valorarlos sabía de sus puntos más débiles y precisamente allí es donde fue a asestar el golpe”.

Capitán de Regulares Juan Salafranca
Capitán de Regulares Juan Salafranca

El heroico Capitán Juan Salafranca Barrio


Además de la Cruz Laureada había obtenido seis cruces del Mérito Militar con distintivo rojo y citado en los partes de operaciones dos veces como “Muy distinguido” y otras dos como “Distinguido”.

Su cadáver no fue recuperado. En el Expediente Picasso se hace referencia a un telegrama del Alto Comisario al Ministro de la Guerra de fecha 7 de junio de 1921 dando cuenta de las bajas y menciona la entrega en Annual de un cadáver: “que parece ser del capitán Salafranca”. Se entregan dos cadáveres –se compraron al enemigo por sus compañeros– el del Capitán Salafranca y el cabo de su Compañía Zarate, no obstante, lo presentaron “destrozados” y torturados, difícilmente identificables. En el Panteón de Héroes de Melilla figura como “no localizado” Se dice que fueron enterrados en Annual.
¿No oyes Capitán? Hoy vuelvo a verte
En la tumba que diste a la montaña
Aquí bajo mis pies, te hizo la muerte
Inmenso, Capitán, tierra de España
[López de Anglada]

De la Historia inédita. El Capitán Salafranca


Bajo este título, José Ortega Munilla, escritor y periodista, padre de José Ortega y Gasset, escribió en ABC del 28 de junio de 1921, sobre el Capitán Salafranca, el siguiente artículo:
El heroísmo en las tinieblas… Así es la campaña que está llevando a cabo el Ejército español en Marruecos. Falta información; es desconocido el detalle de los sucesos; y reducida la crónica, en casi todos los casos, a los informes oficiales que han de ser, naturalmente, concisos e inexpresivos, los prodigios de bravura quedan inéditos, la opinión no se interesa, y el resultado es la triste indiferencia de la ciudadanía. Y eso es deplorable; eso puede ser dañosísimo.
Refiérome ahora al desgraciado suceso de Monte Abarrán. He tenido ocasión de recibir algunas noticias de ese acontecimiento ocurrido el 1º del presente mes de Junio y en él se destacan el heroísmo de jefes, oficiales y soldados, y la figura eminente del capitán D. juan Salafranca y Barrio, quien con los tenientes a sus órdenes, D. Vicente Camino y D. Antonio Reyes, trazó una de las páginas más brillantes de esta campaña.
Salafranca, desde que salió de la Academia marchó a África; herido dos veces en el combate de Biutz; S.M. el Rey le envió a enhorabuena; entonces se dijo que este soldado admirable iba a recibir la Cruz Laureada de San Fernando. No fue así. Siguió Salafranca en Marruecos combatiendo hasta el final en una profesión a la que desde el primer momento había consagrado su vida. Muchas veces se puso en trance de perderla. A frente de sus tropas moras, dirigiendo sus cien hombres indígena, perfectamente uniformados y equipados, con sus oficiales valientes y duros en los trances más difíciles, este capitán constituye un ejemplo sublime, digno del entusiasmo del pueblo. Esas tropas no han sido las que traicionaron; antes bien, se condujeron con una lealtad inmejorable. Fue una harca, la de Temsaman, la que cometió la odiosa defección.
Copio de los auntes que me son enviados, tal y como vienen, sin corregir fora ni estilo:
El día 1º salieron de Annual fuerzas de Policía, el primer tabor de fuerzas regulares y el segundo escuadrón de las mismas, con el harca amiga de Temsaman, a establecer una posición a unos seis kilómetros de Annual, en una altura a la orilla del río y sobre una elevación de unos 60 metros de él; a las doce de la mañana próximamente, ya establecida la posición, que fue tomad in un tiro por la harca amiga, se retiró la columna que iba mandada por el comandante Villar, quedando en la posición de jefe de ella Salafranca, su compañía, con los tenientes Camino y Reyes, el caíd moro Haida, la 13 mía de Policía, mandada por el capitán Huelva y Teniente (E.R.) de Caballería Fernández, y un teniente de Artillería (siento ignorar su nombre), con tres piezas. La posición tenía una forma de paralelogramo irregular, uno de los lados mayores constituido por un desmonte de 60 metros al río y con grava, parapeto en uno de los lados y todo rodeado de alambrada. A poco de salir la columna de ocupación, se manifiesta que la harca amiga, que no había dejado rehenes, simuló combate a distancia con la harca enemiga, que en gran número parecía querer raziar el poblado, y se acercó a la posición para parlamentar con Huelva, diciéndole que habían consumido sus municiones y temerosos de que la harca raziara y quemara el poblado y les cortara el cuello, querían cobijarse en la posición o que les dieran cartuchos; optó Huelva por esto último, y repartió a cien cartuchos por harqueño, que eran tantos, según la referencia, como fusiles teníamos en la posición.
Salió nuestra harca tirando a la enemiga, que, al parecer, cedió, y se retiró, sin que se viera por dónde; pero a pesar de ello, el fuego de la harca amiga continuó y empezaron a caer balas en el campamento, que, viéndose agredido, rompió el fuego; a los primeros disparos cayó muerto el capitán Huelva, y al ir el teniente Fernández a dar parte a Salafranca de lo ocurrido, fue muerto de otro balazo, y herido Salafranca en un brazo. A pesar de ello, organizó Salafranca la defensa, animó a los suyos, obligó a los reacios y recibió en seguida otro balazo en el vientre, trató el practicante de curarle, y el capitán, con un absoluto desprecio de la vida, se negó a ello. En tanto la harca enemiga atacó la posición por el lado de la Artillería, que consumió todas sus municiones, tirando con fuego rápido y espoleta al cero, los rifeños cayeron sobre las piezas, y el gran Salafranca, falto ya de municiones, con los pocos hombres que le quedaban y las tripas en la mano ( frase textual del relato), mandó armar el cuchillo y trató de ir a defender la Artillería; ero otro balazo en el pecho le impidió prolongar la defensa; pidió papel ara escribir a su madre, entregó su cartera, con el dinero de la compañía, al teniente de Artillería; ordenó a los que aún vivían que se salvasen como pudieran, y cuando le fue dable trazar dos líneas que no eran legibles, encomendó a los que le rodeaban que se pidiera para u madre la Laureada, y expiró.
Entre tanto, la harca enemiga había entrado en la posición; la harca amiga, también; los pocos nuestros que aún quedaban, sin dirección, pues ya habían muerto. Reyes y Camino, se batían como leones. El sargento Astrain ordenaba a los artilleros que se llevaran los cierres, como lo hicieron, y así todas las piezas quedaron inutilizadas.
Los que se salvaron tuvieron que tirarse por el barranco de 60 metros al río. Hasta la fecha, de la compañía han traído 39, todos heridos; hay quien tiene cinco balazos. Esto dará idea de lo sublime de la epopeya. Nuestros regulares, que son los que más extremaron la defensa, se han cubierto de gloria; pero la compañía ha quedado deshecha. De oficiales, bajas: de Policía, capitán Huelva y teniente Fernández; de Artillería, el teniente único que había; Salafranca, el héroe más grande que hemos tenido en África; los tenientes Reyes y Camino, y el caíd Haida, que cuando no tenía ni cartuchos ni hombres que le ayudaran, se mató con su pistola. Sargentos nuestros, Vidal que estaba destinado al Serrallo; el indígena Said y la mayor parte de cabos y soldados europeos e indígenas, pues no han escapado más que los que se indican…”
Y nada más. Es bastante.
Varias veces herido de bala el capitán Salafranca, chorreando sangre, con las entrañas en la mano, aún sentía el noble vértigo de la lucha, y, sobreponiéndose al espantoso sufrimiento que, sin duda, experimentaba, seguía al frete de sus tropas, españolas y marroquíes.
Ejemplo inverosímil de resistencia, maravilla de abnegación, caso singular en las crónicas de la tragedia. Más fuerte que el instinto de conservación, más fuerte que el dolor… Más fuerte que la muerte, el Deber permaneció en el alma de Salafranca como una imposición suprema. Muchos héroes en esta ocasión memorable. Imposible parece que alguien se destacara. Salafranca surgió, sin embargo, como gloriosa coronación de la loma de Abarrán. La odiosa perfidia de una harca que gozaba la confianza de los españoles necesitaba ante los hombres de una reparación: fue espléndida, maravillosa. Una vez más los españoles dieron el ejemplo. Y Salafranca quedó para siempre en a cúspide de los inmortales.
La lengua muda de la opinión habla en silencio y sin palabras. No esperéis que suene en el Ágora, sin embargo, con que ese mutismo está lleno de elocuencia.
Y ya veréis como Salafranca resucita en el amor de los buenos. Muriendo con infinita gloria pasará sobre las falanges de la milicia como dechado, lección y esperanza.
El egoísmo ha llegado en los días presentes a un poder máximo. Por eso hay que reverenciar a los que culminan en el sacrificio y gloria de Salafranca.
Y a los que no son capaces de mirar –¡suma desdicha!– hay que obligarles a que callen, cumpliendo a orden de San Pablo: “No apaguéis el espíritu…

Eduardo Palomar Baró

martes, 14 de enero de 2014

VALENTINA ORTE: Los campos de concentración comunistas

mapa gulag

El Gulag, la expresión más refinada del espíritu liberticida soviético, fue creación de Lenin. Su sucesor, José Stalin, no hizo más que perfeccionarlo y expandirlo a todos los confines de la URSS mediante una extensa red de campos de trabajo esclavo perfectamente coordinada, a la que se dotó de una función económica. En la URSS su fin principal era impulsar la productividad al mismo tiempo que se deshacía de opositores políticos, como los trotskistas, o de enemigos de clase: nobles, burgueses, o agricultores dueños de la tierra. El objetivo era básicamente disponer de mano de obra barata que trabajara extrayendo minerales, talando bosques o construyendo grandes obras de infraestructura como parte de un esfuerzo mayor por convertir a la Unión Soviética en una potencia mundial. Stalin patentó el término, Gulag; Lenin, tuvo la idea.

Para llevarla a cabo utilizaron el que fue considerado santo y seña del estalinismo, el terror; sin embargo, ya Lenin[1], lo aplicó sin remilgos. Las frases "Debemos derribar cualquier resistencia con tal brutalidad que no se olvide durante décadas" y "Cuantos más representantes del clero y la burguesía reaccionaria ejecutemos, mejor"[2] no fueron pronunciadas por Stalin, sino por Lenin, cuyo Gobierno –de sólo siete años– sumó tantos muertos como pudo, y de la manera más brutal posible. Cuenta Richard Pipes[3] que, siendo Molotov ya muy mayor, le preguntaron quién de los dos –Lenin o Stalin– había sido más duro. El viejo político, que había servido a ambos, contestó sin dudarlo:

“Lenin, por supuesto. Recuerdo cómo reprendía a Stalin por ser demasiado blando y liberal”[4].

Al morir Lenin, la URSS era una autocracia mucho peor que la de los zares. Los poderes que asumió Stalin eran propios de un déspota oriental. Disponía a placer de la vida de todos y cada uno de los habitantes de la Unión Soviética. Y eso se lo debía exclusivamente a su padre político. Los izquierdistas, sabedores de que demasiadas cosas fallaron en aquel experimento sangriento, reducen “el error” al cuarto de siglo que gobernó Stalin, de ahí que se refieran con tanta pasión condenatoria al estalinismo, dejando el término leninismo –no digamos ya comunismo– para denominar a una noble ideología que aspiraba a emancipar a la clase trabajadora.

¿Por qué se olvidan las masacres causadas por el comunismo?

Para algunos historiadores, el hecho de que no se recuerde más a las víctimas de los gulags es que la vida fuera de ellos no era mucho mejor. La pérdida de hombres durante la Primera Guerra Mundial, la guerra civil que siguió a la Revolución Bolchevique, los planes de colectivización agrícola y la invasión nazi no hicieron de la Unión Soviética (URSS) un lugar particularmente fácil para la vida cotidiana. De hecho, en la jerga de los gulags, el mundo más allá de las alambradas no era sinónimo de libertad. La palabra que lo definía en ruso era bolshaya, “la gran prisión”, más grande y menos mortífera que el campo de trabajos forzados, pero igual de inhumana.

Varios historiadores explican ese desconocimiento a partir de la necesidad que tenían los aliados de contar con Moscú en su lucha contra Hitler; otros alegan razones más prácticas como la falta de fotografías o videos de los gulags, lo que entra dentro del hermetismo que durante toda la era soviética rodeó la represión estalinista. Los documentos gráficos disponibles de esos recintos no muestran cadáveres o prisioneros moribundos y en la sociedad actual que tanto prima lo visual, “un hecho que no es ilustrado por imágenes simplemente no existe”[5].

En mi humilde opinión, la diferencia de trato en el conocimiento de los campos de concentración de uno y otro signo es debido a la manipulación de la información que tan “orwellianamente” utilizan los regímenes políticos, los dictatoriales con mayor dedicación. El término "orwelliano" consiste en una situación, idea o condición social que George Orwell (1903-1950) identificaba como destructiva para el bienestar humano. Conlleva una actitud y política de control por medio de propaganda, vigilancia, desinformación, negación de la verdad y manipulación del pasado incluida la despersonalización (una persona cuya existencia es borrada de la memoria pública, hecho muy practicado en el régimen comunista), es decir, se refiere a conductas como las siguientes: manipulación del lenguaje al usarlo para oscurecer o reducir las ideas y significados que sean desfavorables para la autoridad; invasión de la privacidad personal, ya sea física o indirectamente mediante la vigilancia; control político totalitario de la vida del ciudadano y, como ya está pasando en España, una revisión de la historia a favor de la interpretación del político. En definitiva, los ideólogos movilizan los recursos manipuladores con un propósito de más largo alcance: cambiar la mentalidad y el modo de vida de los ciudadanos y esto, los regímenes comunistas lo saben poner en práctica muy bien.

Esta idea de la manipulación coincide con el distinto talante con que se abordan tragedias equivalentes sin mala conciencia, por reconocidos intelectuales, como Brecht que no tuvo problemas para expresar con cruel cinismo su posición ante las víctimas estalinianas: “cuántos más inocentes son, más merecen morir” ,o Gramsci quien tenía presentes las perversiones políticas y teóricas que se iban apoderando del movimiento comunista internacional, aunque jamás explicitase pública y abiertamente su desconfianza cada vez mayor hacia la política de la Internacional. La ceguera voluntaria de Sartre, claro exponente  del marxismo humanista, quien, aceptó sin crítica los horrores comunistas y cuya reputación, por cierto, sobrevive a su dogmatismo político. Sin embargo, no  puede decirse algo similar de Heidegger, estigmatizado por su apoyo al nazismo, al cual estuvo afiliado. Su eminencia dentro de la filosofía se ha visto marcada por ello y  ha venido siendo un tema de discusión en el cual no hay consenso.

Este de los escritores sería el ejemplo inverso de la distinta actitud respecto a los campos, pero coincidente en el manejo sectario y proselitista de la información: lo que beneficia a la izquierda se potencia y propaga, lo contrario se oculta.

A finales de los 90, se publicó en Francia “El libro negro del comunismo” de Stéphane Courtois[6], que atribuye 100 millones de muertos —asesinados— a esa ideología perversa e inhumana que durante el siglo XX “erigió el crimen en masa como forma de gobierno”. Desde entonces, a medida que van abriéndose los archivos de lo que fue ese verdadero imperio del terror denominado URSS, no han dejado de surgir nuevas evidencias que avalan o refrendan tan espantosa cifra de cadáveres; 20 millones solo en la Unión Soviética. Y añade: “Los países comunistas se preocuparon más de hacer crecer los gulags que el trigo, de producir cadáveres más que bienes de consumo”.

La palabra Gulag ha venido a denominar además no sólo la administración de los campos de concentración sino también al sistema soviético de trabajos forzados en sí mismo, en todas sus formas y variedades: campos de trabajo, de castigo, de criminales y políticos, de mujeres, de niños o de tránsito. Los prisioneros en alguna ocasión lo llamaron “triturador de carne“, porque las detenciones, los interrogatorios, el transporte en vehículos de ganado, el trabajo forzoso, la destrucción de familias, los años perdidos en el exilio, las muertes prematuras e innecesarias, en ello lo convertían.

El sistema de campos de trabajo de Stalin fue la más monstruosa fábrica de muertes de toda la historia. En 1931-1932, el Gulag tenía aproximadamente 200.000 prisioneros en los campos; En 1935 aproximadamente 800.000 en campos y 300.000 en colonias y en 1939 cerca de 1,3 millones en campos y 350.000 en colonias. Tras la Segunda Guerra Mundial, el número de presos en los campos de prisioneros y colonias volvió a crecer bruscamente, alcanzando aproximadamente 2,5 millones de personas a principios de los años 1950 (sobre 1,7 millones de ellos en campos). Mientras algunos eran desertores y criminales de guerra, había también prisioneros de guerra rusos repatriados y trabajadores del este. Las muertes totales documentadas en el sistema de campos de trabajo correctivos y colonias desde 1930 a 1956 ascienden a 1.606.748, incluyendo prisioneros comunes y políticos[7].

Mencionaremos, sin ánimo de ser exhaustivos, algunos ejemplos de campos comunistas.
Después de la Revolución de octubre, las islas Solovetsky[8] alcanzaron cierta notoriedad como lugar del primer campo de prisioneros soviético. Fue inaugurado como un «campo de detención» en 1921, cuando Lenin estaba aún a cargo de la Rusia Soviética y luego transformado en prisión en 1929  hasta que, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, fue cerrado.

En 1932 el Directorado de Dalstroy, encargado de planear construcciones a gran escala y a su vez bajo el control de la NKVD -la agencia predecesora de la nefasta KGB,- decidiría construir una autopista con el fin de conectar las regiones orientales de Yakutsk y Magadan con el lado este del río Lena, pretendiendo así mejorar el transporte de suministros y el movimiento de tropas en esta región de dificilísimo acceso.

Magadan es una ciudad aislada, sólo hay dos carreteras de un solo carril, una hacia Kamchatka, y la otra hacia la ciudad más próxima Yakutsk, a 2.200 km. Al ser el centro de Dalstroy  ̶ conglomerado de campos de brutales trabajos forzados del gulag ̶ , se convirtió durante la era de Stalin, en el mayor lugar de paso de los prisioneros a los campos de trabajo.

La construcción de esa autopista sería una obra faraónica y comprendería realizar trabajos en un clima subártico, donde los inviernos son largos y fríos, con sólo seis meses en los que el mercurio alcanza los 0º. En las inmediaciones de uno de sus tramos se encuentran las dos localidades –Tomtor y Oymyakon ̶  que presumen de haber registrado, hasta el momento, las temperaturas más bajas en una población habitada por el hombre, - 72º C., aunque en los picos de las Colinas del Este de Siberia, donde el viento se incrementaba, se alcanzaban unos -80ºC. Hielo y tundra son el paisaje de la región. Sin embargo, estas condiciones no significarían un gran problema para el Directorado de Dalstroy, ya que contaba con una casi inagotable fuente de trabajo esclavo al emplear prisioneros políticos del campo de concentración de Sevvostlag, quienes construyeron el primer tramo de la carretera en 1932 para, posteriormente, ser continuada por presos del Gulag hasta 1953.

Así de inhumano fue el proyecto de la autopista de Kolymá, en la República siberiana de Sajá. Por cada metro de carretera construido, decenas de trabajadores morían de hambre y frío, siendo sustituidos por nuevos presos que llegaban deportados, cuya esperanza de vida se acortaba a un máximo de dos años. A causa de la enorme cantidad de esclavos que murieron durante su construcción, cuyos huesos fueron utilizados como material de cimentación, sería apodada “La Vía de los Huesos.”

La carretera es estrecha y muy boscosa con el problema añadido del barro que inunda el terreno, desde la época del deshielo hasta que se vuelve a congelar a causa del permafrost en algunas zonas determinadas de taiga. Además, la mayor parte del trayecto de la carretera de Kolymá tiene un problema común: la inconsistencia del asfalto provocado por el enorme colchón de agua bajo la superficie. Esta fragilidad del pavimento fue una de las causas por la que los prisioneros que fallecían durante la construcción de la carretera eran abandonados allí, ya que sus huesos servían como “mezcla” en las labores de pavimentación para que la carretera fuera más estable. Aunque esta solución fue relativa puesto que con la llegada del verano se producen inundaciones  que provocan la salida de los huesos a la superficie.

Durante la Segunda Guerra Mundial, más de diez mil prisioneros del eje alemán murieron en la construcción de la carretera de Kolymá. No se conoce el número total de víctimas pero algunos investigadores como Robert Conquest[9], aseguran de forma rotunda, que desde su inicio pudieron haber fallecido más de tres millones de personas.

A la muerte de Stalin, la propaganda soviética intentó silenciar el horror que supuso para miles de personas la construcción de la carretera de Kolymá, la cual se había convertido en sinónimo de muerte. La caída del comunismo permitió que salieran a la luz numerosos detalles del padecimiento de aquellos prisioneros, de los cuales, muchos de ellos ni siquiera eran opositores al régimen soviético, sino miembros de alguna etnia por la que Stalin, que era de Georgia, sentía aversión, como era el caso de los chechenos y los ucranianos. Sin duda alguna, la carretera de Kolymá es la mayor fosa común del mundo, abarcando más de dos mil kilómetros de muerte y sufrimiento.

Gulag

En 1927, el escritor Varlam Shalámov[10] fue acusado de haber participado en una manifestación con el lema "Abajo Stalin". Fue condenado a tres años de trabajos forzados, que cumplió en el campo de prisioneros políticos de Krasnovishersk,  al norte de los Urales. Este campo fue creado en 1926 primero como extensión del campo de las Islas Solovetsky, y más tarde como el centro Vísherlag. Pocos años después fue deportado a Kolymá.

Tan terrible como la carretera de los huesos, fue Nazino, la isla de los caníbales, en Siberia, un lugar totalmente inhabitado, carente de cualquier asentamiento.  Más de seis mil personas fueron llevadas allí en 1933, de las cuales, cerca de 4.000 fallecieron durante ese verano. Los desterrados, "elementos desclasados y socialmente dañinos"[11], esto es, antiguos mercaderes y comerciantes, campesinos que habían huido de la hambruna en el campo, criminales comunes o cualquiera que no encajase en la idealizada estructura de clases comunista, no conseguían pasaporte, pudiendo ser arrestados y deportados de las ciudades tras un procedimiento administrativo sumario. El objetivo de deportarles a esa zona era que transformaran  cerca de un millón de hectáreas de terreno virgen en productivo, para así convertirse en autosuficientes en dos años; sin embargo, no les facilitaron los recursos necesarios. No había herramientas, ni grano, ni comida. El día después de la llegada del primer convoy en mayo, comenzó a caer nieve y aumentó el viento. Muertos de hambre, extenuados por meses de comida insuficiente, sin albergue, y sin herramientas... estaban atrapados. No podían ni siquiera encender fuego para protegerse del frío. Comenzaron a morir; 295 personas fueron enterradas el primer día.

Durante cuatro días no se distribuyó ninguna clase de comida. Al cuarto o quinto día después de la llegada del convoy a la isla, las autoridades enviaron un poco de harina, no más de unas pocas libras por persona, que fue la única comida que los deportados recibieron durante todo el período de su estadía en la isla. Una vez que recibieron esta pobre ración, corrieron al borde del agua y trataron de mezclar con ella algo de la harina en sus sombreros, pantalones o chaquetas. La mayoría trató de comérsela directamente, y algunos incluso se asfixiaron. Las consecuencias no tardarían en llegar ya que enseguida se propagó un brote general de disentería y fiebre tifoidea, lo que acabó de diezmar a los deportados. Al principio los repartos fueron tan caóticos, que nombraron unos vigilantes, frecuentemente delincuentes, para distribuir la harina, pero se valían de su posición para abusar de los demás. Muchos presos trataron de huir, fabricando balsas, pero la mayoría se hundieron; otros fueron tiroteados para evitar su fuga. Cientos de cadáveres aparecían a la deriva en la costa de la isla.
Es en ese preciso momento, aquellas personas se embriagaron por su instinto más primitivo y salvaje, cometiendo actos atroces, recurriendo al canibalismo, ya en los primeros diez días, de una manera brutal, devorando carne humana no solo de personas fallecidas o asesinadas para tal fin, si no inmovilizando a las víctimas y devorando su carne, aun vivas. Estos hechos llegaron a ser tan habituales que se usaba la expresión de “ordeñar la vaca”.

Uno de los pocos sobrevivientes de la isla, que en aquel entonces tenía 13 años recuerda: “La gente moría por todas partes, se mataban entre sí. Entre los prisioneros recuerdo a una bonita joven deportada que estaba siendo cortejada por uno de los guardias. Aprovecharon un momento en que él se había ido, la atraparon y la ataron a un árbol, y aún estando viva, empezaron a cortarle trozos de carne de su cuerpo. Se la comieron totalmente, estaban desesperadamente hambrientos. Cuando uno caminaba a lo largo de la isla, podría encontrarse con trozos de carne humana envuelta en telas y harapos, tiras de carne humana fileteadas secándose al sol, colgadas de los árboles. Todo el terreno estaba lleno de cadáveres.”[12]
 
El Canal Mar Blanco-Mar Báltico se conoce por la abreviación Belomorkanal. Transcurre a lo largo de varios ríos y dos lagos, el Onega y el Vygózero. Su longitud total es de 227 km construidos para unir el gran puerto ruso del Ártico, Arjangelsk,  con el Mar Báltico. Su utilidad es mínima debido a que su poco calado, no permite el paso de grandes mercantes ni de navíos de guerra, a pesar de lo cual se realizó por el poco coste de la mano de obra: prisioneros del campo de Yagry. Según V. N. Zemskov (historiador, miembro del Instituto de Historia de Rusia), costó la vida a 10.933 personas; en realidad, a 1.100.000 cautivos según cálculos más recientes.

Vladivostok, a tan solo 128 kilómetros de la frontera con Corea del Norte, es una de las ciudades ubicadas en el extremo más oriental de Rusia. El mítico Transiberiano que atraviesa unos 9.298 kilómetros hacia el este de Moscú concluye aquí sobre una extensión montañosa llamada la península Muraviov-Amurski, que se adentra en el mar del Japón. En sus alrededores se encontraba el campo de concentración "Vtoráya Rechka", donde sufrió prisión Ósip Mandelshtam[13]. Este poeta ruso de origen judío-polaco fue desterrado a los Urales en 1934 por publicar un poema contra Stalin. Debido a los sufrimientos, intentó suicidarse. Consiguió regresar pero fue de nuevo  arrestado y condenado a trabajos forzados en el citado campo Vtoráya Rechka donde murió el 27 de diciembre de 1938, a los 47 años de edad.

El 5 de agosto de 1937 entró en vigor el ‘prikaz 00447’,  una directiva firmada por el jefe de la policía secreta (NKVD), Nikolai Ejov, que ordenaba reprimir a los "elementos antisoviéticos y socialmente peligrosos" lo que marca el comienzo de las grandes purgas. Las depuraciones de la disidencia son masivas, especialmente entre agosto de 1937 y octubre de 1938, en que se fusiló a 20.765 personas. En un bosque de Karelia, en un lugar llamado Sandormokh, donde 7.000 personas fueron enterradas en fosas comunes en la década de los 30, se cree podría encontrarse el sabio y teólogo pope ortodoxo, padre Pavel Florenskij[14], “guardián de la memoria espiritual", quien, acusado falsa y reiteradamente de realizar propaganda contrarrevolucionaria, cumplió arrestos en diferentes campos de trabajo hasta que, finalmente, el 25 de noviembre de 1937, la dirección del NVKD de Leningrado, dio orden de fusilarle. La sentencia fue ejecutada el 8 de diciembre de 1937.

Libro negro del comunismo

Miles de polacos, hechos prisioneros por los soviéticos después de la invasión de Polonia en septiembre de 1939, These prisoners were grouped in some hundred-odd camps in Poland's eastern territories and the western provinces of the Soviet territory.fueron agrupados en alguno de los más de cien campos que organizaron en los territorios orientales de Polonia y las provincias occidentales del territorio soviético. A pesar de lo que las izquierdas alardean de ser igualitarios en sus organizaciones, segregaron los presos en función de su rango: los militares polacos de más alta graduación fueron internados junto con cientos de médicos polacos y todos los reservistas del ejército,  ̶ entre los que había profesionales y líderes intelectuales, ̶  en el campo de Kozielsk, situado al este de Smolensk (en total, 5.000 encarcelados). Los suboficiales y, en tiempos de paz en Polonia, los líderes políticos y educativos -también reservistas- fueron internados en el campo de Starobielsk, cerca de Kharkov, donde había 4.000 oficiales polacos, y  en el de Ostáshkovo, cerca de Kalinin, fueron encarcelados los guardias fronterizos de Polonia, la policía y los funcionarios públicos de la Polonia oriental, en total, 6.400 polacos. Los líderes religiosos fueron internados en cualquiera de los tres campos.

Entre abril y mayo de 1940, todos esos prisioneros de los campos de concentración soviéticos de Kozielsk, Starobielsk y Ostáshkovo, en donde había militares, médicos, profesores y sacerdotes polacos, fueron conducidos por el NKVD, al bosque de Katyn, situado a una veintena de kilómetros de la ciudad rusa de Smolensk. Durante varias semanas, los tres campos fueron desalojados en grupos de 200 ó 300 personas cada día. Se dijo que los allí confinados iban a ser trasladados a otros lugares antes de ser liberados definitivamente. Pero, en realidad, todos fueron ejecutados de un tiro en la nuca y enterrados en enormes fosas comunes en Katyn. Nunca ha habido una explicación a aquella espeluznante masacre. La orden de ejecutar a los oficiales polacos fue dada por Stalin en marzo de 1940, aunque durante años se lo achacaron a los nazis. Los historiadores creen que fue debido a que no compartían el ideario comunista. De los 15.400 polacos internados en los 3 campos, solo sobrevivieron 400. Toda una lección de cómo ha actuado siempre ese socialismo que se presenta como abanderado de la libertad cuando, en realidad, lo ha sido de la mortandad  y la represión.

Hubo además de Katyn otros lugares de exterminio quizás menos conocidos pero también importantes por la cantidad de ejecuciones en masa que allí se realizaron. De 1937 a 1953 el NKVD utilizó Boutovo, cerca de la ciudad de Drojjino, a 25 km al sur de Moscú; allí, durante El Gran Terror (de agosto de 1937 a diciembre de 1938), fueron ejecutadas 20.761 personas, entre ellas numerosos clérigos ortodoxos. Recientemente se ha conocido la aparición de una enorme fosa común en los alrededores de la localidad de Malbork, perteneciente hoy a Polonia pero que hasta 1945 había formado parte de Alemania.  Se han hallado 1.800 cadáveres de civiles, que se supone fueron dejados morir de inanición, víctimas de las avanzadillas soviéticas en su ofensiva final contra las tropas hitlerianas.

El Instituto de la Memoria Nacional de Polonia (IPN) ha exhumado fosas comunes en Varsovia. La mayoría de los restos encontrados en esas fosas estaban en el borde del cementerio militar Powazki, donde habrían muerto por una bala en la nuca, según especialistas forenses del IPN. Se sospecha que son víctimas del reinado de terror estalinista de la post-guerra contra los partisanos anti-nazi y anti-soviéticos de Polonia en los años 1940 y 1950. El instituto estima que en ese período alrededor de 50.000 personas fueron asesinadas. Entre ellos se cree pueden encontrarse el general Emil Fieldorf[15], jefe del ejército de la resistencia anti-nazi de Polonia y el de Witold Pilecki[16], un partisano polaco que se infiltró en el campo alemán de Auschwitz-Birkenau, para compartir su testimonio con el mundo. Después de la guerra, los dos hombres, hoy considerados héroes, fueron acusados ​​de alta traición y condenados a muerte por las autoridades comunistas de Polonia leales al dictador soviético. Sus cuerpos nunca fueron encontrados.

Bajo la supervisión de Lavrenty Beria que lideraba el NKVD y el programa soviético de bomba atómica hasta su ejecución en 1953, miles de zeks[17] fueron usados para extraer uranio y preparar instalaciones para las pruebas en Nueva Zembla, Isla Vaygach, Semipalatinsk, además de en otros lugares. Prisioneros del gulag fueron utilizados en las primeras pruebas nucleares realizadas en 1949 en Semipalatinsk; en áreas de descontaminación radiactiva y en submarinos nucleares.

Por último, recordar los campos  de Vorkutá, Kotlas y Kemerovo. Cheliabinsk fue la región a la que deportaron por orden de Stalin a todos los alemanes del Volga e inmigrantes diseminados por la URSS, ante el temor de una “quinta columna” que trabajase para el Tercer Reich de Adolf Hitler.


[1] Lenin careció de sensibilidad para el sufrimiento humano. No movió un dedo contra las conductas atentisemitas y otras muestras de barbarie del Ejército Rojo que le denunciaron en diferentes informes; se dedicó con ahínco a confeccionar listas de intelectuales, durante la etapa supuestamente liberal de la Nueva Política Económica (NEP), en colaboración con la policía política, entonces bajo las siglas GPU, para exiliar a los que consideraba más peligrosos.
[2] En España durante el período 1931 a 1939  pusieron en práctica esta frase convertida en doctrina; de ello  dejaron numerosas pruebas martiriales.
[3] Richard Edgar Pipes (nacido el 11 de julio 1923) es un académico estadounidense de origen polaco especializado en la historia de la Unión Soviética. A la apertura de los archivos del Kremlin dirigió un equipo de estudiosos que analizó las capacidades estratégicas y objetivos de la dirección política y militar soviética.
[4] Fernando Díaz Villanueva: “Lenin o Stalin: ¿quién fue peor?”
[5] Según afirmación de Anne Applebaum, periodista del Washington Post y autora del libro “Gulag: una historia” que ganó el premio Pulitzer en 2004.
[6] Stéphane Courtois : nacido el 25 de noviembre de 1947, es un historiador francés. Actualmente es director de investigación en el Centro Nacional de Investigaciones científicas en el Géode (Grupo de estudio y observación de la democracia) en la Universidad de París X. Es editor de la revista Communisme, especializada en la historia de esta doctrina política. Abierto crítico de la misma, empezó a ser conocido mundialmente tras dirigir y editar “El libro negro del comunismo”, realizado por un equipo de historiadores, en el que se hace un repaso a los crímenes perpetrados  por todos los tipos de comunismo que existen o han existido.
[7] Hay que tener en cuenta que este dato no incluye más de 800.000 ejecuciones de “contrarrevolucionarios” durante el período del “Gran Terror”, ya que fueron llevados fuera del sistema de campos y ajusticiados por separado.
[8] En 1974, las islas Solovetsky fueron designadas como un museo arquitectónico e histórico y una reserva natural de la URSS. En 1992, fueron inscritas en la Lista del Patrimonio Mundial «como un ejemplo sobresaliente de un asentamiento monástico en el inhóspito medio de Europa septentrional que ilustra admirablemente la fe, tenacidad y empuje de las comunidades religiosas de finales de la época medieval». Ninguna referencia a la anterior existencia del campo. Aunque alrededor de un millón de personas fueron allí encarceladas, sólo hay una desgarradora placa en un cobertizo que dice: “Barracas de los niños del campo Solovky”.
[9] George Robert Ackworth Conquest (n.15 de julio de 1917) es un historiador y escritor británico, célebre por sus obras relacionadas con la Unión Soviética  y en especial por la publicación en 1968 de El Gran Terror, una síntesis de la Gran Purga de Stalin en la década de 1930.
[10] Varlam Tíjonovich Shalámov (Vólogda 18-06-1907, m. en Moscú el 17-1-1982) Prisionero primero en Krasnovishersk y posteriormente en Sevvostlag donde trabajó en la Vía de los Huesos de Kolymá. Sobre sus experiencias escribió en 32 narraciones breves todo el horror padecido en aquel inhóspito lugar donde la vida carecía de valor alguno. Su obra es fundamental para conocer y entender uno de los pasajes más espeluznantes del siglo XX. Estos manuscritos, Los Relatos de Kolymá fueron sacados clandestinamente de la Unión Soviética. En Occidente se publicaron traducciones en 1966. La edición completa en ruso apareció en Londres en 1978, y desde entonces fue reimpresa varias veces tanto en ruso como traducida (al francés en París, 1980-1982, y al inglés en Nueva York, 1981-1982 y últimamente, al español). Es considerada una de las grandes colecciones rusas de relatos cortos del siglo XX. En España se ha silenciado tanto los campos en los que padeció como al escritor y su obra.
[11] Novozhilov de Moscú: fue arrestado mientras esperaba a su mujer. Guseva, una anciana, lo fue mientras compraba un traje y pan blanco para su marido. Nazin, asistente de Jefe de Bomberos, resultó apresado en la calle.. Golenko Nikífor iba con su hijo por tren, el cual hizo escala en Moscú y durante la parada fue detenido en la estación sin motivo alguno. Sí tenía pasaporte. Cuatro ejemplos de lo que consideraban elementos antisociales.
[12] En 1988, en tiempos de la Glasnost en la Unión Soviética, los detalles acerca de la tragedia de Nazino salieron a la luz pública gracias al  esfuerzo del grupo Memorial .El historiador francés Nicolas Werth, quien anteriormente había co-escrito “El libro negro del comunismo”,  publicó  en 2006 ” La Isla de los caníbales” sobre esta tragedia.
[13] Su esposa Nadezhda Mandelshtam, después de la muerte del poeta, pasó una vida nómada burlando su posible arresto y cambiando frecuentemente de lugar de residencia y trabajo. Se sabe que por lo menos en una ocasión, en Kalinin, la NKVD fue a por ella un día más tarde de que hubiera escapado. Asumió como misión de su vida preservar y hacer pública la herencia poética de su marido, para lo cual memorizó la mayor parte de ella, ya que no confiaba en las actuaciones de los impresores de la época.
[14] Pavel Aleksandrovitch Florenskij nació el 9 de enero de 1882 en Evlach (localidad del actual Azerbaijan), de padre ruso y madre armenia. Fue un filósofo, historiador del arte, matemático y religioso ruso. Su compleja figura intelectual y sus aportaciones a la literatura, la teología y la filosofía contemporáneas (especialmente a la filosofía de la ciencia) se han difundido sobre todo a partir de 1991, tras la apertura de los archivos de la KGB. Está considerado uno de los representantes más destacados del pensamiento filosófico y religioso ruso de principios del siglo XX, la época llamada “edad de plata” de la literatura rusa.
[15] Emil Augusto Fieldorf (20 marzo 1895 a 24 febrero 1953) fue un héroe general polaco, He was Deputy Commander-in-Chief of the Home Army (Armia Krajowa) or AK, after the failure of the Warsaw Uprising (Oct. 1944 – Jan. 1945). Comandante en Jefe del Ejército Nacional (Armia Krajowa) o AK, tras el fracaso de la sublevación de Varsovia (octubre 1944-enero 1945). Arrestado por los soviéticos NKVD, fue ejecutado en 1953 por la República Popular de Polonia.
[16] Witold Pilecki (13 de mayo de 1901- 25 de mayo de 1948 ),  también conocido como Roman Jezierski, Tomasz Serafiński, Druh, Witold,  fue un soldado de la Segunda República de Polonia, cofundador del Tajna Armia Polska, o Ejército Secreto Polaco; además fue miembro del Armia Krajowa, Ejército Territorial Polaco, distinguiéndose por su lucha contra la ocupación nazi de Polonia. Es la única persona conocida que se internó voluntariamente en el campo de concentración de Auschwitz, si bien cuando lo hizo no se sabía exactamente lo que pasaba con los prisioneros allí. Una vez dentro, organizó la resistencia y envió mensajes al exterior. Escapó en 1943 y participó en el levantamiento de Varsovia. Pilecki fue ejecutado en 1948 por el gobierno comunista establecido por la Unión Soviética al finalizar la guerra.
[17] Zeks :en ruso, prisionero habitante de un gulag.

Valentina Orte